- ¡Llamen a un médico! No permitan que le pase nada. -Álvaro ordeno con calma.
La gente a su alrededor reacciono rápidamente, algunos empezaron a pellizcarla para despertarla, Javier, que estaba a un lado, dijo con el ceño fruncido:
-Ella no es hija de la familia Montenegro. -Finalizadas las palabras, un estremecimiento recorrió todo el cuerpo de Alana. Se podía ver que estaba muy insatisfecha con lo que decía Javier. Javier dijo con indiferencia: -En nuestra familia nadie sufre epilepsia, en la suya tampoco. Pero, por precaución necesito tomarle una muestra de sangre para una prueba de ADN.
-Como quieras.
Para Álvaro, lo de Alana no era asunto suyo. Aunque fuera miembro de la familia Montenegro, eso no haría que el renunciara. Ahora que ella no lo era, le resulto mejor. En este momento, Álvaro era como alguien enviado desde el infierno, rodeado por un ambiente opresivo. Parecía que, sin la compañía de Samara, ya no volvería a sonreír.
Adriano ya se sentía mucho mejor. Exclamaba y lloraba para llamar a su hermanita para hablarle de la buena noticia. Los sirvientes no tenían remedio, así que tuvieron que contárselo a Álvaro. Álvaro frunció el ceño ligeramente.
- ¿Hermanita? ¿tiene una hermana?
-Dice que es la hermana menor del señorito Eduardo y que le ha prometido tratar bien a su hermana llamada Laura.
La mano de Álvaro se detuvo de repente.
- ¿Cuál es su nombre?
-Laura Arias. -el sirviente lo recordaba claramente.
Rápidamente, Álvaro frunció el ceño y fue a la habitación de Adriano.
- ¿Quién es Laura?
-Es la hermana menor de Eduardo. Nos vimos por Skype, se parece mucho a Eduardo, pero es más guapa y tiene la piel más clara. Pero Eduardo dijo que ella nunca había salido del hospital desde que nació, así que nunca ha visto el mundo. Papa, ¿Por qué no vamos a Estados Unidos para traerla a casa? Le he hecho una promesa a Eduardo de tratarla como si fuera mi propia hermana.
Lo que dijo el niño dejo a Álvaro sin palabras. ¿No era Laura la hija ilegitima de Carlos? ¿Cómo podría ser la hermana menor de Eduardo? ¿Cómo podría parecerse a el? A menos que fuera su hija.
Álvaro se quedó tan atónito que no sabía que decir. Si realmente era su hija, ¿Por qué Samara nunca le había dicho nada sobre ella? Álvaro salió de la habitación de Adriano para averiguar lo de Laura.
Carlos guardaba muy bien los materiales de la chica, así que Álvaro tuvo que entrar en el sistema a la fuerza. La chica de la foto era muy parecida a Eduardo, pero tenía la piel horriblemente pálida. Lo más importante era que según los datos, sufría insuficiencia renal congénita.
Álvaro se quedó aturdido. Recordó como Samara dudaba en hablar con él. Decía que había vuelto con algún fin. También le había preguntado si le daría un riñón si se lo pedía. En ese momento, pensó que Samara estaba diciendo tonterías, pero desde el principio ella había vuelto por Laura.
Era su hija con Samara. recordó que Samara le había dicho a Eduardo que los llevaría a Estados Unidos para ver a alguien cuando se recuperara y que, si esa persona estuviera de acuerdo, ella se quedaría con Álvaro el resto de su vida.
En ese momento pensó que esa persona era Carlos, pero ahora sabía que era su hija. A Álvaro le empezó a doler el corazón. Sin haberse atrevido a quedarse un minuto más, inmediatamente compro un billete de avión y fue a Estados Unidos junto con Adriano. Mientras seguían investigando, Álvaro ya había llegado a Estados Unidos y se encontró con Carlos. Ambos, no se habían visto en 5 años y eran bastante hostiles.
- ¿En qué podría servir al gran señor Álvaro?
Desde que Samara rechazo su propuesta, Carlos había estado muy deprimido. Además, la abuela López había restringido su poder durante ese periodo. De modo que no tenía otro remedio que quedarse sin ninguna noticia sobre Samara.
Mirando a su enemigo, Álvaro dijo en voz baja:
-Sabes la razón por la que Samara volvió. He venido para ver a Laura. -solo estaba jugando.
Suponía que Carlos lo sabía todo y que él, que quería tanto a Samara, la había dejado volver porque Laura necesitaba a su padre biológico. Carlos estaba ligeramente aturdido. Pero luego dijo con una sonrisa amarga:
- ¿Te ha contado todo? ¿ha vuelto ya?
Álvaro sintió un ligero dolor en su corazón, pero dijo con indiferencia:
-Eduardo está enfermo y necesita su cuidado. Así que he venido solo. Además, no está bien que Laura vea a su hermano enfermo.
-No la dejas volver, ¿verdad? -la mirada de Carlos se agudizo repentinamente.
Álvaro recordaba que Samara había dicho que a ese hombre le debía favores. Así que siempre que Carlos no fuera demasiado lejos, Álvaro no se convertiría en su enemigo.
