Ciudad M, Hospital Central
"Señorita Bai, lamentó informarle que no ha quedado embarazada".
La esperanza en los ojos de Dafne Bai desapareció de repente, se mordió el labio y respondió, "Está bien".
El doctor le devolvió el informe medico con algo de simpatía en sus ojos:
"Señorita Bai, como doctor le aconsejo abandonar la idea de embarazarse. Su cuerpo realmente no podría soportarlo, si usted queda embarazada, es posible que ni usted ni el bebé sobrevivan..."
Dafne Bai no dijo nada sentía frío por todas partes. ¿Qué debería hacer ahora?
El doctor estaba un poco preocupado por ella y rápidamente la llamó dos veces: "¿Señorita Bai? ¿Está bien?"
"Estoy bien, te escucho". Su voz temblaba y sus labios estaban pálidos.
El doctor la miró y suspiró: "De hecho, si recibe quimioterapia ahora, todavía existe la posibilidad de que pueda prolongar su vida".
"No, tengo que quedarme embarazada", se puso de pie y dijo: "Doctor, por favor, deme la inyección para promover la ovulación nuevamente, quiero intentarlo de nuevo".
"Señorita Bai, ¿por qué hace esto?" El doctor aún no estaba de acuerdo: "Le han administrado esta inyección durante medio año. ¡Esta es una hormona que acelerará el crecimiento de sus células cancerosas!"
"...Lo sé, pero de todos modos quiero intentarlo."
"De acuerdo" El médico no tuvo más remedio que hacer la orden del medicamento: "Recuerde que el mejor momento para concebir es dentro de las 24 horas posteriores a esta inyección. Debe aprovechar la oportunidad."
Dejando a un lado la preocupación, metí el informe en mi bolso y luego salí del hospital.
Cuando regresé a la villa, ya estaba oscuro. La enorme casa en la que entré estaba tan vacía, ya me había acostumbrado a esta soledad pero no tenía tiempo para sentirse angustiada. Mi vida había comenzado una cuenta regresiva y no tenía tiempo que perder.
Tenía que aprovechar estas 24 horas.
Marque el número que sabía de memoria y espere, pero se iba a buzón de mensajes.
Marque de nuevo sin darme por vencida, mientras él no respondiera, seguiría llamando hasta que él contestara su teléfono.
Finalmente, un segundo antes del corte automático, Bruno Aslan contestó.
Su voz estaba llena de irritabilidad e impaciencia, "Dafne Bai, ¿qué sucede? ¿Por qué me llamas y me llamas? ¿Te divierte seguir retrasando el divorcio?"
¿Retrasando?
Me reí de sí misma, sí, hice todo lo posible por proteger este matrimonio durante cuatro años, y finalmente estaba a punto de llegar a su fin.
Mirando al cielo oscuro, le dije: "Estoy de acuerdo con el divorcio"
Bruno hizo una pausa y dijo, "¿De verdad estás dispuesta a divorciarte?"
"Sí, pero sólo con una condición. Vuelve esta noche y hazme tuya una vez más."
Bruno se burló: "Dafne, ¿es este un nuevo truco que se te ocurrió?"
"Piensa lo que tú quieras. Bruno Aslan, solo te doy esta oportunidad. Si no vienes esta noche, nunca obtendrás el divorcio y nunca podrás casarte con Sarah Allen. Es tu elección".
Después de terminar de hablar, colgué el teléfono con decisión. Sabía perfectamente lo que haría Bruno Aslan.
Él haría cualquier cosa con tal de cansarse con Sarah, así que esta noche él definitivamente regresaría.
Era una noche de buen tiempo. La luna llena brillaba con todo su esplendor y su reflejo ondeaba sobre el agua, junto a ella había estrellas brillantes en el cielo.
Bruno Aslan, si un día ya no estoy en este mundo, cada vez que mires hacia arriba y veas las estrellas en el cielo, ¿pensarás en mí, aunque sea por un instante?
Había un dolor punzante en mi corazón cuando pensé en ello.
Ya tenemos un hijo. Se porta muy bien y se parece mucho a ti. Pero ahora está en la unidad de cuidados intensivos y no puede moverse. Tiene tubos por todo su cuerpo, y está esperando que yo le salve la vida. Debo quedar embarazada y tener un segundo hijo para poder utilizar la sangre del cordón umbilical para salvarlo, y se me acaba el tiempo...
Incluso si me odias, incluso si no quieres volverme a ver, tendré otro hijo contigo cueste lo que cueste, incluso si piensas que soy una puta desvergonzada.
Dididi——
Era el sonido del desbloqueo con huellas dactilares de la puerta de entrada.
¿Era Bruno? ¿Él estaba de regreso?
Me se apresure a ponerme labial frente al espejo para mejorar un poco mi tez.
"Bruno..." lo salude, pero al segundo siguiente una fuerza enorme me tiró sobre la cama.
Su rostro era severo y sus ojos estaban tan oscuros. Su ira contenida era evidente en su voz. Dijo "Perra, ¿qué trucos quieres jugar?"
"Yo... yo solo te quiero a ti" – Dije jadeando
Al escuchar eso, Bruno subió a la cama, tomó mis piernas, levantó la falda con ambas manos, dejando al descubierto las medias de encaje y el conjunto de ropa interior erótica de color rojo. Él podía ver la sensual lencería que cubría mis pechos a través de la camisa blanca que vestía, y la ropa interior tenía un diseño de encaje con una abertura en el centro lo que quitaba todos los obstáculos para el acto sexual.
El corazón de Bruno latía violentamente: "¿Tanto deseas que te folle esta noche?"
Después de terminar de hablar, se acercó más a mi cuerpo y me dio una nalgada con fiereza: "¿Sabes cuánto te odio? Me das asco. ¿Cuán negro es tu corazón que incluso has asesinado a mis padres sin piedad?"
Bruno, tenía el hábito de hacer entrenamiento físico, tenía un cuerpo muy marcado y musculoso. Esa bofetada dejó una gran marca en mi trasero.
Eso me excitó aún más, no grite de dolor, sino que gemí de placer, sentía mi entrepierna cada vez más húmeda. Mire a Bruno con los ojos en lágrimas, pero al mismo tiempo llenos de lujuria le dijo: "No aguanto más, entra en mi de una vez, dame eso que tanto me gusta"
Bruno dijo con desprecio: "Hace mucho tiempo que he perdido el interés en ti, y un día pagarás todo lo que has hecho".
Ya estaba que no podía esperar más le dije "Si quieres castigarme, hazlo aquí y ahora, sométeme" Desgarre mi ropa interior dejando al descubierto mi delicado cuerpo: "¿Quieres comprobar si mi corazón es negro? Ven a averiguarlo por ti mismo".
Bruno frunció el ceño sin decir nada extendió una mano, y me agarró ferozmente del cabello, presionó mi cabeza contra el colchón. Con la otra comenzó a tocar mis partes íntimas, estaba muy mojada, y con cada toque que él me daba me retorcía del placer.
Luego de varios minutos, Bruno puso una de mis piernas de sobre su hombro y apoyó su pene sobre los labios de mi vagina diciendo "¿Lo sientes? Me das tanto asco que ni siquiera consigues que se ponga duro".