Kate
— Buenos días, señor John— saludo apenas veo a mi jefe llegar.
— Buen día, Kate— dice con una sonrisa en su rostro ya algo envejecido— Necesito que me hagas llegar los documentos de los nuevos empleados, no he tenido tiempo de echarles un ojo— pide amablemente.
— En un momento los llevaré a su oficina señor— respondo y extiendo mi mano en su dirección— Su café.
Después de agradecerme se va a su oficina y yo voy a la sala de archivos. En el camino veo a varias caras conocidas, así que me demoro un poquito. Al volver, me encuentro con varias personas, discutiendo con Jennifer, mi compañera. Me acerco intentando que no se me caigan los archivos.
— Buenos días— llamo su atención— ¿En qué puedo ayudarles?
— Nos gustaría ver al señor Baltimore, si se puede— contesto una mujer de mediana edad apretando los dientes mientras decía lo último.
— No pueden ver al señor Baltimore sin una cita, pero, veré si el jefe esta dispuesto a atenderlos— les contesto y asienten al parecer algo satisfechos.
— Al fin, una empleada competente— murmura un anciano que se encuentra al lado de la mujer.
Jennifer vuelve a su lugar dándome las gracias con la mirada y yo camino hacia la oficina del señor. Toco tres veces con suavidad y luego de un "pase" desde el otro lado me apresuro a entrar.
— Aquí tengo los archivos que me pidió, señor— le entrego los papeles y luego lo miro— Afuera se encuentran unas personas que desean verlo— le informo y me mira extrañado.
Mira al suelo pensativo por unos segundos y luego vuelve a levantar la mirada.
— Déjales pasar— me ordena.
— Con permiso— me retiro de allí con rapidez.
Al llegar a la sala de espera todos los ojos se posan en mí. Me aclaro la garganta y hablo.
— Pueden pasar— les informo y sonríen con superioridad.
Caminan con elegancia y entran a la oficina sin tocar. El jefe odia que hagan eso.
Miro unos segundos por donde se fueron y volteo camino hasta mi cubículo, me siento en mi lugar y continuó con mi trabajo.
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Las personas de antes por fin salen de la oficina, contentos al parecer. Caminan con arrogancia pasando justo frente a nosotras como si no existieramos y se van, así sin siquiera despedirse.
— ¿Qué honda con estos? — susurro lo suficientemente alto como para que Jennifer me escuche.
La chica se encoge de hombros y luego recoge su bolso y se retira, la hora de comer a llegado. Hago lo mismo y camino hasta las escaleras. No quiero tener que esperar el ascensor.
Tengo tanta hambre que podría comerme una vaca, así, vivita y todo. Así que mejor no esperar y caminar que durar una eternidad ahí parada.
Salgo del inmenso edificio a paso apresurado caminando hacia la nueva cafetería que abrieron unas cuadras más adelante.
Me detengo frente al pequeño pero lindo café y miro el local por unos pocos segundos.
Dentro a la cafetería y al instante un delicioso aroma a café y galletas me golpea. Me tomo unos segundos para mirar el lugar por dentro, a pesar de ser pequeño y nuevo, tiene muchos clientes.
Seguramente sienten curiosidad, como yo.
Camino hasta una de las mesas que se encontraba en la esquina y me siento en la silla frente a ella. No pasa mucho tiempo para que una camarera llegue con una enorme sonrisa a tomar mi pedido.
— Buenas tardes, señorita, ¿qué le gustaría pedir? —La chica de cabello castaño y ojos verdes me pregunta sin borrar su sonrisa.
Juego un poco con mis dedos y muerdo mi labio inferior antes de responder.
— Quiero una taza de café caliente y un pedazo de lemon pie, por favor— dije mirando el menú.
— En un momento traigo su orden— dijo antes de voltear y correr hacia la cocina.
O al menos intentarlo, porque con esos enormes tacones...
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— Buen provecho— dice la chica y luego se va.
Tomo mi café en silencio mientras observó a todas las personas que están en el lugar.
Algunos sonrientes, otros sólo están con sentados en el trabajo. Adolescentes hormonados besándose en una de las mesas y gente solitaria como yo, que solo vienen por curiosidad.
Siento un toque en mi hombro de forma gentil, volteo encontrandome con un chico.
— Hola, ¿Puedo sentarme aquí?