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Chapter 112 - Capítulo 8: Los Seis Brazos (Parte 2)

Mes de Fuego Bajo (9no mes), Día 4, 22:15

Aunque ligeramente, Sebas se había adelantado unos cuantos minutos antes del tiempo indicado en el pergamino. Aunque estaba temprano, se paró frente a la puerta.

Era una puerta parecida a una cerca así que podía ver el interior, sin embargo, los árboles bloqueaban su campo de visión.

«Oye, llegaste a tiempo.»

Un hombre de voz áspera apareció de entre los árboles. Por supuesto, Sebas sabía que el hombre había estado allí todo este tiempo ya que había activado una habilidad que detectaba todas las formas de vida dentro de un rango determinado. No podía verlas físicamente, y ya que era peligroso depender únicamente de esa habilidad, sólo la usaba bajo circunstancias determinadas.

«Por aquí. Sígueme.»

Siguiendo la guía del hombre a través de la puerta, Sebas avanzó por el pequeño camino que atravesaba el jardín. Para ser la propiedad de una organización clandestina como los Ocho Dedos, el jardín no se sentía sombrío. Los árboles estaban podados hábilmente y Sebas podía intuir que debían tener un jardinero bastante talentoso. Siguiendo el camino, se encontraba un gran claro que daba la impresión de ser un campo de entrenamiento. Numerosas antorchas cubrían el suelo y las llamas rojas bailaban por doquier. Había alrededor de treinta personas, la mayoría hombres y algunas mujeres, todas sonrientes. Eran las sonrisas de quienes estaban acostumbrados a la violencia y que no podía imaginarse perdiendo jamás.

Sebas miró alrededor del espacio abierto. No pudo encontrar a nadie que pudiera presentarle un desafío adecuado, pero encontró a los Seis Brazos de los que le había hablado el camarada de Climb.

Overlord Volumen 6 Capítulo 8 Parte 2

Overlord Volumen 6 Capítulo 8 Parte 2

Uno vestía una túnica con capucha. Estaba teñida de negro y los bordes estaban bordados con hilo rojo como si estuvieran imitando una llama. No podía ver el interior de la capucha, pero el aura no le pertenecía a un ser vivo. El sobrenombre «Inmortal» no era un simple juego de palabras, sino a que era un no-muerto.

La única mujer entre los Seis Brazos estaba vestida en sedas finas. Tenía incontables brazaletes dorados en las muñecas y tobillos y cada vez que se movía producían un sonido metálico. En su cintura colgaban seis cimitarras.

El hombre al lado de la mujer era llamativo. Estaba vestido como un matador y sostenía un estoque cuya hoja parecía como si creciera desde una rosa. Incluso olía como una.

El último hombre estaba cubierto en una armadura poco notable de cuerpo completo y mantenía su espada enfundada.

Un total de cuatro personas — su líder, Zero, no se veía por ninguna parte. Tal vez estaba esperando su turno en algún otro lugar. Cuando los cuatro avanzaron, sus secuaces se movieron para rodear a Sebas.

«Viejo, he oído que eres bastante fuerte. ¿Los derrotaste a todos de un solo golpe?»

«Nosotros tuvimos que asegurar nuestras posiciones entre los Ocho Dedos utilizando sólo nuestras habilidades. Sería peligroso si perdemos aquí. ¿Succulent? Fue un idiota por perder frente al líder de la división del Tráfico de Esclavos, incluso si esa división ha caído por ahora.»

«Entonces, tengo una pregunta para ti. Succulent dijo que perdió contra Brain Unglaus, ¿pero no habrá sido derrotado por ti y simplemente no quiso admitirlo?»

«Bueno, nunca luchamos directamente. Sólo intercambié saludos con él en la mansión y la siguiente vez que lo vi estaba inconsciente.»

«Ya veo, supongo que es natural que perdiera. Si su oponente fue el renombrado Brain Unglaus, no hay forma de que hubiera podido ganar.»

