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Chapter 32 - Capítulo 31: Ethan (Parte 2)

Parte 2: Amargo

Ethan gritaba a todo pulmón, y cada vez que recuperaba el aliento sentía que sus pulmones ardían por la frescura del aire y el viento marino.

—Icen las velas, vamos, tiren de la driza más rápido, con más ganas—gritaba Ethan con fuerza mientras giraba del timón—Suelten la vela de Gavia, y la vela Mayor.

Todos obedecían las ordenes de Ethan con rapidez y habilidad, el barco navegaba con rapidez junto con el viento favorable y el cálido sol, que hacía resplandecer su rubio cabello.

—Buen trabajo, pueden descansar— exclamó Ethan con una sonrisa.

—El señorito Ethan sí que es exigente y muy demandante— comentó Anderson, quien estaba junto a Charles en la cubierta.

—Eso parece—dijo Charles con una sonrisa al ver a su adorado hijo.

Cuando podía, Charles pedía prestada la tripulación del señor Anderson para que Ethan practicara la navegación, si tenía un barco también tenía que poder usarlo.

...

Practicaron toda la mañana, y cuando llegó la hora de almuerzo volvieron a casa hambrientos y cansados.

—Al fin están de regreso—exclamó Gissele al ver a su amado hijo y esposo.

—Sí, volvimos— contestó Ethan corriendo hacia su madre y le dio un abrazo.

—Ve a tomar un baño—dijo acariciando su cabello—el almuerzo está listo.

—Claro—respondió con entusiasmo.

Corrió y tomó un refrescante baño, se apresuró y bajó a toda velocidad hacia el comedero.

El almuerzo estaba servido, y sus padres lo esperaban sentados en la larga mesa.

—Fuiste rápido—comentó Gissele mientras tomaba su tenedor y comenzaba a comer.

—Tengo mucha hambre—respondió con una sonrisa y se sentó en la mesa— y también no quería hacerlos esperar.

—Que amable Ethan— dijo Charles con una sonrisa y se acomodó la servilleta en su regazo.

—Y díganme ¿qué tal les fue? — preguntó Gissele con curiosidad.

—Genial, ya puedo ser el capitán de un barco— exclamó Ethan emocionado y se metió un pequeño bocado.

—Y uno muy exigente— comentó Charles riendo.

—Estoy muy orgullosa Ethan, ahora debes reunir una tripulación—dijo Gissele con alegría—si no la consigues por tu cuenta no sería tuya.

—De acuerdo—respondió Ethan con entusiasmo.

—Cuéntale a tu madre lo que hicimos antes de venir aquí—sugirió Charles con emoción.

—Oh es verdad— exclamó con una expresión alegre—madre, como el barco sólo puede usarse con una llave especial, papá y yo decidimos esconder una de las dos llaves.

—¿Esconderla? —preguntó Gissele un poco perdida.

—Si algún día se pierde la primera llave podremos recurrir a la otra.

El barco de Ethan era especial, su padre lo mando a hacer exclusivamente para él, y estaba encadenado en el muelle principal de manera que sólo pudiera ser usado con las únicas dos llaves existentes, una de Ethan y una de Charles. Además de que para poder elevar el ancla había que usar también la misma llave.

—Como es una llave especial temo que se pierda—agregó Ethan y comió del plato.

—Oh, entiendo—dijo Gissele con una sonrisa—y ahora que recuerdo, ya casi es tu cumpleaños, ya casi van cinco años desde que tu padre te regaló el barco.

—Es verdad, ya vas a cumplir once años, y dime Ethan, ¿qué quieres este año? —interrogó Charles con dulzura y felicidad.

—Ya tengo todo lo que necesito, incluso más. Lo que quieran darme lo apreciaré con todo mi corazón.

—Ethan...—dijo Gissele con ternura y sus mejillas se sonrojaron—pero pide algo, seguramente hay algo que desees.

Esto era de todos los años, sus padres siempre insistían en regalarle algo que él quisiera. Incluso si llegaba a pedir una mansión a las orillas del mar ellos se la darían sin titubear.

—Ah...—suspiro Ethan con una sonrisa—el año pasado me regalaron una libreta casi indestructible, de papel y cuero especial para escribir las bitácoras, no quiero hacerlos gastar tanto dinero esta vez y estuve pensando en una brújula, ya que es algo que no tengo.

—Es verdad—exclamó Charles pensativo.

—Pero que no sea tan cara—agregó Ethan mirando a su padre con una cariñosa advertencia.

—...De acuerdo—respondió Charles desviando la mirada hacia un lado y frunció los labios.

—Papá, no mientas— dijo Ethan riendo, su padre era muy malo mintiendo.

[...]

Ethan paseaba con su libreta de poemas y su amada brújula mientras apreciaba el hermoso jardín que su madre tanto cuidaba.

Jugaba al explorador, y en ese momento había encontrado una hermosa isla floral, llena de exóticas e inimaginables flores jamás vistas...

Y cuando llego a los girasoles no puedo evitar mirarlos con una sonrisa. Se sentó en la tierra y comenzó a escribir vagas ideas en su libreta junto con la bitácora, se sentía inspirado.

El tiempo paso y decidió cortar unos para su madre, hace mucho que no le regalaba algunos, y lo hizo con sumo cuidado mientras recordaba las palabras de su madre:

"Lo llevaré antes que sean girasoles tristes"

Pensó con deleite, quería darle una sorpresa a su madre así que los escondió detrás de su espalda y caminó rápidamente a la casa.

Ya era bastante tarde, y la puesta del sol ya se miran en el horizonte, las luces de toda la casa ya estaban encendidas y dentro de ella el ambiente era acogedor.

