Mes de Fuego Bajo (Mes 9), Día 4, 07:14
Los miembros de Rosa Azul visitaron el castillo temprano por la mañana. Todas cargaban unos sacos grandes y cada vez que estos tocaban el suelo, unos sonidos metálicos hacían eco desde su interior. Eran sus equipos. Debido a que estaban ingresando al Castillo Real, tendrían problemas, por decir lo menos, si iban por ahí completamente armadas.
Liberadas de la molestia de tener que arrastrarlos por todos lados, todas estiraron los hombros y brazos. La líder, Lakyus Alvein Dale Aindra, observaba a Renner con una mirada de envidia.
"¿Así que tu deber como princesa empieza ahora?"
Renner no tenía mucho poder político, pero como princesa, aún tenía tareas que cumplir.
"No te preocupes, puedo dejarlo de lado por un tiempo."
"Vaya, vaya."
Lakyus mostró una expresión traviesa. Renner hizo lo mismo, pero volvió a su expresión seria una vez más.
"Lakyus, tan pronto se hayan preparado, quiero llevar a cabo eso de lo que hablamos."
"¿Por qué? Según lo que oí ayer, ¿no íbamos a atacar un lugar a la vez en absoluto secreto?"
Preguntó Evileye, la lanzadora de magia arcana que llevaba una máscara.
Ella no se quitó la máscara a pesar de estar en el palacio real. La única razón por la que un atuendo así de sospechoso era permitido, era porque se trataba de una aventurera de rango adamantita, el pináculo de lo mejor de la humanidad. Además, ayudaba el hecho de que Lakyus, la líder del grupo, era también de la nobleza.
"En realidad, anoche se presentó un problema imprevisto, así que necesitamos ajustar nuestros planes con eso en mente. Evileye-san, ayer…"
Renner les contó sobre el ataque de la noche anterior al burdel. Las miradas de felicitación de los miembros de Rosa Azul hicieron que Climb se pusiera aún más rígido de la vergüenza.
En verdad, no había sido Climb, sino las dos personas que estaban con él, quienes habían salvado a esas chicas sufriendo en el burdel. Climb no sentía que hubiese hecho nada elogiable. De hecho, estaba feliz porque no lo habían resondrado y se sentía algo aliviado de que el plan no hubiese sido completamente arruinado por sus acciones.
"Hiciste bien, chico virgen."
"Gagaran tiene razón. Capturar a uno de los Ocho Dedos… es un gran logro."
"…'Rey No-Muerto' Davernoc, 'Ejecutor del Vacío' Pesylian, 'Cimitarra Danzante' Edstrom, 'Mil Muertes' Malmvist, 'Diablo de las Ilusiones' Succulent, y el líder, 'Demonio de Batalla' Zero."
Tia listó los nombres.
"Davernoc es un no-muerto. Se dice que Pesylian puede atacar a enemigos desde una gran distancia. Edstrom usa armas con magia especial y Malmvist es un lobo solitario especializado en ataques de estocada. Ya tenemos a Succulent, así que ignorémoslo. Por último, un luchador especializado en combate sin armas, Zero. Todos son por lo menos de rango adamantita."
«Sí. Haber capturo incluso a uno de ellos es una ventaja enorme para nosotros.»
«Lo hiciste bien, Climb. Pero pudiste conocer y trabajar junto a Brain Unglaus, eres realmente afortunado.»
Climb estaba de acuerdo en ese punto.
«Ja, vencer a Succulent de un solo golpe. Dicen que Brain luchó cuello a cuello contra el guerrero más fuerte del Reino, Gazef Stronoff. Parece que es tan bueno como dicen. Pero personalmente, estoy más interesada en el anciano que Brain dijo que sería incapaz de vencer.»
«No pregunté por la residencia de Sebas-sama.»
«…Hmm, Climb, es posible que él desconfiara de ti y no te lo dijera. O tal vez no fuiste lo suficientemente rápido y no pudiste preguntárselo… ¿Cuál de las dos?»
«Fueron ambas, Evileye-sama. Tal vez si se lo preguntaba, me lo habría dicho, pero es verdad que no quería que se viera más envuelto en esto.»
«…Eres más diligente de lo que pensaba.»
«Así es.»
Las gemelas elogiaron a Climb.
«Pero es incomprensible que nunca hayamos oído de alguien así antes…»
Comenzando con Evileye, la sospecha que todas sentían de Sebas sólo se incrementó. Climb intentó redirigir la situación negando eso, pero Lakyus dio unas palmadas y atrajo la atención de todos.
«Bien, bien, dejemos ese asunto para después. Si no fuera por él, no conoceríamos la ubicación del burdel ni tampoco habríamos capturado a Cocco Doll. Además, Climb está en deuda con él.»
«Tienes razón, Lakyus. Entonces, Princesa. ¿Cambiar el plan significa que también cambiaremos el lugar de ataque?»
«Sí, Evileye-san. Acabaremos con todos esta noche, de una sola vez. Si nos tomamos nuestro tiempo, sólo serviría para que nuestro enemigo tome la iniciativa.»
La atmósfera se cubrió de silencio.
Los únicos participando en el plan, eran los miembros de Rosa Azul. Ya que no tenían muchos hombres disponibles, el plan era atacar un lugar a la vez.