«Especialmente si se volvió más fuerte desde el duelo y está al mismo nivel que Gazef Stronoff, la derrota de Succulent era un hecho.»

«Pero no es algo que podamos perdonar. Luego nos encargaremos de Unglaus y de ese subordinado de la Princesa Dorada. Pero tú viejo, tú que has instigado toda esta molestia, tú morirás primero.»

«Te quebraremos. Si no pudiéramos, quedaríamos mal.»

«Hablas de ese lugar.»

Dirigiéndose con toda seguridad a los Seis Brazos, Sebas apuntó hacia el tercer piso del edificio.

«Mucha gente de alto rango ha venido de muchos lugares. Se han reunido para vernos matarte despacio y con calma.»

«¿Allí también está alguien llamado Zero?»

«Bueno, tal vez.»

Los cuatro sonrieron burlonamente como si estuvieran mirando a un debilucho. Sebas hizo un gesto con el dedo hacia el edificio y luego, ignorando a los confundidos Seis Brazos, bajó la mano.

«¿Qué fue eso? ¿Buscas pelea?»

«No se preocupen por eso. Así que, ¿dónde está ella?»

«¿De quién hablas?»

La respuesta vino con una sonrisa que claramente lo menospreciaba. Sebas respondió despreocupadamente.

«La mujer que secuestraron de la mansión. Tsuare.»

«¿Y qué si digo que la matamos?»

«¿En verdad son tan generosos?»

«¡Jajaja! Es verdad. No somos así de generosos. Ella va a ser un regalo para Cocco Doll. La tenemos muy bien envuelta.»

«Ya veo…»

Sebas sintió que uno de los cuatro miraba repentinamente a un lugar específico del edificio. Lo único que importaba era que no era el lugar en el que le habían dicho que se encontraría Tsuare. Incluso así, lo único que tenía que hacer era confirmarlo luego.

«Ya que todos están reunidos aquí, vengan a la vez. Sería una pérdida de tiempo y una molestia si Zero escapa.»

«…Este humano no mide sus palabras.»

«¿Tanta confianza tienes de poder encargarte fácilmente de nosotros? Parece que nunca has encontrado a un oponente realmente fuerte.»

«Son palabras en verdad muy sabias. Deseo devolverte esas palabras… ¿pero podría preguntar algo? ¿Por qué creen que soy más débil que Brain?»

«Es una pregunta estúpida. Cuando te vuelves tan fuerte como nosotros, eres capaz de sentir que tan fuerte es tu oponente. Y tú, viejo, estás muy lejos de nosotros.»

A excepción de Davernoc, los otros dos estuvieron de acuerdo.

«Ya veo…»

Sebas también podía estimar aproximadamente la fuerza del enemigo por su Ki, pero era difícil de hacer cuando estaba oculta por una habilidad o por magia.

«Así que te daremos una oportunidad. Lucharemos uno a la vez, así que—»

«—Soy fuerte.» Sebas les indicó que vinieran por él. «Como dije antes, no hagan algo tan molesto como luchar uno a uno contra mí. Si vienen todos a la vez, es posible que duren diez segundos.»

«No nos subestimes, humano.»

Los hombros de Davernoc temblaron.

«¿Subestimarlos? No, son ustedes los que me subestiman. Mi nombre es Sebas. El que me otorgó este nombre es el guerrero más fuerte. El amo al que sirvo es un Ser Supremo… pero, puedo ver que es inútil hablar de él con criaturas bajas como ustedes. Me cansé de hablar. Terminemos con esto.»

Sebas avanzó. Fue hacia la criatura con el sobrenombre que más le molestaba.

«Rey Inmortal» Davernoc.

