Seguramente habrás soñado de pequeña con ser un hada y volar por todo el mundo o incluso ser invisible y hacer travesuras. Cada sueño tiene su peculiaridad, esa esencia especial o por lo menos eso creo.
Siempre quise ser diferente a los demás, pero no por ser la más inteligente o la más guapa, más bien por ser una especial. No sé cómo explicarlo, pero lo desee con tanta fuerza que nunca creí que sería así.
Para serte sincera no es por donde comenzar a contar, si desde esa pequeña niña de cabellos rubios, o a una chica adolescente que no se acuerda ni donde dejo sus cosas. Más bien donde vive o quién es.
Son solo las seis de la mañana, el sol ya comienza a aparecer por mi ventanal, solo tengo una hora para arreglarme y salir para mi nueva vida, donde espero que sea mejor que aquí. Todo será nuevo, nadie que conozca, espero llevarme bien con unos cuantos. Empiezo mi nuevo curso en una nueva estancia, que complicado es todo. Ahora mismo mi cuarto parece un caos, cajas por abrir, cosas por colocar, todo un caos. Me levanto con una sensación de cansancio, no hay ganas de ir y ser el campo de visión para todos, seré la nueva, que ilusión.
Me visto con unos tejanos blanco, mi blusa de un rosa palo y mis cuñas blancas, todo bien planchado, me miro al enorme espejo que está en mi cuarto y mi pelo parece un nido de pájaros, unos que se han pasado peleándose. Tengo que poner solución a esto, pero ya. Media hora después estoy lista con el pelo completamente liso, me maquillo superficial, no quiero dar una apariencia de una chica que quiere ligar con todos, solo pasar desprevenida en su primer día de clase.
Desayuno algo ligero y cojo mi mochila con todo lo necesario para pasar el día, mi IPhone y los cascos, me despido de mi madre con dos besos y voy a la parada de bus, donde tengo que coger el autobús para ir a mi destino. Al llegar veo que no soy la única, ya hay varias personas más, así que no estaré sola.
Al llegar me siento en uno de los asientos libres, aun me queda veinte minutos paraqué pase el bus, noto como me clavan las miradas, es incómodo la verdad, así que miro al frente y busco esos par de ojos, pero a cambio me encuentro con unos completamente neutros, algo de él me hace perderme en esos ojos, nunca vi ese tipo de personas. Son extraños y encantador a la vez. Los dos nos miramos y el al darse cuenta me da una de esas sonrisas de miedo, más bien de misterio. ¿Quién es aquel chico tan misterioso? ¿Por qué me mira tanto? ¿Por qué no puedo apartar la mirada de él?
- ¿Qué miras tanto? –al fin algo sale de mi boca y saco fuerzas para decírselo, me trae intriga y algo de misterio. ¿Por qué será?
- Nunca te vi por esta zona, solo te observaba nada más, lo siento si te moleste o algo. Por cierto, soy Alex.
- Bueno… No quiero que me mires de esa forma… - me vuelvo a concentrar en mi música y la verdad aquel chico tiene un cierto de aire misterioso, su voz grave que me hace erizar la piel.
El autobús no tarda en venir y subo, soy la última y por desgracia todos los lugares ocupado, menos uno, menos mal, hay sitio para mí. Me acerco y puedo ver que se encuentra una chica de pelo rubio castaño, su tono de piel es claro, pero a la vez oscuro, no es ni muy morena, ni muy blanca. Comienza mi gran día.
- Perdona. – consigo captar su atención y a cambio le regalo una de mis sonrisas, espero que todo vaya bien. - ¿Esta libre este asiento? – le miro a los ojos, son tan claros, parecen dos cielos en pleno verano, sus pómulos sonrosados casi sin ser percibido, es preciosa la chica.
- No, puedes sentarte si quieres, ya que ninguno de estos cafres te dejase. – me sonríe con delicadeza, su tono de voz parece que sea una persona tímida pero su forma de hablar demuestra lo contrario.
- Gracias. – me siento y vuelvo a mi mundo. ¿Por qué todos parece tan raros?
Todavía me queda unos minutos para llegar a mi nuevo destino. Miro a mi alrededor por si veo otra vez aquel chico, llamado Alex, y di en pleno tiro, ahí estaba, delante de mí a unos metros de distancia, y mirándome. Parece que le guste y eso que no hemos hablado casi. Es tan… Raro. Me sonríe y ruedo los ojos, me pone de los nervios.
- Creo que le molas. – esa voz me saca de mis pensamientos sobre aquel chico, es la chica de mi izquierda, la de antes, vaya, no sabía que me miraba y mucho menos a él.
- ¿Perdona? – la miro sin comprender, lo que quiso decir. – Creo que te equivocas, no nos conocemos.
- No mientas chica pija, eres como él y si él te echo el ojo es porque algo vio en ti que nadie tiene. Se nota a quilómetros, pero haya tú, es un buen chico o eso dicen todas las que le conocen. –su mirada cambia de la nada, parece que estuviera loca por él y él que no se diera cuenta ni de su existencia. ¿Algo especial? ¿El qué?
- ¿Todas? ¿Qué significa eso?
- Que es un chico muy guapo y que casi nunca salió con ninguna, solo a los que el escoja. Por cierto, soy Bianca, encantada de conocerte. ¿Eres nueva no? Nunca te vi por eso barrios, dicen que se vive muy bien.
- Si bueno… Se está bien vivir ahí. Y sobre lo de ese chico, ni me va y ni me interesa, solo quiero que me deje de mirar y nada más. Y encantada de conocerte Bianca, pero creo que nada de lo que tu dice tiene sentido en mi mente, así que olvídalo.
- Como quieras, pero él te ara recordar algo que habías olvidado.
