Desde que tengo memoria siempre estuvimos sólo los 3, papá, mamá y yo. Ellos viajaban constantemente debido a sus trabajos, por lo que cambiábamos de casa con frecuencia. Quizás es por eso que nunca escuché sobre tíos, abuelos, primos o algún otro familiar. Eso me llevó a que me fuera muy difícil tratar de iniciar una amistad con alguien que sabía que no volvería a ver. A causa de eso es que me había acostumbrado a estar solo e incluso lo prefería a estar en medio de la multitud.
Finalmente luego de años de andar de trotamundos por la vida nos establecimos en esta ciudad. Pero aun así mis costumbres no cambiaron y seguía sin querer hacer contacto con nadie. Nada garantizaba que nos quedaríamos por mucho, no tenía sentido intentar crear lazos con las personas si estos no durarán.
Eso era lo que pensaba hasta que de repente, de manera imprevista y sorpresiva él se me acercó. Uno de mis nuevos compañeros comenzó a pasar tiempo conmigo.
A pesar de que no lo tomé en cuenta cuando se presentó frente a mi, a pesar de que intentó preguntarme cosas porque quería conocerme y yo simplemente lo ignoré, a pesar de que no decía ninguna palabra y me aislaba completamente del resto, el siguió intentándolo.
Se quedaba a mi lado mientras estábamos en el recreo, me seguía de cerca en el camino al colegio y de regreso.
Así pasaron los días y semanas hasta que eventualmente no pude evitar preguntarle.
[¿Por qué haces esto? ¿Por qué llegas tan lejos?]
El solo sonrió y me miró fijamente.
[Realmente me hablaste. Ya estaba comenzando a pensar que eras mudo]
En ese momento se empezó a reír a carcajadas y sin darme cuenta yo también me reía. El nombre de ese chico era Bryan, el primer amigo que tuve.
De ahí en adelante compartimos muchas experiencias juntos. El fue a mi casa al poco tiempo y no tardó en llegar a ser considerado un miembro más de la familia. Parece que sus padres estaban separados y debido a eso la situación en su hogar no era muy buena. Su madre se la pasaba desquitándose con él para aliviar sus problemas, por esos motivos él buscaba constantemente excusas para no regresar.
Tal vez era porque tenía un aire similar al mio que pude empatizar con él fácilmente. Yo estaba dispuesto para acompañarlo cuando lo necesitara.
Lamentablemente no todo dura para siempre. Bryan tuvo que dejar la ciudad para irse a vivir con su padre.
Sé que era lo mejor para él, pero aun así no pude evitar sentirme triste. Finalmente había encontrado a alguien a quien llamar amigo y terminó por irse.
Fue gracias a él que aprendí como es tratar con otras personas y lo bien que se siente compartir con los demás. Es por eso que aunque mis padres nuevamente me dijeron que estaríamos cambiando de casa por trabajo yo me rehusé a irme.
A ellos les costó comprender mi decisión sin embargo la respetaron y aceptaron.
Quizás sea que le había tomado cariño a esta ciudad o que inconscientemente esperaba el día en que Bryan regresara, honestamente no sabría afirmarlo.
Y así pasaron los años. Yo seguí aquí, solo. Viviendo una vida normal sin nada que destacar. Esperando un evento, un reencuentro que en el fondo sabía que no regresaría jamás.
[Debes tener mucho cariño por tu amigo] dijo María.
[Si, al menos así era] le respondí. [Desde ese momento nunca volví a saber de él. Donde se ha ido, como está o siquiera si sigue vivo en este mundo, no conozco ninguna de esas preguntas]
[Siento que tengas que recordarlo por mi culpa]
[No tienes nada por lo que pedir perdón María. Es verdad que extraño esos días, pero eso ya está en el pasado, sólo espero se encuentre bien. Ahora lo que me preocupa es saber que ha sucedido en el planeta y como podremos sobrevivir en el]
[No hay que temer, ¡eres el Spiritist más poderoso que hay! ¡Y además un Seeker! Todo saldrá de maravilla~]
[Aunque no puedo ser los dos...]
[¿A qué te refieres?] preguntó sorprendida.
Yo me levanté del sofá observando mi mano izquierda.
[Desde la pelea con Victor no he sido capaz de activar mi guante y mi katana al mismo tiempo. Es como si fueran polos iguales de un imán. Ambos se rechazan, si activo uno el otro no puede ser manifestado]
Hice una pequeña demostración en donde al llamar a mi guante era incapaz de sacar mi katana formando ese golpe de aire que experimenté antes. Hacerlo al revés causaba un resultado similar.
[Quizás ambos poderes sean incompatibles ahora que realmente tienes un Object. Cuando era solo una espada no tenías ese problema]
[Exacto, yo igual lo pienso. Supongo que me falta mucho por aprender]
[No te preocupes] dijo levantándose y colocándose frente a mi. [Yo sé mejor que nadie que siempre te has esforzado al límite para ayudar a todos los que has podido. Lo has logrado tú solo por tu propio esfuerzo. A pesar de que no nos conocíamos decidiste ayudarme sin esperar nada a cambio, arriesgando tu vida por mi bien. ¡Eres mi héroe Asriel!]
[María...]
Ella tomó con fuerza mis manos y me miró directo a los ojos.
[Sé que no somos perfectos y nos lastimamos con facilidad, pero ya no tienes que cargar con todo tú solo, yo estoy contigo. Así como me prometiste que estarías conmigo y me protegerías, también te lo prometo. Te ayudaré a compensar tus defectos y curar tus heridas, estaré a tu lado cuando lo necesites Asriel]
Esas fueron las palabras más hermosas que alguien me haya dicho jamás. Sin darme cuenta lágrimas caían por mis mejillas. Inconscientemente caí a mis rodillas y abracé su pequeño cuerpo, ella me abrazó de vuelta y estuvimos así por unos minutos.
Gracias, esa infinita amabilidad es mi mayor fuerza para seguir adelante.
Nunca me tomé en serio el hecho de que me llamaran héroe, no creo ser capaz de estar a la altura de un título tan poderoso como ese. No tengo la confianza en mi mismo para ser el salvador de esta ciudad, ni menos el país o el mundo.
Sin embargo, si puedo ser uno frente a los ojos de María... entonces daré lo mejor de mi para que así sea y no decepcionarla.
Lo que sea por ella, mi pequeña ángel guardián.