El sol brillaba por la mañana y un grupo de barcos estaba flotando en la marea tranquila.
En las cubiertas estaban sentadas varias personas muy diferentes entre sí.
Todas cubiertas con mantas viejas y sucias.
Algunos eran atendidos médicamente pero sus métodos… dejaban que desear.
Un hombre se levantó y se acercó a la borda para mirar al horizonte.
Varios pedazos y escombros terminaron alrededor de las naves después de un rápido escape de una ciudad en ruinas.
Las naves se habían detenido por un par de horas para reparar sus velas y verificar algunas posibles averías en los cascos pero su trabajo ya estaba por terminar.
Eso explicaba en parte el porqué los escombros habían ido tan lejos.
El hombre suspiro y bajo la cabeza pero un momento después posó su total atención a los escombros recordando sus años de prosperidad y paz.
Tiempos dorados que parecían nunca volver.
Hasta que noto una irregular forma encima de unas tablas flotando en el tranquilo mar.
Unos cabellos dorados que brillaban como el sol lo delataban.
— ¿Un niño?— se preguntó mientras empezaba a caminar buscando ayuda.— ¡Capitán! ¡Capitán!.
El hombre corrió a popa y avisó al capitán que rápidamente se apartó un muy adornado catalejo de plata y observo al lugar donde el tipo había indicado.
— Parece que está muerto.— Dijo decepcionado el capitán.
— No… pero, ¿no sería sensato al menos recoger el cuerpo? Puede que tenga familia en alguna de estas naves, ¿no sería ya suficiente desgracia cargar con un niño que ya no está?.— Preguntó aquel hombre.
El capitán no dejó de evaluar cada segundo pero aún así escuchaba y estaba de acuerdo hasta que el cuerpo dio un atisbo de vida.
— Que mis ojos no me engañen… alabados sean.— Su ánimo cambió rápidamente y empezó a dar golpes en el hombro al otro sujeto para que se callase.
— ¿Que sucede? ¿Capitán?.
— Ese niño no está muerto… no aún— dio la orden a sus hombres quienes rápidamente se dieron manos a la obra.— ¡Gracias a Sevika!.
El capitán le dió gracias a un antiguo héroe del mar y subieron al niño hasta la cubierta y realizaron trabajos de reanimación.
Hasta que pudo respirar todo fue tensión pero parecía haber acabado.
Todos hicieron espacio para no sofocar al pequeño.
— Niño, niño, peque, estoy aquí ¿ Cual es tu nombre?— Interrogó el hombre.
— ¿Mamá?— apenas saliendo de su estado de inconsciencia dijo sinsentidos.
— Tranquilo niño… ya estás a salvo.
_______________ Viajando por algo de tiempo.
«¿Pero porque se ve así de feo?»— Se preguntó Francis mirando hacia los muelles deteriorados en el puerto
Los buques se detuvieron en los muelles a desembarcar.
Varios cientos de personas salían de aquellos buques encaminándose a una caseta de control en el puerto.
Habían guardias por doquier resguardando a las personas en el lugar. Aunque en realidad daba la impresión de solo tener órdenes de atacar a la primera incitación de problemas por lo que tenían un comportamiento hostil.
Francis se encaminó hacia el muelle siendo llevado por la multitud hacia los puestos.
Había una gran fila esperando a su turno en donde estaba el, pero a sus lados también habían largas filas de refugiados esperando por atención en las aduanas.
— Buen día Farselonences, tomen una cartilla por favor, diríjase a las tiendas de refugiados y espere a la llamada de los trabajadores de las embajadas.— El guardia señaló un montón de papeles haciendose de la vista gorda cuando el pequeño apenas alcanzó a tomar una.
El lugar estaba muy mal cercado pero lo más destacable era que estaba a las afueras de un extenso y grande muro de unos treinta metros de altura.
Pero a un lado de este se encontraban casas y edificios maltrechos, empobrecidos y sin gracia.
Al pequeño Francis se le hizo extraño, pero por alguna razón tenía un férreo rechazo hacia todo aquí.
