Esta es una historia de hace miles de años, tantos que ya no recuerdo cuántos fueron...
Les contaré...
Todo lo sucedido en mi vida, cuando aún era un chico joven de 16 años...
Cuando aún no sucedía eso...
Ni lo conocía a "el"
Ya solo son pocos recuerdos fragmentados sobre las personas de esa época...
Pero jamás olvidaré esa historia...
Se las contaré, espero que la recuerden igual que yo después de miles de años...
Y que ni la muerte haga que lo olviden...
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Una chico se encontraba tranquilamente acostado en su cama concentrado mientras otro lo abrazaba por la cintura y lo miraba, una pequeña sonrisa se escapó de los labios del último mencionado "Te gusta mucho contar esa historia" pensó y su sonrisa se hizo más pronunciada
Por otra parte el menor ya había terminado de revisar lo que escribió por décima vez, mirando que no hubieran fallas en la escritura, y miro al mayor que hacía unos minutos se había desconectado del mundo, pensó por unos segundos y luego le dio un tierno beso en sus labios, cosa que aprovecho el mayor ya volviendo al presente, para aumentar la intencidad del beso
Lo que había empezado como un pequeño y tierno beso se fue intensificando hasta terminar en un juego de lenguas que ninguno de los dos tenía intención de perder
Una extraña mirada fue lanzada en dirección a la cámara del departamento, sin renunciar al juego de lenguas que había empezado movió su mano y saco una pequeña daga que lanzó a la cámara
No era difícil adivinar que no quería que nadie viera al menor de esa forma...
"Esta expresión solo me la puedes mostrar a mi"
Escuchó la curiosa personita tras la puerta mientras escribía esto
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La persona detrás de la puerta se dio cuenta de que había sido descubierto y temblando pensó "Fue bueno que estuviera de buen humor por el beso, sino quien sabe que me podría haber hecho el maestro, joven maestro le agradezco que exista, si no fuera por usted este sirviente ya estaría muerto"
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Desde dentro de la habitación los jadeos no pararon, el menor se estaba quedando sin aire y el mayor aún no lo soltaba, sin más opciones decidió morder el labio de su pareja con la esperanza de que lo dejara respirar, por suerte entendió y lo soltó, aunque no por mucho tiempo
Según el pequeño sirviente detrás de la puerta, no pudo dormir esa noche por el ruido, y ciertamente no se atrevía a quejarse mientras rogaba desde su habitación "Maestro, joven maestro, porfavor tengan piedad de mi y el pequeño maestro y al menos bajen el volumen"
Una hora más tarde llegó un grupo de vecinos enojados por el ruido y el pobre sirviente tuvo que aguantar toda la noche sus regaños