«Oiga, Princesa-san, ¿no dijo que no teníamos suficiente gente? ¿O es que encontró a alguien de un día para el otro? Ni siquiera pudimos contratar a algún otro aventurero.»
Desde la creación misma del Gremio de Aventureros, su lema era defender a la humanidad de otras amenazas. Así que una de las reglas no oficiales era que el Gremio nunca tomaría parte en conflictos humanos internos. Si no, los Gremios no podrían cooperar los unos con los otros en diferentes países.
Si preguntaban en el gremio, era posible que hubiera alguien dispuesto a realizar este tipo de trabajo, pero el gremio tenía sus propias formas de ejercer presión para hacer cumplir la regla no oficial. Los castigos iban desde recibir una simple advertencia, hasta ser proscrito de todas las solicitudes, y en el peor de los casos, la expulsión del Gremio de Aventureros. Los aventureros que eran expulsados y que continuaban tomando solicitudes ilegales, eran llamados 'trabajadores'. De acuerdo a los rumores, el Gremio de Aventureros incluso contrataba asesinos para eliminar a los peores de ellos.
Aunque Rosa Azul estaba rompiendo las reglas al luchar contra una organización humana, los Ocho Dedos, lo estaban tolerando debido al hecho de que se trataba de aventureras de rango adamantita.
«Aun si logramos involucrar a más gente, sería temerario utilizar a los guardias. Ellos ya tienen gente entre los guardias. Tal vez sirva para los pasos finales de limpieza, pero de otro modo sería demasiado riesgoso.»
«Es lo mismo con los guardias de los feudos de cualquiera de los nobles. Quién sabe cuáles de ellos son sus secuaces.»
«Los únicos en los que podemos confiar son Gazef Stronoff y en sus guerreros, no… no estoy segura de que podamos confiar ni siquiera en sus guerreros.»
«Es debido a que no conocemos su verdadera fuerza que nos es difícil elaborar un plan de contingencia. Pero si esto sigue así, el Reino entero se pudrirá. Bajo estas circunstancias, sencillamente tendremos que hacerlo lo mejor que podamos.»
Renner asintió con la cabeza frente a las quejas de Lakyus.
Las invasiones del Imperio, una pugna interna de poder, y ahora también corrupción. Climb casi podía ver la luz dorada del sol irradiando de la Princesa y de sus esfuerzos para hacer frente a estos problemas sin importar cuán sombrío parecía todo. Él realmente pensaba que ella uniría al Reino y traería la felicidad a su gente. Y una vez más fortaleció su lealtad hacia ella.
Todos aquellos que pensaran que ella era solo una bonita decoración, en especial los nobles, enfurecían a Climb. Pero la voz angelical de Renner disipó toda su ira y se concentró nuevamente en la conversación.
«Es justo como dijiste. Pero tomaremos prestada la fuerza de un noble digno de confianza.»
«¿Conoces a uno, Princesa?»
«Sí, Evileye-san. No conozco a muchos, pero hay uno confiable.»
«¿Ehh? ¿De quién se trata Renner? Creo que ya sabes esto, pero si no es confiable, entonces no tiene sentido hacerlo. Tampoco hay garantías de que mandará una cantidad suficiente de sus soldados.»
«Ya tengo eso cubierto. Todo irá bien. También conseguiremos el apoyo del Capitán Guerrero.»
«Ah, el Capitán Guerrero.»
«Si se trata del Capitán Guerrero, podemos confiar en él. Si los Ocho Dedos ya se han hecho con él, entonces no hay salvación para el Reino.»
«Entonces, Climb, ve a llamar inmediatamente al Marqués Raeven. Hace poco tuvimos una discusión, así que debería seguir en la Capital.»
«¿El Marqués? Más temprano, también lo vi con el Príncipe…»
En efecto, el Marqués Raeven reunía todas las características que buscaban, con la excepción de ser digno de confianza.
Él era uno de los Seis Grandes Nobles, y su fortuna no podía ser igualada por ninguno de los otros. Sin embargo, había evidencias de que los Ocho Dedos aún no lo habían tocado. A decir verdad, su fortuna podía ser atribuía a estar trabajando con los Ocho Dedos. Sin embargo, Climb abandonó tales pensamientos con rapidez. Si Renner, su ama, la más respetada por él y la mujer más sabia, decía eso, entonces él confiaría en el Marqués Raeven.
Sin embargo, a diferencia de Climb, todos los miembros de Rosa Azul, fruncieron el ceño al mismo tiempo.
«Oiga, oiga, Princesa. ¿Está segura de que podemos confiar en él?»
«Los rumores dicen que el Marqués Raeven es un traidor.»
«Un hombre cobarde que constantemente cambia de bando, desde la facción del Rey a la facción de los nobles, alguien que haría cualquier cosa por dinero, aun si fuera para los Ocho Dedos.»
«Princesa, no quiero que la información se filtre a través de él.»
En medio de las opiniones negativas, Lakyus dio unas fuertes palmadas.
«…Basta, todos. Oye Renner, el Marqués Raeven no tiene una buena reputación. ¿Podemos confiar en él?»
«No es una garantía absoluta. También creo que ha estado recibiendo cierta cantidad de sobornos de parte de los Ocho Dedos.»
«¿Eh?»
Todas tenían expresiones de confusión, pero aquellas que tenían sus propias sospechas preguntaron:
«¿Desviando su atención con información falsa?»