— ¡Registros y pertenencias por aquí!— Gritó un marinero llamando a todos a registrar sus maletas.
Todos fueron al lugar tomando turnos pero cuando el rubio envuelto en una manta pidió su turno simplemente lo empujaron hacia dentro con un contundente — No hagas perder el tiempo crio.— Así sin más.
Caminó hacia lo más cerca que pudo a la muralla del otro lado, parecía ser de una piedra color azul marino y estaba muy resguardado con guardias encima de estos todo el tiempo y arcabuces, primitivas armas de fuego.
— Niño… acércate por favor— una voz gentil llamó la atención de Francis.— Acércate por favor, ¿quieres algunos dulces?.
Francis desconfío de esto. A pesar de su corta edad el no era para nada un ingenuo.
Lentamente se alejó pero le tomaron del brazo con fuerza. Intentó gritar por ayuda pero rápidamente le taparon la boca con un trapo.
Lentamente fue perdiendo fuerzas hasta que cayó inconsciente.
Horas después se despertó con un olor fuerte a ron y tabaco pero su vista se veía bloqueada por alguna bolsa que tenía en la cara.
Pero al parecer el no era el único con problemas por ahí. Sonidos de quejidos empezaban a sonar.
— ¿Quien anda ahí?— Preguntó Francis— Por favor, señor, yo no tengo algo de valor, déjeme libre.
— ¿Señor?— La voz de un niño fue la que respondió— No, parece que yo también estoy contigo… donde estás?
—¿H-hola?— Otra voz de infante sonó.— parece que a ustedes los cubrieron, permítanme.
Uno de los niños se deslizó por el suelo y con su boca retiro las bolsas de las caras de ambos.
Maniatados y atolondrados se miraron fijamente.
Un pelinegro, un pelirrojo y un rubio se miraron confundidos para luego mirar a su alrededor.
El pequeño salón era de madera con una pequeña ventana donde se dejaba pasar un pequeño velo de luz donde apenas se podían ver unos bultos escondidos en la oscuridad.
— ¿Quienes son ustedes?— Interrogó el rubio.— ¿Donde estamos?.
— Yo soy… Halek, y no sé dónde podríamos estar.— Respondió el pelirrojo.
— Me llamo Sieg.— Dijo el pequeño pelinegro para luego dar una pequeña pausa y bajar la cabeza desolado.— Creo que estamos a punto de ser vendidos como esclavos...
Francis se exaltó y rápidamente refutó.
— ¿Esclavitud? ¿de que hablas?.— Con molestia formuló la pregunta.
— ¿Que es una esclavitud?…— Preguntó inocente Halek mientras ladeó su cabeza a la derecha.
—Bienvenido a Okeanos, donde puedes ver un cadáver en cada esquina. Eso decía mi padre antes de…— Dijo Sieg con un tono triste Antes de detenerse.
Cuando Francis estaba a punto de preguntar una voz ronca y grave sonó a través de la puerta al otro lado del salón.
— Bah, que es una mierda… ofrecer 25 Rucriés por estos mocosos, ¿que se ha creído ese imbécil?— Sonaba indignado y se sentía con rencor en cada palabra.
— Bueno, no es como que esos niños valgan más de 40… pedías demasiado para doce mocos.— Respondieron a la frustración del sujeto a través de la puerta.
El sonido de una silla reclinandose se escuchó para luego volver con su plática.
— Avisa a los muchachos, creo que los venderé a los desfiladeros en las minas de carbón.— Habló decidido.
— Y eso que… puede ser mano de obra barata, pero si trabajan en las minas morirán rápidamente de sofocación o cansancio no pienso en nada más…— Dijo el otro.
— No pienses con tu razón, piensa con el dinero, la plata, el varo, la lana, tú me entiendes...
Unos pasos se escucharon alejándose del lugar pero cuando empezaban a desaparecer resonaron con más fuerza como recordando algo.
