La persona que pensé que solo existía en mi mente, ahora estaba justo en frente de nosotros. Mi cuerpo se estremeció mientras sentía como mis piernas flaqueaban, amenazándome con caerme.
Owen se dio cuenta de mi estado y me agarró fuertemente de la cintura.
Sabía que tendría que verlo, lo sabía, pero no esperaba que ese momento llegara tan pronto, no estaba preparada y tal vez nunca lo estaría.
—Solo diré una cosa! —habló Owen mientras gruñó de una formal bestial—. ¡Largo!
Todo su cuerpo estaba tensionado mientras apretaba reciamente su mandíbula. no me impresionaría si se la rompiera.
Una sonrisa sádica adornó el rostro de Caleb, una que decía claramente problemas. Detallándolo mejor, se veía más lindo que en sueños su…
¿Qué mierda? No puedo pensar así de él.
—Lastima! —chasqueó la lengua—. Pensé que podríamos hablar un poco —sus ojos brillan mientras cambian de color. Rojo—. Pero como no quieres —caminó hacia nosotros—. Iré a lo que vine.
—Te acercas un paso más y te mato —su voz salió distorsionada, fuerte e imponente.
Los dos. Gabriel ya estaba presente.
Negó levemente.
—Uno de los dos morirá según esa estúpida leyenda, pero no seré yo obviamente.
—¿Cómo así? ¿No entiendo? —susurré mirando a Gabriel.
—No sabias —habló Caleb—. ¿Ocultándole información a tu Luna?
Sentía como su mirada miraba en lo más profundo de mí, mientras su ceño poco a poco se fruncia.
—Cállate —Exigió Gabriel en un tono amenazante, pero Caleb hizo caso omiso y continúo hablando.
—La asesinaré Emmi. Asesinaré a esa estúpida que quiso matarte —no sé qué mierda sucedía, pero al escucharlo en ese tono tan protector hizo que un sentimiento de cariño sintiera por él. Odiaba no poder controlarlo. No quería ni debía sentir algo.
—¿Qué mierda hablas? —Cuestionó.
—¿Sabes que me sucedió? ¿Por qué Gabriel no lo sabe y tú sí? —quise saber.
—Tranquila, te contare todo, pero no aquí —extendió su mano en mi dirección—. Es hora de irnos.
Y como si le fueran dado una orden a mi cuerpo, estuve a punto de caminar hacia él, pero un agarre en mi cintura intensificado lo frenó.
—La última oportunidad. Largo
—No me iré contigo —afirmé, tratando de sonar convincente.
—Pensé que querrías ver a tu madre.
Mi madre
—¿Qué? —musité sin aliento—. M-Mi mamá. Ver a mí...Mamá —las lágrimas cayeron sin parar.
Ella estaba muerta, yo la había enterrado. ¡Había estado ahí! Pero solo el pensamiento de pensar que estaba viva, que existía esa posibilidad…hacía que la felicidad que empezaba a llenarme, se esfumara y un amargo se creara en la boca de mi estómago.
¿Cómo podría estar viva y hacernos pensar a mi padre y a mí que estaba muerta? ¿Acaso no le importábamos?
No, ella no haría algo como eso. Ella nos amaba.
El solo miente mi Luna. No le creas —habló Gabriel por el link que teníamos.
—Si a tu madre Emmi. Esta viva —suspiró—. La perseguían y la salvé. Está a salvo por ahora, depende de ti si vive o no.
—¿De mí? ¿Qué tengo que hacer?
—Emm —susurró Gabriel mirándome—. Es mentira todo. Tu madre está muerta, solo quiere que te vayas con él —su mirada nuevamente se dirigió a Caleb—. Primero muerto, antes de que mi Luna se vaya contigo.
—¿Por qué hacerle caso a Gabriel Emmi? Porque hacerlo cuando le creyó más a una criada que a ti, su Luna—la respiración de Gabriel poco a poco empezó a cambiar y sus uñas fueron remplazadas por sus garras—. Solo te tienes que ir conmigo. Eso es todo.
Irme con él y ver a mi mamá, o quedarme con Gabriel y dejar morir a mi mamá.
