—¡Cristine!
Volteo a ver a la susodicha que me llama desde el otro extremo de la carretera. Es Maia, mi mejor amiga. Le sonrío como loca y me lanzo a ella, abrazándola.
—Tanto tiempo —saltamos de alegría.
Habíamos pasado dos meses sin vernos y ahora volvíamos a ser una sola. Maia y yo éramos muy amigas desde niñas dado que mamá y mi tía Anne lo eran también. Entonces Maia y yo nos criamos como hermanas.
—Si, tengo tanto que contarte —se separa— fuimos a muchos lugares en Canadá, tenía tanto tiempo de no ir. Mi papá y mi mamá me consintieron demasiado en este viaje.
Caminamos hacia la entrada de la preparatoria. Todos estaban llegando, se saludaban y se ponían al día de las cosas que dejaron pendientes. Habían sido unas vacaciones muy largas. Aquí en Lewiston estaba empezando el año y otro ciclo escolar más. Era mi penúltimo año de escuela.
—Me alegra saberlo, Maia, al menos pasaste más tiempo con ellos —le digo.
—Lo sé. Y tú cuéntame, ¿a donde fuiste con mis tíos? Estuvimos tan incomunicadas estos meses.
Mamá me había llevado a visitar a la abuela en California, habíamos ido a la playa, allá todo es tan soleado, y el mar, la arena, la brisa marina. Me encantaba. Ni siquiera me quería venir. En cambio aquí era todo más oscuro y friolento. Por eso yo siempre iba tan abrigada. Creo que salí a mamá.
—¡Ey, rubia! ¿Tu papito no te trajo hoy? ¿La niña consentida ya dejó de ser la niña consentida? —me dice Greg en tono de burla. Sus amigos le siguieron a reírse.
Si, ya extrañaba que me molestaran. Greg siempre me había molestado desde el jardín de niños en donde recuerdo que me dijo cabeza de yema de huevo solo porque mi pelo es muy amarillo. No rubio, ni castaño: amarillo. Y claro, mi cara tan blanca que parezco en realidad yema de huevo.
Le hice una mueca y lo ignoré. Decía que era una mimada y una caprichosa solo porque mi papá me sobre protegía demasiado y me cuidaba, pero eso hacen los padres, ¿no? Cuidarte.
Greg no lo entendía.
—No le hagas caso, solo quiere llamar tu atención —me dice Maia.
—¿Como crees?
—Es la verdad.
En eso notamos que se apareció un auto convertible en color rosa. Ay no, lo que faltaba.
—Sip, este será un año muy interesante.
Era Amanda Stone, la chica más popular de aquí y más plástica de todas. Y claro, la acompañaban Stacy Blake y Jane Blake. Las hermanas Blake. Ellas eran tan raras.
Cuando Amanda y sus secuaces salieron del auto nos miraron como si fuéramos cucarachas que deberían ser aplastadas. Já, el sentimiento es mutuo. Amanda y yo no somos tan amigas que digamos, la chica me odia y ni siquiera sé por qué.
En eso otro coche arribó al parqueadero. En eso mi corazón latió con más fuerza y Maia me tomó del brazo.
—Mira a quien tenemos aquí —me ronronea ella— es su último año, Cris, es hora de que le hables.
Venía saliendo del coche Kaleb Gray. Era tan lindo y tan sexy... pero tan inalcanzable para mi. En cuanto Amanda lo vio se lanzó a sus brazos y lo besó.
Aparté la cara de inmediato.
Hasta apenas el año pasado esos dos empezaron a andar.
—Deberíamos de irnos a los casilleros —me dice Maia.
—Esta bien —asentí, por el rabillo del ojo noté que venía otro coche pero no me quise quedar a averiguar quién era, solo seguí a Maia dentro de la preparatoria para buscar los libros en los casilleros.
—No entiendo cómo está con Amanda —abrí mi locker— los dos son tan diferentes.
—No lo sé, Kaleb es muy extraño y callado —se queda pensativa, no entiendo por qué es popular aquí.
—Es porque es guapo —tomé los libros y suspiré.
—Cristine Brown, estás tan enamorada —me molesta.
