Chereads / Reyes de Oro y Plata / Chapter 13 - 9

Chapter 13 - 9

No tiene un plan.

Elio se cubre el rostro con las dos manos, suspirando.

Empieza a intentar quitarse un pellejo de las uñas una vez que deja caer las manos en el regazo, pero rápidamente se detiene, mientras se da un vistazo en el espejo para acostumbrarse al reflejo de Amaris. No tiene tiempo para lamentarse por todo lo que está sucediendo en su vida por más irreal que parezca.

El cabello castaño oscuro y ondulado de Amaris roza sus hombros huesudos, haciendo contraste con su rostro lleno de rasgos suaves, poco toscos, que se vería bien como el de Mikael, sino fuera por la furiosa cicatriz blanquecina que parte en diagonal por el puente de su nariz hasta su ceja izquierda. Es alto, casi el metro ochenta y cinco, y tiene la piel de un moreno claro que luce brillante contra el sol que se cuela por la ventana, tan extraño a como se imaginaba a Amaris Víbora del libro, puesto que nunca lo describieron con exactitud. Es agraciado, pero no lo suficiente para llamar la atención, mucho menos con la cicatriz. La ropa y los zapatos que le trajeron las onamuhs le quedan grandes, de lo tanto que adelgazó Amaris estando en coma por un año. Se siente ridículo pese a no ser su cuerpo quien luce esta vestimenta.

Elio solo necesita sobrevivir, ¿no es así? ¿O quizá haya algún modo de regresar? ¿Alguna piedra mágica o un talismán escondido en el lugar más peligroso del Reino? ¿Tal vez asesinar a un personaje sea la clave? ¿O... morir?

Pero, las voces le dijeron que tenía que vivir. Además, está esa absurda promesa que no recuerda haber hecho. No puede ser tan fácil como respirar y observar a los personajes de lejos, no cuando está en el cuerpo de Amaris y tiene contacto con aquellos que quieren destruir de alguna forma al protagonista. Y si se esconde, las respuestas nunca llegarán (¿qué es este mundo? ¿Por qué su maldición se parece a los poderes de Reyes de Oro y Plata? ¿Qué es lo que planeó Amaris verdaderamente? ¿Por qué se aventó de un barranco? ¿Y cómo es el rostro de Sak Eclipsis siendo una persona real? ¿De quién es la muerte que no recuerda?).

Alguien toca a su puerta.

Eli se arranca un pellejo del pulgar, dubitativo si abrirla o quedarse escondido y no ir a la reunión con Aurora.

Quiere quedarse.

No quiere ir.

Morirá.

Es seguro, morirá.

Otra vez tocan.

Elio vuelve arrancarse un pellejo de la misma uña, y siente la sangre resbalar por el pulgar. Sisea bajo su aliento, observando la mano temblar ante el mínimo movimiento, como si cada parte del cuerpo de Amaris le advirtiera que no es buena idea ir. Se limpia la sangre lamiendo el dedo, y frunce el ceño cuando el sabor metálico inunda su boca. Las dudas rondan por su mente con frenesí, y teme que su esencia esté agitándose por lo mismo. Intenta respirar profundo, controlándose para no cometer un error otra vez. Sería tan fácil morir... Dejarlo estar y regresar con su familia. Pero, Elio sabe que esto no será sencillo. Cualquier paso que dé dudando, podría ser falso. Tiene que estar seguro de lo que desea, cuánto está dispuesto a sacrificar para regresar a su mundo y si vale la pena poner de malas a Aurora por hacerla esperar.

Nuevamente, tocan la puerta, menos paciente que hace tan solo unos minutos.

Elio asiente para sí mismo, y camina con rapidez, abriendo la puerta de par en par antes de que el poco valor que agarró se disperse de su sistema. No podrá escapar de ella, por más que la evite, de alguna u otra manera tiene que enfrentarla. Si sobrevive hoy, tal vez mañana no. Aurora puede ser su verdugo o salvadora. Si existe la mínima posibilidad de que lo ayude, Elio debe tomarla.

Mikael resplandece a la luz del día, vistiendo su camisa blanca de manga larga con un bordado en hilo de oro de una víbora abrazando el Sol justo en el pecho, dándole una apariencia etérea, contrastando con su piel pálida. Sus ojos dorados salpicados de un poco de plata lo estudian, sin un ápice de emoción, y entre su cabello castaño oscuro ondulado se vislumbra el arete del heredero, tintineando y acariciando frívolamente su quijada.

Su hermano mayor ladea la cabeza y frunce el ceño.

Elio retrocede un paso, dispuesto a cerrarle la puerta en la cara a Mikael y esconderse debajo de la cama, porque su valentía se drena de golpe bajo el escrutinio. Si hubiera sabido que Mikael vendría, Elio nunca habría abierto.

-Solaris esté contigo, hermano -saluda Elio, inclinando su cabeza para mostrar respeto a Mikael, quien básicamente tiene más poder que él en todas las formas posibles-. No sabía que me escoltarías.