«Es usado para asesinatos. Entregas información falsa para concentrar la seguridad en algún otro lugar.»
Renner negó con la cabeza las palabras de las antiguas asesinas.
«Tina-san, Tia-san, no se trata de eso. Aun si él aceptara dinero de los Ocho Denos, eso no significa necesariamente que quiera cooperar con ellos. El Marqués Raeven es una mejor persona de lo que pensaba… Climb, ve a traer al Marqués. Él se reunirá contigo de inmediato si le dices que destruiste uno de los burdeles y que capturaste al líder del tráfico de esclavos de los Ocho Dedos.»
Climb miró al exterior para comprobar la posición del sol. Ya que todo seguía iluminado con la luz de la mañana, seguía siendo demasiado temprano para solicitar una audiencia. Sin embargo, ya que no era fácil obtener una audiencia con los Grandes Nobles, comenzar temprano debería ser lo mejor.
«¿Es prudente hablar siquiera del líder del tráfico de esclavos? Creo que lo mejor sería mantenerlo en secreto…»
Ya que ni siquiera un gran noble rechazaría una invitación personal de la Princesa, Climb pensaba que lo mejor sería reservar ese hecho como una carta que Renner pudiera usar.
«Si queremos convertirlo en nuestro aliado, debemos mostrar nuestras cartas también. Es la mejor forma de probarle al Marqués que confiamos en él.»
Climb asintió con la cabeza e hizo una respetuosa reverencia.
«Traeré al Marqués Raeven tan pronto como me sea posible, tal como ordena.»
«Gracias, Climb. Ahora, ya que eso tomará algo de tiempo, ¿alguien desearía algo de té rojo?»
♦ ♦ ♦
Mes de Fuego Bajo (Mes 9), Día 4, 09:37
Las Rosas Azules estaban listas. Aun si el Marqués Raeven venía, no sería hasta después de medio día. Los Grandes Nobles sostenían reuniones con otros nobles por la mañana. Otra sería la historia si hubiese sido el Rey quien lo llamaba, pero Renner seguía sin tener poder.
Obviamente, esto tendría una prioridad más baja para el Marqués. Así que cuando Climb regresó temprano, ellas se preguntaron si lo habían echado de la puerta. Sin embargo, cuando vieron a los dos hombres detrás de él, no pudieron ocultar su sorpresa.
Uno de ellos era el Marqués Raeven. Su aspecto podía describirse como nada menos que inmaculado. Vestía un jubón hecho con el pelaje de alta calidad de una bestia o probablemente de un monstruo, tejido con hilos dorados. Con intrincados patrones bordados alrededor de los bonotes y de las mangas, y por la forma en que reflejaban la luz, había muchas joyas del tamaño de guisantes incrustadas allí. Vestimentas de la más alta calidad sólo eran usadas durante las ocasiones más importantes, siendo uno de los seis Grandes Nobles, realmente le sentaban bien.
La siguiente persona era un hombre algo regordete.
Renner lo miró con una expresión de sorpresa.
«Hermano mayor.»
«Eh, mi hermana menor de otra madre. Te vez saludable como siempre… Oh, si ésta es la hija de la familia Alvein, ¿entonces ella es la famosa Rosa Azul? Es increíble ver aventureros de rango adamantita aquí.»
El hombre que ingresó sin tocar, era el segundo Príncipe, Zanac Varleon Igana Ryle Vaiself. Ya que Lakyus mostró signos de respeto hacia la realeza, habló de manera relajada.
«Vine porque sonó como una discusión interesante.»
«A su servicio, Princesa Renner.»
«Gracias por venir, Marqués Raeven. Por favor, levante la cabeza.»
Antes de hablar, Renner se puso de pie para saludar a su hermano mayor, que se encontraba en una posición más elevada en la línea de sucesión. Cuando el Marqués Raeven levantó la cabeza, tenía una delgada sonrisa en el rostro. Realmente era una sonrisa repulsiva que hizo que los otros se sintieran incómodos, sin embargo, otro tipo de sonrisa no sería adecuada para él.
«¿Sería un problema si envías a los otros a una habitación diferente?»
«Como digas, hermano mayor. Lakyus, Climb, ¿les importaría esperarme en el otro cuarto?»
«Muy bien.»
Lakyus aceptó sin quejarse y llevó a sus camaradas al siguiente cuarto. Ellas no perderían el tiempo y se prepararían allá. Los miembros de Rosa Azul y Climb agacharon las cabezas y desaparecieron al interior de otro cuarto. Luego de verlos marcharse, Renner guió a los dos hombres a la mesa.
«Por favor, siéntense.»
«Por supuesto, Princesa Renner.»
«Está bien, mi querida hermana.»
Una persona se sentó con clase y la otra, simplemente se dejó caer. Renner sirvió una taza de té rojo y la empujó hacia el Marqués Raeven.
«Es un honor que la Princesa la sirva personalmente para mí.»
«Lamento que sólo esté tibia.»
«Hmmm, ¿no hay una para mí?»
Zanac miró a ambos con decepción en el rostro.
«Vaya, vaya… pensé que a mi hermano mayor le desagradaba el té.»
«Sí, no me gusta el agua extraña teñida con hojas de té, pero no tener nada que beber se siente insuficiente.»
«¿Debería decirle a las sirvientas que traigan algo? ¿Preferirías licor?»