— Hablando de "VARO", ¿ya solucionaste eso de tus deudas con Blade? Daryl se veía molesto la última vez que lo vi rondando por aquí.
— Para eso es la lana, ¿tú crees que quiero que me arrebate la virilidad y luego me azote en las calles?— Respondió sarcásticamente al recordatorio.— Pero ya estoy harto de los Bloody, por eso hice un trato con Pride, ¿tú me entiendes no?
Parecía que el otro sujeto se había atragantado con su propia saliva cuando su compañero le respondió.
— ¿¡Que!?¿ Tú sabes lo que hiciste?— Asustado realizó su pregunta—¿ Sabes que si Blade se entera nos matará a todos, no?.
— No, si Pride y sus muchachos lo hacen primero, no.— Respondió tranquila e irónicamente.
— Después de todo.— Suspiro.— No quiero tener problemas, ¿comprendes pendejo?.
— Hey, no insultes a tu jefe, tarado.— Respondió.
Los niños se miraron confundidos por la conversación mantenida por aquellos dos sujetos.
— Así que, conspirando ,eh.— Una tercera voz sonó.— Cuántas veces te lo he dicho Freus.
Unos golpeteos resonaron con fuerzas y los pasos se iban acrecentando.
— B-Blade, escucha…— el supuesto jefe se atragantó con sus palabras.— No quiero problemas así que.
— Si, Blade, por favor… solo escuch—El secuaz fue callado de inmediato y un golpe como de madera sonó más fuerte de lo normal.
— No, no, tener negocios por aquí es completamente normal… no te juzgo por ello. El problema.— El tono de voz de Blade empezaba a tornarse disgustado.— El problema es que muchos se pasan los términos por los innombrables… ¿captas?.
— Si, pero yo… Gyahg!? D-Daryl, no por favor, Blade… dile algo, Po-por favor— Desesperado rogó pero un pequeño silencio se escuchó seguido de unos ligeros pasos.
— Bueno, No pagaste, bien… lo comprendo.— Exageró su acento y prosiguió—¿ Pride te ofreció un trato? Bien… el problema es este, que en los términos no solo estoy yo, también mis hermanos y tú sabes no me gusta que atenten contra mis compañeros ¿Verdad?. Parece que ha Pride le hace falta un pequeño mensaje.
— ¡BLADE! ¡NO! ¡DARYL NO!.
Bruscos sonidos se lograron escuchar como el de un gran alboroto siendo protagonizado por algún bulto de carne siendo brutalmente arrojado a todas partes.
— ¡Baker!— Gritó el "jefe" clamando por su amigo.— ¡Blade hijo de puta!.
Fuertes pasos y un par de golpes metálicos para luego escuchar el sonar de carne siendo cortada y cayendo en una especie de líquido.
— Hey D, hecha un vistazo al almacén… talvez conteabandeaban algún licor del este. Con eso me conformo.— Dijo Blade para dar lugar a una sombra acercándose a la puerta de dónde empezaba a brotar un líquido carmesí.
Los niños rápidamente se hecharon atrás y empezaron a entrar en pánico.
— Tu Sige, ayúdame con esta cuerdita.— Dijo Halek hablando a susurros con Sieg.
— Como podría? ¿Y porque?.— Preguntó tímidamente.
— Usa la boca, Sieg.— Francis Le ordenó rápidamente a Sieg quien rápidamente se hecho al suelo y empezó a jalar de las cuerdas.— Halek, tú nos puedes ayudar una vez te liberes.
Halek rápidamente asintió pero la puerta fue abierta y la silueta de un hombre alto fue la que apareció tras esta.
— Al parecer son solo niños… lastima.— Dijo Daryl.
— Lauren, revisa en las estanterías.— Blade dio órdenes para luego aparecer en un lado tras del marco de la puerta.
La visión de los niños se acopló al repentino cambio de iluminación y pudieron observar mejor a ese par.
Un hombre un tanto más pequeño que el otro se apareció, llevaba una chaqueta de cuero, pantalones marrón, guantes negros y una máscara parecida a la de un lobo y un peinado de rastas.