Mikael no le devuelve el saludo, y Elio tampoco lo esperaba. En cambio, se acerca al cuerpo de Amaris, observándolo de pies a cabeza.

-Madre lo ordenó -responde haciendo un ademán para restarle importancia-. Era hacerlo yo o dejar que Calixto me reemplazara -Mikael posa sus manos detrás de su espalda, igual a un soldado-. Como sabes, nuestro hermano es muy volátil. No sabe acatar órdenes, por lo que apenas y respeta las de Madre.

Elio se estremece de solo pensar en lo que habría sido de él a solas con Calixto.

-Comprendo, hermano. Lo agradezco, aunque hayan sido órdenes de Madre.

Mikael asiente, suspirando.

-Sí, Madre te está favoreciendo sin razón alguna, deberías estar agradecido. Ser un desencial es muy mal visto, Amaris. Los esencialistas los cazan por traición. -Hay un brillo peligroso en su mirada, que desaparece en un segundo.

Elio siente cómo el estómago se le revuelve de ansiedad y miedo, entumeciendo los dedos de Amaris. Tiene una nueva jaqueca de tanto estrés y dudas; ¿quién querría matarlo? ¿Por qué el desprecio es abismal en alguien que no eligió la esencia con la que nació? En todo caso, es culpa de los padres. Sin embargo, en esta situación en particular, Aurora es quien dio a luz a un desencial, debería darle algún privilegio sobre los demás, siendo la Consejera Real del Rey. Mas, Mikael fue enviado por Aurora para protegerlo porque no confía en que los guardias de su palacio puedan mantener sus votos ante un esencialista que rompe sus normas. Desafiar a Aurora solamente porque su hijo es un desencial habla mucho sobre el Reino y cómo se rige.

Mikael no traicionaría lo que ordene su madre, por más que sepa que mantener con vida a Amaris solo haría de su Casa el hazmerreír del Reino. No les sirve vivo, pero tampoco muerto. Matarlo a esas alturas haría que la imagen de la Casa Víbora se desmorone y que el Rey Érebo los deseche de su Corte por la presión de los demás nobles que no desean que Aurora siga como la mano derecha del monarca.

Alza la vista tratando de despejar su mente, porque no sirve de nada en ese momento tantas teorías, que tal vez lo ilusionen. Leer las escenas es una cosa bastante diferente que vivirlas, pero tiene claro que no puede huir. El destino de Amaris debe cambiar para que Elio siga viviendo; eso no quiere decir que la novela no seguirá su mismo curso. Quizá otra problemática despierte el interés del Príncipe de Oro y lo obligue a regresar a su lugar después de todos estos años.

-Sé que Madre me necesita vivo, hermano -Elio responde encogiéndose de hombros, tratando de lucir despreocupado, pese al ligero temblor en su mano derecha la cual entrelaza con la otra para evitar que se note. Mikael no dejaría pasar un gesto así, mucho menos Calixto-. Si tú fuiste enviado aquí, es porque eres más confiable que mil soldados.

Mikael, por primera vez desde que lo conoció, sonríe dejando de ladear la cabeza. Elio traga con fuerza, porque nunca creyó que un hombre podría ser tan hermoso haciendo un gesto tan banal.

-En esta Casa, la adulación no te llevará a ningún lado, Amaris. -Niega con la cabeza, como si estuviera decepcionado. Sin embargo, se echa unos pasos hacia atrás, dándole más visión de afuera a Elio, quien está más concentrado en el rostro de Mikael y cada una de sus reacciones-. Y sí, Madre te necesita. Al menos estás consciente de lo evidente.

-Pero ¿por qué, hermano? -Elio cuestiona, quizá con la esperanza que Mikael le dé la respuesta que tal vez lo ayude a tomar una decisión antes de tiempo. Si la desesperación de seguir con vida no hará que firme un trato que lo condenará por la eternidad.

En un mundo de cosas inexplicables, Elio podría sufrir a grandes rasgos.

Sin embargo, Mikael se encoge de hombros.

-Cuando Madre asegure esto contigo, lo dirá. Hasta entonces, tal vez Calixto sea el único que tiene una mejor idea de lo que está pasando, por eso también decidió quedarse atrás. -Mikael le hace una seña con la cabeza para que empiecen a caminar hacia su destino-. Nuestro hermano es sumamente inteligente, de eso no hay duda, quizá mucho más que yo. Pero, es impaciente e impulsivo. No se guarda ninguna opinión y eso ha dejado muy mal posicionada a nuestra Casa en innumerables ocasiones.

