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La última gran carta de triunfo

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Synopsis
El tercer y cuarto círculo del lazo de fuego finalmente han firmado un tratado de paz. O al menos eso dicen. Al aparecer un cuerpo cerca del límite del abismo rosa la línea entre la paz y el inicio de una nueva guerra ha sido trazado en las mentes de todos. Mientras más asesinatos y desapariciones ocurren, Dennys, Persicum, Henrique y otros más empiezan a desentrañar los misterios que ocurren en ambos círculos. ¿Acaso esta fue la voluntad de los dioses? ¿habrá sido lo mejor involucrarse? Tal vez cuando descubran las respuestas, será demasiado tarde.
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Chapter 1 - Capítulo 1 (Arco 1: El destripador)

Las nubes eran de un gris profundo, su grandeza cubriendo todo el espacio posible, dejando solo una pequeña parte para la débil luz de luna. Si posaran su mirada en la densa neblina que tapada cada rastro de sangre que cubría el lugar, podrían ver una figura, en el rincón de una de las pocas casas aún en pie y sin muchos rastros de fuego en sus paredes; estaba encogido cerca de un rincón oscuro de la casa, cubierto totalmente por un manto que parecía contener las estrellas, dejando a la vista nada más que dos ojos opacos que parecían no enfocarse a nada en particular.

Todo silencioso salvo el crepitar de las llamas, ni siquiera el sonido de los grillos podía escucharse, si se ponía atención el débil sonido de los suspiros y respiraciones lentas eran lo único que diferenciaba a esta figura de los otros cadáveres del lugar.

El sonido de pasos rápidos hizo eco en el lugar. Una pequeña figura entraba por la destrozada puerta que apenas podía mantenerse en su lugar, rápidamente se acercó al otro y se arrodilló frente a él. Colocó lentamente su cabeza en el regazo y soltó un suspiro.

— Abuelito... Debemos irnos – murmuró apartando los mechones de su cara y cerrando los ojos.

El tiempo era algo con lo que no contaban en ese momento, mientras más perdieran era probable que se hubieran dado cuenta de que escaparon. No estaban listos para enfrentar al Coro.

— Se suponía que teníamos que estar aquí, prometí decirles – Un susurro cargado de dolor fue todo lo que salió de la boca cubierta de tela, sus ojos aún lejanos, pero acariciando la cabeza en su regazo.

— No podemos-

Las palabras murieron en su boca, ya que un furioso ladrido proveniente de afuera la hizo callar. Ambos se encontraban cansados, escapar del Confesionario había gastado la pizca de poder que habían reunido antes, pero no podían parar ahora. Bastaba solo con un pequeño error para que los encuentren; así que sin más apartó suavemente las finas manos de su cabeza y se levantó del suelo, ayudó al otro a ponerse de pie.

Con pasos decididos, pero algo débiles salieron de la casa. Frente a ellos se encontraba un perro tal vez más grande que dos casas juntas, con pelaje blanco algo sucio e inmensos ojos rojos. Se acercaron y subieron en su lomo, estaban listos para partir cuando captaron un débil sonido como madera chocando y cascos furiosos que se acercaban en su dirección.

— ¡Vámonos! – Gritó acariciando el pelaje suave frente a ella. El perro rápidamente se puso en marcha.

Corrió rápido y saltó apoyándose para escalar en las nubes que se encontraban más bajas. Ambas figuras una vestida de púrpura y la otra con estrellas líquidas por ropa desaparecieron en las nubes.

Dejando atrás el pueblo cubierto de cadáveres de todos los tamaños y formas con ropas brillantes, fuego en cada mural y la espesa neblina cubriendo el río de sangre que pintaba cada esquina.

Justo en medio de todo, la estatua de un hombre bellamente tallado con largos mantos pintados ahora de rojo, manchando las bellas formas de flores, posaba sosteniendo en sus manos un pequeño bebé con lágrimas corriendo por sus regordetas mejillas. Donde antes se encontraba su hermosa cara mirando alegremente al bebé ahora tenía un enorme trozo de tela con un símbolo verde cubriéndolo.

●●●

— Oye... ¡Oye! ¡Levántate! –

Apenas estaba consciente, su brazo picaba y su cabeza daba vueltas, cada que se movía escuchaba el crujir de lo que pensó eran hojas. Sintió una presión en su mejilla derecha y bruscamente abrió los ojos, todo era de colores rojizos y rosas donde se viera así se percató de donde se encontraba, cerca del cruce al barranco rosa; frente a él con una expresión de incertidumbre se encuentra un señor regordete y calvo.

