En silencio tu recuerdo esparce una escarcha helada. El espacio se volvió frío, y al pasar los segundos, minutos y horas, la soledad cada vez invade más rápido mi piel.
Las palabras que nunca dijimos, quedaran en el olvido, en pedazos rotos de oraciones vacías.
Si por un segundo, pudieras tomar mi mano, no te dejaría ir…
La historia empezó mal, pero luego, entendimos por qué el destino nos regaló tanto tiempo divino.
Mi orgullo, nunca permitió que mire hacia atrás, en la última despedida, y te diga te amo.
Y ahora, en el silencio, desesperadamente, las paredes me oprimen, quitándome el aliento.
Si pudiera verte una vez más, sería feliz, al decirte, que luchemos sin renunciar, sin discusiones, ni remordimientos.
Pero como no puedo encontrarte, a lo lejos, en estas líneas escritas que te dedico, te expreso: Que nunca amé a nadie, como te amé a ti.
Y en este silencio, me quedan los momentos, implorándole al cielo, que con el transcurso de los años, siempre guarde tu recuerdo, para que no se desgaste nunca en mi corazón y perdurando siempre en mi memoria.