El camino que se abre delante de ellos hace que Elio deje de respirar por un segundo, sin haber prestado atención a lo que había a su alrededor hasta que los gestos de Mikael ya no fueron un problema. Un pasillo de piedra con material resplandeciente (probablemente oro como en la habitación) y columnas llenas de hiedra confirman que Elio ya no está en su mundo, ni por un poco. La habitación en donde se está quedando está aislada de cualquier otro lugar, salvo de pasillos vacíos, con plantas adornando cada pared y sombra, más árboles obstruyendo su visión, como si estuvieran resguardando algo... seguramente a él. Su asombro no es solamente por el panorama, sino porque Mikael está utilizando su esencia y Elio puede verla. El olor a rocío, flores y tierra húmeda inunda sus sentidos al mismo tiempo que el polvo dorado acaricia y remueve cada árbol y arbusto de su camino con destreza, con simplicidad, como si fuera tan fácil y normal. Quizá lo sea porque está en el mundo de Reyes de Oro y Plata.

No observan más que plantas y piedra con oro por unos veinte minutos, en completo silencio, sin nada mejor de qué hablar. ¿Cómo podría hacerlo cuando está más que confirmado que esto no es un sueño y se encuentra en un mundo que solo ha leído? ¿De qué podría hablar en ese segundo si solo está pensando en que en cualquier momento podría morir? Ya no puede huir. No hay vuelta atrás. Su confianza ha ido en descenso desde que despertó y se convenció a sí mismo que esto no puede ser una alucinación. Hay un mundo más allá de las cuatro paredes de la habitación donde fue confinado. Que Mikael esté utilizando su esencia como si fuera lo más trivial y normal, llevándolo con una mujer (la madre de Amaris) que tiene el doble -tal vez el triple- de esencia que Mikael y el poder en el Reino de destruir y desaparecer a cualquier, despierta la ansiedad que retuerce cada músculo de su estómago.

¿Qué podría ofrecerle su hijo menor que nunca ha visto la luz del Sol por diecisiete años? ¿Qué podría darle Elio, como Amaris, teniendo esencia de otro Clan? Es ilógico, estúpido e imposible que Aurora vea en Amaris (Elio) una utilidad, que como mártir.

-No te va a matar, eso nos haría quedar mal ante la Corte -Mikael murmura, aun haciendo ademanes simples para limpiar el pasillo-. Madre es complicada.

-Madre es complicada, lo sé -Pero temo que me obligue a sacrificar más de lo que puedo ofrecer, piensa Elio- y si Calixto quiso quedarse atrás para debatir sobre mi destino, mi esperanza de vida tal vez sea alta, hermano.

Mikael se queda un momento callado, sospesando lo que su comentario tenga de cierto.

Calixto, como mencionó Mikael, no es alguien que se guarde sus opiniones, es el que más se opone a que Elio sobreviva y tenga un trato digno en la Casa. No quiere sacar conclusiones tan apresuradas y con tan poca información de los personajes, sin embargo, no puede evitar pensar que Aurora está buscando una manera de salvarlo.

La gran pregunta es: ¿por qué? ¿Qué es lo que gana?

Es tarde para dar vuelta atrás, Elio lo sabe. De todos modos, sea lo que sea, debe pagar un precio por ello. ¿Qué podría ofrecer Elio? Es otra pregunta que tampoco tiene respuesta, a menos que sea su vida.

Mikael y Elio se detienen frente a una puerta doble de roble más altas y gruesas que las de su cuarto, lucen tan pesadas que no cree que con pura fuerza bruta podrían lograr abrirlas, la imagen de una víbora mostrando los colmillos y rellana de oro está tallada en medio, cubriendo gran parte de la fisura. Hay dos raíces adheridas en cada lado, como si estuvieran puestas ahí a propósito, casi pasando desapercibidas por la delgadez de éstas. No es hasta que Mikael da un paso hacia enfrente y alza sus brazos, sus palmas dando hacia las puertas, el polvo agitándose mucho más que antes, es que tiene una idea de para qué sirven las raíces, ya no luciendo pequeñas al alimentarse más y más de la esencia de su hermano, enrollándose en cada puerta, abriéndolas solo para que una persona pase entre ellas.

-Detesto esta puerta -escucha que Mikael murmura bajo su aliento.

Elio trata de no mostrar mucho asombro, pero es imposible cuando ve por primera vez cómo funciona la esencia y el control que tiene Mikael sobre su poder. El hermano de Amaris es preciso, metódico y no deja que su esencia fluya más de lo necesario, por eso Elio no sintió su presencia fuera del cuarto. No como la noche anterior: Calixto agitado y a punto de perder la paciencia, haciendo que su habitación se sintiera sofocante.

-Pasa primero, Amaris.

Elio une sus manos enfrente de sí mismo, entrando a lo desconocido. Sus pasos se escuchan como eco, es lo primero nota cuando la oscuridad los envuelve por un segundo gracias a la grosura de las puertas haciendo sombra, hasta que la luz lo ciega. Un techo de cristal resplandece en diferentes tonalidades, colando la luz natural sin quemarlos, raíces de hiedra adornando las paredes de piedra del salón en el que se encuentran, y Elio distingue una vez más el oro del castillo de la Casa Víbora. Hay cuadros de personas que le parecen vagamente familiares, adornos de espadas hechas con raíces, otras de metal y también de oro, no hay armaduras o candelabros, solo pinturas de rostros y paisajes.

