No se en que momento mis ojos se dieron el placer de cerrarse. Ya sabemos qué cuando eso pasa, viajo a la era Sengoku. Mi cerebro se dio el deleite de apagarse para que mi imaginación hiciera de máquina del tiempo.
Miro a mi alrededor, estoy en el patio trasero del palacio, donde había un hermoso estanque. La luz de la luz que nos brinda la luna llena iluminaba el estanque, cual agua se mantenía en total estado de serenidad anunciando la calma de la este noche. La parte trasera de mi cabeza un poco más arriba de la nuca me dolía, ardía un poco. Llevo las yemas de mis dedos a la zona para masajear un poco y callar el dolor.
— Yui, ¿Qué le pasa? — mis tímpanos se ponen de acuerdo con mi cerebro para programar una sonrisa automática al escuchar aquella voz ligeramente gruesa.
— Solo me duele un poco la cabeza, Tetsu-kun. — Mi amigo, mano derecha del príncipe y gran confidente de ambos, solo me observa de arriba abajo y al final suspira.
— ¿Otra vez tropezando? — Una sonrisa burlona se dibuja en su pálido rostro. —No puedes ser una princesa perfecta si vas de torpe por la vida. — Tetsuya, un experto en humor satírico, título de sarcástico profesional y un máster en acabar con la paciencia de la gente.
Podría decirse que ser guapo y un gran guerrero con mucho prestigio no le basta a las chicas, puesto no llegan a soportar su carácter fuera de lugar que no consideran apto de un caballero. Aún así, es muy noble, amable y inspira confianza increíble en momentos de apuros. Aunque es todo un don comedia. Soy consciente de que la chica correcta sería la esposa más afortunada.
Veo como sus mechones finos azabaches que brillan ligeramente por la luz lunar, caen sobre sus ojos negros. Hace que infle mis mejillas en sinónimo que no me hace ninguna gracia.
—No seré perfecta pero al menos tengo la gracia de saber que no estaré soltera toda mi vida. — Tetsuya se hace el dolido por mi contestación agresiva.
— Madre mía, que carácter. — resopla en forma exagerada, obviamente buscaba molestarme. — Y Susan- —Se detiene y cambia la palabra, corrigiendose. — Digo, su majestad cree que necesitas protección. —Dice con ironía.
—No creo que no esté en mis derechos de saber defenderme sola, no siempre debo esconderme tras Susanoo Ōji-sama. — Mascullo aquello, como si tuviera miedo que aquél dios, que de seguro ni se encontraba en el palacio, lo oyera.
Que patética.
Veo que Tetsuya me está diciendo algo, observo que mueve sus labios, pero no entiendo lo que dice, no logro escuchar ni una palabra. Siento que aquello es algo importante.
— ¡Tetsu, no te oigo! — Grito ante la situación, y mis pupilas que no se despegaban de sus labios para tratar de leer algo leen mi nombre.
¿eh?
—¡Hitomi!
Me sobresalto sintiendo un dolor en mi nariz, mi cerebro obliga a mis ojos a abrirse y estos ceden poco a poco observando a mi mejor amiga, con los ojos que parecían un cristal a punto de derretirse, y a una enfermera, que tenía su dedo índice y pulgar presionando el tabique de mi nariz. Esta al verme consciente, retira los dedos y sonríe.
— Se pondrá bien, solo fue el susto. — Le comenta esta última a mi mejor amiga para que abandone sus nervios.
La enferma se aleja para poder acomodar ciertas cosas que había usado y que estaban en desorden.
—¿El susto?... — Apenas murmuro, estaba desorientada. Con ayuda de Zoe, soy capaz de sentarme en la camilla. — Zoe... ¿dónde estoy?
—En la enferneria, nena. Estás en al enfermería de la escuela, te desmayaste después de que casi te atropellaran.— Está me da un leve golpe en la cabeza.
—¡Ay! ¿¡y eso a que viene!?— Me quejo haciendo puchero. — Casi muero y tú me golpeas, no eres muy considerada. —Bufo al soltar lo último con cierto drama en ello, haciendo reír a mi amiga al ver que estaba en pleno estado.
— Efectivamente, está bien. — Le afirma a la enfermera, que solo se ríe antes de dejar el cubículo donde estabamos, logrando que mis mejillas se tornaran carmesí de la vergüenza.
— ¿Ahora soy tu circo personal?. —Miro a mi amiga con sarcasmo.
— El precio que debes pagar por asustarme así. — contesta ella con un tono juguetón sacándome la lengua, yo solo río negando con la cabeza.
Y de repente me acuerdo: ¡Susanoo y los gemelos! .
Me levanto de golpe dejando que la suela de mis Vans desgastadas se aferren al piso, provocando que mi amiga retroceda un poco asustada. ¿Que paso con Susanoo y los gemelos?
— Zoe, ¿unos hombres no me trajeron? — Más que que preguntar, estaba exigiendo una respuesta rápida, siendo que puedo tener un ataque de ansiedad por estos personajes.
Mi amiga abre sus ojos un poco, mientras que sus iris miel se hayan en una tremenda confusión y curiosidad.