Su verdadera identidad era la de un Lich Ancestral. Los no-muertos normalmente aparecían en los lugares en los que moría mucha gente y tendían a guardar un profundo rencor contra los seres vivos, enfocándose en matarlos. Sin embargo, unos cuantos no-muertos con consciencia suprimían su odio hacia los vivos y formaban relaciones con ellos. Davernoc era uno de esos no-muertos. El objetivo de su vida antinatural era dominar la magia que no podía usar cuando había aparecido por primera vez y también obtener diferentes habilidades más allá de la magia.

Si hubiera habido no-muertos parecidos a él, podría haber sido una historia diferente. En realidad, existía una sociedad secreta que consistía únicamente de lanzadores de magia no-muertos, pero desafortunadamente, Davernoc nunca tuvo la oportunidad de conocer a ninguno de ellos.

Y así, buscó riquezas para poder aprender más magia.

Al principio, mataba viajeros en el camino y tomaba su dinero, pero, luego de ser derrotado por aventureros que fueron enviados como fuerza de castigo, se dio cuenta de la estupidez de tales acciones y buscó nuevas formas de adquirir dinero. Entonces ocultó su verdadera identidad para unirse a una compañía de mercenarios, pero descubrieron que era un no-muerto luego de percatarse de que podía lanzar «Bola de Fuego» continuamente, y tuvo que escapar.

Fue Zero quien se acercó a él luego de que acabara de perder su forma de ganar dinero.

Zero le presentó a alguien que le enseñaría algo de magia y le ofreció una cantidad razonable de dinero a cambio de trabajar para él. Era el tipo de ayuda que Davernoc nunca hubiera esperado. Si continuaba reforzando sus poderes mágicos, existía la posibilidad de que un ser inmortal como él pudiera algún día poseer la fuerza suficiente para destruir toda la vida. Zero habría estado apoyando a alguien que en el futuro representaría un peligro para la humanidad.

Sin embargo—

Sebas se acercó a él como una tormenta, dobló los dedos formando un puño y golpeó. Sebas hizo pedazos la cabeza de Davernoc sin darle tiempo a esquivar o a defenderse. Su vida antinatural fue extinguida antes de que pudiera entender qué tipo de ira había provocado. Sebas escupió con un rencor que no era propio en él.

«Sólo hay un ser que puede usar ese título. Aquel que está por encima de todo. Cómo se atreve a usarlo un no-muerto inferior como tú.»

Mientras Sebas agitaba su puño derecho como para quitarse los pedazos de hueso, el cuerpo de Davernoc se desintegró y los numerosos objetos mágicos que había estado usando cayeron por todos lados. De entre la multitud congelada por el pánico, sólo los Seis Brazos se movieron. Sin haber experimentado las muchas matanzas propias de verdaderos veteranos, ellos no hubieran podido ser capaces de reaccionar. Esto era algo digno de admiración porque probaba que su reputación de ser capaces de enfrentarse de igual a igual contra aventureros de rango adamantita no era únicamente un rumor sin base.

El siguiente oponente de Sebas era la mujer.

«Cimitarra Danzante» Edstrom.

Las cimitarras tenían magia de 'Bailar' imbuidas en ellas. Justo como su nombre, las armas se movían como si estuvieran bailando y atacaban automáticamente, incrementando varias veces el número de ataques. Pero ya que la magia sólo permitía patrones simples, no era adecuada para usarse como arma principal. Sólo era útil para ataques sorpresa o de apoyo, y lo único que harían sería fastidiar al oponente si se usaba contra alguien de habilidad similar. Debido a que había un límite a los hechizos que podían imbuirse en un arma, era de sentido común usar un hechizo mejor que 'Bailar'. Por ejemplo, Gagaran de Rosa Azul únicamente usaba magia que incrementaba el poder de ataque de sus armas.

Sin embargo, para Edstrom, no había un hechizo más adecuado que 'Bailar'. Usualmente, este hechizo se activaba cuando el dueño del arma usaba su mente para darle órdenes, pero en medio de una batalla en la que uno arriesgaba la vida, era imposible hacer que un arma flotante hiciera otra cosa más que movimientos simples.

