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Chapter 123 - GRACIAS POR DEJAR LIBRE A CARLOS

- ¿Sabes el número de teléfono de la mansión López? -Samara sintió que tenía que hablar con Nerea.

La secretaria vacilo un momento, pero al final le dio el número. Samara sabía que, si no fuera por la señora Nerea, la secretaria no se hubiera atrevido a darle el número. Ella pensó que Carlos no le dejaría decirle nada.

Carlos nunca quiso que Samara soportara las cargas y críticas de la familia López. Pero ella no pudo enamorarse de él, porque era demasiado perfecto, amable y considerado. No tenía ningún defecto, así que la gente lo admiraba.

El merecía una mujer que lo amara de todo corazón, no alguien como ella que ya tenía hijos y estaba enamorada de otra persona. Samara miro el número de teléfono, respiro hondo y llamo.

La llamada fue atendida por una sirvienta. Samara le informo su nombre y la otra parte la paso a la dueña directamente. No mucho después, se escuchó una voz digna:

-Señorita Samara, soy la señora Nerea. -la señora Nerea parecía muy rígida, indiferente y llena de majestuosidad.

Samara respiro profundamente y dijo:

-Señora Nerea, le llamo por el asunto de Carlos.

-Deberías saber lo que siente Carlos por ti. Lo has hacho esperar 5 años y el ya no es joven. Ya tiene 29 años y pronto cumplirá 30. Aunque en mi familia hay muchos jóvenes, solo Carlos es el más sobresaliente. Señorita Samara, ¿entiende lo que quiero decir?

Samara nunca se había sentido avergonzada por esto. Ella creía que se ganaba la vida dependiendo de su propia habilidad, aunque Carlos la había ayudado, ella se había esforzado por no fallar en la posición que Carlos le había dado. Sin embargo, en este momento, bajo el interrogatorio de la señora Nerea, Samara de repente se sintió muy avergonzada.

-Lo siento, señora Nerea.

-No quiero oírte decir eso. Hace 5 años, Carlos insistió en traerte a esta casa, en ese entonces, tenías heridas por todo el cuerpo, además, también estabas embarazada. Toda mi familia creía que Carlos y tu deberíais estar juntos, ya que somos una familia celebre, la futura esposa de Carlos debía ser una chica de familia noble. No una mujer como tú.

Samara se sentía humillada al oír esto. Recordaba que estando en su peor momento, Carlos le dio a ella y a sus hijos un refugio seguro, pero también enfureció a toda la familia López. Debido a este asunto, su vida había sido muy dura, pero él nunca dijo nada ante ella.

Samara no sabía corresponder su amor. Había pensado en como pagar la bondad de Carlos, pero aún no sabía cómo. Ella no dijo nada y la señora Nerea continuo:

-Carlos es terco. ¿Cuántas cosas ha hecho por ti durante estos años? Ha hecho todo lo posible para tus hijos e incluso rechazo todas las citas con mujeres. He visto tus esfuerzos y sé que no eres una mujer que alaga a los demás. Aunque no me gusta que tengas dos hijos, Carlos ya no es joven y yo también ya soy mayor. Por eso, quiero preguntarte, si Carlos quiere casarse contigo, ¿estarás de acuerdo?

Las palabras de la señora Nerea sorprendieron a Samara.

-Señora Nerea, yo…

-No te precipites a contestarme. Se porque has vuelto, lo has hecho por tu hija y sé qué harías cualquier cosa por ella. Sin embargo, Samara, ahora puedo reconocerte, pero no puedo aceptar que te relaciones con otros hombres. No importa con quien estabas antes, pero si de verdad tratas bien a mi nieto y quieres estar con él, tienes que pensarlo bien. Podemos darte todo lo que quieras, incluso la medula que tu hija necesita. Sin embargo, el requisito previo es que me tienes que dar una respuesta precisa. Dime, ¿has hacho algo intimo con ese hombre?

Las palabras de Nerea fueron muy abruptas, Samara casi no podía soportarlas, pero sabía que era la mayor concesión que podía hacer la mujer. Habían pasado 5 años y la familia López por fin reconoció su existencia e incluso pudo aceptarla como la mujer de Carlos. Sin embargo, para Samara, esto no valía nada.

Samara lo que Carlos había hecho durante los últimos años e incluso sabía que el deseaba que ella pudiera aceptar esto. Sin embargo, Samara no podía engañarse a sí misma y mucho menos a Carlos.

Ella respiro hondo y dijo:

-Señora Nerea, lo siento. No puedo pagar los favores que Carlos me ha hecho, pero para mí es un hermano. Carlos es un hombre perfecto, seré una mancha para el sí me pongo a su lado. Destruiré su imagen, en realidad el merece casarse con una mujer mejor. -cuando dijo esto, sabía que su relación con Carlos había llegado al fin.