— Cuando llegue y pregunte, la enfermera dijo que ya te encontró ya estabas en la puerta de la sala ya que unas compañeras te trajeron. — Su esperada respuesta es tan decepcionante ante mi corazón, quién se ve vencido está batalla contra mi cerebro que obviamente creía imposible que fueran Susanoo y los gemelos en carne y hueso.
Solo fue mi imaginación. Suspiro decepcionada.
— ¿Pasa algo? — Zoe pregunta con ojos curiosos.
—No, vamos a la clase que toque ahora. — Aliento a Zoe con una sonrisa, evitando olímpicamente el tema.
Zoe solo me observa y asiente dándome una sonrisa, aunque se que solo me he salvado esta vez. Ella toma la delantera y no me apresuro en estar a la par con ella, me mantengo atrás en mis pensamientos sin perderle el paso. No me apetece contarle a Zoe mi momento trifásico donde me imagine que Susanoo casi me atropella con su camioneta lujosa que vale más que mi vida. Suficiente humillación tengo con mi cerebro ya.
Llegamos a la sola donde habían un montón de ordenadores, me siento rápidamente al lado de Zoe en la tercera fila en el centro. Ni tan cerca del docente ni muy lejos.
— Hitomi, los apuntes de la primera clase mientras estuviste dormida. — Me susurra mi amiga mientras deja su tablet en mis muslos.
Agradecida, asiento con la cabeza con una sonrisa. Tomo esta examinando el cuaderno virtual de mi amiga, parece que solo fue presentación más que nada, veo anotados y adjuntados algunos datos o QRL de páginas donde podemos conseguir material para nuestros futuros trabajos.
—A veces me da miedo como en algunas ocasiones eres tan tradicional. — Zoe me lanza su observación en lo que convierte el ordenador en su propiedad.
— No sé que quieres decir. — Me hago la desentendida de forma intencional, riendo levemente sacando mi iPad de mi mochila para copiar todo lo que veo y crear otro cuaderno para la actual clase.
Zoe se ríe, negando con la cabeza. Mientras recibe su tablet de vuelta.
— Tu comportamiento japonés que sale de forma natural. Es muy curioso, teniendo en cuenta que no te criaste allá. — Quiso hacer alusión cuando asentí con la cabeza para agradecerle.
—Se llama educación. — Nos reímos ambas en silencio, tratando de no llamar la atención. En vano.
Las clases transcurren y en un momento dando dejo de escuchar al profesor, con mi vista fundida en la pantalla del ordenador. Solo pienso en Susanoo y lo que ha pasado. Mi corazón no quiere perder esta batalla e inicia otra guerra con mi mente para tratar de convencerle que, tal vez, lo que vimos fue real. Quiero creerle a mi corazón, pero no puedo. El hecho de que casi me atropellan fue real, pero nadie me puede confirmar la presencia de los tres hombres que solo pueden estar en mis sueños.
Suspiro ante mi guerra interna, estoy molesta conmigo misma. No debería darles más vueltas, debería estar prestando atención en clase, me esforcé por estar aquí. Sigilosamente en mi tablet empiezo a hacer bocetos de Susanoo, bravo, se nota que no le doy más vueltas.
Un hombre alto, mide al menos unos 192 metros de alto, piel pálida, cabello negro, ojos grises, tan claros y fríos como el hielo. Físico como si hubiera sido tallado por las manos del propio Miguel Ángel. Todo en el aspiraba a la perfección, digno de un dios, justo lo que él era. Me costaría creer que entre el consejo de los 800 dioses japoneses hubiera un dios qué le hiciera competencia, después de todo, es el príncipe de los dioses.
Más tarde, a la hora de la comida, Zoe y yo nos sentamos en un banco apartados de los demás para estar más tranquilas.
— Parece que los profesores van un poco a prisa desde el primer día. — Zoe comenta ligeramente agobiada, haciendo señas de su mano anteriormente acalambrada.
— Si, bueno, ya no estamos en la secundaria. —Golpeo ligeramente su hombre en señal de compasión.
— Realmente, a veces me pregunto si cuando la gente cuando se gradúa de magisterio pasan por un proceso de pérdida de memoria. — Aquello me hace contener la risa al ver su cara de seriedad ante su pequeña hipótesis.
— ¿Porqué? — Mi risa se hace presente haciendo enojar un poco a Zoe mientras destapó la lonchera donde traía mi comida.
— ¡Es como si les borrará la memoria de que alguna vez fueron estudiantes y la pasaron mal por profes sosos!
Estalló en risas con mis palillos en la mano, casi que rodaba por el suelo, el tono tan seguro con el que lo dice me dan muchas ganas de reír.
— Si, si, bularte anda, ya verás que tengo razón. — Al final acaba riendo ella también, las dos empezamos a comer.
— Realmente, te daré el beneficio de la duda. — Sonrió ligeramente haciendo que mi amiga tenga un brillo en sus ojos.
— Kyaaaa, pero tú comida, ¿porque siempre se ve tan superior? Tu vida tiene que dejar de ser tan Manga. — Zoe mira mi bento como depredador al asecho.