Pero era diferente para ella.

Era como si allí hubiera un guerrero invisible, uno que podía controlar el arma con movimientos naturales e iguales a los suyos. Eso se debía a la extraña forma en la que su cerebro estaba conectado, ella poseía dos habilidades en lugar de un talento innato.

Una de ellas era una percepción espacial casi anormal, y la otra era el poder usar sus manos independientemente la una de la otra para realizar acciones diferentes al mismo tiempo. Algunas personas eran capaces de esto a pesar de nunca haber aprendido a hacerlo, pero ella era mucho más hábil. Su cerebro era muchísimo más flexible, tanto que daba la impresión de poseer dos. Si únicamente poseyera una de estas dos habilidades, sería incapaz de manejar sus espadas con tanta libertad, así que el hecho de que poseyera las dos sólo podía describirse como un milagro.

De entre los nueve millones de ciudadanos del Reino, probablemente no había otra persona que poseyera ambas habilidades. Llevando a cabo su voluntad, las espadas abandonaron sus fundas y flotaron en el aire. En lo único en lo que ella necesitaba concentrarse era en su defensa. Las otras cinco espadas serían las que atacarían. Ésta era la prisión de espadas, una prisión en la que la muerte era segura.

Pero—

Incluso antes de que las cimitarras pudieran atacar, Sebas cerró la distancia y golpeó con el borde de la mano a una velocidad increíble. La mano de Sebas reforzada con Ki era más filosa que cualquier espada y la cabeza de la mujer voló instantáneamente. La sangre brotó de su cuello y su cuerpo colapsó un momento después. Sin embargo, las cinco cimitarras seguían flotando en el aire. El golpe de Sebas había sido tan preciso y rápido, que ella no había sentido su muerte. Probablemente tampoco ningún dolor. Siguiendo su voluntad, las cinco cimitarras se abalanzaron contra Sebas. Ignorándolas, Sebas se paró derecho y habló con tono de alabanza hacia la cabeza cercenada.

«Y pensar que puedes luchar incluso luego de perder la cabeza… aplaudo tu espíritu de lucha.»

Los labios de la mujer se abrieron y cerraron. ¿Qué era lo que él le estaba diciendo? Ella no podía entenderlo, pero como sintiendo algo en sus palabras, sus ojos miraron alrededor y encontraron su cuerpo decapitado. Es mentira. Es una ilusión. Es imposible que pueda perder. No he perdido. La razón por la que no me puedo mover es probablemente porque alguien usó magia. Alguien diga algo. Cuando aceptó la verdad, su rostro se retorció por la desesperación. Su boca se abrió y cerró una vez más y las espadas que seguían a Sebas cayeron al suelo. No mostraron signos de que se moverían de nuevo.

«¡Vamos juntos! ¡Los dos podemos vencerlo!»

El grito vino del hombre vistiendo la armadura completa, que casi no podía contener el pánico. La armadura no lo podía proteger del miedo. Se dio cuenta no sólo con su cuerpo, sino también con todo su corazón, de que lo que Sebas había dicho había sido verdad, y de que éste era alguien a quien no debía de haber convertido en su enemigo.

«¡R-r-recibe mi 'Corte Dimensional'!»

Instintivamente sabía que moriría. Sabía que nunca podría vencer a Sebas. La razón por la que no había intentado huir era porque sabía que estaría muerto luego dar unos cuantos pasos. Si luchaba, moriría; si huía, moriría. Ya que ninguna era una opción, su actitud mostraba que a pesar de todo era un guerrero.

Sebas entrecerró los ojos. Era la primera vez que pensaba que necesitaría tener cuidado de un oponente. El creador de Sebas, el Campeón del Mundo, Touch Me, tenía una habilidad definitiva que podía desgarrar el tejido del espacio y del tiempo. No había forma de que su oponente pudiera ser capaz de usar ese tipo de ataque, pero incluso una burda imitación sería capaz de dañar a Sebas.

