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Chapter 12 - Un rey eterno

Con una sonrisa Sórem confirmó las muy espeluznantes cosas que ya le había comentado Regemwin a Terus días atrás y sin rodeos Sórem atacó con una punteada a Terus mientras este distraído recordaba la conversación con Regemwin, atinándole a su brazo derecho, Terus dejó caer su espada y bajo la cabeza recordando lo dicho por aquel miembro del circulo y dijo mientras miró por la ventana a su pueblo—: Nadie puede cambiar el destino y aunque el mío sea perecer, el tuyo es no triunfar. —Sórem furioso corrió y aun de espaldas enterró su espada en Terus; Desde la cama Eoser gritó—: ¡No! —Sórem lo miró satisfecho y con aquella malévola sonrisa en su rostro dijo—: Ahora solo restas tú, viejo, ya no hay quien te supla, tu descendencia cayó JAJAJA y Terus ingenuo dijo que ya no triunfaría. —Se le acercó a Eoser y sin piedad cortó su cuello; aquel ser sin alma se acercó a la ventana y susurró—: Ya casi Forsvarer, Ya casi.

En la sala de la corona aun señalaba con su espada Quisil la cabeza de Legaldi y con lágrimas en los ojos dijo—: Extraño a mi hijo, me duele haberlo perdido, pero al mismo tiempo me siento como bestia al pensar que lo que hiciste estuvo bien. —La espada de sus manos sola se desplomó, cayendo al lado de Legaldi. Herido y triste salió lentamente de la habitación Quisil, dejando solo también sufriente a Legaldi.

Al llegar a la habitación de Eoser, Sórem se hallaba viendo por la ventana a punto de ir por la corona. A Tárion le dio tiempo de visualizar aquella sangrienta, desquiciada y horrenda escena que había dejado en aquella habitación, Sórem.

Al girarse Sórem y encontrarse con Tárion frente a frente su cara pasó de alegría y picardía a seriedad y furia; Tárion traía rabia de ver la destrucción de su hogar, pero no se comparaba con la que ahora le había llegado, en sus ojos, en su cara, en la manera en la que desenfundó, todo gritaba molestia, pero aun nadie decía nada, era temporalmente un duelo de miradas furiosas, hasta que el hablador de Sórem decidió poner sal al plato que se había cocinado ya con mucha, diciendo—: Me advirtieron de un contratiempo, pero ya lo hacía resuelto… La pequeña fiesta que hice no era para niños. —Dejó mostrar una sonrisa malévola y Tárion no aguantó más y se arrojó lanzando cortes cruzados a Sórem tratando de acertar alguno con rabia, pero en su descuido Sórem tras esquivar vario espadazos sin sentido, Bloqueó uno, tras hacerlo Tárion arrojó otro y sencillamente Sórem lo esquivó y tras él, lanzó uno sobre la espada de Tárion quebrándola.

La espada rota, Sórem frente a él y una promesa que ya tenía más razones para no cumplir, además de no tener casi posibilidades de hacerlo; pero desde luego que lo que pasa siempre es lo mejor, este instante lo ayudó a replantear sus pensamientos, tras el observó la espada de su padre sobre el suelo, miró fijamente a Sórem y dijo dando un paso atrás—: Mataste a mi madre, a mis hermanos, a mis hermanas y a mi padre, como comodín asesinaste al rey y aun no tienes la corona, porque necesitas aun solucionar este pequeño contratiempo. —Sórem sonrió y Tárion al verlo hacerlo lo hizo también. Sórem se asombró y preguntó—: ¿Y por qué ríes tú? —A lo que respondió—: Que así como yo he perdido por un buen propósito, haz perdido tú por uno malo… Decidieron derrocar un rey, alguien quiere tomar sus tierras y su trono y tu madre muere envenenada; Tomas el trono de tu madre y tu hermano solo te quiere usar; tu hermana se aleja de ti por tus acciones; tu ataque da inicio y tu hermano muere. —Tras oír la última frase Sórem entra en conflicto interior y se deja llevar por la furia gritando—: ¡BAREEEEEN! —Intenta un corte recto a la cabeza de su oponente; Tárion ve como la única forma de escapar agacharse, de una vez toma la espada y aun Sórem tenía estirado el bazo, Tárion no lo pensó más y lo cortó.

Los ojos de Tárion se cerraron, desde el codo a la espada cayeron al suelo y en la habitación un espeluznante grito de dolos se dejó oír. Tárion se levantó y mientras se revolcaba Sórem, miró por la ventana, volvió a mirar a Sórem y comentó—: Juré que no te mataría, solo eso te mantiene con vida, mi palabra vale… Haré que vivas las atrocidades del infierno, sin ir a él. —Miró a su padre sobre el suelo, miro a Eoser y con un suspiro clavó la espada en el suelo, respiró hondo y empezó su carrera hacia la corona.