Ethan caminó por los anchos pasillos, entrando en cada habitación buscando a su madre. Llego al gran salón donde sus padres acostumbraban a tomar el té por la tarde.

Abrió la puerta y la vio.

Pero...

Enseguida....

Se quedó paralizado.

—Hola Ethan, ¿qué tal? Justo ahora iba ir a buscarte...

—...

—¿Qué pasa? ¿Te comieron la lengua? — preguntó con diversión.

—Tú...—musitó Ethan con terror y soltó los girasoles, que cayeron en silencio al suelo.

Ethan no podía creer lo que estaba viendo.

Sobre la mesa yacía su padre, que más bien parecía desmayado y un hilo de sangre salía de su nariz.

Y su madre...estaba a un lado de la mesa, tirada en el piso con lágrimas en sus ojos, que estaban a punto de caer y su pálido rostro reflejaba puro dolor e impotencia.

—Mamá...—dijo con voz temblorosa y miró con horror a su padre.

—Si piensas que sigue vivo estas equivocado— dijo Liam con una sonrisa.

—...Liam...—musitó apenas Gissele débilmente y con un nudo en la garganta.

—¿Por qué lo dices con tanto desprecio? —interrogó Liam sintiéndose falsamente dolido—es la verdad, está muerto.

Ethan no pudo evitar derramar lágrimas de tristeza por su amado padre.

—No fue mi culpa sabes—dijo Liam con una expresión despectiva—no es mi culpa que una persona normal no soporte veneno para peleadores.

—Maldito cobarde—exclamó Gissele con ira y resentimiento—si le haces algo a Ethan yo...

Diciendo esto con los dientes apretados trató de levantarse del suelo, pero fue inútil.

—No intestes nada, tu y yo sabemos que no podrás hacer nada...

—¿Porque haces esto Liam? —interrogó Gissele tratando de hacerlo entrar en razón. Ella no podría defender a Ethan, quien estaba en shock y no parecía poder escapar, su rostro pálido sólo reflejaba una mirada vacía.

—Ven aquí y deja esa actitud tan patética— ordenó Liam con ira y apuntó la espada de su mano a la cabeza de Gissele— si no obedeces le haré tantos hoyos a su cabeza que te será imposible reconocerla—agregó con malicia.

Con miedo Ethan se apresuró con su tembloroso cuerpo, pero cuando iba acercándose Liam lo derribó velozmente al suelo con una patada a un lado y Ethan cayó boca abajo. Quedando casi frente a su madre, Ethan levantó con temor la mirada y vio a su madre mirándolo con dolor y lágrimas en sus ojos.

—Si llegas a intentar algo...te mueves o gritas, incluso si haces un sólo ruido voy a matar a tu amada madre frente a ti— dijo con una mirada llena de perversión y una sonrisa maniática.

—Déjalo—exclamó Gissele con dolor al ver a su hijo tirado en el suelo con miedo. Pero aun así Ethan obedeció y no se movió en absoluto.

—¿Si hago lo que dices la dejarás en paz? —preguntó Ethan en voz baja con lágrimas en sus ojos y un nudo en su garganta.

—...Si— respondió con una mueca retorcida que Ethan no pudo ver. Levantó su pie y aplastó con el la espalda de Ethan—si puedes aguantar lo que haré contigo te prometo que la dejaré ir.

—¿Qué vas a hacer? —preguntó Gissele con horror, ella sabía que Liam no la dejaría ir, ni a ella ni a Ethan, pero Ethan le creyó, en el fondo aun sentía que Liam podía cumplir su palabra, aún quería creer en el por ser su familia... Además, ¿qué más podía hacer?

«Maldito»

Exclamó Aris con ira y angustia, tenía un mal presentimiento, y en el fondo sabía lo que iba a pasar. Pero no quería aceptarlo.

Sabía lo que Ethan pensaba, él aun creía en Liam, todavía tenía un poco de fe en que él se arrepentiría y los dejaría.

—Sabes...estoy muy resentido con ustedes, por su culpa mi padre me metió en un loquero— dijo con gran odio y dejando de apuntar a Gissele con su espada la dirigió a Ethan y clavó la punta en su espalda, atravesando la fina tela blanco de su camisa y perforando la piel—me hicieron cosas muy feas ahí...

El rostro de Ethan palideció y contuvo el aliento, pero con ojos tranquilos no dijo nada ni hizo un sólo ruido, Liam sacó la punta y continuó:

—En un momento llegué a aceptar mi destino, y que Ethan era el legítimo heredero del Marqués...estaba mejorando—dijo con voz suave y melancólica, miró a Gissele con una sonrisa y ojos malévolos, levantó la espada e hizo un corto atravesando la tela, que al instante se manchó de sangre—Pero que creen...

Aris miró a Liam con tanto odio, su rostro expresaba la impotencia y frustración que sentía al no poder ayudar a Ethan. Ya no quería mirar, nunca quiso que esto pasara, y desde ese momento supo que en verdad fue un error haber pedido aquel deseo.

«Si no hubiera deseado conocer el amor Ethan no conociera el dolor y la tristeza, no hubiera sufrido de esta forma...»

Pensó con lágrimas en los ojos mientras yacía en el suelo frente a Ethan, mirando cómo era torturado por su cruel y despiadado "primo".

Liam miró a Gissele con odio y diversión y sin retirar la espada siguió trazando el corte.

—Algo en mi cabeza me dijo que no debía aceptarlo, algo no estaba bien. Así que decidí investigar un poco y.... descubrí algo—dijo con locura en sus ojos y rio entre dientes—Ethan...observa a tu madre— le ordenó y retirando la espada se agachó y jaló del cabello de Ethan para que la mirara.

