Samara no tenía tiempo para explicarle a Álvaro sobre Laura. Al escuchar que mencionaba a Eduardo, sus ojos volvieron a ponerse rojos. Al parecer Álvaro también se dio cuenta de su tono inapropiado y mientras se culpaba en secreto, cogió suavemente la mano de Samara y dijo:
-No te preocupes, nuestro hijo estará bien.
En ese momento, Samara se dio cuenta con claridad de que alguien había planeado esto. Se culpaba a si misma por no haber estado en guardia esta mañana y por haber puesto a su hijo en una situación peligrosa.
- ¿Vamos al centro de vigilancia para echar un vistazo?
-Muy bien.
Samara se volvió a animar, ya que sabia que no era el momento indicado para mostrarse triste. Lo más importante consistía en localizar, con mayor brevedad a Eduardo. Los dos volvieron a la sala de vigilancia.
El director todavía estaba allí. Siguiendo las instrucciones de Álvaro, ya había encontrado el video que debería haber grabado el secuestro de Eduardo en el patio trasero, sin embargo, desafortunadamente, descubrió que habían cinco minutos de vacío.
El director estaba un poco avergonzado y Álvaro estaba descontento. Pero antes de que este se enfadara, Samara dijo:
-Alguien deterioro las cámaras a propósito.
-Si.
Josué llamo en ese momento.
-Señor, ya nos enteramos. Alguien se encontró con la mujer que llamo desde la sala de juegos. Era completamente una casualidad. La mujer choco con un joven, quien se peleo con ella. Después, ella se puso a un lado para hacer una llamada y el joven escucho todo, está aquí conmigo.
- ¡Tráemelo inmediatamente! -la voz de Álvaro era terriblemente fría.
Samara supo que había una nueva pista y rápidamente se dirigieron a recepción. El joven seguía refunfuñando algo. Era todavía un adolescente y parecía un poco rebelde. Originalmente, cuando Josué lo quiso llevar allí, se sintió insatisfecho, pero al ver a Álvaro, se calló al instante.
Probablemente no había nadie en Ciudad H que no conociera a Álvaro. El joven estaba algo nervioso de que fuera el quien lo buscara.
- ¡Señor, de verdad que no hice nada! -aunque no sabía lo que había pasado, el ambiente hizo que todos se pusieran incomodos.
Samara realmente quería preguntar sobre Eduardo, pero no dijo nada, esperando en silencio a que Álvaro lo hiciera. Ella creía que, sobre lo ocurrido, Álvaro sentía lo mismo que ella. Él lo miro fríamente y dijo:
-Háblame de la mujer que choco contigo y luego hizo la llamada. ¿Qué aspecto tenía? ¿Cuántos años parecía tener?
Cuando el joven se dio cuenta de que era por ese asunto, dijo rápidamente:
-No la toque a propósito. Solo no tenia cuidado con el camino. Fui a recargar, así que…
-Quiero escuchar lo quiero saber. -había pasado mucho tiempo desde que Eduardo desapareció y Álvaro estaba impaciente.
El joven estaba ligeramente aturdido y dijo rápidamente:
-Era una mujer de unos 50 años. Parecía muy rica, incluso me sorprendí de que una mujer tan mayor apareciese en la sala de juegos. Pensé que estaba buscando a su nieto o algo así. No esperaba que ella hiciera una llamada y se fuera.
- ¿Unos 50 años? ¿no te equivocas? -Álvaro siempre había pensado que la persona que se hizo pasar por Catalina era joven, pero no espera que fuera una anciana. Sin embargo, ¿Cómo podría ser que Isaac no hubiera distinguido su voz?
Al ver que Álvaro sospechaba de él, el joven dijo rápidamente:
- ¡Absolutamente! Esa mujer tiene unos 50 años.
-Ya veo. Josué, dale algo de dinero y dile que se vaya.
Después de que el joven se fuera, Samara pregunto ansiosamente:
- ¿Qué crees?
-Isaac no es una persona común. Incluso creyó que era tu voz, debe haber algún problema. Necesito volver y encontrar la grabación de Isaac para averiguar que paso.
- ¿Tienes la conversación grabada? -Samara estaba un poco ansiosa.
Álvaro asintió y dijo:
-Si, todas las conversaciones a la base son grabadas por razones de seguridad.
Los dos volvieron rápidamente a la casa Ayala. Habían pasado mas de dos horas desde la desaparición de Eduardo, pero no había pistas. Toda la Ciudad H había sido registrada y las entradas estaban custodiadas. Sin embargo, Eduardo seguía desaparecido.
Samara se moría de ansiedad. Álvaro también, pero podía calmarse. Cuando Isaac le envió la grabación telefónica, Álvaro rápidamente la analizo y descubrió que la otra parte había usado un modulador de voz. Extrañamente, la voz cambiada era muy similar a la de Samara.
En otras palabras, la otra parte estaba muy familiarizada con ella, por lo menos con su voz. No era algo que la gente común fuera capaz de hacer. De repente, a Álvaro se le ocurrió algo.
-Josué, ¿Dónde está Alana? -Alana había sido estrechamente vinculada a la señora Verónica. Sin embargo, hubo tantas cosas durante ese periodo de tiempo que Álvaro no tuvo tiempo para preguntarle sobre eso.
