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Chapter 131 - NO TODOS SON BUENOS

-Quiero a todos en Ciudad H buscando a Anabel, quiero encontrarla a toda costa.

Si pudiera encontrar a Anabel, sabría donde estarían Samara y Eduardo. Parecía que todo esto tenía que ver con ella. La desaparición de Alana y Eduardo y la actitud extraña de Rebeca probablemente fueron causados por intrigas de Anabel.

A Álvaro le parecía terrible. Era solo una vieja sirviente. ¿Cómo fue capaz de escapar de la búsqueda de las 3 familias más poderosas de Ciudad H? ¿era porque el mismo era demasiado inepto o porque Anabel tenía tantas capacidades?

Javier y Víctor también se enteraron de este asunto y fueron a la casa de la familia Ayala. Esta vez, Álvaro no lo oculto más t les conto todo el asunto de Anabel. Javier estaba muy disgustado. No dijo nada y fue a buscar a la anciana. Mientras, Víctor agarro el cuello de Álvaro y grito:

-Si ella sufre algún accidente, no voy a perdonarte la vida.

-Si algo le pasa, no poder seguir viviendo. -dijo Álvaro fríamente.

Víctor lo soltó y se dio la vuelta para irse.

Cuando todo el mundo estaba buscando a Anabel, lo niños estaban encerrados en una pequeña habitación. Adriano dijo sollozando:

-Eduardo, no puedes morir. ¿Qué debería hacer si mueres?

-Cállate. -Eduardo sintió dolor de cabeza por el ruido y dijo débilmente.

Al ver que estaba despierto, Adriano se puso alegre.

-Eduardo, ¿estas despierto? ¿no vas a morir?

- ¿Quieres que muera? -Eduardo movió sus hombros y sentía que no tenía ninguna fuerza por el anestésico en su cuerpo. Miro la aguja en su muñeca. La excesiva pérdida de sangre lo hizo débil.

-Eduardo, ¿quieres un poco de agua? Te traeré algo para beber. -Adriano corrió rápidamente, trajo una taza de agua caliente y se la entregó a Eduardo.

No era tan alto como para levantar a Eduardo, pero no dejo de ayudarlo. El agua en la taza se derramo en el dorso de la mano de Adriano, pero no le importo en absoluto. Al ver esta escena, Eduardo dijo en voz baja:

-Encuentra una pajita, es más conveniente.

-Bien. -al escucharlo, Adriano corrió en busca de la pajita. Afortunadamente, encontró una en la habitación.

Eduardo tenía mucha hambre. Incluso sintió que las estrellas aparecían ante sus ojos. No sabía si era porque había perdido demasiada sangre o porque realmente tenía hambre. Bebió un poco de agua y se sintió mejor.

Adriano dijo rápidamente:

- ¿Quieres comer algo? He escondido comida para ti. -con eso saco una hamburguesa y se la entregó a Eduardo.

El niño estaba realmente hambriento. La tomo y le dio un gran mordisco. En ese momento, se dio cuenta de que Adriano tragaba saliva, obviamente también tenía mucha hambre. El niño estaba aturdido. Luego partió la hamburguesa por la mitad y se la dio a Adriano.

-Toma.

-No puedo. Has perdido sangre y tu cuerpo esta débil. Estoy gordo, entonces no necesito más comida. Además, mi madre me dará comida. -Adriano inmediatamente se calló después de decir eso. -Eduardo, lo siento.

El niño sabía que su amigo se estaba disculpando por lo que Rebeca le había hecho, por lo que no lo culpo en absoluto.

-No tiene nada que ver contigo. ¿Por qué te disculpas? Cógelo. Si tienes la suficiente fuerza para escapar, puedes llamar a Álvaro y salvarme. Esto es mejor para mí.

Al escuchar estas palabras, Adriano dudo por un momento.

- ¿Seré capaz de hacerlo?

-Por supuesto, eres su hijo. Ella no te hará daño. Si encuentras la oportunidad de escapar, podrás salvarme. -Eduardo sonrió y le entrego la mitad de la hamburguesa.

Adriano la recibió, pero no se la comió y dijo muy tristemente:

- ¿Por qué mi madre es tan mala? ¿Cómo puede tratarte así? Samara me trata tan bien, pero ¿Por qué mi madre no puede tratarte de la misma manera?

-No todos son tan buenos como mi madre. -cuando Eduardo menciono a Samara tenía lágrimas en los ojos.

-Adriano.

- ¿Qué?

-Echo mucho de menos a mi madre. -Eduardo se apoyó en su hombro, aunque todavía era estrecho y pequeño, el niño se sentía a salvo. Eduardo no se sentía solo.

En comparación con el ultimo secuestro, esta vez Adriano estaba a su lado, tenía un poco más de valentía. Adriano empezó a llorar.

-Yo también echo de menos a Samara. Ya no quiero a mi madre, ella es una mala mujer. -Adriano lloro con su amigo.

Eduardo estaba un poco molesto por su llanto.