Ethan, con los dientes apretados y con un sudor frío deslizándose por su frente miró a su madre y Liam continuó:

—Mira ese largo cabello, de un hermoso color castaño, esos bellos ojos color ámbar, su pequeña y respingada nariz, sus labios... ¿Encuentras algo en lo que ambos se parecen? —interrogó con vehemencia y diversión.

Ethan la observó con cuidado, pero se dio cuenta que no se parecían en nada y sus ojos se clavaron en la alterada mirada de su madre.

—Vamos con tu padre ahora...míralo.

Ethan desvío sus ojos y los dirigió a su padre con tristeza.

—No podrás verlos nunca más, pero ¿recuerdas sus oscuros ojos?, su cabello negro, su nariz afilada y elegante, su delgada mandíbula... ¿te pareces a él?

Ethan negó con la cabeza y sus lágrimas empeoraron, quería sollozar, pero aguantó el impulso... su boca se sentía seca y resistió con un nudo en su garganta.

—¿Por qué nadie mencionó este hecho? Acaso no es obvio que no te pareces a ninguno de ellos...—dijo con profundo odio y miró a Gissele—tu maestro te lastimó mucho ¿no es así Gissele? —interrogó con picardía y continuó:

— Pobre de ti, no podías tener hijos por esas lesiones del pasado, lo intentaste muchas veces, pero siempre los perdías...sin embargo, milagrosamente tuviste a Ethan... Al talentoso Ethan, de ojos y cabello tan dorado y brillante como el oro...

—Ya vasta Liam...—rogó Gissele con voz temblorosa y su tez se miraba cada vez más pálida.

—Ya puedes suponer la situación ¿no es así, Ethan Dayholt? —preguntó con ironía y deleite—tú no eres hijo de nadie...Tus padres te abandonaron porque no te querían y ellos—dijo señalando a Charles y Gissele— te han mentido todos estos años, fingiendo ser tu familia, fingiendo que eres su hijo, simplemente porque no pudieron tener uno...eres sólo basura que fue recogida por suerte...o tal vez lástima...

—Con sólo saber que ellos me aman es suficiente, no importa si son mis verdaderos padres, aun así, me amaron con todo su corazón, estoy seguro de ello—dijo Ethan en voz baja y temblorosa mientras miraba a su madre con convicción y cariño.

—¿Acaso no te dije que no hicieras ruido? —gritó Liam con ira y dio un largo corte en su espalda.

Ethan sólo apretó sus dientes y puños, cerró los ojos y contuvo el aliento. Y sin sentirse satisfecho Liam levantó el pie repetidamente y lo dejó caer con fuerza sobre su espalda, acompañado de varios cortes que hacían arder y sangrar su blanca piel.

—Tu suerte se acabó Ethan, le demostraré a todos que no eres un Dayholt y que yo soy el legítimo heredero al ser el único primogénito de sangre...que sigue con vida—añadió riendo a carcajadas.

Gissele lo miró con tanta repulsión, odio y asco...ya no podía soportar ver como Liam torturaba a su amado hijo frente a ella...

—Liam...maldito...

—No te preocupes Gissele, todo acabará pronto, ya no sentirán dolor ni tristeza...— y con una expresión retorcida por la locura y el deleite Liam añadió—manden un saludo a mi padre de mi parte cuando lo vean:

"Espero que te pudras por toda la eternidad con tu querida familia... Y que veas como tú 'patético' hijo se convierte en el Gran Marqués del Este"

Y diciendo esto último levantó la espada dispuesto a atravesar a Ethan por la espalda.

Gissele no dejaría que Ethan también muriera, no soportaría ver morir a otro hijo...y con las ultimas fuerzas, que surgieron de la nada, se levantó velozmente y se arrojó hacia Liam, lo sostuvo de las muñecas y forcejeó para tratar de quitarle la espada.

—¡Corre Ethan! —gritó Gissele con desesperación, cada vez se sentía más débil y sus brazos y piernas temblaban.

Ethan se levantó con dificultada, pero se paralizó, no quería dejar sola a su madre, temía que Liam pudiera hacerle daño.

—Ethan, hazlo por mi...vive—dijo Gissele girando la cabeza y miró a Ethan, quien estaba detrás de ella. Pero cuando la palabra "vive" salió de sus labios Liam se soltó del agarré y enterró con fuerza la espada en el pecho de Gissele.

Ethan sintió como si su alma le fuera arrebatada.

Su madre acababa de ser asesinada frente a él...

Pero antes de morir, al caer al suelo, tomó a Liam del tobillo y lo apretó con todas sus fueras. Y cuando este quiso zafarse del agarre le fue imposible.

—Maldita perra, aún muerta me causas problemas—se quejó a gritos y con la espada perforó su cuerpo repetidas veces, con ira apuntó a su mano y la clavó hasta que se deformó tanto que se volvió irreconocible. Al fin la mano aflojó el agarre y Liam quedó libre.

—Tú también le harás compañía a mi padre, querido primo, él te adoraba tanto, seguro le será de gran agrado y placer tenerte a su lado—dijo Liam con voz cariñosa y lasciva.

Liam se acercó a Ethan con la espada en mano, llena de sangre.

Ethan todavía no podía aceptar lo que acababa de presenciar, era inaceptable, impensable...imposible.

Pensó que estaba en una pesadilla, pero no, era la cruel y pura realidad.

Por un momento su cuerpo reaccionó y retrocedió tratando se alejarse de Liam, pero su cuerpo estaba muy adolorido y las heridas en su espalda ardían y sangraban. Pero aun así Ethan corrió con todas sus fueras, Liam lo miró con una grotesca sonrisa y se burlaba de él mientras iba detrás suyo.