— Cálmate. Te voy a dar, buitre. — La echo un poco hacia atrás para evitar que la larga melena morena de mi amiga provocará unos ingredientes nuevos en mi comida, llamados: pelos.
— Eres muy cruel, Hitomi~ — Canturrea aquello mientras yo solo niego poniendo mi comida al lado de la de ella.
En medio de nuestra conversación sobre cómo nos parece las clases recibo un mensaje que me deja desconcertada:
"Hitomi, acabo de llegar de Japón, sorpresa."
—¿¡Qué!? — Me levantó en seguida del banco con la boca abierta, en seguida mi cara cambia a una emoción incontenible.
Mi amiga que se había asustado y por consecuencia se le cayó un trozo de su comida, me mira sin entender.
— Oye, ¿a que viene esos gritos? — Se queja mirando su comida en el suelo.
— ¡Murakami! esta aquí. — Chillo aquello haciendo que mi amiga piense un momento para luego sorprenderse.
— ¿Tu mejor amigo japonés? — Se cuestiona a lo que yo asiento frenéticamente.
Murakami y yo nos hablamos desde hace un año y medio, siempre hacíamos llamadas telefónicas y podíamos estar horas hablando. Realmente, Murakami es su apellido, me dijo que lo llamaría por su nombre el día que nos conociéramos en persona.
Realmente no conozco mucho su cara, pero es tatuador y tiene muchos tatuajes. Es muy buena persona, al menos, siempre ha estado al pendiente de mi. Saber que podré conocerle por fin hoy me da bastante alegría.
Le respondo de vuelta.
"¿De verdad? Dios, que emoción. ¡Te has guardado bien el secreto tonto!"
La respuesta no se hace esperar.
"Quería que fuera una sorpresa. Quiero verte, ¿Dónde estás ahora? pequeñaja."
— Dice que quiere que nos encontremos. — Casi vuelvo a chillar de la felicidad, pero mi amiga en seguida me corta las alas.
— Espera, Tomi. — Me toma las manos. — Aunque hayas hablado con él por casi todo un año, no sabemos quién puede ser o que puede hacer contigo, si vas a quedar con él al menos que sea en un lugar público donde puedas pedir ayuda. — Ella aprieta ligeramente mis manos.
La entiendo, está preocupada. Pero Murakami ha venido hasta aquí para verme.
— Si te tranquiliza, le puedo pedir que venga a la escuela así estarás conmigo. — Le propongo a mi amiga una solución que pueda calmar sus nervios.
Funciona, puesto Zoe asiente estando más tranquila con una pequeña sonrisa. Le sonrió de vuelta soltando sus manos para contestarle a mi amigo.
"Estoy en la escuela de diseño, no me voy hasta dentro de 3 horas. :("
Me responde al segundo.
"Pásame la ubicación, iré por ti. Te llevaré a cenar."
Sonrió y le pasó la ubicación rápidamente.
"Vale, estaré ahí cuando salgas. No me dejes plantado."
Alzó una ceja y me río.
"Eso debería decírtelo yo a ti. >:("
— Ya está, vendrá a por mi. — Le comunico a Zoe.
— Me parece bien. — Deja de estar tensa al escuchar mi comunicado mientras empezamos a recoger, había que volver a clase.
Le aviso a mi madre que llegaré tarde a casa porque cenaré con un amigo. Ella me responde de vuelta que tenga cuidado y que aprovechará de ir a casa de una de sus amigas a cenar.
Las clases transcurrieron lentas para la suerte de mi estado ansioso por ver a mi amigo. Una vez finalizan las clases, nerviosa, me encaminó con mi amiga a la salida de la escuela.
— Calmate, pareces una maraca. — Zoe se burla ante mi estado de nerviosismo lo que me hace fulminarla con la mirada.
— Ya quisiera verte a ti. — escupo de forma amenazante.
— ¿Qué pasa allá adelante? — Zoe mira hacia al frente.
— No me cambies el tema. — Como no veo respuesta, me giro mirando a un grupo de chicas estando hablando entre si, hasta grabando con sus móviles.
— ¿eh?
Nos acercamos al alboroto, hasta que escucho por fin una voz familia que estaba detrás de las chicas.
— ¡Hitomi-chan! — Las chicas se voltean para mirarme y me dan por fin ver a mi amigo, solo pude entrar en shock.
Este se levanta de su Kawasaki, caminando hacía a mi, un paso de seguro e intimidante, vestido como un motociclista, pelo azabache y ojos tan negros como la noche misma. tatuajes visibles en sus manos y uno en el cuello, la chaqueta de cuero a de cubrir sus brazos que tienen un buen volumen. Esto no tiene sentido. Nada tiene sentido, nada.
—¿Tetsuya?.. — Digo cuando alzó mi cabeza para poder verle a la cara, este se sorprende por un momento y luego sonríe grandemente.
— Parece que ya no hace falta que te diga mi nombre de pila, princesa. — Mira a mi amiga que parece estar perdida porque habla en japonés, además de estar sonrojada por la belleza muy notable de el.
— Disculpa los modales. Soy Murakami Tetsuya. — Hace una reverencia. — Encantado.