Mikael cierra la puerta y camina delante de él.

-Vamos, Madre espera -lo apresura, el piso de mármol reflejándolo, como si fuera agua.

Elio nunca había visto algo tan precioso en su vida.

¿Qué será ese cristal que deslumbra como si tuviera pedazos de estrellas y se mueven en olas contra la luz del sol?

Yolia, una voz hace eco en su cabeza dándole la respuesta.

Es un material precioso hecho con esencia, que solo tres familias -Eclipsis, Víbora y Kalam- poseen en enormes cantidades por todo el Reino en sus castillos y palacios por lo asquerosamente valioso que es. Más fuerte que el acero y moldeable a voluntad con el conocimiento suficiente del material. Amaris leyó sobre él en la biblioteca de su hermano Mikael, cuando éste se encontraba en la Academia, su origen sigue siendo un misterio. Se construyó en el Castillo Víbora cuando Aurora se convirtió en Consejera Real para demostrarles a los demás nobles que su poder había escalado, poseyendo casi el mismo nivel que la Casa Eclipsis. Eso acalló cualquier oposición a su puesto, ya que, el Rey le dio el permiso para que los artesanos de la Corte Eclipse lo hicieran. Lo utilizan también en armaduras, pero en mínima cantidad, al servir como defensa.

Amaris era un fanático del Yolia, al parecer.

Elio niega con la cabeza, toda esa información es tan innecesaria que quiere llorar. ¿Por qué no se pudo memorizar otra cosa que pudiera ser funcional para este momento?

Con razón la única opción más viable para vengarse de su familia, según Amaris, era aventarse de un barranco, hacer un trato entre mundos con Elio que no tenía nada qué ver, darle pistas de dónde está y quién es, y obligarlo a seguir viviendo con una promesa que no puede romper.

El murmullo de gente hablando y caminando se hace más fuerte cuanto más avanzan, pasando por pasillos y puertas a destinos desconocidos. Uno que otro corredor da hacia un jardín o ala del castillo con más puertas, pero al aire libre, gente a lo lejos en armaduras llenas de detalles hechos de Yolia, y logra diferenciar a los onamuhs (hombres y mujeres) por el número nueve en las partes traseras de sus manos vislumbrándose a lo lejos.

Es cuando de pronto recuerda un detalle importante.

-¿Padre dónde se encuentra? -Elio pregunta.

No tiene mucha información sobre Hiperión Víbora, el consorte medio plata de Aurora, más que unas cuantas menciones que decían que estaba siempre callado, con la cabeza gacha, escuchando lo que su esposa y Señora tenía que decirle en susurros. No lo describen mucho, entonces, para Elio es un borrón que lo pone nervioso. Como todo lo demás, Hiperión es una incógnita que podría desatar caos.

Mikael frunce el ceño, volteándolo a ver.

-¿Padre? Seguramente se encuentra en el ala de entrenamiento. No suele salir de ahí a menos que Madre lo invoque, lo que suele ser bastante frecuente. -Mikael responde sin mostrar otra emoción-. ¿Por qué sentiste curiosidad? No solías llevarte con Padre.

Eso llama la atención de Elio. No sabe qué tipo de relación tienen Amaris y su padre, pero supone que no es buena, debe haber bastante animosidad si a Mikael le extrañó que Elio preguntara por él. Tiene curiosidad, es irremediable. Hiperión sería un inconveniente si es más importante de lo que su papá resaltó en su novela. Debe prepararse para cualquier situación, ya que no puede estar temblando y nervioso por cualquier cosa. No tiene tiempo para ataques de ansiedad, pero puede sentir uno acechándolo como buitre.

-No solía llevarme con nadie, si mi memoria no me falla más, hermano -Elio suspira con pesadez, tratando de no sonar grosero, pero Mikael no se ofende, al contrario, niega con la cabeza, entretenido.

-Es cierto -coincide el gemelo-. De cualquier forma, es extraño que presentes interés por alguien además de Madre.

-Consideré que Padre podría estar también en la reunión, por la gravedad del asunto. Madre es apegada a él, pese a ser la Señora. -Elio teme haber dicho algo incorrecto cuando la oración sale de su boca, otra vez siente el temblor en su mano derecha.

Mikael alza las cejas, sus inexpresivos ojos muestran un deje de sorpresa.

-Padre estará en la reunión, pero después de que tú y Madre hablen a solas -dice, sin responder realmente a lo último.

Elio aprieta sus manos en puños al notar que sus pasos están siendo más lentos. No tardan en llegar a su destino.

-Entiendo, hermano.

