Diego comenzó a impacientarse al ver que del otro lado nadie le contestaba. Molesto dijo:
— Hola ¿Quién habla? Hable de una vez.
Pero Daniel continuaba paralizado con el tubo en la mano y sin poder pronunciar palabra alguna. Pasaron unos minutos en total silencio. Pero al cabo de dicho tiempo colgó. Daniel prefirió hacer eso antes de decir cualquier cosa.
Diego sin entender nada hizo lo mismo, para irse a su cuarto junto a su esposa. Allí Luna lo esperaba impaciente. Al entrar ella dijo algo molesta.
— Vaya, era hora de que vinieras al cuarto.
Sin decir nada, Diego se acostó junto a ella pensando, aún, en ese llamado telefónico.
— ¿Sabes algo? Llamó recién un hombre, no dijo quién era mi qué quería pero....presiento que no se equivocó.
Luna se acomodaba a su lado, no le importó aquello ya que contestó:
— No te preocupes, a lo mejor fue un chistoso.
Diego al verla acurrucada a su lado semidesnuda, tan hermosa empezó a acariciar su hermoso cuerpo pero ella fríamente alejó sus manos de su cuerpo mientras le decía con dureza.
— Basta Diego, sabes que no me gusta hacerlo de noche. Estoy muy cansada. Déjame en paz ¿De acuerdo?
Luego se dió vuelta dándole la espalda para dormirse. Diego volvió a sentir esa melancolía y tristeza al verla así.
"Cristal....no eres la misma de antes. Despuès de ese accidente todo en tí cambió. Y aunque entiendo que un accidente cambia a cualquier persona....lo cierto es que extraño a la otra Cristal. La que sonreía cada vez que nos mirábamos...la que amaba con cada fibra de su ser. Extraño cuando nos abrazabamos, cuando nos besábamos y....y..."
Diego cerró los ojos con intenso dolor. En vano trató de dormir ya que le resultó inútil. Al final se levantó para tomar algo y así lograr conciliar el sueño.
Sentado en el uno de los sillones pensaba en Cristal muy apesadumbrado. Recordaba cuando aún eran novios y sentían que podían cambiar el mundo usando la fuerza del amor.
Sabía que tenía que centrarse en el presente y agradecer que ella haya sobrevivido al accidente. Suspiró aún apesadumbrado ya que le costaba bastante adaptarse a ésta nueva Cristal.
Daniel en su casa tampoco podía dormir, por lo tanto se fue a la biblioteca y se sentó en uno de los sillones del lugar. No hacía otra cosa más que pensar en Diego. Las horas fueron pasando y el sueño se fue apoderando de su persona. Así finalmente se adueñó de todo su ser.
Daniel soñó algo muy extraño. Se dirigía dónde su gemelo se encontraba. Éste se encontraba en un amplio y brillante jardín rodeado de coloridas flores.
Al ver a Daniel mostró su sorpresa al punto de decirle:
— ¿Tú? ¿Quién eres tú? Te pareces a mí ¿Por qué?
Daniel se sentía en extremo avergonzado, no podía sostenerle la mirada a su hermano.
— Es que....bueno yo....lo que sucede es que...yo....yo soy....soy tu...tu hermano gemelo.
Diego lo miró sin contestarle por la sorpresa, pasaron unos breves minutos hasta que pudo hablar.
—¿Tengo un hermano? ¿Cómo es eso posible?
Daniel bajó la mirada, un fuerte viento le golpeaba el cuerpo provocándole fuertes dolores. Diego prosiguió.
— Me sorprende en verdad pero me agrada tener un hermano. En serio lo digo, me gusta saber que no estoy solo. Pero ¿Por qué no me lo dijiste antes? ¿Por qué nuestro padre jamás habló de tí. No entiendo qué sucedió ¿Por qué estamos alejados el uno del otro?
Daniel empezó a narrarle lo que sabía de ellos. Diego lo escuchaba con gran atención. Cuando Daniel concluyó, Diego dijo:
— Lo siento....siento mucho todo lo que pasaste. Yo....¿Puedo hacer algo para remediar un poco tu dolor?
Daniel sintió desesperación repentinamente.
— No hermano, nada puedes hacer. Yo....yo solo quería verte y....bueno....quería contarte todo... Diego yo....yo.....
Pero nada pudo decir y no le quedó más opciones que dar mediavuelta y empezar a alejarse. Pero Diego le suplico que no se vaya, a lo que Daniel se detuvo para volver a verlo a los ojos.
—¿Qué quieres Diego?
— Yo...quiero.... quiero que...que te quedes conmigo....por favor....
— ¿Hablas en serio?
— Totalmente
Ambos hermanos se dieron un fuerte abrazo. Aquel momento tan ansiado al fin había llegado, lloraron juntos por unos cuántos minutos.