Desde el suelo se levantó Legaldi, se limpió las lágrimas y muy pensativo caminó a la corona, la tomó entre sus manos y pensó en voz alta—: Nunca odié a Eoser, siempre te odié a ti, se dice que la daga no afecta a muchos y debes tener mi estirpe para ello, pero a mí me afectó, sino nunca te hubiese forjado. —Tras él, el retumbar de las apresuradas pisadas lo hacen callar, volviendo a armarse con su espada; Tárion golpeando la puerta se hizo presente, Legaldi de inmediato bajó la guardia deduciendo que había pasado todo y bajando su cabeza dijo—: Lo siento, era el destino. —Tárion asentó y Legaldi levantando un poco su cabeza se dio vuelta y tomó la corona y comentó—: No sabias pero esto no fue forjado para mí, nunca fui un líder como tal, siempre fui un guerrero, donde podía ver guerra y pelea allí me postraba yo, al menos esa esencia nunca la perdí. —Ambos rieron y Legaldi continuó diciendo—: Cada una de las veces que la porté, sentí que era de alguien más, hoy te veo y digo: Eres quien merece portarla. —Estirándola feliz Legaldi, Tárion la tomó y soltando una lagrima pero sin palabras se dio vuelta y empezó a correr hacia la puerta; Legaldi en cambio se colgó su espada al cinturón con una sonrisa en cara y tomó la vía opuesta a la de Tárion, hacia la caja oculta según lo acordado se marchó.

Cada segundo en esta guerra había pasado como si fuese una hora, pero al fin mientras Tárion se dirigió a presentarse, deslumbró el sol. Al llegar y abrir la puerta, toda aquella persona combatiendo se detuvo, todos presenciaron cuando bajando los escalones se colocó la corona, todos se colocaron de rodillas hincadas, inclusive los soldados de Sórem y Tárion comentó—: Una luz se sobrepone al caos, hoy no pido que cabezas, solo pido paz, como nuevo rey; hoy pueden ver que la corona no está vacía, hoy la porto yo. —Uno de aquellos soldados se levantó y dijo—: Señor, Sórem nos ofreció hogar a nosotros los desterrados, no pedimos pelear pero era necesario para conseguir lo que queríamos, lamentamos sus pérdidas. —Tárion lo miró, vio a Osfer y dijo—: No es necesario que se marchen, el que quiera aportar a reconstruir estas majestuosas tierras será bien recibido y no como forastero, como un miembro de esta ciudad tal como yo, como cualquier persona, ustedes no buscaban lo que Sórem, no lo que Baren, ustedes no buscan lo que Rowan, a ustedes les prometieron un hogar y aquí en mi mandato lo podrán tener, convivamos juntos. —Todos se levantaron dando un reflejo de alegría cuando se oyó decir—: Mientras dure. —Sórem apenas sosteniendo su dolor, rió mientras se postró en la puerta del castillo, Regemwin desde entre la multitud salió diciendo—: Por supuesto que durará, todo estaba planeado. —Sórem volvió a reír y dijo—: El círculo es muy ingenuo, así como ustedes lograron infiltrar hombres en mis fuerzas, Rowan infiltro en las de ustedes, mis órdenes eran presionar hasta dar con la daga, si yo la hallaba se la llevaría a Rowan, sino igual iría a él la daga y eso le daría más placer. —Hizo una pausa para reírse y decir—: Pero eso no te lo dijeron la Alfadracos de Legaldi, Regemwin, eso no lo pueden ver ellas. —Tárion y Regemwin se miraron diciendo ambos—: ¡Legaldi! —Tárion corrió y frente a él aun un hombre estaba montado en un caballo, lo bajó le entregó la corona a Regemwin que se le acercó y le dijo—: Legaldi debe ir a medio camino ya, ve lo más rápido posible, irá al centro del bosque oscuro de Forsvarer. —Y sin dejar más nada que decir como el viento partió en el corcel el nuevo rey. Sórem rió una vez más y comentó—: Todos sufrirán y luego pedirán clemencia. —Regemwin se le acercó y le dijo sonriente—: Que poco conoces a Rowan… Rowan del único del que quiere oír pedir clemencia es del que hombre de quien jamás la tendrá y como no pasar podrás vernos a todos sufriendo, pero junto a ti. —En ese instante lentamente empezaron a caer copos de nieve sobre los presentes, el invierno había llegado.

Ya llevaba un rato nevando cuando Legaldi llegó al punto acordado pero no hallaba nada, de hecho era extraño no verlos, intentó huir al caballo pero una voz lo hizo detenerse cuando dijo—: No te vayas Legaldi, apenas llegas. —Aquel sudor frio corriendo por la nuca de Legaldi, aquella impotencia, Rowan presionándolo preguntó—: ¿Qué harás ahora, gran rey, caíste en una trampa? —Legaldi algo balbuceante comentó—: Debo reconocerlo, primera vez que me das una sorpresa así. —Lentamente se fue llenando el área de niebla, Rowan la observó y rió; Legaldi se dio vuelta dándole la cara a Rowan y dijo—: Haz sido más inteligente esta vez. —Y de la niebla una cabeza con aspecto de dragón con cuello muy largo salió, está en la cabeza medía alrededor de la mitad del cuerpo de Rowan; este esquivó el mordisco que esta le intentó dar al salir, dando un paso hacia atrás, pero tratando de ganar el descuido, desde la espalda atacó otra criatura, Rowan sacó su espada y girándose la colocó frente a él, esta colisionó contra la hoja afilada, auto-rebanándose.