Se detienen por segunda y última vez en una puerta doble, esta vez el diseño tallado es completamente diferente a todas las demás: una mujer de rodillas cubriéndose el rostro con las palmas entrecruzadas hacia fuera, un tatuaje distinto en cada una; su mano derecha de un sol y en la otra, una luna, mientras raíces salen detrás de su cuerpo. Debe ser un tipo de veneración a su Diosa Eclipse. Aquí dan ofrendas a la fundadora del Reino, dicen que era tan poderosa que decidió ascender más allá de los límites humanos. En la novela, su padre no menciona tampoco mucho sobre Ella, ya que la religión no existe como tal, la Diosa expresó en sus últimos años como humana que cuando ascendiera, no quisiera que fuera venerada en templos.

Será común encontrarse con referencias a Ella, de todos modos. No sabe a qué grado tendrá que estudiarla, si sobrevive a este día.

Mikael toca a la puerta una vez, mas, no hay respuesta por un prolongado tiempo.

-Calixto debe estar siendo un dolor de cabeza -el gemelo farfulla fría y escalofriantemente, la furia siendo una de las primeras emociones que pasan por sus facciones inexpresivas.

Y sin más, abre de golpe logrando que la voz de Calixto brote.

En el otro extremo, frente a una ventana abierta de par en par hacia un jardín de rosas, se encuentra Calixto a los pies de una mujer sentada observando el paisaje, su cabello azabache le llega hasta su regazo, arropada en un vestido blanco con un bordado dorado que no alcanza a discernir, y en su cabeza una tiara de una víbora en un círculo de oro adornándola. Hay un desinterés en su postura, negándose a observar a Calixto, siquiera reconocer que está en el suelo, implorando como si no fuera más que un Onamuh.

-Madre, por favor, le ruego que lo reconsidere. ¡Es una blasfemia! ¡Qué dirán! Debe pensarlo con más detenimiento. Si usted... -No alcanza a terminar su frase porque Aurora Víbora levanta su mano, acallándolo, después bajándola a su regazo.

-Calixto -su voz carece calidez y fuerza, pero tiene una autoridad que hace que todos se congelen en la habitación, temblando. Es entonces que ella voltea a ver a su hijo-. La Casa Víbora no ruega -decreta, casi siseándolo. Calixto baja la mirada, avergonzado-. Y no voy a reconsiderar una decisión que ya he tomado, estés de acuerdo o no. No volveré a repetirlo. ¿Entiendes?

Calixto asiente, resignado, sumisamente.

Aurora niega con la cabeza, tomando entre su mano derecha la barbilla de su hijo para obligarlo a que la vea a los ojos.

-¿Lo entendiste, Calixto?

El gemelo asiente una vez más, temeroso.

-Sí, Madre.

La mujer lo suelta, suspirando.

-Cierra la puerta, Mikael -la Señora de la Casa Víbora se levanta de su asiento, y Elio casi se atraganta con su saliva cuando el rostro de Aurora queda a la vista por completo. Delicados rasgos como los que tiene Mikael, acentuados por el peinado en su cabello negro como el ébano, un poco más alta que un Calixto arrodillado y su piel morena luminosa contra el sol de invierno, la hacen lucir como un ser de otro mundo. Lo cual es.

Un temblor ligero inunda su cuerpo, entrando en un trance.

Es su mamá. Es Sasil.

Como si nunca la hubiera perdido, ella está a solo unos pasos, con un semblante sereno y apacible. Elio abre la boca sin saber qué decir, miedoso de que todo sea una alucinación cruel, muy cruel. Ella está aquí. Sasil, su madre, su mamá, está atrapada aquí también.

No puede ser. Ella está muerta. Mamá está muerta. La vio. Ese día, él la vio. No puede ser. Y en este mundo, ¿ella...? ¿Es ella?

Su vista no puede engañarlo. ¿Cómo no reconocería a la mujer que le dio a luz? Pero ¿qué hace su mamá en este lugar? ¿Vino para llevárselo con su padre y hermana? ¿O también ella está cautiva en este infierno?

Entonces, la mujer lo mira a los ojos y Elio sabe que esa no es su madre.

Los ojos dorados como el oro que resplandece en estas paredes tan irreales lo observan con una apatía que lo hace estremecer de pies a cabeza. Esa definitivamente no es Sasil. No cuando la mujer se acerca a él, abandonando a su hijo Calixto en el suelo, humillado y sonrojado de furia.

Escucha la madera crujir detrás de sí, y eso quiere decir que Mikael los ha encerrado en este espacio, sin más escapatoria que la ventana enfrente de ellos.

-Solaris esté con usted, Madre -Mikael es el primero en ponerse de rodillas, jalando a Elio con él, pero está sin palabras para repetir el saludo ni siquiera consciente de que su hermano mayor lo tocó, pareciera que el gato se comió su lengua. Su mente está desenfrenada, sin saber qué pensar. La coherencia se escapó de su agarre al momento que Aurora Víbora se mostró.

-Nunca vuelvas a irrumpir de esa manera, Mikael. No importa cuánto tu hermano sea una molestia. Te enseñé mejor que eso -Aurora reprende, sus penetrantes ojos anormales con una indiferencia abrumadora que traspasa a la de Mikael convierte a Elio en la nada misma,

-Madre, Mikael... -Calixto trata de defenderlo, pero su gemelo lo interrumpe, lanzándole una mirada que equivale a mil dagas.