Estaba dividida.
¿Y si era mentira? Yo misma había visto su cuerpo.
¿Por qué me cuestionaba esto? Claro que estaba muerta, esto solo era un simple truco de Caleb para irme con él. Pero Gabriel no me creyó, él tenía razón, le había creído más a su nana que a mí, su Luna.
—Te lo advertí —habló Gabriel. Varios lobos salieron de los arbustos y nos rodearon—. Te dije que te fueras…no quisiste, ahora morirás.
— ¿Piensas que soy estúpido? —sonrió. Se traía algo entre manos, estaba muy sereno—. No me metería a la boca del lobo, solo… ¿sabes? pienso que tus dones como brujo caducaron —me miró—. Si quieres volver a ver a tu madre, ya sabes que hacer…. Te quiero Emma.
Fue lo último en decir antes de desaparecer como si nada.
—Desapareció —Exclamé sorprendida. Reafirme lo visto al voltear a mirar a Gabriel—. ¿Cómo pudo hacerlo?
—Una simple palabra… Brujos —cerró los ojos fuertemente—. Como no me di cuenta que era un puto espejismo. ¡Malditasea! —gritó, haciéndome sobresaltar del asombro.
—Tiene a mi mamá —musité—. Tenemos que hacer algo.
—Emm —sus manos, ahora normales, agarraron cada lado de mi rostro delicadamente mientras unía nuestras frentes haciendo que su entrecortada respiración, se mezclara con la mía—. Tu madre está muerta, pero si es cierto lo que dice Caleb. Te juro que te la traeré sana y salva, desde mañana empezaré a buscarla. Pero por favor no sigas pensando en la posibilidad de irte con él, esos pensamientos son grandes dagas clavándose en mi corazón.
Su mirada viajó a mis labios y jadeó. Alzó su vista, mirándome fijamente. Me estaba pidiendo permiso, pero no, aún estaba decepcionada con él.
—Lo siento —murmuró—. Sé que hice mal en no creer….—lo frené.
—No quiero hablar de ello ahora —me separé mientras intentaba reponerme. Tener tan de cerca a Gabriel siempre me afectaba—. Solo quiero descansar.
Asintió, miré a mi alrededor, pero no estaban los lobos.
—Les dije que se fueran Emm.
—Ahora haz ese truco, para aparecer en la habitación —sonrió.
—Sus deseos son ordenes mi Luna…
[…]
Había despertado hace media hora y aún estaba acostaba pensando en todo lo que había dicho Caleb. Confiaba en que Gabriel estuviera buscando a mi madre porque Caleb nunca mentía, nunca.
Lo que había dicho era cierto.
¿Por qué mi madre, se haría pasar por muerta?
En el sueño que había tenido con ella me había dicho que pronto nos veríamos... ¿Se refería a esto?
Unos toques en la puerta interrumpieron mis pensamientos.
—Luna —era gloria.
—Pasa —dije, mientras trataba de acomodar la greñera de cabello que tenía por las mañanas.
—¿Cómo sigue? —Su gesto era serio, algo raro en ella.
—Estoy bien —me limité a decir—. Gloria, te quería dar las gracias. Me salvaste y estaré siempre agradecida contigo.
—Eres nuestra Luna, es algo que cualquiera de la manada haría.
—¿Dónde está Gabriel? —pregunté.
—Su mejor amiga de la infancia volvió después de una larga temporada viajando. Salió con ella —sonrió, demasiado feliz para mi gusto.
— ¿Te dijo si tardaba?
—Por lo general, siempre que salen juntos llegan en la noche —sentí una punzada en mi barriga.
—Ok, ya te puedes ir. En 15 minutos bajo, para que tengas el desayuno listo.
—Con su permiso Luna —hizo una reverencia y se marchó.
Se suponía que debía de estar buscando a mi mama, no saliendo con su mejor amiga de la infancia.
—Alguien tendrá problemas cuando llegué —susurré.