«No importa que sea té rojo. No es necesario que alertes a las sirvientas.»
«Si actuamos hoy, las sirvientas no tendrán la oportunidad de enviar información de vuelta a sus familias.»
«¿No deberíamos ser cautelosos? Las lenguas de las mujeres son incapaces de guardar un secreto. Especialmente las sirvientas que trabajan en el palacio. Son más rápidas de lo que parecen.»
Con una sonrisa, Renner sirvió otra taza de té rojo y la colocó frente a Zanac.
«Hmmm… Ya has puesto a prueba la red de información de las sirvientas, ¿cierto?»
«¿De qué estás hablando?»
«Bueno, no importa.»
Zanac respondió cortante y tomó el té antes de sacar la lengua debido al sabor amargo.
«Pero, Princesa Renner, ¿qué asunto requiere tratar tan temprano? Por supuesto, siempre estoy preparado para responder a su llamado.»
«Gracias, Marqués Raeven. No tenemos mucho tiempo, así que seré franca. Deseo tomar prestada su sabiduría.»
Tosiendo ligeramente, Renner habló con seriedad. Los ojos del Marqués se abrieron y dentro de ellos se vislumbró un destello de sorpresa. Sin embargo, una vez que se calmó, regresaron a la normalidad.
«Mi sabiduría dice. Si es un problema que usted no puede resolver… no estoy seguro de en qué forma le podría ser de alguna ayuda.»
«Yo no creo eso, Marqués Raeven. Después de todo, en los asuntos concernientes al palacio, no hay nadie más talentoso que usted.»
El Marqués y la Princesa se miraron mutuamente.
Renner casi nunca participaba en las luchas de poder. Sin embargo, ¿qué quería decir con «los asuntos concernientes al palacio»? El Marqués Raeven soltó una carcajada. Cuando se carecía de información, lo mejor era reunir más en lugar de hacer una suposición y llegar a una conclusión equivocada.
«Así que, ¿cómo podría ayudarla?»
«Deseo que usted, el líder secreto de la Facción Real, no, la persona que controla a la Facción Real desde las sombras, me preste a sus tropas personales.»
«… ¿Qué?»
El Marqués puso una expresión como si justo frente a él hubiese ocurrido una explosión mágica. Cualquiera que hubiera estado aquí se hubiera sorprendido. Después de todo, el Marqués Raeven no era un hombre al que se le podría hacer cambiar fácilmente de expresión. Sin embargo, ésta era la única reacción que podía hacer. Si hubiese sido otro nombre, se hubiera reído del asunto. Pero ésta era una verdad oculta por mucho tiempo.
Desde hacía ya mucho tiempo que el Marqués Raeven era considerado una rata moviéndose entre las dos facciones como mejor le convenía, pero en realidad era él quien comandaba la Facción Real y prevenía que estallara una guerra civil. Si el hombre llamado Raeven no hubiera existido, el Reino probablemente ya habría colapsado. A su lado, Zanac contenía la respiración.
Él ya sabía que Renner era increíblemente inteligente, un monstruo con forma humana. Pero sin nadie que actuara como sus pies y manos, ella se encontraba prisionera en el palacio. ¿Cómo era que había llegado a esa conclusión? En todo el Reino, Zanac había sido el único en deducir eso. Ambas personas pensaron de inmediato que ella podría estar fanfarroneando, pero abandonaron inmediatamente esa idea. Por el tono de voz de Renner, nadie imaginaría que mentía. Ambos hombres lidiaban constantemente con gente que estaba llena de mentiras, y seguían siendo incapaces de determinar si ella estaba o no mintiendo. Renner ignoró al estupefacto Marqués, y continuó su historia con tranquilidad.
«…Tal vez necesito confirmarlo con los otros Grandes Nobles de la Facción Real, pero el Marqués Volumlash está filtrando información al Imperio. En ése caso…»
«¿Qu-Qué?»
«¡Espera un segundo!»
Incluso más fuerte que la quebrada voz de Zanack, el Marqués Raeven levantó la voz.
«El Marqués Volumlash…»
«Lo sabe, ¿verdad? Es por eso que estuvo asegurándose de que la Marquesa no obtenga acceso a demasiada información.»
Ambos hombres miraron a Renner boquiabiertos.
Renner había murmurado esto con la misma expresión imperturbable, desafiándolos a que le demuestren que se equivocaba.
«Tú, ¿qué…?»
Olvidando incluso su título de princesa, el Marqués Raeven se encontraba en un estado de pánico.
El Marqués Volumlash era uno de los Seis Grandes Nobles, y los únicos que sabían que era un informante, eran Raeven y Zanac. La única razón por la que el Marqués Raeven había tolerado a ese traidor era para mantener el balance de poder entre las facciones.
Por lo tanto, le ocultaba este hecho a la Facción de los Nobles y se aseguraba de no permitir que fluyera demasiada información hacia el Imperio. Esto lo había logrado en absoluto secreto hasta ahora. Zanac sólo lo sabía porque el Marqués se lo había dicho. Si eso era así, entonces ¿cómo había hecho este pajarito enjaulado para saberlo? El solo pensar en cómo lo había logrado hacía que Zanac sintiera la piel de gallina.
«¿Cómo te enteraste de eso…?»