«Verdugo del Vacío» Pesylian.

Había recibido su sobrenombre por la habilidad mágica de desenvainar su espada de una funda de un metro de largo y ser capaz de golpear a un oponente hasta a tres metros de distancia. Sin embargo, no era un ataque que cortara realmente a través del vacío.

El secreto yacía en la espada.

Era un tipo de espada llamada Urumi. Era una espada larga, hecha de metal suave, que se doblaba y sacudía con facilidad. Lo que tenía era una espada laminada a una delgadez tan extrema, que sería más adecuado que lo llamaran el «Verdugo de la Espada Delgada». Tal vez una descripción más adecuada sería la de un látigo metálico, largo y delgado. Se había ganado el sobrenombre al agitar su espada a gran velocidad y matar a sus oponentes con sólo un destello de luz.

A comparación de los otros Seis Brazos, era más cercano a un truco que a una habilidad, pero el hecho de poder controlar un arma tan compleja era prueba de que era un guerrero muy habilidoso. Incluso aquel al que llamaban el guerrero más fuerte, Gazef Stronoff, sería incapaz de manejar esta arma con tanta destreza como lo hacía Pesylian. Sin embargo, su verdadera fuerza yacía en el hecho de que no importaba que el oponente pudiera entender la naturaleza del arma. Lo aterrador del látigo era su velocidad extrema. Era difícil, o mejor dicho imposible, esquivarlo simplemente con mirarlo. Era un ataque ejecutado a una velocidad increíblemente alta. Para un ser humano que no supiera lo que era, parecería ser un ataque que cortaba a través del vacío.

—Pero.

La hoja de la espada, el ataque a velocidad extrema, fue detenida entre dos dedos. Lo hizo en un movimiento tan natural, que parecía como si hubiera estado recogiendo algo que se le había caído antes. Sebas observó el objeto metálico entre sus dedos y levantó una ceja.

«Qué es esto… Si estabas hablando de cortar atravesando dimensiones…»

«¡Shiaaa!»

Con un extraño sonido parecido al de un pájaro, un estoque voló hacia Sebas.

«Mil Muertes» Malmvist.

Su arma principal, Espina de Rosa, tenía dos encantamientos aterradores imbuidos en ella. El primero era 'Triturador de Carne'. En el momento en el que el estoque entraba en contacto con la piel, desgarraba la carne a su alrededor. Si la espada atravesaba la piel, dejaría una herida aun más grande con la carne destrozada alrededor. El segundo encantamiento era 'Maestro Asesino'. Era un encantamiento que convertía incluso un pequeño rasguño en una herida grave.

Estas habilidades por sí solas eran bastante destructivas, pero había un secreto más. Esta vez no era magia, sino veneno. La punta de Espina de Rosa estaba cubierta con un veneno especialmente potente, una mezcla de varios venenos mortales. Malmvist era originalmente un asesino más que un guerrero, así que también luchaba como uno. Era el tipo de lógica que dictaba que si uno estaba luchando para matar, lo mejor era matar al oponente rápida y eficientemente, sin importar el método. El resultado era un arma que podía matar incluso con un rasguño.

Si uno no había planeado las cosas, podría morir fácilmente, sin importar que se tratara de Gazef Stronoff o de Brain Unglaus.

Pero ésa era también su debilidad.

Debido a su forma de pensar, de poder ganar con sólo hacerle un rasguño a su oponente, la habilidad de Malmvist con la espada era bastante limitada. Sin embargo, su habilidad para atacar con estocadas era real y si se juzgaban únicamente las estocadas, serían más fuertes que los ataques de Gazef Stronoff. En otras palabras, eran las estocadas más fuertes del Reino. Adicionalmente, sus numerosas artes marciales podían igualar incluso a la antigua miembro de la Escritura Negra, Clementine.