Ella no quería que fuera así, pero ella no podía corresponderlo. Cuando la señora Nerea escucho lo que había dicho la chica, dijo fríamente:

-Señorita Samara, entonces tú has decidido abandonar la oportunidad de entrar en la familia López. Pero tengo que agradecerte, gracias por darme una respuesta clara y gracias por dejar libre a Carlos. A partir de ahora, sigues siendo la diseñadora de nuestra empresa, también puedes continuar con el proyecto en el que estas. Apoyare la hospitalización de tu hija, solo espero que, de ahora en adelante, no vuelvas a contactar a Carlos. Si quieres darle libertad, por favor, déjalo ir. Gracias.

Samara de repente quería llorar.

-Señora Nerea, lo siento mucho.

-Avanza por tu propio camino, ya que lo has escogido, no te arrepientas. Aunque no conozco a ese hombre, he oído que es una persona poderosa. Señorita Samara, no quiero tener ningún rencor entre nuestras familias en Ciudad H por tu culpa. ¿Entiendes lo que quiero decir?

-Señora Nerea, por favor persuada a Carlos para que no apunte a la familia Ayala.

- ¿Crees que Carlos me obedecerá? Si me escuchara, no estaría en la situación que esta ahora. Señorita Samara, que todo te vaya bien. -la señora Nerea colgó el teléfono.

Samara se sintió muy dolida. Uno era su amor y el otro su mejor amigo. ¿Qué podía hacer si algo sucedía con ellos? Ella se sentó en la cama, quería llamar a Álvaro, pero sabía que aún no podía contactar con él.

Quería contarle todo, incluido el asunto de Laura y el propósito de su regreso. Samara corrió a la planta de abajo, vio a Josué entrar rápidamente.

-Señora, mala noticia. El señorito Adriano todavía tiene fiebre y está espumando por la boca.

- ¿Qué? -Samara estaba a punto de derrumbarse. - ¡Date prisa y llévame al hospital!

Samara no tuvo más remedio que dejar a un lado el asunto de Laura, salvar a Adriano era más importante ahora. El coche llego rápidamente al Hospital Militar. Javier ya estaba allí.

-Señor Javier, ¿Qué ha pasado? -Samara no tenía la intención de culparlo o interrogarlo, solo estaba nerviosa.

Cuando Eduardo vio llegar a Samara, salió corriendo y sujeto su mano con fuerza con los ojos llenos de preocupación.

-Mama, ¿crees que Adriano estará igual que Laura?

- ¡No! Eduardo, no pienses en eso. -Samara sabía que Eduardo tenía una sombra sobre el hospital y la sala de operaciones, pero el eligió quedarse con Adriano, lo que fue suficiente para demostrar su importancia para él.

Eduardo se quedó en los brazos de Samara tranquilamente y de repente pregunto:

- ¿Dónde está Álvaro? Adriano está aquí, ¿Por qué él no ha venido?

Samara no sabía cómo responder a esa pregunta. Ella no odia explicarle claramente el asunto, pero ahora también esperaba que Álvaro pudiera estar a su lado. No importaba lo tranquila que estuviera, todavía tenía miedo. Ella no dijo nada, pero Eduardo empezó a desvariar.

- ¿Álvaro te ha tratado mal? De lo contrario, siempre está contigo. Adriano está en peligro, ¿Por qué todavía no aparece?

Eduardo era inteligente y sensible. En este momento, se escucharon pasos en el pasillo y la voz de Álvaro sonó:

- ¿Cómo esta Adriano?

Cuando Josué vio venir a Álvaro dejo escapar un suspiro de alivio. Al oír la voz de Álvaro, Samara volvió la cabeza y de repente quiso llorar. Álvaro tenía barba, obviamente no la había pasado bien estos días.

Samara tenía una sensación agria, así que no pudo evitar apartar la cabeza y estaba a punto de llorar. Álvaro ya la había visto y al ver su cara triste, de repente se sintió agraviado. Ella se había aprovechado de él y lo había engañado, pero ahora era como si él la hubiera maltratado.

Josué informo sobre la situación de Adriano. Solo entonces Álvaro se dio cuenta de que ella había salido de casa sin zapatos. Sus talones ya se habían puesto rojos por el frio. Además, ella también tenía la punta de la nariz roja y los ojos ligeramente húmedos. Aunque Álvaro estaba enfadado, todavía estaba preocupado por ella.

El camino hacia Samara y se puso en cuclillas. Levanto su pie suavemente y le dijo a Josué:

-Ve a comprar un par de zapatos.

- ¡No necesitas preocuparte por eso!

Al oír las palabras de Álvaro, todas las quejas de Samara estallaron y ella tiro de su pie hacia atrás. Sin embargo, debido a que no uso la fuerza de forma adecuada, ella accidentalmente le dio una patada a Álvaro.

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