Mia
Pasadas un par de horas el sujeto se despertó y fue a la cocina donde estábamos mi madre y yo desayunando.
– hola pequeña cuánto has crecido – me dijo mirándome.
– ¿disculpe? – le dije algo extrañada.
– ¿No le has dicho? – vio a mi madre.
– Mia él es tu padre – me dijo ella. En eso miré al sujeto que estaba parado enfrente mío y salí corriendo al jardín algo asustada, me dirigí a un árbol en el cual recordaba que había una casa construida.
Al acercarme vi que aún seguía ahí dicha estructura y que estaba en buen estado así que subí a ella para refugiarme y huir de esa incómoda situación.
– ¿Por qué no me había dicho? – pensé en voz alta.
– amor ¿puedo subir? – escuché decir a mi madre desde el jardín, sin esperar respuesta ella subió.
– disculpa si no te dije antes – se sentó a mi lado y acto seguido me abrazó.
– él te está esperando abajo para conversar contigo y aclararte muchas cosas – me miró con una sonrisa.
– está bien – le respondí y bajamos del árbol.
– hola cariño – me saludó él al bajar.
– hola – lo saludé algo dudosa – ¿En serio eres mi padre? – le pregunté con desconfianza.
– sí – me respondió él.
– entonces ¿Por qué no estuviste con mamá mientras yo crecía? – pregunté algo enojada.
– porque tenía que cuidar de un reino – me abrazó y acto seguido volví a sentir ese escalofrío en mi cuerpo viendo imágenes en mi mente del reino de mi padre.
– Entonces eres un dios – lo vi y él asintió con la cabeza.
– entonces, ¿Si tú eres un dios y mamá una humana? Eso quiere decir que yo soy…