—No tengas miedo—dijo riendo—no quiero hacerte daño...

—...—Ethan "corría" con gran dificultad, se apoyaba de la pared con terror y sus piernas temblaban sin control.... Ethan no entendía porque, pero en ese momento su paso era tan lento que podía ser alcanzado fácilmente, pero aun así Liam no lo hacía, él seguía su lento y cansado ritmo. Como si disfrutara de su lenta y agonizante muerte.

—¿Eres el hijo de las personas que viven aquí? —preguntó a carcajadas mientras derribaba todo a su paso; mesas, jarrones, cuadros y lámparas.

—¿Acaso no lo sabes? — y diciendo esto estiró el brazo e hizo un corte en la espalda de Ethan, quien sólo pudo quejarse del dolor y tratar de correr más rápido.

—Es tu culpa—escuchó a Liam decir desde atrás con gran odio y burla—es tu culpa que estén muertos, ¡por tener algo que no es tuyo!—y gritando esto último volvió a herir a Ethan, un corte tan largo y profundo que atravesaba desde su hombro hasta la mitad de su espalda.

Aris lloraba desconsolado mientras veía todo con impotencia...esta era la historia que Ethan le había contado, pero era muy diferente...su mente distorsionó estos recuerdos porque resultaron ser demasiado traumático para Ethan.

«Ethan...»

Las lámparas que Liam fue tirando ya habían provocado un incendio que consumía toda la mansión lentamente.

Las llamas rodeaban y tocaban muy de cerca a Ethan, el calor del fuego hacia que el dolor y el ardor de las heridas empeoraran, su respiración se volvió más pesada y su cuerpo se sentía más débil.

Todo el camino escuchó las risas y burlas de Liam, repitiendo que "todo era su culpa", y cuando pensó que su corazón no podría sentirse más angustiado al fin había llegado a las escaleras, rodeas y corroídas por las fuertes llamas, con desesperación las bajó lo más rápido que pudo, pero cuando puso su pie en un escalón este se hundió, la madera ya estaba deteriorada por el fuego.

Su sangre se heló y al instante sintió como una larga cuchillada atravesaba toda su espalda, un grito desgarrador se escuchó e hizo eco en su ya destruida casa, en la que alguna vez fue el lugar más hermoso...en la que alguna vez fue feliz junto a su familia...

Pero justo cuando pensaba que todo estaba perdido recordó a su madre, aunque con mucho dolor logró recordar sus palabras:

"Vive..."

Fueron los anhelados y desesperados deseos de su madre...

Ethan tomó coraje y jaló de su pie, se apartó a tiempo ya que los escombros cayeron en el lugar donde estaba.

—Hijo de perra, no huyas...

Fueron las últimas palabras que escuchó de Liam, se alejó lo más que pudo, sin mirar atrás, llegó a la puerta y trató de abrirla, pero estaba con llave.

Arrastrando su débil cuerpo llegó hasta la sala, atravesó los escombros con angustia mientras escuchaba ruidos cada vez más cerca de él, temía que Liam pudiera alcanzarlo. Se apresuró y llegó a una gran ventana que había en la sala, la rompió y salió por ella.

Corrió y corrió sin mirar atrás, la casa estaba ubicada en una zona apartada, un poco lejos de la ciudad, rodeada de metros y metros de espesa vegetación.

Iba entre los árboles, apoyándose en ellos para no caer y sus lágrimas se derramaban silenciosamente en la oscuridad de la noche.

Los padres que resultaron no ser sus verdaderos padres, pero que aun así lo amaron con todo el corazón habían muerto.

Fueron asesinados por su primo.

"Que ni siquiera era mi primo...ya no tengo a nadie...estoy sólo..."

Pensó con gran tristeza.

En todos estos años, Ethan jamás se había sentido sólo, jamás había experimentado tanto dolor y sufrimiento, tanto odio y despreció.

¿Y ahora qué?

Estaba sólo en este mundo, sin amigos, ni familia...el mundo que antes le maravillaba ahora le parece demasiado grande y frío, era solitario.

Ya no podía más, su corazón se llenó de sentimientos tan dolorosos y amargos que ya no podía soportarlo. Quería olvidar todo eso...prefería olvidar...

"Ojalá pudiera olvidar"

Pensó entre lágrimas, y cuando pensó que era su fin, vio que más adelante había algo.

Una carreta.

El conductor se había bajado para ajustar la correa del caballo, luego tomó una linterna, caminó hacia el bosque y desapareció.

Ethan quería pedir su ayuda, pero al final decidió subir a la carreta. Lo que más temía es que fuera alcanzado por Liam, sólo quería alejarse de ahí lo más pronto posible.

Con gran dificultad subió a ella, y sin más su cuerpo se desplomó boca abajo muy cerca del borde, cerró los ojos y se desmayó.

«Ni siquiera merezco tu perdón, yo...soy tan egoísta y despreciable...Ethan, yo no soy digno de nada...no soy digno de estar a tu lado...te quité la felicidad...y sólo te traje dolor»

Aris jamás se había arrepentido tanto en su vida, si hubiera sabido que haría sufrir a su amor destinado el nunca...

«Hubiera preferido vivir mil años en soledad que saber que mi felicidad es acosta del sufrimiento de mi ser amado...Ethan...ódiame si quieres...lo merezco...»

[...]

Todo estuvo oscuro por mucho tiempo, y Aris se odiaba a si mismo cada vez más, y una gran angustia lo atormentaba al pensar en que la vida de Ethan empeoraría. Temía que su sufrimiento no hubiera acabado...y lo que ha vivido hasta ahora fuera sólo el principio.

Después de mucho Aris pudo sentir lo que Ethan sentía.

