Aquel viaje que parecía el último, aquella sensación de debilidad, mis brazos llenos de cables, siendo más máquina que persona, deseando el fin.

En medio de ese infierno apareciste tú, con tu sonrisa perfecta y ese precioso cabello dorado, convirtiendo el peor momento de mi vida en el mejor.

Me diste fuerzas para seguir, contaba los segundos esperando el momento de estar contigo.

Todavía en mi mente resuenan las promesas que nos hicimos y esas tardes que soñábamos despiertos en aquella cama de hospital.

La única vez que vi tristeza en tu rostro fue el día de mi marcha, aunque una parte de mi se quedó contigo.

Volví a una vida de soledad, con tú recuerdo, queriendo volver a pasar por el infierno porque sabía que al final de este estarías tú.

Deseaba al abrir los ojos  verte a mi lado y darme cuenta de que todo fue una pesadilla a la cual no debo de regresar.

Pero ese deseo como nuestras promesas nunca tendrán lugar.