Colón, 19 de marzo de 2021
Amor,
me encantaría tener el poder de escribirte sobre una y todas las cosas que siento por vos y por la forma en la que me miras. Cuando te miro siento como si necesitara un libro que explicase palabra por palabra todas las emociones que desarrollas en mí. Estar cara a cara con vos me lleva a pensar en lo increíble que es la mente humana al permitirnos la posibilidad de llegar a sentir tanto amor por otro ser humano, el que te miren a los ojos y se te empapen de amor. El que mi cuerpo haga movimientos inconscientes de demostraciones de amor con la mera intención de acercarme a vos de la forma que sea posible.
Ya no soy una chica de palabras, antes sí, pero desde tu llegada las palabras no me parecen más que otra forma de llenar un silencio. Amo cuando me das un beso y me miras buscando una sonrisa; me estremezo del amor cuando me decís "te amo" con cariño, pero mucho más al momento de abrazarte, sentir tu perfume y no querer soltarte. Me vuelve loca salir de mi casa y verte parado ahí, mirándome como si fuese la primera vez que nos viésemos; o el verte de espaldas, sentado en el banquito rojo esperándome desde el primer día. Adoro la forma en la que te pones nervioso antes de verme y cuando queres que todo salga perfecto; me haces sentir mariposas comiéndome el estómago cada vez que me paras en medio de la calle para darme un beso, y sostenerme la cabeza suavemente como si fuese un objeto de cristal del que te pusieron a cargo.
Pero no sólo me vuelve loca la forma en la que me cuidas como una muñeca de porcelana, sino que también me encanta cuando me agarras con tanta fuerza como si tuvieses miedo de que nos soltáramos y despertáramos de algún sueño, de esos que son irreales pero reales al mismo tiempo, esos sueños que no queremos soltar nunca, y sin importar qué, terminamos despertando.
Lo mejor de toda esta historia es que no es sólo un sueño, es una realidad disfrazada de sueño. Estamos enamorados como si fuese la primera vez y la última, estamos fusionados síquicamente como si el mundo dependiera de nosotros. Somos jóvenes y con un futuro pendiente, probablemente con destinos muy lejanos, somos chicos que aún con rumbos distintos se aferran al sueño del futuro de cuento de hadas. Yo pregunto acaso quién no ve al mundo rosa cuando está enamorado. El mundo rosa, otro sueño disfrazado de realidad. Pero no, nosotros somos una realidad disfrazada de sueño. Sabemos nuestras verdades, nuestra realidad. Somos conscientes de nuestros futuros, simplemente los atrasamos.
Quién podría preocuparse ahora, sabiendo que viéndote se empapan los ojos del amor, sabiendo que tus brazos me someten a una paz interminable, que tu olor me teletransporta a lugares jamás recorridos. Quién podría llorar por el futuro siendo que nuestras realidades no nos permiten siquiera terminar de consolar al presente, examinarlo, terminar de entenderlo. Comprender cómo es que llegamos a ser dos espíritus después de años siendo uno. Cómo es que ahora estamos acá, siendo que estuvimos tan lejos. Cómo es que en algún momento mi destino llorisqueaba por realidades tan predecibles sin imaginarse aquellas por llegar de algún sitio que nadie pensaba.
No hay forma de que alguna vez me olvide de estos sentimientos de amor y de paz, de confort y de tranquilidad. Por primera vez no siento que tengo que correr, que tengo que defenderme y que tengo que llorar a escondidas. Por primera vez ya no tengo ni que llorar y ya no hay controles, ya no hay quien me exija y quien me obligue. No existen las penas y no existen los llantos. No existe el miedo a seres irreconocibles y no existen ya las personas que buscan mi dolor. Ahora somos dos: dos jóvenes con el destino irresuelto y dudoso, amándose sin tener que dudar ni correr.
- Laureana