Dolor.

Su espalda dolía y su respiración era pesada, sentía que la cabeza le daba vuelta y estomago estaba revuelto, náuseas y mareaos lo atormentaban mientras un sudor frío escurría por su frente y humedecía todo su cuerpo.

Trató de moverse, pero un dolor más agudo recorrió todo su cuerpo y un quejido salió débilmente de sus pálidos labios.

—Despertó—dijo una voz que se escuchaba a lo lejos, una voz amable y dulce.

Luego sintió que una mano se posaba en su frente y secaba el sudor.

—No te muevas, todavía estas muy mal, debes descansar— dijo otra voz que parecía estar al lado derecho.

Ethan abrió los ojos con dificultad y vio su alrededor.

Estaba acostado en una cama y tres personas lo rodeaban, un hombre y dos mujeres. El hombre, que estaba del lado derecho de Ethan usaba ropa blanca muy holgada, su cabello café y sus ojos almendrados transmitían amabilidad, su sonrisa era juguetona y reluciente, aparentaba tener alrededor de veintitrés años.

—Que hermosos son sus ojos—exclamó con asombro una de las mujeres, estaba del lado izquierdo, muy cerca de Ethan, su ropa era holgada, pero se ajustada con un corset rojo oscuro, sus blanco pechos se apretaban y elevaban con elegancia, su largo cabello negro y rizado caía sobre ellos resaltando aún más, su falda larga y fina llegaba hasta sus tobillos. Miraba a Ethan con ojos dulces y coquetos, ella parecía tener unos veinte o veintidós años, era muy joven y hermosa.

—Tienes razón Verónica, son dorados como su cabello—comentó una joven que qué estaba al lado de la joven de cabello negro, Verónica, dicha joven iba vestida similar a ella, pero sus pechos eran más pequeños y su escote era más bajo y provocador. Su cabello y ojos café claro, tenía una mirada tímida y reservada, y precia ser la más joven de los tres, aparentando unos dieciocho o diecinueve años.

Ethan sólo los miraba sin entender dónde estaba o quienes eran estas personas, pero no parecían tener malas intenciones.

—¿Cómo te llamas? —preguntó Margaret, ese era el nombre de la joven de mirada tímida, quien extendió la mano para tocar a Ethan. Pero él se retrajo hacia atrás con temor y miró a la joven con duda.

—Mejor no lo toques Margaret—dijo el joven, su nombre era Len—no sabemos qué es lo que le ha pasado, tal vez tenga algún trauma o le tema al contacto físico—añadió seriamente.

—D-De acuerdo.

Verónica tomó un vaso que estaba sobre el mueble al lado de la cama, miró a Ethan y dijo:

—Nosotros no queremos hacerte daño, sólo queremos ayudar—y mostrando el vaso añadió— esto es medicina, ayudará a calmar el dolor y bajará la fiebre, tienes que tomarlo.

Ethan no sabía porque se había alejado de la joven, era obvio que ella no le haría daño, pero un terror lo invadió al pensar que sería tocado, su sangre se heló y su piel se erizó.

Vio el vaso y analizó un poco la situación decidió obedecer, inclinándose con dificultad extendió débilmente el brazo y tomó el vaso sin tocar a la joven. Acercó el borde a sus labios y bebió del líquido, era amargo y arenoso, pero el dolor comenzaba a volverse insoportable y lo tomó todo de un sólo.

—Pronto te sentirás mejor, ¿hay algo que necesites? Podemos ayudarte—dijo Verónica al recibir el vaso.

Ethan sólo la miró y no dijo nada, su mente estaba confusa y se sentía un poco mareado.

—Tal vez no habla, ¿y si es mudo? —interrogó Margaret y miró a Len en busca de su opinión.

—Es posible, o quizás se siente temeroso de hablar.

—¿Quieres que nos vayamos? —preguntó Verónica con voz suave—si es así te dejaremos solo, si así lo prefieres.

Ethan no los conocía de nada, pero aun así no quería estar solo, estaba confundido y asustado, sus recuerdos estaban mezclados y no sabía que es lo que estaba pasando.

En respuesta negó con su cabeza mientras miraba a Verónica tímidamente.

—Entonces nos quedaremos hasta cuando tú quieras, o cuando sea hora de volver a trabajar—dijo Verónica con una sonrisa.

—... ¿Cómo llegué aquí? —preguntó Ethan con temor bajando la mirada, la sábana que lo cubría se había caído al sentarse, dejando al descubierto numerosas vendas que cubrían todo su torso y parte de sus brazos.

Todos se quedaron asombrados, no esperaban que Ethan hablara, con expresiones pensativas guardaron silencio, y luego de un momento Len y Margaret miraron a Verónica, quien comenzó a hablar:

—Yo te encontré. Hace unas semanas iba caminando por una calle poco transitada, eran las dos de la mañana aproximadamente. Una carreta paso a mi lado, y cuando la tenía justo al frente te vi en ella, ibas desmayado muy cerca de la orilla, la carreta paso por un bache y el movimiento hizo que cayeras. Corrí para ayudarte, apenas respirabas, estabas en muy mal estado, no sabía que hacer así que te traje aquí.

—...Gracias señorita—respondió Ethan luego de quedarse callado por un rato.

—Sé que no querrás hablar de lo que sucedió, pero es importante que nos digas si estas involucrado en asuntos peligrosos, porque si es así el jefe no dejará que te quedes— dijo Len preocupado.

—...No es nada peligroso—contestó, aunque no estaba seguro si era del todo cierto.

—Entonces ¿qué fue lo que te paso? —interrogó Margaret en voz baja.

—No lo sé... No sé porque lo hizo—dijo con temor y sus manos temblaban.