Me levanté de la cama y fui al baño a realizar mi aseo personal, tardándome más de lo usual. Ya bañada, empecé a buscar mi outfit para el día de hoy. Me vestí con un sweatpants negros tiro alto, con una raya blanca a los lados, vans negras y una camisa blanca corta básica.
Gracias al cielo no me había perdido esta vez, había logrado llegar hasta el comedor, donde estaba el Beta de la manada.
—Hola Michael —saludé.
—Mi luna —hizo una reverencia.
—Puedes llamarme Emma y dejar de hacer esas reverencias —pedí, sentándome en una de las sillas— ¿me acompañarías?
—No puedo Emma, tengo que hacer algunas cosas que me dejo encargado Gabriel.
—Después te encargas —hice un gesto sin importancia—. Ahora siéntate a desayunar conmigo —ordené.
Se quedó por varios segundos viendo fijamente la pared, hasta que asintió, sentándose al frente mío.
—Mejor —sonreí—. ¿Dónde está Nathan? —pregunté.
Nathan era el tercer a cargo. El Delta.
—Está dándole un recorrido a la manada. Desde que supimos sobre la maldición nos mantenemos más alerta.
Las chicas de la cocina llegaron sirviéndonos el desayuno. No pude evitar darme cuenta las miradas que una de ellas le dio a Michael.
—Entiendo. Y dime, ¿Cómo están las cosas en la manada?
Y así nos pasamos el resto del desayuno, yo preguntando cualquier duda o inquietud que tuviera acerca de la manada y Michael respondiéndome todo.
Era un buen chico, tenía 148 años, sus padres Vivian a una hora de aquí, tenía una hermana la cual resultó ser la mejor amiga de Sofía y como ella, tampoco se encontraba aquí, estaba estudiando medicina en Cuba.
También supe que les encantaba ir acampar y que lo hacían muy seguido, pero estaban esperando a que volvieran los miembros faltantes de su grupo para irse de campamento por dos días.
Terminamos de desayunar, y por fin me atreví a preguntar lo que tanto quería desde el principio.
—¿Gabriel? ¿En dónde está? —quise saber.
—Salió —respondió rápidamente.
—Sí, sé que salió, solo que no alcanzamos hablar muy bien y no pudo decirme a donde iba, pero me dijo que les preguntara a ustedes ya que sabrían.
Su entrecejo se arrugó, mientras me miraba con duda.
—Fue hacer unas diligencias…Ema —respondió con cautela.
— ¿Qué clase de diligencia? —alcé una ceja.
—Una muy importante —indiqué que siguiera—. Demasiado importante.
—¿Fue solo? —negó—. ¿Con quién?
Tragó fuerte. Un pequeño brillo en su frente se empezó a notar.
—Con una amiga —murmuró lo suficiente alto para escucharlo.
—¿La he visto? —me levanté un poco de la silla, posando mi peso en mis codos.
—No, es una amiga de infancia que volvió de México —una gota de sudor resbaló por toda su cien.
Así que vivía en México….
—¿Por qué sudas? —Negó rápidamente.
—No claro que no Luna —se pasó varias veces las manos limpiándose—. Solo, hace calor, demasiado —se abanicó con la mano.
—Qué raro, el día está fresco —mi rostro estaba completamente serio, aunque por dentro me estaba muriendo de la risa por lograr intimidar a un hombre como Michael.
—Cosa de lo-lobos.
— ¿Que es, lo tan importante que tenía que hacer Gabriel, para que llevara a su amiga de la infancia y no a su Luna?
—Si te digo, soy hombre muerto —confesó—. Solo espera a que llegue, lo único que te puedo decir es que más tarde vendrá un equipo de estilistas a arreglarte.
—¿Para qué? —cuestioné confundida.
Acaso había un evento importante.
—Por favor Luna, no puedo decir más —suplicó, levantándose de la silla—. Si me quedo un segundo más hablare y quiero vivir, valoro mi vida. Gracias por el desayuno.
¿Qué estarás haciendo Gabriel?
[…]
Hace unas dos horas habían llegado el equipo de estilistas a arreglarme. Me depilaron, arreglaron las uñas, cepillaron y plancharon mi cabello. Ahora me estaban dando el último retoque de maquillaje.