-Deja de llorar. Un hombre no puede llorar así todos los días. Eres el hijo de Álvaro Ayala, el sucesor de la familia Ayala. Puedes sangrar, pero no llorar.

-Eduardo, ¿te duele? Has perdido tanta sangre. No te preocupes, definitivamente te salvare. -Adriano se dio unas palmaditas en el pecho y lo prometió.

Todavía tenía lágrimas en la cara, pero Eduardo creía que Adriano era más guapo en ese momento.

-Te creo. Definitivamente me vas a salvar, porque somos hermanos. -Eduardo estaba un poco aturdido. Respiro hondo y dijo: -Adriano, eres unos meses mayor que yo, pero no tienes muchas capacidades, entonces, no puedes ser mi hermano mayor.

-Eso no importa. Tudo depende de ti. Quiero que seas feliz. -a Adriano realmente no le importaba la edad.

Eduardo sintió que su amigo era diferente de los otros niños. no era tan inteligente como el, pero era muy sincero, quería ayudarlo de todo corazón y compartir todas las cosas buenas con él.

Aunque los dos no habían estado juntos durante mucho tiempo, a Eduardo le gustaba mucho. Pese a que era hijo de esa mujer.

-Adriano. -la voz de Eduardo era un poco débil.

- ¿Qué? -Adriano sollozo y se dio cuenta del agotamiento de su amigo.

-Prométeme una cosa.

-Dime.

-Si no puedo salir de aquí, cuida bien de mi madre y de mi hermana. No tiene buena salud. El doctor dijo que no viviría mucho, pero es tan obediente y hermosa. Ni siquiera ha salido del hospital para mirar el cielo. Si me pasa algo, debes cuidar bien de mi hermana por mí. Como si fuera tu propia hermana, ¿de acuerdo?

Al escucharlo, Adriano empezó a llorar desconsoladamente.

-No digas tonterías. No quiero que mueras. Estarás bien. Eduardo, no quiero que mueras. -Adriano abrazo a su ahora hermano y lloro en voz alta.

- ¿Por qué estas llorando? Todavía no estoy muerta. -Rebeca escucho a Adriano llorar desde lejos y se enfadó mucho.

Cuando Adriano vio a Rebeca, grito enfadado:

-Mala mujer, te odio. Vete.

Al ver el disgusto y el odio en los ojos de su hijo, Rebeca levanto la mano y lo abofeteo fuertemente. Adriano fue derribado al suelo. Sin embargo, Rebeca no sintió lastima. Agarro al niño por el cuello y lo recogió.

-Soy tu madre. ¿Cómo te atreves a hablarme de esa manera? ¿te ha enseñado este mocoso? Adriano, eres el futuro sucesor de la familia Ayala, ¿Cómo puedes jugar con él? Ahora me hablas mal por él. ¿Has olvidado quien te dio a luz?

-Mala -Adriano escupió en la cara de Rebeca y la golpeo. -No eres mi madre, eres el diablo. Te comiste a mi madre y te convertiste en ella para engañarme. Mi madre no es tan mala, suéltame.

Rebeca estaba completamente furiosa por las palabras de Adriano.

-Eres tan estúpido como tu padre. Álvaro te ha engañado. ¿Qué te ha dicho? ¿sabes que, si Eduardo está vivo, será el único sucesor de la familia Ayala en el futuro? No vas a tener nada.

-No me importa. Puedo darle todo lo que quiera. -Adriano grito. Tenía casi 5 años y nunca había odiado a nadie, pero ahora odiaba mucho a esta mujer.

Rebeca abofeteo a Adriano con rabia otra vez.

-No le pegues. -Eduardo uso toda su fuerza para lanzarse contra Rebeca.

Adriano aprovecho la oportunidad para liberarse.

-Eduardo.

-Corre. -Eduardo abrazo a Rebeca con toda su fuerza y le grito a Adriano: -Corre. Ve a buscar a Álvaro, date prisa.

Adriano se quedó atónito por un momento y estaba un poco vacilante. Rebeca le daba puñetazos.

-Bastardo, déjame. Adriano, soy tu madre. No puedes abandonarme.

Eduardo apretó los dientes y miro a Adriano, diciendo:

-Si no quieres que te odie, corre ahora mismo.

Adriano lloro de nuevo, apretó los puños y se dio la vuelta para irse.

-Adriano, vuelve. Vuelve aquí. -Rebeca grito locamente. Quería empujar a Eduardo, pero el niño la abrazo con toda su fuerza. Entonces ella lo arrojo al suelo.

El cuerpo de Eduardo cayó como una cometa sin cuerda, se estrelló contra la pared y cayó al suelo como una muñeca de trapo. Rebeca le dio una patada con rabia y dijo:

-Voy a buscar a Adriano y luego te castigare. -después, Rebeca corrió rápidamente a fuera.

La sangre estaba chorreando lentamente bajo el cuerpo de Eduardo y todo se volvía más y más rojo.

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