Rowan se dio vuelta y vio la cara de Legaldi y con una sonrisa en su cara dijo—: Serpientes Alfadracos, eran 3 quedan 2. —Enfundó su espada y siguió—: ¿Quieres dejar a Forsvarer sin defensas o estas acorralado? —Legaldi solo lo observaba pero serio, Rowan sabía que Legaldi solo buscaba la manera de huir y dijo—: Es imposible, solo hay una manera de salir. —La niebla se fue dispersando y Legaldi expresó —Nunca debí invadir Kaphnon, a partir de ahí empezó esta locura. —Rowan rió y dijo—: Nunca debiste sacar la daga de Kaphnon, luego de eso Kaphnon cayó, ni ruinas quedan hoy en día. —Tárion llegó y callado alejado se quedó mientras Legaldi dijo—: Ya veo que aun conservas tu fuerza. Destruir 2 golems de diamantes más una alfadraco. —Suspiró y desenfundando la espada dijo—: Comparémosla. —Sin dar chance a reaccionar aquel choque desde Rowan a Legaldi fue imponente, Legaldi no esperaba que Rowan atacara a una velocidad mayor que la del y fue desplazado cayendo a un lado, la espada lejos a su derecha y la daga a la izquierda; algo adolorido se levantó lentamente y dijo—: Yo iré por él, tu ve por la daga Tárion. —Rowan con aquella malévola mirada sonrió, con espada en mano dijo—: Pensé que era el único que lo había notado llegar. Desde que llegó quería decirles que no funcionaría… Los golems no darían resultado, solo un dios puede destruir un arma de uno. —Ambos asombrados no hallaban que decir y Rowan continuó diciendo—: Tanto tiempo con el arma de la creación y que aun sepan tan poco, Kaphnon era sustentada por ella porque Kaphnon sería el pilar del mundo, se preguntaron porque quería destruir Forsvarer con tantas ansias, la respuesta es: Forsvarer fue un error, nunca debió existir, Dofegón era un comandante de Desogia, esta nación era gobernada por mí, y por supuesto tenia lazos afectuosos con Kaphnon por eso mismo, uno de mis hombres se sublevó y era la mano derecha, para confundir el ataque envió a Dofegón a Kaphnon, la conquistó. —Legaldi bajó la cabeza y dijo—: Al regresar no tuve hogar, era conquistador de Kaphnon pero no me interesó ser dictador, fundé Forsvarer. Rowan tomó su espada y velozmente la clavó en el costado derecho de Legaldi y dijo—: Algo que no debiste. —Al mismo tiempo Tárion corrió a la daga y la tomó, frente a frente, cara a cara estaban Rowan y el, Legaldi desde el suelo gritó—: No se la entregues, todo podrá ser cierto, pero no quita que quiera destruir Forsvarer. —Rowan lo miró y dijo—: Ya es tarde Legaldi, tiene la daga. —Tárion cerró un par de veces sus ojos y Rowan dijo sonriente—: Tiene estirpe de peón, te equivocaste Legaldi, este es mío. —Rowan le hizo seña de que se le acercara y Tárion le siguió, acercándose Legaldi gritaba—: Se fuerte Tárion… Tú puedes… No eres su peón, Tárion. —Pero nada parecía resultar, a un paso de Rowan se detuvo Tárion y estirando sus manos ofreció la daga, Rowan se carcajeó y al intentar tomarla, Tárion con ambas manos la agarró y la clavó en su frente, Legaldi estaba impactado y Tárion comentó—: No soy tu peón Rowan, nunca lo seria. —Tan pronto soltó la daga cayó el cuerpo al suelo y de inmediato se convirtió polvo, polvo que al volar parecía de estrella, luminoso aun de día, la daga con el cuerpo se fue desvaneciendo también, de inmediato Tárion corrió hacia Legaldi que reposaba en el suelo, dolido y casi inmóvil el pobre preguntó—: ¿Cómo supiste que la daga se destruiría en su cuerpo? —A lo que le respondió con los ojos empapados—: Solo un Dios puede destruir el arma de uno, en su pasaje descubrí la solución de tu libertad, ahora puedes por fin irte libre Legaldi. —Este sonrió y dijo—: Mi último descendiente, podría decir que el más digno de todos me hizo libre, gracias. —Cerrando sus ojos su alma dejó su cuerpo, Tárion triste y sin más que poder hacer, con rocas hizo una tumba y clavando su espada en ella brotaron lágrimas en su rostro, casi sin ganas se acercó al caballo echó una mirada a la tumba y montando el corcel emprendió su viaje nuevamente a Loyal.

Tras semanas movidas, muchas muertes, tantos heridos, y un sinfín de sorpresas y traiciones, la paz al fin reinó en Forsvarer.