—Quedaste hermosa, no puedo esperar por verte puesta en ese caliente vestido —habló un emocionado franco.
—El Sr. Borkan quedara pasmado —agregó Julia.
—Y yo sigo sin saber para qué todo esto. —bufaron al unísono.
Ya listo el maquillaje, pasé a ponerme el atuendo. Un vestido rosa palo demasiado ajustado, se adhería como si fuera una segunda piel a mi cuerpo, lo había acompañado con unos tacones de punta dorados, los accesorios del mismo color y una cartera de mano.
—Si no tuviera esposa, créeme que estaría detrás de ti —sonrió, mientras seguía admirándome en el espejo. No creía que esta podía ser yo.
—Estas wao —habló julia.
—Gracias chicos, gracias a todos —dije, mirando a los demás.
—De nada —respondieron al unísono.
—Y ahora… hay una limosina esperándote afuera. Ella te llevara a tu destino— abrí mis ojos sorprendida.
—¿Destino? ¿De qué se trata todo esto? —hizo un gesto de boca cerrada y es lo único que necesité, para no preguntar más. Me despedí de todos ellos, siendo llevada hasta la salida por una de las chicas del servicio.
—Si me permite decirle. Esta usted muy hermosa Luna, el Alpha es muy afortunado de tenerla.
—Muchas gracias —reí nerviosa.
Me subí a la limosina que me esperaba en total silencio, el chofer no habló en todo el camino, lo que me impacientaba. No dejé de mover una y otra vez mis piernas mientras apretaba mi cartera.
Media hora después nos detuvimos. El chofer se bajó y seguido abrió la puerta para mí.
—Llegamos Luna —extendió su mano ayudándome.
—Gracias. Y a donde vamos —negó.
—Hasta aquí llego yo. Tiene que seguir el camino.
—¿Cuál camino? — pregunté, casi histérica.
—Ese —señaló detrás de mí.
Me volteé encontrándome un camino iluminado por pequeñas lámparas, mientras arboles a sus lados, hacían una especie de arco donde en la mitad de estos, sobresalían pequeñas luces… algo parecidas a muchas luciérnagas.
Simplemente hermoso.
Miré a ver hacia el chofer, pero este ya no estaba.
—Ok, estas sola. Es ahora o nunca —murmuré, empezando a seguir el camino.
Estaba tan concentrada en las pequeñas lámparas que no había visto al frente, cuando estas se acabaron, alce mi vista. Jadeé al ver lo que tenía enfrente. Las lágrimas rápidamente se adueñaron de mí.
Abrí un poco mi boca para intentar respirar mejor, temía a que si no lo hacia me ahogaría. Nunca antes me habían hecho algo tan hermoso.
Llevé mis manos a mi boca mientras traté de reprimir mis ganas de gritar.
Estábamos en una especie de bosque, donde en medio de dos grandes robles se encontraba una mesa para dos. Lámparas redondas colgaban de las ramas de los árboles mientras pequeñas velas iluminaban el piso.
Era simplemente perfecto.
Gabriel se encontraba aún lado de la mesa dándome aquella hermosa sonrisa que me desestabiliza. Tenía un esmoquin que le queda como anillo al dedo. Era tan ajustado que se marcaban perfectamente esos fuertes músculos que poseía.
Gracias Diosa Luna por esta pareja eterna que me escogiste.
Se acercó lentamente mientras su mirada me recorría. Sus ojos cambian constantemente de colores predominando un ámbar demasiado oscuro.
—Mi Luna.
—Mi Alpha —era la primera vez que se lo decía y sus ojos ávidos me demostraban lo mucho que les gustaba.
—Han pasado muchas cosas estos últimos días, malas y no tan buenas —sus manos buscaron las mías—. Pero en este momento, quiero que nos olvidemos de todos los problemas y preocupaciones que tenemos, y nos concentremos en nosotros —unió nuestras frentes y susurró—. Solo en nosotros Emm.