«Es algo que se menciona aquí y allá. Algunas veces las sirvientas también hablan de ello.»
¿Qué tan confiables podían ser las historias de las sirvientas? El Marqués no podía creerlo. Especialmente si su memoria del pasado no le fallaba, él podía entender lo que ella quería decir cuando dijo que lo dedujo de lo que decían las sirvientas. De alguna forma, esta mujer frente a él, había tamizado pilas y pilas de basura, para reconstruir una joya.
«—Un monstruo.»
Una comparación realmente digna de una mujer como Renner fluyó fuera de sus labios. A pesar de oír un comentario descortés, Renner simplemente sonrió. El Marqués Raeven abandonó todas las anteriores ideas preconcebidas que tenía.
Ella era digna de ser tratada como una igual. Sus recuerdos verdaderamente eran correctos.
«…Muy bien, todo lo que sé, lo compartiré con usted. ¿Eso le parece bien, mi Príncipe?»
Luego de confirmar que Zanac estaba de acuerdo, el Marqués enderezó su postura, enfrentando a Renner de frente. Su actitud era similar a la de Gazef al enfrentar a un oponente.
«Sin embargo, me gustaría hablar con la 'verdadera' Princesa Renner.»
«¿Qué quiere decir con 'verdadera'?»
Renner preguntó esto como si la pregunta hubiera sido extraña.
«En el pasado, vi a una niña. Una niña con poderes de observación que yo nunca podría igual siquiera, una niña que hablaba de cosas tan complejas, que yo no las podía comprender. Por supuesto, cuando me percaté del verdadero valor de aquellas palabras, ya había pasado mucho tiempo.»
El soliloquio del Marqués Raeven continuó en silencio:
«…Una niña que hablaba de algo incomprensible; fue así como la evalué. Aun cuando pensé en ella de ese modo, sentí como si estuviera enfrentando a un persona peligrosa.»
«¿Una persona peligrosa?»
Preguntó Renner en voz baja.
«Sí. Debido a que fue tan breve, sencillamente pensé que había sido sólo mi imaginación. Pero en verdad lo había sentido. Unos ojos vacíos, desinteresados del mundo, y que sólo guardaban desprecio por las demás personas…»
Los hombros del Marqués Raeven temblaron en respuesta a la atmósfera helada que invadió el cuarto.
«…Para cuando vi nuevamente a esa niña, su aura era igual al de cualquier otra niña de su edad. Así que pensé que estaba equivocado en ese entonces… En verdad deseo preguntárselo, Princesa. Deseo saber si mis sospechas de que usted nos ha engañado hasta ahora, son verdaderas o no.»
Dos pares de ojos chocaron miradas. Era como si dos serpientes estuvieran enredadas en una lucha a muerte. Entonces de pronto, la luz en los ojos de Renner desapareció. El Marqués sonrió con nostalgia, como si acabara de presenciar una escena de un recuerdo lejano.
«Ah… y pensar que ha pasado tanto tiempo…»
Zanac sudaba frío ante la escena de su hermana convirtiéndose en un monstruo feo y peligroso que aun poseía una sonrisa en el rostro. Él ya tenía una pista del tipo de horrendo verdadero yo que se ocultaba bajo esa hermosa cara. Su suposición de que ella deseaba alcanzar el poder y destruir el Reino había sido equivocada, pero ella seguía siendo un ser canceroso de un nivel completamente diferente.
«Por supuesto, Princesa Renner. Esos son los mismos ojos que había visto en el pasado. Ha sido toda una actuación la que ha estado haciendo desde entonces.»
«No exactamente, Marqués Raeven. No es un acto, simplemente estaba satisfecha.»
«…Su guardia personal, Climb… ¿está hablando de él?»
«Sí, todo es gracias a Climb.»
«Es sorprendente que ese muchacho tenga algo en él que la haya cambiado… pensé que era un simple chico… ¿Precisamente qué es él para usted, Princesa?»
«¿Habla de Climb…?»
La mirada de Renner deambuló por el aire. ¿Cuánto era su valor? ¿Qué tipo de palabras podrían expresar realmente lo que él valía?
Renner Thiere Chardelon Ryle Vaiself.
Si su existencia pudiera sumarse en una palabra, sería «dorada». La palabra se refería a su belleza. Sin embargo, pocos sabían que ella poseía una habilidad que hacía que esa belleza palideciera a comparación. Su inteligencia, habilidades de observación, comprensión, creatividad, liderazgo, y cualquier otro aspecto concerniente al gobierno, estaban superdesarrollados.
—Si fuera descrita en una palabra, sería 'genio'.
Sólo podía decirse que era un regalo de dios. Sus pensamientos, que sólo podían ser descritos como inspiraciones divinas, eran todos creados analizando y observando incontables piezas de información. Aun si uno buscara en todo el continente, nadie podría acercarse siquiera a sus habilidades. Incluso entre los seres que trascendían a la humanidad, había pocos que podrían compararse con ella.
Incluso en Nazarick, sólo Albedo, que supervisaba a todos los sirvientes y Guardianes, y Demiurge, que poseía un intelecto diabólico y experiencia en todo lo concerniente a la regencia, podían verdaderamente igualarla. Los humanos siempre tomaban decisiones desde su propio punto de vista. En ése sentido, ella podría ser descrita como rara o extraña. Sin embargo, sólo tenía un defecto. Ella nunca podría entender por qué los otros no sabían lo que ella sí. Si hubiera alguien que estuviera a su mismo nivel, podría reconocerla por el genio que era. Si hubiera sido así, los resultados podrían haber sido diferentes.