-Ruego me disculpe, Madre. No quería ser grosero e impertinente al abrir la puerta sin su permiso -dice Mikael, haciendo una reverencia, arrodillado para demostrar su arrepentimiento.

-Por lo menos estás consciente de tus errores. No como tu hermano.

Aurora regresa a su asiento, alisando su vestido, mientras Calixto y Mikael se levantan del suelo, éste último obligando a su hermano menor a ponerse de pie, sin entender que las piernas de Elio no responden como quisiera. Está confundido... Sumamente confundido. Pero esta dinámica no lo es del todo. Le recuerda a su papá, Juan, siempre decepcionado, suspirando, sus ojos cansados y llenos de ojeras que tenían ese destello de tristeza y desesperación, sin saber qué hacer con su hijo respondón y furioso con el universo. Aunque, Aurora sí sabe qué hacer con sus gemelos, aun si uno no sabe cuándo callarse y el otro siempre le está besando los pies para no meterse en problemas.

-Déjennos -ordena Aurora hacia Mikael y Calixto.

-Eclipse la acompañe, Madre -los dos se despiden al unísono, dando una reverencia.

Elio se siente un poco perdido y está a punto de irse con ellos, cuando siente una raíz tomándolo del brazo, inmovilizándolo en su lugar. Desconoce en qué momento Aurora reunió esencia para retenerlo, y eso es lo que da terror. Ella podría asesinarlo en un abrir y cerrar de ojos, en este segundo si lo quisiera.

-¿Has olvidado el fin de esta reunión o por qué tratas de huir, Amaris?

Elio no halla su voz, por lo tanto, no puede contestar a la pregunta de Aurora.

Calixto pasa a su lado, sus ojos dorados centellan escalofriantemente, como si quisiera asesinarlo ahí y ahora. Sin embargo, abandona la habitación sin una palabra de su parte, Mikael tampoco lo hace, ni siquiera una mirada dándole algún tipo de esperanza. ¿Y qué esperaba realmente? Mikael nunca le dio alguna señal de que estaba de su lado. En todo caso, siempre lo vio con una indiferencia que le hace competencia a la de Aurora, inexpresivo hasta la médula y sonriendo si eso significaba que estaba siendo entretenido. Nunca sincero, ni confiable.

La puerta se cierra detrás de él y Elio siente cómo un nudo se le forma en el estómago,

Se le olvida que esta es la Casa Víbora. Eres aliado o enemigo. Sin punto medio.

-Acércate, Amaris -ordena su madre, su tono de voz más suave que antes, la raíz desenroscándose de su cuerpo para darle movilidad.

Elio complace a Aurora y camina hacia ella, disimulando el ligero temblor en sus extremidades, el nerviosismo y terror destrozándolo. La mirada dorada de Aurora, tan parecida a la de Calixto, no muestran ninguna emoción que reconozca. O Amaris no le compartió esos recuerdos, o Aurora nunca visitó a su hijo con tal frecuencia que le hacía posible que pudiera aprenderse cada gesto y facción, dejándolos como lo que son en ese momento: extraños. La relación sanguínea siendo lo único que los une.

Cuando Elio está frente a ella, sabe que tiene que arrodillarse, así que lo hace, quedándose cara a cara a una mujer que tiene cada arruga y marca que su madre, Sasil, pero no su alma. No aquella chispa que la hacía tan única. Aurora Víbora luce como un caparazón vacío, sin pasión ni sentir. Una desconocida tomando el cuerpo de aquella mujer que le dio vida.

Luce tan hermosa e irreal, un collar de Yolia en forma de sol tintineando contra sus clavículas. No sonríe, ni parece conmocionada de ver a su hijo menor despierto de un coma de un año, sobreviviente de haberse aventado de un barranco.

Su padre era un ser tan retorcido, castigándolo de esta manera.

Elio siente las lágrimas que amenazan con caer.

-Un año sin ver tu rostro despierto fue un martirio para mí, Amaris. Pensé que te perdería. -Ella alza su mano derecha, acariciando delicadamente la cicatriz en medio de su rostro-. ¿Por qué lo hiciste? ¿Tanto nos odiabas, hijo mío?

Elio es incapaz de articular oración alguna, sintiéndose conmovido un momento por la tristeza que adorna la voz de Aurora. Aun si aparenta ser una madre amorosa con esa mirada tan indolente.

-Qué terrible destino el tuyo, Amaris. Naciste marchito y tan precioso. -Niega con la cabeza, sonando desilusionada-. Mírate ahora, tu belleza perdida por tu ambición, convertido en una aberración; una escoria. -Ella acaricia una vez más su mejilla, una sombra inhumana aterrorizando sus rasgos-. ¿Es esto lo que querías? ¿Convertirte en un Plata corrompido? ¿En la ruina de nuestra Casa?