Su olor invadió todo mi sistema, dejándome completamente aturdida. Nunca me cansaría de esta droga exclusivamente para mí. Nuestras respiraciones se mezclaron, mientras nuestras pulsaciones aceleradas se volvían una.
—Somos uno —susurré, haciéndolo sonreír.
—Lo somos —afirmó—-. Siempre estas hermosa, pero hoy con ese vestido, esa palabra te queda corta. Has dejado seca mi garganta. Eres una Diosa mi Diosa…
—Ustedes no se quedan atrás. Son un Dios griego y lo mejor —musité a milímetros de sus labios—. Son todo mío —sonreí arrogante.
—No sabes lo que esas palabras pueden llegar afectar mi cuerpo mi Luna— habló Owen por el link, mientras ronroneaba.
Le dije que no lo dijera— bufó Gabriel sonriente.
Sentí mis mejillas calientes.
Owen y su filtro acabarían conmigo —pensé.
—Corrección, acabaremos en ti.
—¿Qué? —cuestioné atónita.
Gabriel gruñó en desaprobación.
—Nada mi Luna —rio nervioso—. Owen a veces es un poco loco.
—Haré como si nunca lo hubiera escuchado.
—Ven, vamos —entrelazó nuestramos manos y nos guio hasta la mesa.
—Espero que disfrutes la comida —dijo una vez sentados en la mesa.
—Créeme que lo haré —respondí emocionada—. Se ve muy delicioso todo.
Di el primer bocado y no me equivoqué, estaba riquísimo. Comimos en silencio, dedicándonos pequeñas sonrisas junto con miradas cómplices.
Fue un momento demasiado agradable.
—La cena estuvo muy rica —manifesté, después de que termináramos de comer.
—Me alegra que te haya gustado. Pasé varias horas haciéndola.
—¿Cómo? ¿Tú la hiciste? —era una noche de muchas sorpresas.
—Sí —respondió orgulloso—. Gloria me enseño desde los 15.
—Nunca imagine que cocinaras. Necesito verte hacerlo, sería una imagen digna de admirar.
Se vería demasiado Sexy
—Claro que lo harás, pero ahora seguimos con la parte dos de esta hermosa noche —se levantó de la silla.
—¿Parte dos? ¿Hay más? —exclamé, viendo su hermosa sonrisa.
—Sí mi luna —extendió su mano—. ¿Vienes? —agarré su mano y confesé.
—Hasta el fin del mundo solo si es contigo.
—Pero que romántica mi luna —sus manos viajaron a cada lado de mi rostro—. Haces que mi corazón lata tan rápido que temo en sufrir un paro cardiaco.
—Ya somos dos —farfullé, viendo como poco a poco sus labios se acercaban.
—Te amo Emm.
No respondí, solo lo besé, con pasión y mucha dulzura.
Admitía que los sentimientos hacia Gabriel habían cambiado demasiado, pero amarlo era algo más profundo y con un gran significado. Lo quería y mucho, pero también sabía que estaba a solo un paso para que ese querer se convirtiera en amor.
Terminamos el beso y caminamos un par de metros en donde encontramos una manta alrededor de pequeñas velas. Todo siempre estaba completamente iluminado. Me extrañé cuando vi una guitarra.
El cielo se encontraba totalmente oscuro, sin ninguna nube impidiendo el poder apreciar las miles de estrellas mientras la luna se encuentra en el punto más alto. Todo parece estar de nuestro lado.
—¿Tocas? —señalé la guitarra.
— Y canto —una sonrisa tímida apareció en su rostro.
¿Cómo podía ser tan tierno? Era adorable.
—Eres una caja de sorpresas, Gabriel Borkan —recibí un guiño de su parte.
—Ponte cómoda mi Luna —me ayudó a sentarme, bueno si a eso se le podía llamar a esta posición tan incómoda en que me encontraba por culpa del vestido—. Espero te guste.
Dijo, antes de agarrar la guitarra y empezar a tocar los primeros acordes.
(Canción A Thousand Years)
El corazón late rápido
Colores y promesas
¿Cómo ser valiente?
¿Cómo puedo amar cuando tengo miedo de caer?