Pero ése no había sido el caso.
Ya que sólo hablaba de cosas incomprensibles, la evaluación que recibía de los demás era la de una niña molesta. Debido a que era una niña linda, no hubo mucho odio hacia ella y también recibió una cantidad considerable de amor, pero el hecho de que nadie pudiera entenderla realmente, tuvo un enorme efecto en su desarrollo mental, y lentamente se torció con el tiempo.
Podría decirse que se sentía sola porque era un genio. Sin nadie a su lado que pudiera entenderla, el estrés que sintió se incrementó hasta un punto en el que ya no podía comer nada sin vomitarlo. Nadie pensaba que la Princesa, que sólo se debilitaba día a día, sobreviviría. Y podría, en efecto, no haberlo hecho si no fuera por su cachorro, pero incluso si sobrevivía, un señor demonio habría nacido en su lugar. Un señor demonio que sólo podía mirar las cosas en términos numéricos, y que impondría el sacrificio de los pocos para el bienestar de los muchos.
En verdad fue un capricho. Cuando salió a dar un paseo con los guardias en una noche de lluvia, la chica recogió a un cachorro. El cachorro cuya vida había sido salvada por su ama, le mostraba algo en la mirada. Eran unos ojos melancólicos. La chica ciertamente lo sintió así. Era una mirada de admiración en toda su pureza.
Estaba acostumbrada a las miradas indiferentes. Estaba acostumbrada a las miradas de desprecio. Estaba acostumbrada a las miradas reservadas para las cosas lindas. Sin embargo, a aquella mirada no la podía entender. Esa mirada honesta que para ella era objeto de odio, pánico, felicidad, sensaciones desconocidas y que— era humana.
Justo como ella misma, vio a un ser humano en él.
El cachorro que había recogido se convirtió en un niño, y luego en un hombre. Fuera o no un cachorro, o un niño, o un hombre, esa misma mirada pura siempre estaba allí. Sin embargo, la mirada había dejado de ser dolorosa. Debido a esa mirada, pudo conversar con otros con algo del semblante de una persona normal. Podía interactuar con aquellos feos y sucios seres inferiores. Y ahora, con la sola presencia de Climb en él, el mundo de Renner estaba completo.
«Climb… Sí, así es. Si pudiera unirme a él… Hmm, tal vez encadenarlo para que no pueda ir a ningún lado, sería feliz.»
La atmósfera se congeló. Era un hecho que ni Zanac ni el Marqués Raeven podían ocultar su consternación. Habían esperado palabras duces, llenas de fantasía romántica, palabras acordes a una mujer joven y bella, pero esto estaba más allá de lo que habían imaginado. Si ella hablara de un amor imposible debido a la diferencia de posiciones sociales, sería entendible. Pero esa declaración era escandalosa por decir lo menos.
«Ya… ya veo. Éste es tu verdadero rostro. Qué debería decir… cuando eras joven, siempre sentí que había algo extraño acerca de ti, pero ahora sé que no eres normal.»
«¿Eso crees, hermano mayor? Yo pensaba que no había nada extraño en ello.»
«Entonces, ¿por qué no lo cría como mascota, Princesa? Nadie interferiría… No, eso sería imposible de hacer sin un cómplice.»
«Sí, en efecto sería difícil de hacer al mismo tiempo que actúo como la Princesa… Además, no me serviría si se hace a la fuerza. Preservando esa mirada, deseo encadenarlo por completo y criarlo como a un perro.»
Había muy pocas personas que estarían contentas de escuchar sobre los fetiches de otros. El Marqués Raeven en especial quería retroceder varios pasos luego de oír los deseos de Renner.
«Habla de criarlo como a un perro… ¿Significa eso que realmente no lo ama?»
Renner miró al Marqués como si estuviera viendo a un idiota.
«Por supuesto que lo amo. Pero realmente me gustan sus ojos. Y también él, atado como un perro.»
«Perdóname, mi querida hermana menor, pero eso no es amor.»
«El amor tiene muchas formas y tamaños.»
«…Me disculpo, pero me es imposible entenderlo.»
«No tengo el deseo particular de ser entendida, pero si entiendes que lo amo en verdad, eso es suficiente para mí.»
Qué extraño. Él sabía que sería diferente, pero esto era demasiado.
Frente a la princesa de extrañas estructuras mentales, ambos hombres hicieron contacto visual, preguntándose qué hacer.
En este momento estaban hablando de algo que podía cambiar el destino del Reino, y sin embargo se trataba de la Princesa amando a un simple soldado. De muchas formas, ésta conversación era lo más increíble.
«Princesa, si ésa es su preferencia personal…»
«No es una preferencia personas. Es amor puro.»
El Marqués Raeven no quiso refutar lo que dijo Renner en un tono de reprimenda.
«Sí, amor… Seguro. Pero en éste punto… que la Princesa quiera casarse con Climb es…»
«Imposible. Aunque por el contrario, un sólo susurro de esto, y serías enviada a casarte con alguien de inmediato. Probablemente con alguien de la facción de los nobles, teniendo en cuenta que tienen la confianza de nuestro hermano mayor. »
«Por supuesto, hermano. Si nuestro hermano mayor hereda el trono, eso probablemente será lo primero que hará. Creo que todas las charlas sobre eso ya han concluido. Siempre hay nobles mirándome como si fuera suya.»