Los labios de Elio tiemblan, ¿cómo puede ser tan cruel teniendo el rostro de su madre? Oh, pero él ve más allá de esa fachada suya. Aurora se está burlando de Elio, quiere que rompa a llorar. Quiere que implore por su vida y que se convierta en su títere. ¿Es esta su percepción de Amaris? ¿Alguien tan fácil de manipular? No puede convertirse en su mártir. No sin respuestas.

-¿Por qué me mantiene vivo si soy una escoria, Madre? -Se arma de valor para soltar esa pregunta, aunque esté cagándose de miedo. Su estómago revuelto hasta más no poder, sintiendo el vómito apenas contenido por pura voluntad desde que ella empezó a acariciarlo.

Aurora sonríe, demostrando curiosidad.

-Pese a que estás temblando bajo mi toque, me confrontas como si no tuvieras miedo a ofenderme. -Quita su mano del cuerpo de Amaris, riendo como si hubiera dejado de fingir-. Tienes razón, ¿por qué te mantengo vivo? Calixto lo descifró, Mikael al parecer está en ello. No esperaba que tú también.

-Todos saben de mi naturaleza, ¿no es así?

La Señora Víbora alza una ceja y ladea su cabeza.

-Ah, cierto. Escuchaste a escondidas la conversación de los gemelos. -Se recarga por completo en su silla, apoyando su codo en el reposabrazos y descansando su mentón en el dorso de su mano-. Sí, todo en el reino saben que eres un desencial. No sería la Consejera Real si no tuviera a unos cuantos espías de otros Casas en el Castillo.

-Entonces, no puede matarme porque el Reino sabe que soy un Plata y estoy vivo... -murmura Elio no sabiendo cuál es el punto al que quiere llegar exactamente.

-Amaris, ser un desencial lleva una carga mucho más pesada que haber nacido como un bastardo. Más siendo el hijo de uno de los cuatro Señores del Clan Oro. El peso que tiene tu simple existencia podría arruinar la Casa Víbora. -Hay una severidad en el tono de su voz, casi como si quiera transmitirle la ofensa que siente el simplemente verlo, saber que existe esa anomalía en su Casa-. No quiero entender por qué decidiste aventarte de ese barranco. Lo hiciste y punto. Tus acciones han sido más impertinentes que las de Calixto. En este momento, despertaste como un Plata, pero sigues siendo mi hijo. Podría asesinarte, sí, pero la Corte Real haría lo posible por quitarme mi puesto. Por lo tanto, ¿qué me queda?

Elio se tensa.

-No me puede esconder ni asesinar.

Aurora sonríe, acercando su rostro al de Amaris.

-Dime, Amaris, ¿qué piensas que haré contigo?

Eli sospesa un momento más la pregunta que le acaba de hacer Aurora, como si fuera la clave a lo que ella le está insinuando. ¿De qué podría servirle? ¿Es el cuerpo de Amaris lo que necesita? ¿Es eso?

-Quiere venderme -es la única respuesta a la que puede llegar donde no deba involucrar al Rey.

Aurora lo estudia por unos largos segundos en silencio, antes de carcajearse echando la cabeza hacia atrás, todo su cuerpo moviéndose al son de sus risas. Hasta su risa es diferente a la de su mamá.

-Oh, querido. Nunca creí que pudieras ser tan drástico. ¿Crees que me servirás más siendo vendido? No te dejé vivir para que alguien más encontrara tus usos, Amaris -con su mano derecha lo toma bruscamente de sus mejillas, sus ojos dorados tomando un tono más letal y frívolo-. No seas estúpido -Elio tiembla bajo su toque, pensando que dedujo mal toda la situación. No es una opción de vivir o morir, sino sobrevivir o sufrir siendo despellejado hasta la locura y muerte-. Yo sirvo al Rey. Mi lealtad está en él. Nunca lo traicionaría de tal forma. ¿Crees que haría algo tan tonto como venderte?

-Yo no...

Aurora lo suelta, negando con la cabeza.

-Escucha con atención, Amaris. Porque eres mi sangre te perdoné la vida. Eres mi hijo, lo haya deseado o no. Hayas sido una vergüenza o no. Eres parte de esta casa hasta que su Majestad decrete lo contrario. -Su tiara resplandece contra un rayo de sol, deslumbrando a Elio por un segundo-. Debes comprender, Amaris, que somos nuestro nombre, nuestra Casa. Sin ella, solo somos unos esencialistas más -dice con esa calma tan impredecible, aterradora-. La Casa Víbora podría perecer si no llegamos a un acuerdo rápido. Por eso te doy dos opciones que no ofenderán al Rey -saca detrás de su cuerpo un frasco que parece agua a simple vista, sino fuera por la anormal manera de moverse, como aceite. Se lo tiende a Elio, quien lo toma entre sus manos al no poder rechazarla-. La primera opción es tomar este elixir, Amaris.

