"Recuerdo perfectamente cuanto esfuerzo hemos puesto los supervivientes para poder arreglar lo que quedo del planeta en estos 2 periodos anteriores. Algunos más que otros. Pero antes de la 3ra guerra... también conozco de sobra ese Mylar y no es bonito. Los que conocimos ese mundo sabemos que la guerra no se podía prolongar más, que era necesaria y que era inevitable. Antes de la 3ra guerra, Mylar se encontraba sumido en tensiones políticas, en caos, en miseria y hambre. Se divisaba de lejos el sufrimiento y la desesperación de la gente común en las zonas marginales. Zober, Carremur y Norbeia se declararon a sí mismas enemigas sin importar la situación económica de las tierras más pequeñas y alejadas de la modernidad y de la seguridad de las barreras. Fueron precisamente estas tierras, que supuestamente estaban "bajo su cuidado", las que trabajaban sin descanso para crear los recursos y satisfacer las necesidades de los militares y de los ejércitos. Casi todos obligados por la escasez y el miedo, bajo el concepto errado de que la mejor manera de evitar una guerra es estar preparado para ella. Yo siempre diferí con eso.
La mera idea de la guerra, hace que te prepares para ella, que suceda y que mueras en ella. Esa es la idea que en primer instancia no se debería tener."
(Roy Gutap Kaher, Vicepresidente ejecutivo de Empresas GEN ION. Ciclo 1 de la 3ra era. Día 4 del 1er período cíclico)
- Rina y Romil, atiendan bien. Estaré en mi despacho tratando temas de importancia con el señor Malakan y no quiero interrupciones ni distracciones. Incluso si alguno de los 2 se está muriendo y no puede esperar, cuando haya terminado entonces lo momificaré o incineraré. Así que veamos si tus capacidades como madre pueden permitirte controlar a tu hijo durante los momentos que voy a estar ocupado, ya que no pudiste siquiera traer el levitransportador cuando te lo pedí.
- Martel, yo...
- Ahórrate las excusas Rina, además he dicho que no quiero interrupciones. Por aquí señor Malakan.
El señor Malakan y Martel se perdieron por uno de los pasillos que albergaba la gigantesca vivienda donde residía la familia Oort. Era una vivienda muy iluminada, bastante apartada de las demás, con los techos altos y aunque su tamaño recaía en lo casi grotesco no poseía muchos lujos ni excentricidades. Rina se ocupaba de decir en los pocos eventos sociales virtuales o físicos en la que su casa era sede, que era porque la familia Oort no era gustosa de ostentar demasiado y prefería mantener la humildad. Pero la realidad era más que conocida. Martel era un empleador, por tanto estaba acostumbrado a reducir el uso de recursos al máximo y esto había fundamentado en él la tacañería. Además de la poca confianza que depositaba en su mujer para cualquier asunto relacionado con dinero.
Rina y Romil se quedaron en la entrada de la sala de recepción, sumidos en un incómodo silencio. Un silencio que acrecentaba los gritos de desesperación y los sentimientos de ambos. Ella revisaba la red de intercomunicación buscando noticias nuevas en las que distraerse para intentar que pasara desapercibido su sufrimiento ante su hijo, mientras Romil observaba detenidamente a su madre. Observaba atentamente cómo hacía el esfuerzo para retener la rabia y el llanto, cómo habían cambiado las facciones de su cara, remplazando la alegría y la inocencia que mostraba en las grabaciones, fotografías y flashbacks electrónicos de los buenos tiempos por la tristeza, el rencor y la soledad de los tiempos actuales. Solo pudo imaginarse lo que debía de estar pasando su madre, lo peor era que escenas similares se repetían ciclo tras ciclo, periodo por periodo, día tras día desde hacía ya mucho. Divagó sobre el tema en su cabeza y recorrió la sala en busca de inspiración debido a que su agobio e impotencia lo perturbaban, sentía que debía decir algo. Hacer algo.
- Madre, ¿me disculpas si te hago una pregunta?
- En absoluto corazoncillo. Hasta 2 si quieres.
- La estrella ígnea que nos ilumina durante los primeros 2 4tos del día, dicen que es un gran objeto estelar mucho más grande que Mylar. ¿Es eso verdad?
- Dylan, eso es algo que sabes desde hace mucho. Es un hecho. Lo has aprendido en los aprendicios, con los formadores. Deja las insinuaciones y dime directamente que pasa.