«Ya sabía que la Facción de los Nobles estaba ofreciendo su apoyo a cambio del matrimonio, Princesa.»
«¿Pero no crees que escoger a Climb es forzar mucho las cosas? …Incluso si recibe un título, lo máximo que podría obtener sería el de Barón. Incluso si como caso especial recibiera un título mayor, casarte con él seguiría siendo imposible.»
«Eso ya lo sé, hermano mayor. Sería imposible con la situación actual del Reino.»
Zanac sonrió para sí mismo. Ésta podía ser una oportunidad útil.
«¿Por qué no hacemos un trato entonces? Si me convierto en Rey, los casaré a ti y a Climb yo mismo.»
«Acepto.»
«¿En verdad? No te podrás retractar de tus palabras.»
«¿Qué razón hay para negarme? Es una apuesta con la mayor probabilidad de victoria. Desde que viniste a mi habitación con el Marqués Raeven, quería hablarte de eso.»
«… ¿Quieres decir que ya habías anticipado todo?»
Zanac sonrió amargamente, pero sus pensamientos y expresiones no coincidían. Él sabía que ella era más inteligente que él, pero nunca hubiera adivinado que todo el tiempo estaría bailando en la palma de su mano. Lógicamente, Renner no necesitaba contarles sobre sus planes ni pensamientos. Pero si era para arrancarle la propuesta a él, era entendible. Zanac le arrojó todo tipo de insultos dentro de su cabeza. Ella realmente era un monstruo.
«Y hermano mayor… no, Marqués Raeven. Tengo un pedido para usted.»
«¿Qué podría ser, Princesa?»
«Creo que tiene un hijo, Marqués Raeven.»
«Sí, acaba de cumplir 5 años.»
El Marqués Raeven apenas pudo evitar que su rostro se relajara con sólo pensar en su adorable hijo. Quería presumirlo todo sobre su hijo, pero vio el rostro cauteloso de Zanac y se contuvo.
«Por favor haga que sea mi prometido.»
«¡Nunca! Nunca se lo entregaré a alguien como tú.»
El Marqués Raeven gritó. Sin embargo, viendo estrecharse los ojos de Zanac y a Renner sonriente como siempre, su cara se ruborizó por el exabrupto.
«¡No tengo excusas, su Alteza! Simplemente me tomó por sorpresa.»
El Marqués tosió una vez antes de mirar a Renner de nuevo.
«Su Alteza, perdóneme, ¿pero podría decirme la razón?»
«Ya la sabe.»
«Mira, hermana menor. Si mencionaste el asunto…»
«Se casará con mi hijo, y en realidad tendrá un hijo con Climb. Mi hijo tendrá un hijo con quienquiera que realmente quiera. Ese hijo será su legítimo heredero y usted irá por ahí pretendiendo ser su madre. ¿Es eso lo que sugiere? En realidad no es una mala idea. Su Alteza podrá tener un hijo con quienquiera que desee, y nuestra casa estará conectada a la familia real, aun si todo es mentira.»
«No tengo interés en títulos ni en linajes. Si sólo me dejara heredar una suma razonable de dinero para mi hijo, no intentaré apoderarme de su casa ni de nada.»
«Le creo.»
«…Si se trata de alguien como el Marqués Raeven, incluso Padre será incapaz de detenerlo. El Marqués formará parte de la familia real a través del matrimonio, tú podrás estar con alguien que ames y yo gano un partidario más. Nadie pierde nada, y si alguien traiciona a los otros, todos caeremos juntos… Es un plan perfecto. Pero ¿es esta el tipo de propuesta que deberías estar haciéndome a mi?»
«Dios mío, ya prometí que te ayudaría. Además, creo que enterarte de esto después podría ser incluso peor.»
Zanac no podía responder porque Renner tenía razón. Siempre y cuando se aferraran a la debilidad del otro, era una propuesta irrefutable. Incluso si ella no estaba muy bien de la cabeza, una persona con sus habilidades sería vital para gobernar el Reino.
«Entonces su Alteza, creo que ya es suficiente charla sobre nosotros… ¿he oído que tuvo un encuentro con los Ocho Dedos? ¿E incluso arrestaron al líder del la División del Tráfico de Esclavos?»
«Sí, es como dijo Climb. Es por eso que quiero lanzar un asalto antes de que puedan ocultarse en el bajo mundo. Conseguí obtener información sobre los escondites de los Ocho Dedos en todo del Reino, así que atacaremos hoy. Pero hay un problema, no tenemos hombres suficientes, así que esperaba que pudiera brindarnos su fuerza.»
Zanac y el Marqués Raeven se miraron el uno al otro. El primero en hablar fue Zanac.
«¿Entonces en dónde está el lugar?»
Renner le pasó el mensaje traducido que había interceptado.
«¿Y esta información ha sido verificada?»
«Por supuesto, Marqués. Le pedí a Lakyus que lo investigara. Acabo de recibir un reporte sobre la existencia de otro escondite de los Ocho Dedos. El problema es que ese territorio le pertenece a otro noble.»