— ¡Ah chico! ¿Qué demonios haces aquí? ¿Tratas de escapar de casa o un humano te persigue? Porque si es algo que tiene que ver con esos bastardos será mejor que te vayas, no quiero tener problemas – el hombre negó con la cabeza y se puso a barrer el suelo frente a él – sabía que ese intento de rey no podía mantenerlos alejados con tontos tratados – murmuró y al percatarse que no se movía, irritado lo golpeó con el palo de la escoba.

— ¡¿Acaso no puedes oír?! ¡Muévete! – Gritó mientras le golpeaba más fuerte pero sin causarle un daño real.

— ¿Dónde está mi pato? – fue lo primero que se percató al revisar su entorno, con algo de esfuerzo se levantó y limpió la tierra de su costado.

— ¿Un pato? – indiferente preguntó el hombre dejando de golpearlo y poniéndose a barrer – No había nada cuando te encontré. Te pido amablemente que te vayas del lugar, debo terminar de limpiar e ir con mi esposa a almorzar.

No contestó nada, simplemente se despidió con la mano y emprendió su camino.

— Push, que loco ¿Quién en su sano juicio vendría al barranco sabiendo que es temporada de limpieza? – el hombre habló para sí mismo mientras veía la espalda del joven alejándose – Tiene suerte de que lo encontrara yo, si hubiera sido uno de esos humanos...

El hombre continuó limpiando las hojas y ramas del suelo pero en el momento que las juntó un fuerte viento las esparció y colocó en sus lugares originales, suspiró y comenzó de nuevo. Sería un día largo.

●●●

Dennys no entendía cómo apareció en el cruce. Caminó unos metros más y se detuvo para descansar en una roca algo plana, con cuidado quitó el morral de su espalda, se sentó y cerró los ojos.

La casa había estado llena de movimiento desde muy temprano, sus papás se preparaban para celebrar el nacimiento del dios Tlallí que se daría en la capital. Su papá le había pedido que consiguiera veneno de abeja para la ofrenda. No había querido ir, pero no tenía de otra o era veneno de abeja o el excremento de un chup y era muy fácil adivinar cuál tomaría.

Luego de prepararse Dennys tomó a Calamidad y se fue de casa. ¿Quién diría que en medio de su camino tendría el primer destello?

— ¡Ah, tan complicado! – Dennys se quejó golpeando su cabeza cuando sintió el gruñido de su estómago – Debería haber escuchado a mamá y comer antes de salir – se lamentó mientras se encogía y ponía su cara en sus rodillas – pero bueno, ¿Qué se puede hacer? – se quejó un poco más y se levantó y estiró la espalda, brazos y piernas. Repitiendo eso unos minutos más estuvo listo para continuar, recogió su morral y continuó con la tediosa búsqueda.

Buscó en su morral y encontró un pequeño sonajero amarillo. Cerró el morral y siguió.

Dennys observó su entorno, el lugar estaba lleno de todo tipo de verdes y rosa. Los libros y adultos decían que en este cruce fue donde los humanos asesinaron a la mitad del ejército del rey anterior, extrayendo sus ojos y cortando sus manos. Cuando era pequeño y sus tíos le contaban historias de sus batallas y sus padres narraban las misiones que tuvieron cuando se conocieron, muchas veces había tratado de venir al lugar y buscar restos de esas batallas, pero su papá siempre lo atrapaba antes de poder saltar la barrera de su casa, lo jalaba de la oreja y lo instaba a rezarle a los dioses hincados sobre diminutas semillas cada vez que pasaba. ¡Vamos no podrías culparlo! Tenía siete años y unas inmensas ganas de encontrar un cadáver, al menos aprendió la lección.

Luego de la 30° vez.

El tiempo pasaba rápido, al notar su brazo lleno de grietas era su señal de que más de tres horas habían pasado. Cada paso que daba era seguido por el tintineo de las cuentas del sonajero. Si su instinto era correcto (y sí lo era por el sonido cada vez más fuerte) estaba cerca del lugar donde se separó de Calamidad anteriormente.