Ethan había olvidado muchas cosas, por qué lo lastimaron, que fue Liam quien lo hizo, que su madre fue asesinada frente a él, que en verdad ellos no eran sus padres...su mente había fabricado otro tipo de historia... Era la historia que le contó a Aris...

—E-Esta bien, no tienes por qué seguir hablando de ello...—dijo Margaret preocupada.

—Pero creo que está muerto—añadió Ethan luego de recordar el incendio y que tal vez el hombre que lo perseguía no pudo salir y al final murió quemado.

Pero aun así temía que alguien pudiera reconocerlo, según los confusos recuerdos él fue perseguido por aquel hombre por ser el hijo del Marqués. Y no importaba qué, él no diría su nombre ni diría quien era, jamás.

—¿Quién? —preguntó Len desconcertado.

—El hombre que me perseguía con la espada...creo que murió— respondió con la mirada en blanco, se acomodó en la cama y se sentó más erguido. Poco a poco las molestias y las náuseas se desvanecieron y el dolor fue más soportable.

Todos guardaron silencio tras escuchar esas palabras mientras Ethan observaba su entorno, la habitación era espaciosa, sólo había dos muebles dentro, uno al lado de la cama y otro un poco alejado, una puerta angosta que parecía ser un baño al lado izquierdo y otra puerta frente a él. La habitación era iluminada por una luz tenue que salía de una ventana justo sobre la cama.

Meditaba su situación con tanta tristeza, y el vacío en su corazón era cada vez más grande y doloroso, muy en el fondo sabía que debía vivir, pero...en ese momento no lo motivaba nada, todo lo que amaba y conocía ya no estaba, ya no tenía nada.

Y aunque pareciera extraño, Ethan no sabía lo que había pasado con sus padres, cuando despertó estaba muy confundido y no recordaba nada con claridad. Pero ahora que ya estaba un poco mejor lo entendió con claridad, sus padres estaban muertos, habían sido asesinados por ese hombre...

¿Por qué lo hizo? ¿Quién era?

Desconocía tanto y su corazón inquieto se llenó de angustia y tristeza, sus ojos y nariz ardieron junto con un incómodo nudo en la garganta que no lo dejaba respirar, y sin poderlo evitarlo sus lágrimas comenzaron a caer sin control, las limpió con sus manos pero, aunque lo intentó, no pudo parar, con el nudo en la garganta sollozó, un llanto tan desconsolado, ahogado y triste...

Y entre más lloraba más destrozado se sentía, no encontraba consuelo en nada...

Encogió las rodillas y lloró bajando la cabeza mientras se limpiaba la nariz y las mejillas con la sábana sin parar. No le importaba que esas personas lo vieran, se sentía tan triste que sólo quería desahogarse.

Apenas había cumplido once años y ya había pasado por tanto, quedándose sin nada...

Aris sólo pudo ver como lloraba desconsolado, la infinita tristeza que anidaba en su corazón, la soledad tan abrumadora...

La manera en como Ethan se sentía en esos momentos era muy parecido a lo que sintió Aris por muchos años, y por esa misma razón no se lo deseaba a Ethan, la persona que más ama en todo el mundo...

Paso tanto tiempo así...Aris no soportaba más verlo así, no quería ver estos recuerdos tan tristes...

Ethan no entendía porque le había sucedido todo esto, él no había hecho nada malo, nunca hizo nada malo como para merecer algo así.

"¿Es un castigo de los dioses? ¿El destino me está castigando...?"

Nada tenía sentido...pero luego de un largo tiempo comenzó a calmarse un poco, llorar lo había ayudado a sacar parte de la tristeza, pero todavía se sentía vacío.

Un vacío que siempre estuvo ahí, pero que, por el inmenso y cálido amor de sus padres no lo había notado, y ahora que estaba solo se volvió tan evidente y palpable que era lo único que podía sentir con claridad...

Tampoco entendía ese sentimiento, y, aunque con un poco de confusión, llegó a la conclusión de que esa sensación era únicamente por la muerte de sus padres...

Era algo normal pensarlo...

Pero pronto se daría cuenta que la muerte de ellos no era exactamente el causante de ese gran vacío...

[...]

—¿Dónde estoy? —preguntó en voz baja luego de un largo tiempo, puso su palma sobre su frente y respiró profundo tratando de calmarse. Se limpió el rostro y los miró con timidez.

—Estas en la casa rojo "Melocotones con miel"—respondió Verónica con amabilidad.

—¿Casa roja? ¿Qué es una casa roja? — preguntó Ethan sin comprender y respiró con fuerza para no seguir moqueando, que la casa fuera roja no le ayudaba mucho.

—Tu sabes, un burdel—añadió Verónica un poco extrañada.

—¿Qué es un burdel? —volvió a preguntar Ethan, jamás había escuchado esa palabra.

Todos guardaron silencio y lo miraron con expresiones complicadas.

—¿En serio no lo sabes? —interrogó Len luego de un silencio un tanto incómodo.

Ethan negó con la cabeza y todos se miraron entre sí, Verónica y Margaret fijaron sus ojos en Len, quien al ver sus miradas en él dijo rápidamente:

—Ni sueñen que seré yo el que le quite la inocencia a un niño tan lindo. Y mira como está ahora, el no debería escuchar esa clase de cosas justo ahora, además ¿Porque no lo hacen ustedes? —exclamó Len disgustado.

—Y-Yo no soy buena con las palabras—dijo Margaret bajando la mirada.

—Y yo soy demasiado directa—respondió Verónica—y tú eres el más amable de los tres.

Len miró a Ethan, quien esperaba la respuesta a su pregunta, sin más remedio suspiró y comenzó a explicar:

—De acuerdo...ehh... sabes acerca del sexo, ¿verdad? —interrogó con cautela.