— Daniel quedate a mi lado, por favor. No te vayas nunca.
— Diego estaremos siempre juntos y podremos recuperar el tiempo perdido.
— Te tomo la palabra Daniel. Te necesito tanto hermano.
En esos momentos Daniel despertó, transpiraba por cada poro de su piel. Estaba agitado y su corazón latía como un tambor.
— Hermano....Diego yo....yo no....no sé qué hacer.
Apoyó su cabeza en el respaldo del sillón, mientras cerraba sus ojos intentando recuperar el control.
En tanto Diego seguía en el living pensando en Cristal con intensa melancolía, fue recordando cuando eran niños siendo amigos de la infancia. Recordó las travesuras que juntos solían hacer, recordó el primer beso que se dieron. Ella le había prometido no cambiar jamás.
— ¿Por qué Cristal? ¿Por qué rompiste tu promesa? ¿Por qué mi amor?
Ambos hermanos estuvieron sumergidos en sus propios problemas sintiéndose miserables y sin percatarse de que la noche había llegado a su fin.
Luna se levantó al no encontrar a Diego a su lado al despertar. Al verlo en el living extrañada le preguntó:
—¿Qué haces levantado a ésta hora?
— Cristal — dijo angustiado — Por favor cambia otra vez, por favor te lo pido. Vuelve a ser la que eras antes del accidente....por favor....por favor te lo pido.
Luna sintió un odio tan intenso que se hizo soltar bruscamente y con dureza le contestó:
— Diego ¿No ves que pides un imposible?
— Por favor Cristal, por favor te necesito. Por favor.....no soporto más.
— No lo puedo creer — decía Luna indignada — Quiero disfrutar de la vida ya que estuve al borde de la muerte, quiero cambiar de Luk y ser alguien diferente para poder vivir ¿Entiendes? Vivir. Y tú, mi marido, en vez de apoyarme pretendes que vuelva a ser la estúpida del pasado. ¡Déjame entonces! — él quiso tocarla pero ella esquivó su roce — ¡No! ¡No te atrevas a tocarme! — Luego de fue hacia las escaleras donde se detuvo — Te espero en la cama, no quiero que mi marido se pase la noche lejos de nuestra cama.
Así desapareció escaleras arriba. Juan se levantó al oír los gritos de ella. Cuando bajó, vió a Diego en el living totalmente destrozado emocionalmente. Sentado en uno de los sillones él le dijo a su mejor amigo.
— La perdí, la perdí para siempre ¿Sabes?
— Diego ¿Qué pasó? ¿A quién perdiste?
— A Cristal
—¿Qué?
— Cristal cambió, ya no es la misma de antes y no soporto esa idea. No quiero vivir así.
Daniel estando en la biblioteca, pudo sentir la intensa desesperación de su gemelo golpearle el corazón.
— Diego....por favor....no lo hagas. No vale la pena, ella no lo vale.
Pero al segundo siguiente se preguntó qué estaba haciendo, y por qué se preocupaba tanto si su hermano se merecía aquel dolor. Recordó cómo le costó todo durante toda su vida, no obstante el intenso dolor de su gemelo lo conmovía. Aquello lo confundía al punto de sentir que estaba loco.
Cristal entró a la biblioteca y al ver a Daniel tan aturdido dijo:
—¿Qué sucede? ¿Por qué estás despierto? ¿Te sientes mal? ¿Puedo hacer algo por tí? — le hablaba con dulzura.
Daniel la miró sin responderle, luego suspiró profundo y salió de la biblioteca para dirigirse al cuarto donde se acostó y al instante se durmió. Demasiado agotado estaba con esos tan opuestos sentimientos que lo albergaban.
Horas más tarde, Luna quiso salir de compras pero Diego le dijo que su hija estaba llorando.
— Cristal ocúpate de tu hija, tus actitudes dejan mucho que desear.
Sin más alternativas tuvo que quedarse en casa. Diego y Juan se fueron a la empresa quedando ella sola con la mina en la mansión. Sin embargo fuera Diego recordó que se había olvidado su celular y regreso por él.
Justo para escuchar a Luna decirle a la pequeña:
— Maldita chiquilla, éstas me las pagarás bien caro maldita mocosa.
— ¿Qué fue lo que dijiste? — Diego estaba detrás suyo mirándola entre horrorizado y furioso — Tu no eres la verdadera Cristal — Luna lo miraba sorprendida — Mi amada Cristal, la verdadera jamás le hablaría de ese modo a Gimena. Tenía razón ¿Sabes? No eres mi esposa, no eres Cristal sino otra persona ¿Quién eres? ¡Respomdeme de una vez! ¡¿Quién demonios eres?!