Un lejano gruñido captó su atención, su sonido hacía retumbar las partículas de polvo, Dennys se detuvo y atentamente escuchó como el sonido se hacía más claro y el suelo se sacudió locamente. Frente a él una cosa redonda con pequeños ojos rojos se lanzó a su pecho y colocó su boca en su mejilla derecha mientras se aferraba a ella.

— ¡Aquí estás! – emocionado tomó al pequeño pato negro en sus brazos aportándole de su cara y apretándolo en su pecho – Calamidad es hora de buscar el veneno, ya tuve un destello es mejor llegar rápido a casa en caso de que ocurra otro – Dennys habló con una voz melosa mientras aplastaba al pobre pato que se retorcía tratando de escapar.

⊙⊙⊙

Hace mucho tiempo el lazo de fuego se dividió. Con siete círculos formando la región, el primer círculo reinado por los espíritus puros y falsos, el segundo conformado por las bestias, el tercero por los mágicos, el cuarto por los humanos, quinto, sexto y séptimo bajo el mando de las hadas de la primavera, verano e invierno. Cada uno de ellos creados por el Todo con algo en particular que los diferenciaba.

Por milenios cada uno de ellos vivió en conjunto como una unidad; los mágicos junto con las bestias daban protección a los humanos a cambio de sus descubrimientos y tecnología. Pero la paz es algo muy difícil de tener, hace 70 años en el 15.º día de septiembre la capital de Sauropsida fue atacada en el apogeo de su celebración a los astros.

Cada mágico que se encontraba en el lugar sin importar si eran niños o bebés fueron encontrados muertos sin sus ojos y corazones, esa noche la guerra entre ambos reinos se inició.

●●●

Estaban cerca del sendero de las flores, un camino que conectaba cada ciudad principal, era muy utilizado por comerciantes y viajeros para ahorrar tiempo, una de las reformas del rey. Era algo obvio el porqué de su nombre al ver todos los capullos que cubrían el camino.

Dennys se encontraba cansado, cuando salió esta mañana de su casa decidió no comer porque 'vendría rápido' ahora con el estómago gruñendo vio su error. Había caminado y buscado en muchos árboles, pero aún no tenía el veneno de abeja, debió pedir ayuda a su tío Rond.

Dennys siguió lamentándose, Calamidad comenzó emitir un ligero graznido que captó su atención.

No tuvo tiempo de preguntarle a Calamidad qué pasaba antes de que el pato escapara de su morral y lanzará un feroz graznido lanzándose frente al arbusto tras ellos. Dennys rápidamente se puso a su lado, dirigió un poco de energía a su mano y cautelosamente caminó hacia el arbusto listo para atacar. Se acercó, pero cuando revisó el arbusto no encontró nada, salvo una envoltura de caramelos ácidos que eran muy populares hoy en día.

— Pato tonto probablemente solo fue un animal – Dennys soltó una risa aliviada y tiró de las plumas negras del pequeño que lo veía con indignación en sus rojos ojos – No perdamos más el tiempo o mamá y papá comenzarán a preocuparse – Levantó al pato y volvió a colocarlo en su espalda, pasó una vez más la mirada en el lugar y sin darle importancia se fue.

Después de una ardua búsqueda Dennys finalmente encontró una colmena de abejas en un enorme árbol. Se quitó el morral y sacó a Calamidad de él, agarró impulso para escalar el árbol, corrió un poco y comenzó a escalar, Dennys tenía una apariencia pequeña, pero era muy ágil. Llegó a la cima y observó la colmena.

Era una cosa enorme con muchos patrones circulares, tenía la apariencia de una galleta de avena gigante. Con cuidado apoyó levemente su peso en una rama gruesa y acercó su mano al borde.

— Disculpen señoras, necesito un poco de su veneno así que si me disculpan – Dennys habló bajo y respetuoso adentrando su pequeña mano en la colmena.

Con cuidado tomó una abeja y apoyando completamente su pecho en la rama utilizó la otra para colocar un pequeño vial en el aguijón. Esperó un tiempo y levemente apretó a la abeja, extrae el veneno dejando hasta la mitad el contenido y dejó ir a la abeja, sacó un tapón tapando el vial.

Se soltó de la rama y algo tambaleante llegó al suelo. Dennys revisó el vial con líquido transparente y lo guardó. Pellizcó a Calamidad recogió sus cosas y las colocó en su espalda.