—Por supuesto, con eso se reproducen los seres humanos y muchos animales—respondió con desconcierto, Ethan no entendía que tenía que ver eso con su pregunta.

—Es correcto, pero también es una forma de...placer, es decir, que las personas se sienten muy bien cuando hacen...eso. Y un prostíbulo es un lugar donde hay personas que ofrecen ese tipo de servicio...

—¿Porque lo ofrecen? Eso se hace con la pareja o cuando estás casado...—comentó Ethan con seguridad.

—...Ah...—Len se quedó en blanco ante el comentario de Ethan, sintiéndose ansioso dijo—no puedo hacer esto— y mirando a Verónica añadió—dile tú, qué más da si eres directa, si pasará aquí debe saberlo. Sabes que no puedo hablar con niños...

—Gallina, tu boca está llena de escusas baratas...—dijo despectivamente y miró a Len con seriedad, y se dirigió a Ethan diciendo:

—El sexo es algo tan placentero que las personas quieren experimentarlo todas las veces posibles, y no les importa si conocen o aman a la persona con quien lo hacen. Por eso existen los burdeles, las personas pagan por sexo, y hay quienes como nosotros que nos vendemos y aceptamos ese dinero, tenemos sexo con el cliente, él o ella lo disfruta y nosotros obtenemos dinero y todos felices.

—...Creo que lo entiendo—dijo Ethan luego de un rato.

"Si no amas a esa persona ¿para qué harías eso?"

«Concuerdo con Ethan, eso no tiene sentido...»

Él sabía que eso sólo pasaba cuando dos personas se aman, pero ahora le dicen que hay personas que lo hacen por mero placer o por dinero.

Era algo demasiado nuevo para él, tanto que lo dejó pensando un buen rato, igual que Aris...

—Lamento si te traje aquí— añadió Verónica—mi casa es horrible y estabas casi muerto, y cómo estaba de camino para acá pensé que el jefe podría ayudar, él siempre sabe qué hacer.

—El sólo hecho de haberme salvado merece mi eterna gratitud, no estoy en condiciones de quejarme—dijo Ethan mirando a Verónica con una media sonrisa, luego, al sentir que sus heridas no parecían ser tan recientes preguntó confundido—¿Cuánto tiempo pasé dormido?

—Casi tres semanas, pero a pesar del corto período de tiempo tus heridas se han sanado muy bien, ¿acaso eres un aumentador? —dijo Verónica juntando sus gruesas cejas negras.

Ethan prefería no decir mucha información de sí mismo, pero esto, al parecer, no sería algo que pudiera ocultar.

—Lo soy— respondió seriamente en voz baja.

—Ya no lo interroguen más— sentenció Len mirando a ambas—déjenlo descansar, además ya casi es hora, y no sé ustedes, pero yo necesito ir a prepararme.

—Len tiene razón, debemos irnos—dijo Verónica levantándose de la silla—ya casi son las cinco de la tarde, y el local abre a las seis, debemos alistarnos.

—L-Lamentamos mucho tener que irnos, e-espero que sigas mejorando— se despidió Margaret dirigiéndose a la puerta.

—Mañana tendrás que hablar con el jefe sobre algunas cosas, más noche alguien volverá a traerte más medicina. Nos vemos—añadió Len con una sonrisa y los tres salieron de la habitación.

Luego de que todos se fueran Ethan se sentó lentamente en la orilla y se enjugó el rostro con ambas manos. Se levantó y caminó hacia la puerta angosta, la abrió y afectivamente era el baño, aunque era muy simple estaba bastante limpio, un baño, un espejo sobre el lavabo, un pequeño mueble y una tina era lo que había dentro.

Caminó hacia el lavabo y se miró al espejo, su cabello estaba sucio y mojado de sudor.

Temía lastimar sus heridas si tocaba las vedas, así que decidió lavarse el cabello en el lavabo, logró hacerlo con un poco de dificultad pero al fin terminó y buscó una toalla.

Justo en ese momento se dio cuenta que no llevaba la misma ropa, traía sólo un pantalón blanco holgado que le quedaba un poco grande, preocupado salió del baño y buscó su ropa por todos lados, pero no encontró nada.

"Seguramente estaba en tan mal estado que la tiraron"

Pensó un poco triste, abrió la gaveta del mueble junto a su cama, y con gran sorpresa vio que dentro había una brújula y una libreta, rápidamente las tomó en sus manos y las inspeccionó con nerviosismo.

"Menos mal no se dañó nada"

Pensó y suspiró aliviado, al parecer se los había echado a la bolsa antes de... todo eso, y ahora estas dos cosas eran lo único que le quedaba para recordar a sus padres.

Se sentó a la orilla de la cama y abrió la brújula, y vio como la aguja apuntaba hacia el Norte, la miró moverse hasta que se quedó quieta. Hace unos dos meses más o menos había cumplido once, y este era el regalo que sus padres habían preparado para él.

Ethan buscó un pequeño bulto a un lado de la brújula, lo presionó suavemente y una delgada capa se desprendió del interior de la tapa, la bajó toda y leyó lo que había escrito dentro:

"Que esto te guíe hacia tus sueños...hacia tu felicidad"

—Con amor, para nuestro querido Ethan.

A él y a su padre siempre les fascinó el tema de los acertijos, misterios, tesoros, cosas ocultas y demás, en muchas ocasiones uno escondía algo y el otro tenía que adivinar donde estaba con la ayuda de algún mapa o acertijo.

Y que la brújula tuviera un compartimiento secreto con una dedicatoria le encantó tanto que cada vez que la tenía en sus manos lo abría y leía el interior.

