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Chapter 4 - The Eallem Valeleh Prólogo (4)

Berlín, 16 de junio del año 2030

—¿Todavía no llegamos? —una mujer tosió sangre y su iris del ojo perdía color con cada perdida de sangre—. No aguantaré mucho más.

—Ya casi llegamos, debes soportarlo.

Un grupo de personas siguieron caminando en medio de las ruinas del entonces mejor capital del mundo.

En sus mentes yace sólo la caída de la civilización mágica, como cientos de millones murieron en cuestión de días.

Nadie podía creer que hasta el rey del planeta cayó derrotado en medio del genocidio. Además, conquistaron el globo terráqueo consuma facilidad.

Una piedra pequeña rodó en el suelo y su sólo eco sonó a muchos metros en la redonda, todos voltearon asustados, sosteniendo sus armas.

—No soporto estar más aquí, larguémonos —susurró uno de ellos.

—Ya no puedo soportar más… no creo que logremos nuestro cometido…

—¡Lo lograremos, Emily! —gritó otra mujer.

—Uriel…

Decenas de portales aparecieron en el cielo de la capital alemana, entre ellas salieron tentáculos y calaveras con cientos de signos pintados de sangre.

La luna pasó a través del sol y ocasionó un eclipse solar, toda la atmósfera se resquebrajó como si fuera un cristal y decenas de manos aparecieron.

Un grito desgarrador liberó cantidades exorbitantes de energía creando así huracanes que limpiaban todo a su paso.

—Ya no tengo fuerzas… para salvarlos, es momento… que entren al laboratorio… y usen la… —tosió sangre con más fuerza y dejó de hablar.

—¡Emily, no! —Uriel se acercó a ella y la cargó como si fuera una bebé.

Uriel no podía disimular más su estado de ánimo, ver a su amiga sin partes de su cuerpo y que su vida se está extinguiendo, no podía pensar con claridad.

Levantó su mirada, viendo como los castillos mágicos de Alemania eran pulverizados con un fuego aún más caliente que el del inframundo.

—Falta poco, hermana… —Uriel besó en la frente de Emily y gritó a los que seguían con ella —. ¡Entremos al lugar, debemos bajar más de 20 pisos!

Corrieron como si sus vidas dependieran de ello y abrieron la puerta, pero una luz resplandeciente apareció en medio de la ciudad, y de ella emergieron motas doradas que se transformaron en ángeles.

—¡Estamos salvados! —gritó uno.

—¡Podemos sobrevivir de este infierno! —gritó otro.

—¡Hay que darle nuestros poderes para que derroten al enemigo! —gritó un tercero.

—¡Espera… no vayas!

Gritó Emily ante uno de ellos que saltó donde los ángeles para dar sus energías, pero estos al verlo, sonrieron y se acercaron a él con su arma al aire, su espada traspasó los órganos internos y la sangre salpicó su cuerpo divino.

La sangre limpió las perfecciones y mostró cómo el color dorado se transformaba a uno rojizo.

—Maldición, los ángeles ya son corruptos… —Susurró Uriel—. ¡Bajemos rápido, es nuestra última salvación!

Los demás seguían consternados, el grito de Uriel más la explosión que aquellos seres crearon, los despertó de su trance y corrieron al subterráneo.

Uriel viendo que no había otra escapatoria, entregó el cuerpo de Emily y sacó sus espadas sagradas para defender el lugar.

—Puedes lograrlo, hermana… alcanzaremos juntas un mundo en el que debamos estar.

Fue lo último que escuchó Emily mientras gritaba en su mente el nombre de su amiga.

La puerta se cerró y después un escudo escarlata emergió alrededor del todo el complejo.

Dentro de ella, todos seguían corriendo, el que sostenía a Emily estaba volando con mucha más celeridad que los demás.

Se escuchaba gritos y sonidos estruendosos de espadas, caía arenilla en sus cabezas y sintieron como el escudo se fragmentó.

Una gran explosión se escuchó y todos cayeron al suelo, el sonido los dejó aturdidos. El que sostenía el cuerpo de Emily hizo un movimiento fugaz y absorbió casi todo el daño de ella.

Al llegar al último piso, notaron una puerta arcana con las letras de todos los países y culturas de la historia. Emily le pidió a su compañero que la acercara donde la puerta, y esta emitió una letra más, su inicial del idioma de los dragones.

La puerta se abrió y vieron estupefactos que casi todo estaba corroído, que había ocurrido una batalla en ese lugar y no quedaba algo por ver.

Al dar los primeros pasos, se creó un pequeño orbe que liberó muchas letras de diferentes atributos creando una frase. "Los villanos tienen que ganar siempre. El héroe sólo tiene que ganar una vez".

Sin perder tiempo, encendieron la máquina y le pusieron el casco a Emily, ella trató de objetar, pero nadie le hizo caso, entendieron que sólo había tiempo para una persona.

—No… Richard tú… debes hacerlo, yo… no —susurró mientras lloraba con el único ojo que le quedaba —. Tú siempre has querido salvarla… puedes retroceder y hacer que nada de esto pase…

—Lo sé, pero si pienso egoístamente, al final no triunfaremos, tú eres la más adecuada para esto —apretó su puño con tanta fuerza que sus uñas traspasaron su piel—. Tu eres la única que supera la barrera del maná, debes cambiar todo esto, el futuro está… el mundo te necesita, amiga mía.

—No…

El casco empezó a crear burbujas holográficas que la envolvía, no pudo escuchar nada, pero logró visualizar cómo los ángeles entraron al lugar a través de los portales, y uno en específico con la armadura más brillosa que pudo conocer, se acercó sosteniendo un brazo cercenado mientras siguió apretando una espada.

Lo último que vio fue cómo su amigo saltó para empezar la última batalla por la supervivencia de la humanidad.