- ¿Realmente no sabe si quiere volver o no? Señor Carlos, ha rechazado su propuesta. ¿No te daría vergüenza verla si regresara?
Estas palabras habían perforado el corazón de Carlos como un cuchillo. Su rostro se ensombrecía.
-Ya tienes un hijo a tu lado, ¿Por qué vienes a robar el mío?
- ¿Robar? Tanto Eduardo como Laura son mis hijos. Gracias, señor Carlos por haberlos cuidado y ayudado. Yo Álvaro, le ofrecería todo lo que deseara para mostrarle mi respeto y agradecimiento. -Álvaro sabía que a Carlos no le faltaba el dinero, pero tenía que devolver el favor que debía
Carlos contesto con una sonrisa de desprecio:
-Quiero a Samara, ¿me la darías?
-Ella no es un objeto y tiene sus propios pensamientos y opciones. Si ella le quisiera ya habría tenido un montón de oportunidades durante los pasados 5 años, ¿verdad?
Las manos de Carlos se apretaron fuertemente de nuevo.
-No debería haberla dejado volver.
-No pudiste verla tan triste, ya que sabias lo que significaba Laura.
Las palabras de Álvaro dejaron a Carlos sin palabras. Los dos conocían demasiado bien a Samara. Durante 5 años, Carlos siempre había estado tratando de conquistarla, pero no pudo. Siempre había tratado de borrar a Álvaro de su memoria, tampoco lo consiguió.
Él no era el padre biológico de Laura, así que no podría ofrecerle un riñón. Por el tipo especial de sangre y la insuficiencia renal congénita que ella tenía, en todo el mundo, excepto sus familiares, nadie podría ayudar. Eduardo era demasiado joven, era imposible que el la ayudara, así que solo quedaba Álvaro.
Eso constituía la razón por la que Samara decidió volver y también por la que Carlos no logro detenerla. Ahora que Álvaro está aquí, Laura tenía esperanzas de seguir viviendo. ¿Pero dónde estaban sus esperanzas? Samara no había vuelto. Ni siquiera lo llamo. Carlo se puso extremadamente triste.
-Laura está en el Hospital de S.P. Te llevare allí. -Carlos se levantó y salió.
Álvaro se sentía complicado. Samara había desaparecido. No tenía ninguna idea de donde podría estar. Pero ella deseaba que Laura se salvara y eso también era su responsabilidad. Nunca se le había ocurrido que en ese mundo su hija estuviera sufriendo.
Era su hija. ¿Cuánto había soportado en los últimos 5 años? Y esa maldita mujer, en realidad no le había dicho nada. No era de extrañar que hubiera sufrido una depresión después de su embarazo. Ni era de extrañar que quisiera morirse junto con sus hijos. Esos sufrimientos y torturas. ¿Cómo había podido soportarlo?
Cuanto más pensaba en esto más la extrañaba. ¿Dónde estaba? A Álvaro le dolía el corazón, pero no podía mostrarlo delante de Carlos. Adriano no podía decir nada, solo sabía que Álvaro se sentía muy mal. Así que le cogió de la mano, firmemente para darle consuelo.
Llegaron al hospital. Era un hospital privado construido a expensas de la familia López. Naturalmente, era de gran escala y también con buen ambiente. En eso, Álvaro le debía a Carlos. Carlos llevo a Álvaro a la habitación donde estaba Laura.
La niña estaba dibujando. La luz del sol brillaba en su rostro translucido. Incluso se podía ver el color de las venas que corrían bajo su piel. Estaba horriblemente pálida. Adriano ya la había visto así que no tenía miedo.
- ¡Hermanita Laura!
Las palabras de Adriano hicieron que Laura levantara la cabeza de inmediato. Vio a un niño de la altura de Eduardo de pie. La luz del sol brillaba y el parecía dorado. Laura se puso a sonreír.
- ¡Hermano Adriano! -ella salto de la cama y corrió hacia Adriano. Pero sus pasos eran un poco lentos.
-Ten cuidado, Laura. -Carlos estaba un poco nervioso.
Sin embargo, Álvaro se quedó completamente aturdido. Era su hija, ella era mucho más baja que Adriano y Eduardo. Se tambaleaba tanto de pie. Le parecía difícil caminar. Con la cara pálida y las venas visibles, se podía decir que era una niña de mala salud.
Adriano dio unos pasos hacia delante rápidamente para agarrarle firmemente las manos y le dijo en voz baja:
-Hermana, me operaron con éxito. Ahora estoy perfecto. He venido, como te prometí.
Laura lo miraba con felicidad. Parecía un poco más alto que su hermano y también un poco más fuerte. Sonreía más y también tenía la piel más clara. Era como el sol.
-Hermano, eres increíble. Felicidades.
-Gracias.
- ¿Dónde está mi hermano? ¿Por qué no está aquí? -lo miraba con el rostro lleno de esperanza.
Adriano se quedó aturdido sin saber cómo responder
-El…
-Eduardo está enfermo, está resfriado. Así que no ha podido venir a verte. Te llevare con el cuándo te recuperes, ¿vale? -Álvaro se acercó y se puso de cuclillas frente a ella. -Te llamas Laura, ¿no? Soy Álvaro, soy tu padre biológico.
Álvaro sonreía ligeramente con los ojos llorosos.