Finalmente pudo regresar a casa, movió su mano y más grietas aparecieron en su brazo. Bufó y con un chasquido de lengua comenzó a correr.

●●●

Frente a Dennys estaba un enorme portón gris metálico con pavos grabados en él, sacó una llave de su bolsillo y lo abrió. Tras él se podían apreciar pequeñas bolas brillantes sobre un enorme camino de piedra inclinado. Cada paso que Dennys daba era seguido por el parpadear de estas pequeñas bolas, al final del camino estaba una gran casa colorida; bajó a Calamidad y entró.

Una hermosa sala de colores pastel y sillones cómodos le dio un saludo.

— ¡Estoy aquí! – Gritó lanzando el morral y sacando el vial.

Al fondo de la sala se escuchó un saludo. Dennys corrió hacia la fuente del mismo.

El olor de la carne cocida y el sonido de un cuchillo cortando lo recibió al pasar el umbral, frente a Dennys un hombre pequeño de piel demasiado pálida, músculos considerables, el cabello atado y un delantal amarrado en su pequeña cintura le sonrió.

— Hola, sol – saludó el hombre dulcemente sin levantar la vista de los vegetales que cortaba.

— ¿Qué haces papá? – Curioso, Dennys se acercó al hombre y apoyó su barbilla en la encimera de mármol.

— Tu mamá tenía algunos asuntos que atender entonces me dejó aquí terminando la cena – Sin siquiera quitar la vista de su trabajo pudo detener la mano que se acercaba lentamente hacia la carne de la olla. Al capturarlo abusó de las mejillas de su hijo.

— ¡Ay! – Dennys se quejó en broma escuchando la risa que sacó su reacción al hombre. Algo dudoso habló – Papá, mmh hoy en la mañana, cuando fui a buscar el veneno puede que haya tenido un destello – nervioso rascó su nuca y en ningún momento posó su mirada en los ojos delicados frente a él.

— Oh – Su papá inmediatamente dejó de cortar, tapó todo y lavó sus manos. Lentamente se puso al lado de Dennys quitándose el delantal con un tonto dibujo del sol - ¿Cómo te sientes sol? – suavemente colocó su mano en el brazo de Dennys y tarareo pensativo.

— Me picaba un poco, pero no está tan quebrado cómo el último – Calmó a su papá que mientras estaba distraído no notó que se había robado un trozo de zanahoria.

— Muy bien – El hombre acarició el cabello blanco del más pequeño y le dio una cálida sonrisa – Vamos a mi estudio – tomó el brazo del pequeño y los llevó fuera.

Dennys apretó el brazo de su papá mientras pasaban por largos pasillos llenos con fotos de sus padres y él así como pinturas del cielo y paisajes del sol.

Su padre abrió una puerta color cobre al final del pasillo y lo instó a entrar. Entraron en una habitación grande con un escritorio de fondo y sillones celestes colocados pulcros en las esquinas, Dennys se lanzó al cómodo sillón y con su visión periférica observó a su papá revisando cada gaveta del escritorio. Luego de un rato de mirar fijamente la fotografía de la boda de sus padres, sintió un peso junto a él.

Dennys extendió su brazo y el hombre peli blanco masajeó sus dedos llenos de crema transparente con trozos verdes (asquerosos) en toda la extensión. Su papá tarareó una melodía dulce, cuando estuvo su brazo todo asqueroso lo envolvió con un vendaje.

— La próxima vez será mejor que lleves la pomada contigo – Le dio el tarro a Dennys y sonrió con los ojos arrugados – recuerdo cuando tuve los míos, tu abuelo casi muere al verlos – Ambos rieron al pensar en la imagen del hombre mortalmente serio a punto de desmayarse.

— ¿¡Nauge dónde estás!? – un grito llamó la atención de ambos - ¿La comida está lista?.

— ¡Estoy en el estudio mi amor, Dennys ya regresó! – El amable hombre igualmente gritó e hizo una seña a Dennys para que se levantara - ¡aún no terminó la ensalada, ya vamos! – A pesar de estar más cerca de la cocina a Nauge le gustaba gritar si la sonrisa en su rostro decía algo (¿Aunque cuándo el hombre no sonreía?).

— ¡Que bien, hola bebé ya volvió mamá! – Los gritos felices aún no paraban y se hacían más fuertes, suspiro mientras más se acercaban.

