¿Qué es lo que los humanos están dispuestos a hacer para sobrevivir?
Instinto animal, es aquello que nos separa de una sociedad de sed de sangre y venganza.
Al menos solo se aplica para algunas partes de el mundo, pero cuando todo se desmonoro sin piedad las reglas de la vida simplemente se quebraron.
Desperté una mañana más debido a los fuertes rayos del sol que interceptaban las blancas cortinas de la habitación.
Giré mi cabeza en busca de mi acompañante pero no sé encontraba a mi lado.
Me incorporé hasta sentarme en la cama, corrí la cortina para ver el exterior.
El edificio de departamentos poseía un gran patio que colindaba con el inicio de una gran calle de los suburbios.
La vista era lejana pero podía distinguir el supermercado de enfrente junto a los inquilinos que yacían en la parte de abajo saliendo de sus hogares.
Una voz interrumpió mis pensamientos, mi mirada se fijó en la de el hombre recargado sobre el marco de la puerta.
-Buenos días nena, ¿cómo dormiste? - preguntó mi novio.
-Buenos días, parece que volviste a despertar primero - contesté con una sonrisa.
-No pude dormir anoche así que decidí preparar el desayuno, preparé algo rápido. Así que arriba nena.
Su nombre era Dye, lo había conocido hace seis años durante el último año de preparatoria.
Ahora estábamos en una relación y realmente me hacía feliz, éramos parte de familias con mala reputación pero al final siempre éramos solo nosotros dos.
Me levanté estirando todo mi cuerpo, Dye sirvió partes iguales de los huevos revueltos que había cocinado hace unos minutos.
Salí de nuestra habitación para llegar a la cocina donde también se ubicaba nuestro comedor.
Nos habíamos mudado hace dos días, está era la segunda noche que nos quedabamos pues seguíamos seleccionando los muebles y demás cosas que un hogar necesitaba.
Me había topado con un par de vecinos la tarde anterior que no me dirigieron la palabra o correspondieron a mi sonrisa.
Sin duda nos tendrían vigilados, éramos los inquilinos nuevos, una pareja jóven viviendo juntos con un buen número de pertenencias.
Esperaba escuchar los rumores que se estaban creando, pero era algo con lo que no me importaba lidiar.
Dye y yo teníamos la misma edad, veinticuatro años recién cumplidos hace cinco meses y tres respectivamente.
Tomamos asiento mientras servía dos vasos con jugo de naranja del cartón, empezamos a hablar sobre la noche.
-De nuevo hubo apagones, está vez conté tres y cada uno resultó más largo que otro ¿qué opinas? - comentó mi novio sacudiendo su negro cabello.
-Es extraño pues según el folleto e información decía que el edificio contaba con su propia planta de energía.
-Lo sé, vayamos a comprar el resto de comida para la nevera y la alacena. De paso compremos algunas velas.
-También hay que comprar un par de botellas de agua, anoche fui con la administradora y me dijo que la purificadora vendría hasta la próxima semana.
Dye asintió mientras tomaba otra pieza de el alimento amarillo, ambos teníamos algo en común.
Siempre cuestionamos situaciones que de repente cambian, los apagones podrían ser solo un fallo pero que la purificadora de agua no viniera al edificio era... interesante.
-Ayer una señora vino para presentarse, la misma que preguntó por nuestros nombres - dijo Dye tomando del líquido.
-La recuerdo, creo que vive tres pisos arriba, ¿será la representante de los vecinos?
-Espero que no, el día en que llegamos nos miró de una forma nefasta. ¿Cuánto crees que tarden en iniciar rumores? - pregunto Dye sonriendo.
-Como está todo les doy menos de una semana, ¿apostamos?
-Si me miras así no puedo negarme nena, ¿cuál será el premio del ganador?
-Puedes pedir lo que quieras - respondí sonriendo.
-En es caso, me gustaría darle un buen uso a la bañera ¿estás dispuesta?
Había algo en él que me atraía con fuerza, era la persona que más conocía y la que sabía más sobre mí.
Estar a su lado me traía tranquilidad y felicidad, por supuesto también amor.
-Tenemos un trato amor - contesté sonriendo.
De repente un fuerte toquido interrumpió nuestra charla, miramos hacia la puerta.
-Yo iré, quizá es otro vecino que quiere darnos la bienvenida - sonreí.
-Yo puedo darte lo que quieras.
-¡Lo sé! - exclamé riendo.
Mientras caminaba a la puerta otro fuerte toquido invadió nuestro hogar, ¿quién estaba tan desesperado?
Antes de abrir me fijé sobre el monitor que mostraba el exterior de el departamento.
Era un hombre con una apariencia sospechosa, tenía una camisa de color azul con manchas de sangre a su alrededor.
Miraba atento a el monitor esperando respuesta, me límite a respirar en silencio.
Dye notó lo que pasaba, se levantó de la mesa hasta posicionarse detrás mío.
Fijé mi mirada sobre sus ojos que de alguna forma parecían perdidos, sin esperarlo el hombre azotó su cabeza sobre el timbre.
Retrocedimos ante el estímulo, mi novio colocó su mano sobre mi boca evitando que un grito repentino saliera.
-No sé quién es pero es mejor no dar respuesta - susurró en mi oído.
Asentí con mi cabeza mientras con mi mano sostenía su extenso brazo.