— Minas eh…— Blade hizo un ademán con las manos y profundizó su vista a la habitación.— Hey niñato.
Blade intento entablar una conversación con Francis quien estaba de frente a él, pero un gritó cambio el rumbo de su atención.
— Déjanos ir!— Halek, ya libre, salto contra Blade intentando golpearlo pero una patada de el matón Daryl lo envío de vuelta atrás.
— Este mocoso, será mejor que aprendas algo de modales…— Daryl, molesto, fue contra Halek quien estaba en el suelo.
— Espera…!— El grito de Francis lo detuvo.— No le hagas nada por el momento…
El se arrastró hasta quedar en medio del adolorido Halek y el molesto Daryl, quien avanzó con intención de propinar una golpiza a Halek.
— Daryl… deja a nuestro amigo hablar.— Calmadamente fue Blade quien retiro a Daryl y prosiguió tranquilamente.— Por que no?.
— El está muy asustado y no ha comido por lo que solo estaba de mal humor y trato de sacarte un ojo por eso, por favor, no sabemos el porqué pero solo estamos aquí en contra de nuestra voluntad. Nosotros no tenemos que ver con los sujetos de ahí fuera ¿Captas?.
Blade lo miro fijamente por unos segundos para luego soltar una pequeña carcajada.
— Eso fue lo más… estúpido que un niño me ha dicho durante toda mi vida, pero fue divertido, lo acepto, pero no trates de ser complaciente por aquí o serás enterrado prematuramente, ¿entiendes?.— Con la advertencia puesta solo hizo un movimiento con la mano y algunos hombres aparecieron, todos con máscaras y trajes parecidos a los de Blade.— Liberen a los niños y despierten al resto, los llevaremos al orfanato, ese niño es peculiar, no se debe desperdiciar en las minas de los desfiladeros.
Los hombres respondieron y comenzaron su tarea.
Francis volteó a ver al par, Sieg estaba tratando de ayudar a Halek a levantarse a regañadientes.
Se sintió tranquilo, por un momento, hasta que un pensamiento le atravesó la psique como nunca antes.
— ¿Orfanato? Que, ¿de que está hablando señor?.— Francis Interrogó.
— No es lógico? Pensé que eras más listo que tú amigo pero aquí es lo común, no tienes familia, si tienes suerte te encontramos y te llevamos al orfanato, es senc1illamente fácil.
— ¿No tener familia?.
Francis lo había olvidado que había ido a hacer en ese barco por solo que lo habían recogido de los escombros del mar y que no recordaba mucho más que solo imágenes rápidas y sin sentido.
— Ah, sí…— Dijo el niño apenas dándose de su situación.
— ¿Niño? Hey.— Blade se quitó la máscara dejando ver su rostro preocupado.— Tranquilo, estarás bien…
— Sí, yo también lo espero, señor...— Con un breve suspiro, asintió.
Blade era en realidad un hombre de color que parecía estar a mediados de sus treintas y presentaba una cicatriz en la frente además de su tupida barba y sus ojos cafés.
El caminó hacia los otros dos pequeños. Se detuvo y se sentó en cuclillas.
Ambos cedieron un paso atrás, asustados y con problemas en procesar el momento.
— Y ustedes... ¿Tienen algún nombre? ¿Código de identificación? ¿Mote de pandilleros? ¿Algo…?
— Si, si tenemos…— Respondió Sieg temeroso
— ¿Y?— Dijo Blade frunciendo el ceño.
— Soy… Halek, ese niño, el rubito, se llama Francisco, y este de aquí… Sieg.— Halek señaló a cada niño correspondiente y se paró mientras se sostenía el estómago con fuerza.
— Bien muchachos, por suerte para ustedes, no atentamos contra niños, vengan conmigo… Estarán bien.— El hombre salió de la habitación seguido de otros que llevaban algunos niños somnolientos y los otros apenas se levantaban confundidos.
«Los han drogado demás»— Blade sostuvo un pensamiento saliendo del edificio.