- ¿Recordar algo que olvidé? ¿Qué dices ahora? –la miro extrañada, está loca esta chica, que dice ahora con que me ara recordar algo que olvidé, todo esto es muy raro.
Me levanto rápidamente, bajo del autobús y por suerte es mi parada y la de todos, me voy rápidamente a secretaría, cojo mi horario, ahora solo me interesa no llegar tarde el primer día de clase. Me toca en el aula 114 y la verdad no se para dónde queda exactamente.
Miro puerta por puerta hasta toparme con alguien, miro al frente para mirar quien era y me lo encuentro a él, tiene una sonrisa más amplia. ¿Es un chiflado o soy yo que le sigo?
- Parece que me sigas chica misteriosa. –se apoya en unas taquillas que hay en nuestra derecha.
- No te estoy siguiendo… Solo busco mi clase chico presumido. –le echo una mirada de fastidio.
- Pues yo no creo lo mismo… Calíope.
- ¡Yo no me llamo así tarado!
- Si la nueva tiene garritas. Creo que no te irá nada mal tu primer día de escuela. Nos veremos pronto.
- No lo creo, no tenemos nada en común tú y yo cielo. –sonrío y sigo mi camino.
Todos me miran extrañados, otros cuchichean algo, pero lo que me fastidia es que se rían de mí y eso no me gusta para nada, es incómodo. No sé ni la clase que tengo que ir y mucho menos donde está.
Las dos primeras horas fueron aburridas, llegué tarde a la primera clase, pero no importa, es normal y ya sé dónde está todo, bueno más o menos, no me encontré con ese, solo con la chica rara del bus y creí que sería normal y ya veo que no. Todo parece tan diferente a donde yo vengo. Me costara adaptarme aquí.
Me siento en unas de las mesas de cafetería, por suerte está desocupada una del final y pasó desapercibida, algo bueno del lugar la verdad. Miro mis twitter y nada nuevo, nada interesante que ver o contestar, la verdad es que desde que estoy aquí nada bueno tuve, un par de comentarios más en otra red social y mi gran amigo de la infancia me llama. Él es José, un loco de la vida y un payaso en temas de tristeza o animación.
- ¿Cómo va el primer día de mi chica favorita?
- José, mi gran amigo. ¿Ya mandaste a paseo a esa víbora que te chupa la sangre?
Víbora es como la apodé a su queridísima novia, que para ser sincera es un espanto pero que le vamos a hacer si a él les gustan así. Es todo un sol conmigo, pero cuando está esa presente es otro. Lástima que lo tengo a dos horas de aquí, pero los fines de semana sí que nos podremos ver, si él señorito no está ocupado claro.
- No, pero estoy a punto. ¿Sabes lo que paso con los gemelos de mi barrio? –su tono pasa de intento fallido a felicidad, se puede notar su sonrisa que se le dibuja al mencionar aquello.
- No, pero ¿tiene algo que ver con que se te forme una sonrisa en la cara?
- Sí, pero espérate que te vas a reír. Verás, el lunes de la semana pasada, después de que te fueras ocurrió una cosa en su casa…
Lo escuchó atentamente, pero sin entender nada, estoy pensativa, distraída más bien, pero no sé con qué o más bien con quien. Es como si escuchara un murmullo en mi espalda que me dijeran que vaya, que siga un camino invisible, pero no sé porque, pero esa voz es como familiar. Miro por todos lados y no hay nadie, una voz suena por lo fondo, proviniendo de unos altavoces, creo que anuncian algo, pero no logro entenderlo, veo como la gente que había sentadas recogen sus cosas y se van, me despido de José y su fascinada historia y salgo como ellos. Todos van para el mismo lugar y claro está yo los sigo.
Entro en una gran sala, nunca me di cuenta de esta sala, a pesar de haber pasado por delante como unas cinco veces. Parece pequeña por fuera, pero al entrar, no lo es. Vaya escuela más rara.
- Vaya, parece que la chica misteriosa… Vuelve aparecer ante mis ojos. –si no me equivoco aquella voz es del egocéntrico del bus.
- Qué pena que no tengas novia. ¿No dejas de incordiar no? ¿Siempre sueles ser así de plasta con las demás chicas? –me giro y le miro a los ojos, aquellos ojos que hacen que pierdas el control de ti misma, pero a la vez te despierte.
- Tan ingenua e infantil. ¿Cómo te va tu primer día de clase? ¿Algún listillo suelto que se pasó de la raya?
- Pues no caradura, solo uno y que al parecer no deja que viva en paz con sus tonterías de niño mimado y de mama.
- No te aconsejo que vayas por ese camino princesita, puede que algún día te ocurra algo que ninguno de los dos queremos que suceda. ¿A que sí?
- ¡PUES NO! –Ese tío me saca de mis casillas y solo es el primer día, todos me miran por el grito que di y eso me avergüenza.
- Aquí nadie grita y mucho menos cuando la directora va a dar un discurso. –Me susurra en mi oído derecho el muy cretino.
- Perdón Don cretino, no sabía nada de modales, si me disculpas, me voy así no me contagio de tus pocas neuronas. –No sé porque me salió eso, pero me quedé más a gusto.
- Está bien, ya me contaras cuando necesites un hombro donde llorar o cuando estés en un gran aprieto.
- Más quisieras chico. Lástima que no me conoces lo suficiente.
- ¿O más bien no te conoces tú? Mira en tu pasado y ya me dirás.
- Ves a freír espárragos y me dejas tranquila.
Cada minuto que paso a su lado es una pesadilla, no se calla ni metiéndose bajo el agua. Que insufrible… Pero no tanto como la directora y su discurso que apenas entendí muy bien lo que quiso decir, bueno mejor dicho me fui a mitad de ese tostón.