Reí.
—Quizás tengas razón y deba hablarle —comenté. Pero es que me moría de nervios el solo hecho de tener a Kaleb frente a mi, creo que me quedaría paralizada.
—Tienes que hacerlo porque cuando se vaya lo vas a perder, amiga.
En cuento volteé para buscar mi aula choqué contra alguien haciendo que mis libros se cayeran al suelo.
—Oye pero qué... —no terminé la oración porque lo que estaba frente a mi era a un desconocido: alto, cabello negro despeinado, ojos negros como la noche, tez blanca. Wow, ¿quien es él y de donde salió? Parece sacado de una agencia de modelajes.—Estem y-yo... —balbuceé.
Elevó una ceja sin comprender.
—No me fijé —dije al fin.
El chico se cruzó de brazos y sonrió medio juguetón.
—Me di cuenta —dijo— ahora si me disculpas tengo que buscar la dirección en este lugar —acomoda su chaqueta de cuarto y pasa a un lado sin siquiera ayudarme a recoger mis libros.
¡Qué modales!
Parpadeé varias veces sin entender bien qué pasó y me agaché a recoger mis libros porque nadie más lo iba a hacer.
—Te ayudo —Maia se agacha a la par mía.
Bueno, solo Maia.
—¿Quien es ese tipo? —nos pusimos de pie.
—No lo sé, pero está muy guapo —dijo sorprendida—incluso más que Kaleb.
—No, no, ahí sí te equivocas. Kaleb es el más guapo —volví a suspirar.
—Ay, Cristine, estás muy enamorada.
Y las dos nos dirigimos a clases.
•
—A pesar de tantos años siguen dando la misma hamburguesa de siempre. Deberían de dar algo más sano —se queja Maia mientras nos sentamos a almorzar en nuestra mesa de siempre.
—Eso es algo que jamás cambiará creo —le di un mordisco a mi hamburguesa, la verdad no me desagradaba.
—¿Sabes? Estuve pensando que quizás hagamos planes de estudio en tu casa —me dijo.
Puse los labios en una sola línea. No era tan fanatica del estudio pero bueno, es algo tan necesario.
—No lo sé —me encogí de hombros.
—El chico nuevo está entrando y creo que viene acompañado —dice—aunque pensándolo bien no había visto a esos chicos por aquí, ¿serán nuevos también?
Miré por encima de mi hombro. Venía el chico maleducado de ahora y tres chicos más. Wow, una entrada triunfal porque todos los de la cafetería se voltearon a verlos, pero algo pasó.
Kaleb y sus amigos: Patrick, Wade y Hendrick se pusieron de pie y se acercaron peligrosamente hacia ellos.
—¿Pero que...? —escucho que dice Maia.
Kaleb encara al chico maleducado.
Me tenso.
—¿Qué hacen ustedes aquí? —le pregunta Kaleb en un tono amenazante.
El maleducado se ríe. Parece no tenerle miedo.
—Hasta donde yo sé, Gray, este desde hace mucho es un lugar libre —se cruza de brazos.
—Pues te informaron mal —ahora baja la voz porque ya no pude escuchar. Incluso nadie.
¿Que se traían esos dos? ¿Se conocían? En un rápido movimiento el maleducado eleva su puño y lo estampa en la cara de Kaleb haciendo que este caiga al piso. No lo pensé, simplemente corrí y me arrodillé junto a él para evitar que ese tipo lo dañara.
—¿Que te pasa? —lo fulminé con la mirada.
—Quítate, Brown, esto no es tu problema —se intenta poner de pie Kaleb.
—Vaya, Cristine Brown enamorada de Kaleb Gray —dice el chico— esto será muy interesante.
Kaleb se pone de pie y se lanza sobre el chico haciendo que los dos cayeran al suelo, iba a ir pero una mano me toma del hombro y me hace girar hacia ella.
—Eso es problema de ellos pero tú y yo vamos a aclarar algunas cositas —Amanda me toma de las manos y juntos con sus amiguitas me sacan de la cafetería.
Genial, tres contra una.
Eso no es muy justo que digamos.