Diego había caído en un momento de éxtasis en el cual se sumergió perdiendo la conciencia por un instante.
Pero eso duró breves instantes ya que pudo reaccionar enseguida y apartándose de su lado dijo:
— Eugenia por favor, no quiero usarte ni lastimarte.
Ella se le acercó e intentó besarlo una vez más, pero él no se lo permitió. Fue cuando ella angustiada le contestó:
— ¿Por qué me rechazas así? Si Cristal ya no te importa más y yo...yo te amo.
— Eugenia ¿Qué dices?
— La verdad Diego, te amé siempre solo que....nunca dije nada por respeto a ambos. Pero ahora sé que ustedes no se aman, tú no la quieres cerca y a ella no le importas...
— Eugenia espera por favor....
— Te amo Diego, te amo
Quiso besarlo nuevamente pero él la detuvo.
—Perdóname Eugenia pero....pero no puedo corresponderte....no....
Ella comprendía los sentimientos de Diego, por tal razón aceptó darle tiempo para pensar. Diego se alejó de ella para dirigirse al living ya que debía pensar en todo lo que le había pasado en los últimos días.
En pocas horas Luna estuvo lista, Juan la había transformado en Cristal. Al menos por fuera. Ella se veía en el espejo de cuerpo entero con repugnancia. Sin embargo sabía que no había otra opción.
Momentos más tarde Juan la llevó a la mansión dónde ahora se encontraba Diego. La puerta sonó y éste fue a atender, al abrir y verla allí parada frente suyo con el aspecto de antes dijo:
— Cristal....volviste....
Su corazón empezaba a latir como un tambor, su amor hacia ella, su esposa, volvía a surgir en su interior como si nunca se hubiese ido. Luna, fingiendo timidez y ternura, le contestó:
— Diego yo....seguí tus consejos....decidí volver a ser como antes, a ser la que fuí antes del accidente. Por favor mi amor, te necesito tanto....vuelve a mi lado....vuelvan ambos ya que...que los necesito mucho y...y bueno.....los amo a los dos.
Enseguida empezó a llorar, él la hizo entrar. Dios cuánto la amaba. Sus lágrimas lo conmovieron ya que le llegaron al corazón. Ésto le hizo darle una segunda oportunidad y volver a su lado.
Eugenia sintió tristeza y furia al ver aquello, pero su amor por Diego era tan grande que supo entenderlo. Sabía que jamás podría cumplir su deseo de estar junto al hombre que tanto amaba, pero por otro lado era felíz al ver a su amado intentarlo nuevamente con la mujer que amó desde su infancia.
Esa misma noche Diego volvió a su mansión junto a su esposa con su hijita. Juan sonrió al verlos ya que se sentía felíz por su amigo, ya que lo conocía tan bien que era conciente de que moriría sin el amor de Cristal.
En cuanto a Diego, él se sentía confundió ya que había en su interior una mezcla entre felicidad y temor pero supo discimular aquella confusión.
Por el contrario Luna sentía que había triunfado rotundamente. Sonreía mientras lo contemplaba hacer dormir a Gimena. Victoria total. Solo que tendría que acostumbrarse a usar esas ridículas ropas, pero el esfuerzo valía la pena.
En tanto la verdadera Cristal se encontraba en el living sentada junto a Daniel contemplándolo atentamente. Había estado así durante varios minutos. Lo miraba sin parpadear ni distraerse, al punto que éste empezaba a incomodarte.
—¿Por qué me miras tanto? — le preguntó extrañado.
— No sé....solo que....me parece recordarte....creo que....finalmente te estoy encontrando en mi memoria.
— Somos matrimonio Luna, es lógico que me recuerdes.
— Pero tengo la extrańa sensación de....¿cómo decirlo?....es algo difícil de explicar.
Daniel supo que ella empezaba a recordar a Diego, su verdadero esposo, por lo cual decidió cambiar el tema inmediatamente logrando así hacerla distraer y olvidar ese breve recuerdo que Cristal había empezado a tener.
Eugenia, mientras tanto, no podía quitarse de la cabeza a Diego. Pensaba en él todo el tiempo. Se encontraba en su casa bebiendo champán sin dejar de pensar en Diego un instante.
Su amor y su dolor iban aumentando cada vez más. Dolor al comprobar que no podría hacerlo suyo.
Comenzaba a confundirse ya que no quería lastimar a sus amigos. Mucho menos obligar a Diego a hacer algo en contra de su voluntad. Arrojó la copa con violencia al suelo y empezó a llorar. Se sentía desbastada.
Juan, muy a pesar de saber que había ayudado a su gran amigo Diego a recuperar a la mujer que tanto amaba, presentía que algo no andaba nada bien. Trataba de justificar la enigmatica conducta de Cristal, pero no lo estaba logrando.
— Cristal no es la misma, no lo es. Siguió mis consejos y funcionó, pero no es real. Es solo un disfraz. Maldita sea.
Luna volvía a vestirse un tanto extravagante pero sin dejar la de Cristal. Más bien era una mezcla. Esa noche Diego la veía desde la cama peinarse frente al espejo.
Tenía un camisón rojo transparente de seda. Al verla así le dijo:
— Eres muy linda, tan linda como antes.
— Muchas gracias
— Puedes vestirte como gustes Cristal, no me inmiscuiré en eso.
— ¿En serio?
— Por supuesto que sí
—¿Por qué harías eso?
— Porque te amo, por eso.
Luna sonrió alegremente, aquello era otra victoria más para ella. Tenía al amado esposo de su gemela a sus pies, bajo su absoluto control. Su plan marchaba a la perfección.