- Para iluminarnos durante los 2 primeros 4tos del día y calentarnos al punto de que la antigua ciudad de Zober implantara la gran protección bordeando a Mylar con una capa de gases controlados en el 4to ciclo de la 2da era, debe de tener una gran temperatura, potencia y una gran fuerza por encima de todo.
- En realidad no sé a dónde quieres llegar con esto. Sabemos de sobra cuál es la potencia, la temperatura exacta y la fuerza de impacto por zonas de la estrella ígnea desde hace muchísimo tiempo. Pero bueno, sí Romil. Ahora disculpa pero estoy ocupada.
- Una última cosa. Hay una sola cosa que tú me has enseñado siempre, desde pequeño y es que no hay una fuerza más grande en el universo que el amor que llegan a sentir 2 criaturas destinadas a morir juntas. ¿No es así?
- Sí Romil, sí lo es.
- Entonces, ¿crees que a pesar de su gran fuerza y poder la estrella ígnea algún día de algún periodo de algún ciclo pueda apagarse?
- No lo creo, no.
- ¿Y si el amor es una fuerza mayor que la que posee la estrella ígnea, cómo es que el amor entre tú y padre se ha apagado?
Rina apartó la vista del comunicador para mirar a su hijo. Se quedó anonadada de ver cuánto había podido razonar y de cuánto podía hacerla reflexionar a ella misma ese pensamiento. No pudo disimular esta vez su estupefacción, y tampoco pudo disimular sus lágrimas amarillas.
- ¿Cómo es que pudo apagarse madre? - siguió Romil, mientras se asomaban por el balcón de sus ojos otras cristalinas lágrimas del color de su pelo rojo intenso - La única explicación que se me ocurre es que lo que tú y padre sintieron nunca fue amor. Eso, si en realidad ustedes sintieron algo alguna vez.
- Romil, debes de entender que algunas veces aunque la estrella ígnea flaquea o se disipa, sigue encendida.
- Madre, ese vídano sin consciencia no es el padre que yo conocí en mis ciclos de infante. Sabes que él te hace daño de la peor clase, del que no me hace a mí. Ese daño que no puedes esquivar o desviar.
- El amor al igual que la estrella ígnea puede ser una fuerza imparable que nos puede llenar de energía, calor y vida. Pero de la misma forma, por momentos, nos puede hacer un daño increíble.
Romil calló un momento, y tres gotas del rojo más intenso, se deslizaron de la manera más sutil hasta que corrían por el final de su rostro. Ahora era su turno de sentir furia y estupefacción.
- Yo tengo claro que padre se ha convertido en un asqueroso monstruo, pero no sabía que tu igual. ¿Por qué? ¿Eh? Después de todo lo que ha sucedido madre. ¿Aún lo sigues defendiendo de esta manera?
- Baja la voz Romil. Tu padre está reunido.
- Ya veo. Entonces acabas de comprobar que existe una fuerza mayor que la del amor madre. La única fuerza más dominante que la del amor es el miedo. Y tú estás llena de ella.
- ¿Cómo te atreves?
- Y no miedo a perder a mi padre o a mí, eso no es suficiente. Ni a tener que quedarte sola a empezar de cero, eso no es reto para tu belleza ¿verdad?
- Romil Oort, estás justamente parado en la línea...
- Lo que tienes, es miedo de verte sin tu posición de compañera de empleador del distrito, sin tu distinción social, sin esta casa y sin las apariencias que te brinda estar en lo más alto. Considero entonces que si en realidad pones un fin a esto, ¿irás a por Nitro o alguien mayor aún?
Las palabras de Romil se vieron inevitablemente interrumpidas por las estruendosas y contundentes bofetadas de su madre. Le impactaron en todo lo largo y ancho de su rostro y el suelo fue lo primero que pudo divisar cuando se recuperó. Se disponía a contestar de la misma manera cuando su padre salió del despacho seguido por el señor Malakan. Martel alboroto sus cabellos marrones oscilando su cabeza y sus ojos marrones se inyectaron en sangre al tiempo que cerraba los puños.
- ¿Se puede saber qué clase de barbaridad es esta? ¿Acaso no dije que estaba reunido y no necesitaba interrupciones? Me ponen en ridículo delante del señor Malakan una vez más. Romil, quiero que subas y me esperes allá. Ve sentándote como debes esperarme.
Obedeció.