Pero—

Sebas no lo esquivó. No necesitaba hacerlo.

«…!»

Malmvist, que acababa de atacar con una estocada usando todas sus fuerzas, se quedó sin palabras. Vio la punta de su arma, que podía matar a cualquiera con sólo un rasguño, siendo detenida por el dedo de Sebas. Así era. Sebas había bloqueado la punta del estoque con su dedo.

«…¿C-cómo lo hiciste?»

Parpadeando profusamente, lo único que Malmvist podía hacer era gemir luego de confirmar que no se trataba de una ilusión o de un sueño. Eso era todo lo que podía hacer. El sentido común le decía que era imposible. No había forma de que Sebas pudiera detener una estocada tan poderosa como para atravesar el acero. Su experiencia le decía a gritos que era imposible, pero la realidad le contaba una historia diferente. Incluso con todas sus fuerzas, Malmvist no podía apartar el dedo del viejo.

Espina de Rosa se estaba doblando. Intentó apartarla para poder atacar un lugar diferente, pero Sebas la sostuvo con firmeza entre sus dedos pulgar e índice. No podía mover su espada en absoluto. Era como si una montaña inamovible estuviese allí. Cuando Malmvist miró a su camarada, también estaba jalando su espada con todas sus fuerzas. En medio de todo ello, resonó una voz acerada.

«Entonces, aquí voy.»

Un momento después, la cabeza de Pesylian estalló en pedazos.

Fue un ataque extraño de ver de parte de Sebas. Hasta ahora había atacado con elegancia, pero este ataque era un ataque irreflexivo provocado por la ira.

Sebas movió su mirada hacia su puño derecho, con el que le había atravesado fácilmente la cabeza, haciéndola volar en pedazos.

Su guante blanco estaba teñido de sangre y tenía un penetrante olor metálico.

«Eso fue impropio de mí…»

Sebas apartó los dedos del estoque y se quitó el guante empapado en sangre. En el momento en que éste cayó al suelo, Malmvist lo tomó rápidamente usando el estoque.

Malmvist podría sentirse orgulloso de su velocidad como de cometa, pero para Sebas, fue ridículamente lento. Tenía muchas formas disponibles de tomar el guante de vuelta, incluyendo aplastar el estoque y hacer volar la cabeza de Malmvist, pero siendo incapaz de entender lo que pretendía su oponente, Sebas preguntó con curiosidad genuina:

«Exactamente… ¿qué intentas hacer?»

«¡¡¡Es esto!!! Éste es el objeto mágico que te hace más fuerte, ¿cierto?»

Era un guante normal hecho de lino blanco.

Con voz quebrada, con espuma en las comisuras de la boca y ojos inyectados de sangre. Malmvist ya había descendido medio camino a la locura. Estaba intentando racionalizar las cosas increíbles que había presenciado.

«Sólo tienes que admitir que soy más fuerte que tú. Qué persona tan molesta… Si lo deseas, sigue pensando eso.»

Sebas dirigió su puño hacia el hombre que reía como un demente. Luego de que la cabeza de Malmvist volara y de que su cuerpo colapsara, se hizo el silencio. Sebas sopló rápidamente sobre su puño como si allí hubiera una mota de polvo. Sus dedos, en los que había usado 'Piel de Hierro', no tenían ni un rasguño.

«Si no hubiera estado tan en guardia de algún ataque falso como los del 'Verdugo del Vacío', todo habría terminado en cinco segundos, pero los felicito por durar veinte contra mí.»

Sebas apuntó hacia el edificio en el que la gente debía de haber estado viendo esta espantosa escena y le dio una orden al depredador oculto.

«Solution, es posible que tengan información importante, así que por favor captúralos vivos. Ahora…»

Miró con ojos fríos a los temerosos secuaces que lo rodeaban.

«Diez segundos para todos ustedes.»