Llamarlo un acto de supervisión sería estirar las cosas. Si uno movía tropas al interior del territorio de otro noble, sería lo mimo que empezar una pelea con él.
«Pero no espero ningún problema por ello. Una vez que encontremos la evidencia de su relación con los Ocho Dedos, podremos aplicar presión sobre ese noble.»
«Incluso si no encontramos evidencias, podemos usar ese mensaje. Parece que todo se está alineando.»
Tres personas sonreían la una a la otra, pero no había calor en esas sonrisas.
«Hermana mía, tengo una pequeña solicitud.»
Zanac miró alrededor. Era la primera vez que verificaba que no hubiera nadie más en la habitación. Significaba que esta información era verdaderamente importante y secreta.
«Francamente, nuestro hermano mayor también ha estado recibiendo algo de dinero de los Ocho Dedos. Quería usar esto para presionarlo, así que me adelanté e investigué si los Ocho Dedos tenían alguna casa de seguridad en la Capital. Parece que sí la tienen. También quiero incluir este lugar en la lista de objetivos.»
«Está bien. Es el momento de deshacernos de ellos de una vez por todas. Si perdemos esta oportunidad, quién sabe si se nos presentará de nuevo. Por cierto, ¿cuál de las secciones lo controla?»
«La División de Tráfico de Drogas.»
«Entonces esa ubicación es un tanto incierta. Hace un par de días, Lakyus atacó uno de los pueblos donde cosechaban las drogas. Si no actuamos rápido, podrían huir.»
«¿Qué…? Marqués Raeven, ¿entonces puede actuar de inmediato?»
«Sería difícil. Tengo mi propia lista de nobles que podrían no estar con los Ocho Dedos. Pero incluso así, los únicos nobles en los que podemos confiar por completo son alrededor de dos. Necesito algo de tiempo para convencerlos. También hay otro problema.»
«De qué se trata, Marqués Raeven.»
«Mis tropas podrían no ser suficientes.»
Ciertos aventureros poderosos podían algunas veces enfrentar a un ejército entero. Había muchas teorías sobre por qué tantos aventureros eran más fuertes que un ser humano ordinario. La teoría más plausible era que cuando el cuerpo estaba en peligro, el cerebro se ponía a toda marcha, produciendo efectos similares a la curación acelerada y al fortalecimiento de las habilidades. Otras teorías incluían bendiciones de los dioses o la absorción del mana de los monstruos, sin embargo el factor común en todas estas teorías era el drástico incremento de las habilidades mentales, físicas y mágicas. Este efecto era más probable que ocurriera cuando se enfrentaba a un oponente fuerte, así que los aventureros que habían encontrado a todo tipo de monstruos eran probablemente más fuertes.
Contra oponentes como estos, los simples soldados no tenían oportunidad.
«Pero si se trata de su guardia personal, ¿no sería suficiente?»
El Marqués Raeven sacudió la cabeza ante la pregunta de Zanac.
«Ciertamente todos son aventureros retirados de rangos superiores a mithril, pero el enemigo es mucho más fuerte. Los 'Seis Brazos' de los 'Ocho Dedos'. Cada uno de ellos es capaz de enfrentarse de igual a igual contra aventureros de rango adamantita. Si aparecen, será muy peligroso. Aunque otra sería la historia si sólo se presenta uno y podemos abrumarlo con nuestros números.»
«A-Adamantita…»
El tartamudeo de Zanac era entendible. La cima de los aventureros, los de rango adamantita, eran lo suficientemente fuertes como para enfrentarse solos a miles de hombres.
«Entonces le pediremos a Lakyus que cada uno de los miembros de Rosa Azul ataque un lugar. Dudo que más de dos de los Seis Brazos estén en un lugar a la vez.»
«… ¿Pero Rosa Azul no es un equipo de cinco miembros? El oponente tiene un total de seis miembros, ¿es realmente prudente dividir así nuestras fuerzas? Tampoco hay garantías de que ellos estarán en la Capital.»
«Queremos acabar con todos de un solo golpe, pero será difícil.»
El mensaje que Renner interceptó mencionaba siete lugares diferentes. Incluyendo la ubicación de Zanac, el total era ocho. Sin embargo, no tenían la suficiente cantidad de hombres para dispersarlos tanto.
«Es una pena que tengamos que dejar tres lugares sin tocar… pero no hay otra forma.»
«¿Y por qué no mandamos a aquellos que terminen con su ataque a atacar inmediatamente las siguientes tres ubicaciones?»
«Ésa parece ser la mejor opción, Su Alteza. Sin embargo, movilizar soldados libremente en la Capital será un problema. ¿Cómo resolveremos eso?»
«Trataré de conversarlo con mi padre. En el peor escenario, tendremos que renunciar a eso. Tal vez estoy siendo demasiado ambiciosa…»
Un golpe vino de la puerta.
«Está aquí.»
Normalmente atender la puerta era el trabajo de una sirvienta, pero ya que no había ninguna, el Marqués Raeven se puso de pie para abrirla. Sin embargo, Renner le indicó que se detuviera y ella misma la abrió. Luego de confirmar quién estaba allí, Renner miró contenta a los dos hombres.
«Ésta es la persona que nos ayudará con el sexto lugar.»
A pesar de sentirse incómodo, el hombre que ingresó guiado por Renner era el Capitán Guerrero, Gazef Stronoff.