Pero al verte estar solo Todas
mis dudas de repente desaparecen de alguna manera
Un paso mas cerca
He muerto todos los días esperándote
Cariño, no temas
Te he amado mil años
Te amaré mil años más
El tiempo se detiene
Belleza en todo lo que es
Seré valiente
No dejaré que nada me quite
Lo que está frente a mí
Cada respiro
Cada hora ha llegado a esto
Un paso mas cerca
He muerto todos los días esperándote
Cariño, no temas
Te he amado mil años
Te amaré mil años más
Y todo el tiempo creí que te encontraría El
tiempo me ha traído tu corazón
Te he amado por mil años
Te amaré por mil más
Un paso mas cerca
Un paso mas cerca
He muerto todos los días esperándote
Cariño, no temas
Te he amado mil años
Te amaré mil años más
Y todo el tiempo creí que te encontraría El
tiempo me ha traído tu corazón
Te he amado por mil años
Te amaré por mil más
Todo esto era igual a todas las historias de amor que había leído en toda mi vida. Siempre había soñado con algo como esto, siempre puse que nunca lo viviría, pero…ahora Gabriel había hecho de lo imposible algo completamente posible y mágico.
Si antes había dicho que estaba muy cerca de decirle o sentir que lo amaba, esto me lo confirmaba. Amaba a Gabriel y sí, en muy poco tiempo. Pero así era esto de las almas gemelas o pareja eterna. Los sentimientos que empezaban a crecer, se iban desarrollando y aumentando cada día, en cada momento que ambos compartíamos juntos y cuando menos lo piensas, te encuentras enamorada hasta los huesos por ese lobo…tu lobo.
—Emma —sus manos buscaron las mías—. Por cosas de la Diosa Luna, hizo que tuviera que visitar la manada en la que tus padres vivían, justo ese día habías nacido, antes de llegar al lugar —hizo una pausa mientras negó sonriendo—. Mejor dicho, días antes Owen estaba súper ansioso, nervioso, deseoso. Estaba como un loco, no dejaba de repetir que te encontraríamos, pero yo me negaba a creerlo, por lo general un licántropo autentico encuentra a su mate a los 50 y yo ya tenía 131 años, había perdido cualquier esperanza de que te encontraría…menos Owen —sus ojos cambiaron a dos colores.
Eres mi amor eterno, mi mate, mi alma gemela, mi aliento de vida, mi soporte. Eres todo para mí y sé que no soy el mejor, pero Emm, daré todo de mí para ser el hombre de tus sueños. Viviré solo para ti, mis días serán dedicados solo a ti mi Luna. Y aquí con la Diosa Luna de testigo quiero peguntarte algo. Se levantó, quedando de rodillas. A este punto estaba sollozando de tanto llanto. —¿Quieres pasar toda la eternidad junto a mí? ¿Quieres casarte conmigo Emm? Preguntó, mientras sacaba un anillo de oro. Esto debía de ser un sueño, no podía creer nada de lo que estaba pasando. Retiré mis lágrimas y di un gran suspiro. Miré sus ojos, esos ojos que me cautivaban a diario, que me hacían sentir un mar de sensaciones nuevas. Cada palabra dicha por Gabriel se había grabado en lo más profundo de mi corazón donde nunca serian olvidadas, este era el mejor día de mi vida y estaba segura que tendría más días de estos solo con él. Lo amo Lo amaba mucho. —S-sí —musité con la voz quebrada—. Sí quiero Gabriel —estiré mi mano izquierda donde puso el hermoso y único anillo que sostenía temblando entre sus manos. —Eres todo para mí. No pude responder porque inmediatamente fui atacada por sus deliciosos labios. Cuando nos separamos, yacía acostada en el suelo y él encima de mí. Me volvió a besar, pero me separé lentamente de esos deliciosos labios, para susurrar las dos palabras que sé, había anhelado tanto escuchar. —Te amo. —C-como —sus ojos se oscurecieron—. Repítelo mi Luna, repítelo —suplicó. —Te amo Gabriel —sonreí—. Te amo Owen. —Y nosotros a ti Emm, te amamos —respondió con su voz distorsionada.