Josué rápidamente envió a alguien para que trajera a Alana, pero la persona volvió diciendo que ella no estaba. Esta respuesta causo mucho desagrado en Álvaro.
- ¿Cómo ha desaparecido? ¿alguien puede explicármelo? Josué, ¿puedes decirme como puede desaparecer una persona controlada por la familia Ayala?
De la frente de Josué empezaba a brotar el sudor. Era su culpa, por lo que naturalmente no se atrevía a disculparse. Eduardo había desaparecido, así que no importaba lo que dijera ya no tendría perdón.
-Lo siento señor.
-No tendrás ninguna gratificación en los próximos 6 meses, además, si no se localiza a Eduardo… -Álvaro ya no pudo seguir, pero estaba de mal humor.
Cuando Samara escucho que Alana había desaparecido, se quedó perpleja. Ella no tenía enemistad con Alana, además, Álvaro la había mandado a su lado, la chica incluso la había defendido frente a Anabel. ¿Por qué se había metido en este asunto una chica como ella?
- ¿A quién sirve Alana? -la pregunta de Samara hizo que Álvaro frunciera el ceño levemente.
-Todavía no hemos investigado, pero tiene algo que ver con lo de la señora Verónica. Josué, prepara el coche, quiero ir a la casa de los Montenegro.
Como Alana se había ido, solo podía ir directamente a la casa de los Montenegro para preguntarle a la señora Verónica sobre la identidad de Alana. Samara quería seguirlo, pero Álvaro la detuvo.
-Quédate aquí. Si llaman, puedes manejarlo. Además, es demasiado peligroso. Eduardo sigue desaparecido, no puedo ponerte en peligro. Josué, quédate aquí para proteger a Samara. Si algo sale mal, perderás tu trabajo.
Josué era su guardaespaldas personal y también su asistente especial. Le arreglaba muchas cosas. Ahora que Álvaro mandaba proteger a Samara, se podía ver que ella era importante. Samara estaba conmovida, pero en ese momento, no sabia que decir. No tuvo más remedio que asentir y quedarse en la casa de Ayala.
Álvaro rápidamente fue a la casa de los Montenegro. Gracias al señor Pedro, esa vez la señora Verónica estaba bastante amable, pero Álvaro no tenía tiempo para eso.
-Señora Verónica, he venido hoy para preguntarle, ¿Cuál es la relación de la familia Montenegro con Alana? Ahora que esta desaparecida, ¿es por vosotros? -Álvaro hablo tan directamente que la señora Verónica se aturdió.
- ¿Alana?
-El guardaespaldas al lado de Catalina cuando te encontraste con ella. -Álvaro no tuvo más remedio que mencionar ese asunto otra vez.
Aparentemente, al escucharlo, la señora Verónica se mostró descontenta. Sin embargo, solo negó con la cabeza y dijo:
-No conozco a esa chica. En ese momento, dudaba un poco de por que me ayudaría. Ella había visto claramente mis intenciones, pero al final me dejo ir. Si ella hubiera intervenido con fuerza, no habría tenido la oportunidad…
Al escuchar las palabras de la señora Verónica, Álvaro entrecerró los ojos. Obviamente, no confiaba mucho en ella, pero la forma en la que hablaba lo convenció. En ese momento las pistas parecían inútiles otra vez.
Álvaro se despidió de la señora Verónica. Cuando salió, fue directamente a la sala de juegos en busca del jefe. Encontró el video de ese entonces, sin embargo, la sala estaba muy oscura y no se veía bien. Además, había mucha gente, de modo que no llego a localizar a la anciana.
Naturalmente, Álvaro estaba insatisfecho con el resultado, pero tuvo que volver a casa rápidamente para ver si Samara había logrado algún avance. Cuando volvió, Samara estaba curiosamente silenciosa. Se limitaba a mirar al teléfono sin parpadear. Viéndola así, Álvaro se sintió muy angustiado.
Dio un paso adelante, abrazo el hombro de Samara y le susurro:
-No te pongas así.
- ¿Alguna noticia?
La mirada de Samara se le hizo difícil de enfrentar.
No se atrevía a decirle la verdad, pero no podía verla así, por lo tanto, solo puso suspirar y sacudir la cabeza. Los ojos de Samara perdieron instantáneamente todo su brillo.
-No te pongas así, habrá una manera.
-Pero ha pasado mucho tiempo y la otra parte no ha dado noticias. ¿Puede ser que no lo hayan hecho por dinero? -esto era lo que más le preocupaba.
Si hubiera sido por dinero, no se habría preocupado tanto, pero si lo secuestraron con otro propósito, ¿Cómo lo podría encontrar? Al pensar en esto ella se derrumbó.
- ¿Has ofendido a alguien? -esa idea claramente preocupaba a Álvaro.
Samara sacudió la cabeza y dijo:
- ¿Cómo puede ser que yo haya ofendido a alguien? ¿Cuántas personas me conocen de antes? Ni siquiera mis padres me reconocieron. ¿Quién me reconocería? Además, desde que llegue a Ciudad H, he tenido todo tipo de accidentes y no he tenido tiempo para meterme en otros asuntos.
De repente, a Álvaro se le ocurrió algo. Parecía haber tenido una idea, pero no lo podía asegurar.