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Chapter 3 - Secreto

Gretel y Ben salieron de su escondite y se dirigieron a su cuarto. Sigilosamente, hicieron como si no supieran nada y bajaron de nuevo las escaleras hasta llegar a sus padres.

—¿Qué habéis hecho con el chico?—le dijo Ben a su madre con un tono de voz dulce.

—Lo adoptaremos —dijo su madre enfadada y refunfuñando

—Pero... ¿Qué te ocurre? —le contesta George cansado — Es solo un crio.

—¡No empecemos! —responde mamá Watson.

—Ben, ven para acá. —dijo Gretel a su hermano,

Ben fue hacia ella y Gretel le dijo:

—No sirve de nada meterte en la discusión de dos trogloditas. —dijo entre risas.

Ambos observaban a sus padres mientras se morían de risa.

—Gretel, les faltan las cuevas ¡Ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja!

—¡Te he dicho que lo cuidas tú! —Estoy cansada de tanto jaleo.

—¡Cállate! Que dolor de cabeza. ¡Cómo te pones por cuidar a un mísero crio! Ven al sótano conmigo y verás.

—¿Para qué? —respondió extrañada.

George salió de la entrada y bajó hacia el sótano, seguido de su mujer, Mery Watson. Cerró la puerta del sótano, y Ben y Gretel salieron corriendo y se pusieron a escuchar desde la puerta.

—Ben, no hay nada que me pueda sorprender de estos dos ja, ja, ja.

—Mery, no he acogido el chico solo porque me lo encontrara sobre el felpudo de la casa.

—¡Sorpréndeme! —dijo Mery Watson.

—Veras... Cómo lo explico sin parecer un loco. Salí de casa, me encontré al chico, le miré a los ojos y sentí como que me conjuró. Me sentí completamente en paz y me recordó cosas de cuando yo estaba en el orfanato.

—Pretendes que me crea una chorrada de que un bebé te ha conjurado. Ja, ja, ja. Cada día me sorprendes más. —Dijo Mery Watson riéndose. —Cuidaremos el bebé como una persona normal y corriente. Punto y final.

—Pero..., no miento... —respondió George Watson.

Los chicos escucharon los pasos de Mery dirigiéndose hacia la puerta y subieron las escaleras muy rápidamente. En cuánto Mery abrió la puerta, los chicos ya estaban en su cuarto.

—Ben... ¿Crees a papá? —preguntó Gretel indecisa.

—Aunque suene muy irreal, me encantaría que nuestro hermanastro fuera algún tipo de mago o brujo.

Los años tomaron efecto y Charlie creció feliz junto a sus hermanastros. Al cumplir los tres años de edad, Charlie empezó a ir al colegio e hizo amigos, pero también hizo enemigos. Sus padrastros, no volvieron a hablar sobre lo ocurrido a George el día de la adopción de Charlie. La felicidad de Charlie cambió al cumplir los doce años de edad. Su madrasta, Mery Watson cambió el odio hacia un bebé por amor hacia un hijo. Charlie y ella se trataban como madre e hijo y todo iba perfectamente hasta que el chico popular del colegio se reía de Charlie.

—¿Y tu foto de nacimiento? Es verdad, eres adoptado. Ja, ja, ja. —Dijo Jonhy Scot a Charlie con una actitud burlona y desagradable.

—Sabes que soy el hijo de los Watson ¡Déjame en paz! —Respondió Charlie enfadado.

Jonhy al sentirse humillado por Charlie se tiró encima de él e intentó pegarle hasta que miró fijamente a Charlie. El enfado de Jonhy desapareció y sintió una increíble sensación de paz. Se puso rojo y se avergonzó de intentar pegar a Charlie, le pidió perdón delante de todos los niños que les observaban. Al cabo de un minuto, el hechizo que Charlie le hizo con la mirada, desapareció y con ella la paz de Jonhy. Se dio cuenta de todo y empezó a chillar mientras corría.

—¡Es un brujo! ¡Tened cuidado! —Chillaba Jonhy sin parar.

En ese instante, Charlie descubrió que tenía poderes y que podía hacer cosas que los demás no. Esperó a que terminara el colegio y salió corriendo hacia su casa. Tenía una increíble ilusión y con ella, las ganas de contárselo a su supuesta familia. Llegó a su casa y llamó al timbre.

—¡Mamá! ¡Abre! ¡Soy Charlie! —Decía mientras chillaba como un maniático ante la puerta.

Su madrastra, Mery Watson, salió de inmediato a abrir la puerta y recibió a Charlie con un abrazo.

—Mamá, ¿puedo preguntarte algo?

—Claro hijo ¿Qué te pasa? —Respondió extrañada

—Verás.... ¿soy adoptado?

—¡No! ¿Quién te ha dicho esa insensatez? —Respondió la señora Watson enfadada.

—Querría preguntarte otra cosa. Mamá, ¿tengo poderes?

—¿Cómo vas a tener poderes? Charlie eres humano. —Contestó Mery Watson temblando.

Charlie se fue al cuarto de sus hermanos e hizo como nada. Mientras tanto, la señora Watson comenzó a temblar y llamó a su marido de inmediato.

—¡George! ¡Ven a casa! ¡Corre! —Dijo por teléfono asustada.

—¿Qué ocurre Mery? De todas formas, voy para allá. —Respondió George Watson extrañado.

—Ahora te cuento en casa. Es sobre Charlie.

—Voy para allá.

George llegó a casa y Mery se lo llevó al sótano. Cerró la puerta con pestillo y le dijo:

—¿Te acuerdas de la noche en el que te encontraste a Charlie sobre el felpudo de la puerta?

—Claro que me acuerdo. —Contestó George asustado. —¿Por qué me cuentas esto ahora?

—Verás... Charlie me ha preguntado si él tiene poderes.

—Lo sabía, este chico tiene algo que esconder. —Responde George alegre.

Ambos salieron del sótano y empezaron a asustarse. Realmente, Charlie no era un humano normal y corriente, era algo diferente, eso era obvio. A Mery Watson se le ocurrió la magnífica idea de contarle a Charlie lo que le ocurrió a George el día en el que le adoptaron. Pero esa idea quedó totalmente denegada, ya que eso implicaría contarle a Charlie que es verdaderamente un chico adoptado. El terror les invadió y pensaron en llevar a Charlie a la iglesia, quizás el padre Jake Brith supiera algo de los humanos con poderes. Y eso fue lo que hicieron, le dijeron a Charlie la idea de ir a la iglesia y Charlie alegremente y con curiosidad, aceptó.

—Charlie, creemos que deberías de ir a la iglesia. Quizás, el padre sepa algo sobre los humanos con poderes o algo así. Solo queremos tu bien.

—Vale. —Contestó Charlie educadamente.