Padre e hijo sin ocultar sus risas entraron a la sala, pero antes que pudieran entrar unas manos los tomaron a ambos y comenzaron a darles vueltas en el aire. Cuando Dennys pasó el susto miró a la persona frente a ellos, un hombre fuerte y alto con largos cabellos caramelo y ojos con un oscuro brillo de diversión movía su dedo índice en el sentido del reloj sin tratar de ocultar su sonrisa.

— ¿Cómo estás Rond? – Nauge preguntó sin quitar su suave sonrisa a pesar de dar vueltas de cabeza en el aire.

— ¡Ja, ja, ja! – el hombre soltó una gran carcajada dándoles a Dennys y Nauge más vueltas con su magia - ¿Cómo estás, pequeño cuñado? Hola, Dennys – Sin quitar la sonrisa y mover su dedo preguntó a pesar de no necesitar respuesta.

— ¡Rond deja de jugar y mejor ven a poner la mesa o no te daré comida! – el grito de la cocina finalmente paró la risa de Rond quien con un puchero los bajo a ambos.

Cuando abruptamente bajaron Dennys tuvo que apoyarse en una pared, cuando el mundo finalmente dejó de moverse unos fuertes brazos lo alzaron e hicieron girar volviéndolo a marear.

Su tío Rond hacía lo mismo cuando venía y aunque Dennys se quejaba de los mareos estaba consciente de que lo disfrutaba. El hombre lo cargó hacia la mesa, donde se encontraba una mujer alta y curvilínea de mechones caramelo amarrados en un pequeño moño, de nariz recta vistiendo un traje color crema, les sonrió a ambos y se agachó para besar a su papá quien se acercó a abrazarla. Todos se sentaron en sus lugares y cada quien tomó comida.

Dieron las gracias por la comida y empezaron a devorarla.

— ¿Cómo te fue bebé? – La única mujer en la habitación habló mientras tomaba un pequeño bocado de arroz posando su mirada en Dennys.

— Sin complicaciones – murmuró Dennys evitando a propósito su mirada, estaba muy consciente de que si miraba sus ojos no podría ocultar nada – conseguí el veneno, Calamidad está jugando – Probó la carne que era tan deliciosa cómo olía.

Cover no dijo nada, pero en silencio cuestionó a su esposo. En una discusión sin palabras se pusieron al tanto.

— Ya veo, luego de comer te bañas y te pones la ropa que dejé en tu cama para hoy – Su mamá le dio una sonrisa e hizo una señal a su hermano que no la notó hasta que pateó su pie.

— ¿Ah? ¡Ah! Sí, debes arreglarte muy guapo sobrino, también vendrán Leger y su esposo junto con Hotte y su familia. ¡Vendrá toda la familia Neánt! - Rond aplaudió alegremente contando con sus dedos cuántas personas habría en la casa – Esperemos que mi pequeño cuñado haya cocinado lo suficiente para llenar a esas bestias – Bromeó golpeando el hombro de Nauge quien solo le dio una sonrisa y cuando volteo su cara torció los ojos.

Todos continuaron hablando de su mañana mientras comían. Hoy sería un día fantástico, no por nada era el día de la cosecha.

●●●

Cerca del barranco una joven cubierta de sangre en toda su espalda trataba con todas sus fuerzas de arrastrarse y escapar.

Pero antes que pudiera dar otro arañazo a la tierra una mano agarró fuertemente de su cabello e hizo girar la cabeza hacia atrás.

La fuerza era inmensa y no pudo evitar soltar un sollozo mientras sangre goteaba de su cuello. Antes de que pudiera gritar otra mano se acercó a su cara y bruscamente empezó a meter sus dedos en su párpado sacando con brusquedad sus globos oculares. Los gritos y chillidos no paraban de escucharse por todo el lugar, era una lástima que estuviera en un lugar deshabitado, ya que sus gritos habrían alertado a cualquiera.

Sus súplicas fueron ignoradas mientras el otro con su pie golpeaba una y otra vez su espalda haciendo crujir sus costillas, cuando le quitaron el otro ojo empezaron a sacar diente por diente de su boca, el dolor era tal que la pobre mujer no pudo evitar perder los pocos rastros de conciencia que tenía y se desmayó.

A la mañana siguiente las noticias dirían que la Jefa del departamento de relaciones públicas del reino había sido denunciada cómo desaparecida.