- En cuanto a ti - prosiguió el empleador, subiendo cada vez más de tono y el color rojo de sus ojos – chis, ¿es que acaso eres incapaz de ser útil por una vez en tu vida? ¿Los idiotas de tus padres no pudieron haberte dado algo más que belleza? Para colmo hasta eso se te está acabando. Vete fuera de mi vista.
También se disponía a obedecer.
- Mejor no. Entra en mi despacho que necesito hablar contigo. Veamos si al menos sabes usar una puerta imbécil.
Obedeció esta vez, en la misma forma de siempre.
- Disculpe que haya tenido que presenciar tal escena señor Malakan. Uno no escoge a sus hijos. Y en cuanto a la compañera, muchas veces no sabe uno lo que está escogiendo hasta que es demasiado tarde. Nos guiamos mucho más por nuestras pelotas que por nuestro cerebro.
- No he venido desde la capital para ocuparme de cómo trate usted los asuntos en su casa, señor Oort.
- Bueno, dígame entonces algo sobre lo que ha venido a ver.
- Las pruebas parecen sólidas, consistentes y bastante precisas. Y si usted dice que puede conseguir el apoyo de...
- Sin ninguna duda.
- Pues se las haré llegar al guardián FI01. Ahora que todo está en regla, debo ser capaz de poder salir sin tropezarme. Así que no es necesario que me acompañe a la puerta. Seguridad hasta la 16ta, señor Oort.
- Seguridad hasta la 16ta señor Malakan y muchas gracias por todo.
- Disculpe si le he dado una impresión errada señor Oort, pero no tiene que darme las gracias debido a que esto que estoy haciendo no lo estoy haciendo como un favor a usted. No soy su amigo, soy un protector del sistema y más que todo lo hago para dar ejemplo a aquellos que no confíen en él. Por tanto agradecería que en su retorno a la celebración de la fiesta en el salón, por precaución no se me acerque a hablarme demasiado.
Martel se dispuso a contestar pero no logró hacerlo. El gesto de la cara del señor Malakan no exigía respuesta alguna. En todo caso, temía que de haber contestado hubiese sido reprochado una vez más. Guardó silencio y esperó a que se fuera. Minutos después de que el señor Malakan se fuera, se acordó de que tenía en su despacho personal y en la habitación de su hijo 2 cosas que le harían sentirse mejor. Primero fue a su despacho a conversar con Rina, aunque más que una conversación fue una sesión de gritos, intimidación y degradación que le sentaron estupendamente. Pero claro, sentía que aún no estaba satisfecho y con la misma euforia fue a la habitación de su hijo e inició otra rutina diferente. Una de regaños completamente absurdos, de golpes y de tortura en la que Romil primero que todo debía de descubrirse de sus ropajes y arrodillarse en una fila de pequeños cristales calientes. Luego era el turno de los azotes y golpes, al tiempo que se lo insultaba.
Eso sí que le bastó para relajarse un rato.
Después de esta sesión terapéutica, el señor Martel Oort empleador del distrito 87 se sentía satisfecho consigo mismo por intimidar a su compañera y golpear a su hijo. Maldecía por lo bajo y bajaba a la bodega donde en secreto destilaba alcohol mezclado con otras toxinas, y bebía mientras sonreía sin acordarse porque. Bebía para olvidar que no era capaz de hacer frente a la cobardía que rodeaba su vida, para que se le escapara de la mente al menos por un rato el hecho de que su vida era una basura. Bebió mientras subía a darse un baño de gel contra estrés, mientras se vestía y se preparaba para retornar a la celebración. Bebió mientras obligaba a Rina a acompañarlo, mientras le ordenó buscar el levitransportador una vez más y mientras la insultaba por traerlo tarde.
Ese Martel Oort que se nutría del miedo de su familia para olvidar los suyos y que bebía de manera inconsciente sin recordar que la bebida dejó de ser legal en Mylar hace aproximadamente 140 ciclos atrás, era el mismo al que muchos trabajadores admiraban desde lejos por su entrega y responsabilidad en la plataforma productiva, por su perspicacia para usar menos recursos y aun así hacer una producción de calidad, por su sabiduría a la hora de enfrentar cualquier problema. Ese al cual muchos envidiaban su mujer, su posición en el distrito, su casa, sus posibilidades y sus influencias. Ese que todos deseaban vivir su vida viéndola solo desde fuera, sin poder siquiera imaginar lo podrida que estaba por dentro.