TRASEROS MOJADOS Y MIRADAS EXTRAÑAS
(***)
— Voy a llevarte.
— Raphael... Métete en tus cosas.
— No puedes faltar al Instituto, es ilegal. — Me miraba desde la comodidad del sofá de mi living. Con el cabello mojado y la ropa húmeda por partes.
— Ilegal es que estés en mi propiedad, en un día como este. Ridículo.
— Tu madre me dejó entrar, morena.
— Ajá.
— Tienes diez minutos para subir a tu habitación, ponerte algo decente y bajar para que emprendamos viaje.
Una simple carcajada sin humor fue mi respuesta.
— Axia, no quiero llevarte a la fuerza...Y hoy tienes examen. — Agregó con total seguridad.
— Conozco mis responsabilidades, niño. No tengo ningún examen.
— No me digas niño, ve a cambiarte.
— No toques nada... Imbécil.— Levantó sus manos en señal de inocencia.
Era inútil seguir discutiendo, este hombre era tan intenso como mi madre y no iba a darse por vencido tan fácil. Subí las escaleras y comencé a buscar algo para ponerme.
Jueves, que venía de una noche con una pequeña lluvia y a este momento era mucho más que eso. Decidí que no iba a ir al Instituto ya que no tengo auto y la parada de autobuses estaba a algunas cuadras. Iba a llegar empapada o iba a llegar empapada. No había otra alternativa más que faltar.
Pero como siempre, Raphael estaba atento para arruinar mis planes, como venía haciéndolo los últimos meses sin razón alguna. No sé en que momento fue que nos volvimos en una especia de extraña amistad. Pero creo que comienzo a acostumbrarme.
Finalmente me decidí por un pantalón cargo, un gran buzo encima y una gorra para cubrir algo de mi cabello de la lluvia y combatir la humedad. Bajé las escaleras para encontrarme con Raphael, de pie a un lado de la entrada con los beazos cruzados.
— Tardaste más de diez minutos.
— ¿Cuándo hemos quedado en que yo tengo que hacer lo que tú quieres?, no lo recuerdo.
Tomé las llaves, mi mochila y moví el cuerpo de Raphael con un empujón para tener vía libre en la puerta. Una risa por su parte fue lo que escuché antes de salir al porche de la casa. El pequeño 'click' de la puerta fue suficiente para comenzar a bajar las escaleras hacia la el pequeño patio.
Un pie sobre el primer escalón y lo último que sentí fue mi trasero chocar con el césped mojado y frío, estremeciéndome en un segundo por el repentino cambio de temperatura en mis pantalones.
Al siguiente segundo, lo que vi fue a Raphael a mi lado, en la misma posición. También se había resbalado. Sólo que este lo tomó como un chiste y lo único que hizo fue reír.
— Imbécil, ¿qué no ves que está mojado?.
— Yo no fui quien se cayó primero, morena. —Se puso de pie para seguidamente, ofrecerme su mano.— Vamos tarde.
— Tengo que cambiar mi pantalón.
— No vamos a ser los únicos mojados, Axia, nadie va a verte el trasero. — Me levantó de un tirón y sacudió la parte trasera de su pantalón.
— Eres increíble.
— Lo sé. — Guiñó un ojo, recibiendo una mirada asesina de mi parte.
— Sólo vámonos o voy a golpearte.
Subimos a su auto y viajamos en total silencio hasta llegar. En el trayecto, presioné mi trasero con la mayor fuerza posible contra el asiento para poder transferir la humedad de mis pantalones a la seca tela de este. Todo el viaje presionando y recibiendo comentarios estúpidos de parte de Raphael, como: "si querías ir al baño podrías haberme dicho" o "¿entonces ese olor era tuyo?, no es mut femenino de tu parte.". Realmente agobiante.
— Hasta estando sola y en silencio te enojas, deja de hacer eso o vas a morir. — Raphael estaba en la puerta del copiloto con una sonrisa burlona y un paraguas sobre él.
— ¿Cómo?.
— Estás en tu mundo, rodando los ojos cada cinco segundos y los puños apretados. No prestas atención a que abrí la puerta para ti y conseguí un paraguas para que no te mojes... — Tiró de mi brazo fuera del auto. — Así que sal que vamos muy tarde y mi campus está más lejos.
— No me digas lo que tengo que hacer, ¿de dónde sacaste un paraguas?.— Cerré la puerta y giré para observarlo.
— Lo encontré por ahí en algún lugar. Vámonos. — Comenzamos a caminar por el gran camino que nos guiaba hacia el edificio principal cuando Raphael me tomó del brazo y paró súbitamente a medio camino. — ¿Sientes eso?.
— ¿Estás loco, que debería sentir?.
— Alguien está observándonos, puedo sentirlo.
— Muchas personas observan a otras, Raphael. Yo también lo hago, no es importante. — Lo tomé de la mano y seguimos nuestro camino hasta llegar al punto en el que deberíamos separarnos.
— Llévate el paraguas, nos vemos luego.— Comenzó a caminar en dirección a su campus, al igual que yo en dirección al mío. No habían muchos alumnos afuera porque claramente era algo tarde. — Morena... — Volteé para encontrarme con Raphael parado en medio de la lluvia, con una mano sobre su frente, haciendo una especia te techo.— ten cuidado, enserio sentí algo extraño. Puedes llamarme si sucede cualquier cosa.
— Lo tendré en cuenta. Nos vemos.
Llegué a la clase de Anatomía Humana, por supuesto tarde y húmeda. Me hizo sentir mejor el saber que no soy la única desastrosa en el aula.
Lía estaba sentada a unas mesas de distancia, hablando con uno de nuestros compañeros. Pidiéndole por favor que le cambiara el lugar para poder estar a mi lado, recibiendo algunas ridículas condiciones como respuesta.
Finalmente, nuestro compañero no accedió y se ganó el odio permanente de mi amiga, quien juró hablar enserio aunque yo puedo asegurar que no es así.
La calmé y le dije que no era necesario, podíamos estar juntas en el comedor. Me dio la razón y mandó una última mirada asesina hacia nuestro compañero a quien no parece importarle en lo más mínimo y se mantiene ocupado en la clase, misma cosa que deberíamos estar haciendo nosotras también.
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