-¿Qué es lo que hace este líquido, Madre? -cuestiona Elio, su voz saliendo delgadita.

Ella toca el cristal del recipiente, y rápidamente el tono de la poción cambia de color, a uno dorado sucio. Eso le genera más desconfianza de la que debería, porque hasta el instinto de Amaris sabe que esa pócima sería la ruina de su existencia.

-Nadie en esta casa tomará tu vida, ni siquiera tú. Vivirás en un estado de sueño profundo hasta degradarte, viviendo en pesadillas, sin saber qué es real. La historia que daré al Rey será que tu estado estaba tan deteriorado que no pudiste evitarlo, tu enfermedad fue más fuerte que tu cuerpo. -Elio quiere soltar el frasco en ese momento, aventarlo a algún lado, porque no podría vivir en coma hasta morir, atrapado en ese cuerpo hasta pudrirse y ser polvo. Sería una tortura; un castigo que Aurora muy bien sabe que nunca podría elegir.

Por eso, ella toma más su tiempo para mencionar la segunda opción en lo que Elio medita la primera, con el horror pintando cada una de sus facciones.

-¿Y la segunda?

Aurora sonríe, sin mostrar ni un ápice de resentimiento.

-¿Sabes lo que significa ser un desencial, Amaris? -No espera que Elio responda, ya que a los segundos responde a su pregunta-: La gente los desprecia, persigue y evita. Son la escoria de las escorias, por el simple hecho de tener esencia de un Clan que no es el suyo, con el que nació. Traidores que ningún clan aceptaría al no confiar en ellos. Sin embargo, siguen siendo esencialistas. Oro o Plata, tienen poder que ningún Onamuh podría soñar con tener. Sí, fue mi error procrear con un media plata. Sabía las consecuencias de tener un hijo con alguien que no era de mi clan. Por eso no deseé más hijos después de los gemelos. Era peligroso. Fuiste un accidente, algo no planeado, una decepción. Tendría que matarte por el simple hecho de haber despertado a los diecisiete y como un Plata, eso si nuestra Casa hubiera sido una de baja cuna. Mas, es una situación muy diferente y peculiar cuando un hijo de los clanes principales tiene un desencial. Por eso, si quieres vivir, Amaris, debes olvidarte de tu orgullo.

¿Orgullo? ¿De qué orgullo cree que está hablando cuando lo tiene de rodillas en el suelo e implorando por no morir pudriéndose sin poder salir de este cuerpo?, piensa Elio con furia.

-La segunda opción es declararte como un desencial ante la Corte. Renunciarás a tu apellido, el estatus que te da la Casa Víbora y el respaldo del Clan Oro; quiere decir, ser un traidor a tu sangre y clan. Un desterrado -murmura Aurora, como si fuera la oferta del siglo-. Descuida, con tu poder, el Clan Plata no tendrá más remedio que acogerte.

Elio aprieta sus manos en puños, el frasco en uno de ellos, sintiendo su esencia agitándose con más frenesí que antes. Un desterrado, es el término más bajo que podría tener un esencialista noble. Amaris temía que esto pasara cuando aún no tenía un despertar, por eso investigó sobre ello y ahora esa memoria deambula en la mente de Elio. Las Casas son estrictas, se necesita cierto nivel para seguir perteneciendo a ellas. Amaris es una anomalía, con o sin Elio en su cuerpo, y es normal pensar que podría ser echado del territorio, para que viva como campesino. Mas, Aurora dijo que será ante la Corte, lo cual sería un golpe bajo para la Casa Víbora. Es como dejar al descubierto su cuello. Una debilidad más, algo que puede ser usado en su contra, que mancha su reputación.

Mikael estaba equivocado, Aurora es una súbdita antes que la Señora de la Casa Víbora. Lo que ella implica es tener que admitir que dio a luz un hijo desencial, quiere echar todo por la borda para convertirlo en uno, aún si destruye su Casa en el camino.

No, Aurora es más inteligente de lo que parece. Los nobles del Clan Oro la pasaron por alto, por ser joven y una mujer en un puesto tan importante, creyeron que podían pisotearla para poder tomar su lugar en la Corte, pero ella les demostró lo contrario al poco tiempo que se convirtió en Señora, y se volvió la Consejera Real. Eso quiere decir que esa opción no lo es todo.

Madre es complicada, recuerda que Mikael le dijo eso.

Elio suelta un suspiro tembloroso.

-Entonces, Amaris, ¿qué opción tomarás?

Pero temo que me obligue a sacrificar más de lo que puedo ofrecer, esa frase retumba en su cabeza como un eco. Es inevitable.

Aunque este destino se retuerza, necesita sobrevivir.

No importa si ya no queda nada.

Tiene que regresar a su familia, cueste lo que cueste.

Y de repente, cae en cuenta de algo más tenebroso y peligroso de lo que esperaba.

Ella quiere que sea su títere en medio de un nido de víboras, Elio descifra por fin qué es lo que quiere Aurora de él, un espía.