Ethan recordó con melancolía tantas cosas...que ahora sólo estaban en el pasado, y en sus recuerdos.

Las lágrimas volvieron a brotar de sus brillantes ojos, se deslizó de la orilla de la cama y cayó sentado en el suelo, apoyándose en la cama lloró de nuevo, no había nada ni nadie que pudiera apaciguar la agonía de su solitaria existencia...

Aris también lloró junto a Ethan...

[...]

Llegó la noche y alguien entró a dejar un plato de comida y más medicina, justo como había dicho Len, también dejó unas cuantas prendas de ropa. De mala gana comió un poco y bebió el amargo medicamento, todo lo que sentía tenía un sabor amargo...

Rodó por la cama con desesperación, pero al final, por efecto de la tristeza y el cansancio mental cayó profundamente dormido...

[...]

El día...no valía la pena describirlo, todo era igual, como estuviera el día...a Ethan le daba igual, dentro de él todo era frío... era como si lloviera en su interior...y nunca fuera a parar...

Se levantó, aunque todavía estaba adolorido ya no era tan molesto, fue al baño y se aseó, y justo cuando comenzaba a darle hambre alguien tocó la puerta.

—Soy Verónica, la que estuvo ayer contigo, ¿puedo pasar? —se escuchó el llamado al otro lado.

—...Adelante—dijo Ethan decaído.

—Hola, te traigo el desayuno—dijo dejando un vaso con agua y un plato con huevos y pan sobre la mesa que estaba al lado de la cama y se sentó junto a Ethan en la orilla.

—...Gracias.

—¿Cómo te sientes? —preguntó en voz baja.

—Mal.

—Si necesitas más medicina puedo...—sugirió Verónica preocupada, pero fue interrumpida por Ethan.

—Lo que tengo no se puede curar con ninguna medicina, tal vez el tiempo puedo curarlo...pero la muerte sería lo más eficiente justo ahora—dijo en voz baja y suave, junto con una mirada vacía, como oro que ha dejado de brillar...

—...—Verónica quedó horrorizada ante semejantes palabras, tan llenas de dolor y pérdida.

—Ayer dijeron que tenía que hablar con el jefe, ¿verdad? —preguntó desganado.

—S-Si, a las ocho de la mañana, alguien vendrá a buscarte y te llevará con él— dijo apenas Verónica saliendo del shock.

—Bien...

—Pero si tus heridas no están bien puedo decirle que...—dijo tratando de tocar su brazo, pero Ethan se alejó rápidamente y dijo:

—Gracias, pero estoy bien, ya están mejor...

—De acuerdo, buen provecho y descansa— dijo Verónica frunciendo las cejas, miró a Ethan con pesar y salió en silencio de la habitación.

Ethan observó el plato y de mala gana lo tomó y comió lo que pudo, bebió del agua y sentado en la cama esperó hasta que llegaron las ocho de la mañana.

[...]

Un hombre alto, vestido de manera sencilla pero elegante entró a la habitación y dijo sin rodeos:

—Vengó para llevarte con el Señor Dixon, vamos.

Ethan se levantó y caminó detrás de aquel hombre, el pasillo era espacioso y las paredes eran color blanco hueso, caminaron por diversos pasillos hasta que doblaron una esquina y se encontraron con unas largas escaleras de madera color café quemado.

Subieron por ellas y llegaron ante una puerta inmensa, el hombre la abrió con ambas manos y entraron.

La habitación era gigantesca, decorada de manera simple pero elegante, y en la parte del fondo, había una ventana enorme, que iluminaba todo el lugar y frente a ella un escritorio, con un hombre sentado en el. Quien al oírlos pasar exclamó sin quitar los ojos de los papeles de su escritorio:

—Adelante, adelante, entra sin pena niño— dijo con voz fuerte y alegre.

El hombre se retiró y cerró la puerta, dejándolos a ellos dos solos.

Ethan avanzó por la habitación hasta que llegó delante del escritorio, dejando un metro de separación, e inspeccionó al hombre: de unos cuarenta años, delgado, de cabellera negra con algunas canas por ahí, barba finamente recortada y cejas muy espesas.

El hombre levantó la mirada, y observó a Ethan con asombro, se acomodó los delgados anteojos de color plateado y exclamó:

—¡Vaya que era verdad!, eres aún más apuesto ahora que estas despierto.

—???—Ethan no sabía que responder a eso.

El hombre se levantó de su asiento, rápidamente jaló una silla y se la ofreció a Ethan diciendo:

—No te quedes ahí parado, tenemos mucho de qué hablar—exclamó con una sonrisa.

Ethan colocó la silla y se sentó obedientemente.

—Bien, no tengo idea de lo que te paso, pero según mi investigación no hay nada relacionado con la fuga de algún esclavo o algo parecido— dijo el hombre acomodándose en su asiento— y anteriormente dijiste que no estabas involucrado en nada peligroso ¿correcto?

—Correcto.

—Me alegra escucharlo—comentó con una sonrisa— no te preguntaré que fue lo que paso, ese es asunto tuyo, pero déjame decirte que, cuando Verónica te salvo estabas en tan mal estado que tuve que gastar mucho dinero para tu recuperación, estuviste a punto de morir niño.

—...

—Nada es gratis en esta vida—y encendiendo un puro continuó— necesitas pagar todo eso, claro, luego de que te recuperes, ahora lo más importante es que mejores apropiadamente.

—Estoy bien Señor Dixon, apreció su preocupación, y no tiene por qué pensar demasiado sobre eso, le pagaré todo lo que ha gastado, hasta la última moneda— dijo Ethan de forma directa y con un semblante firme. Sus padres siempre le enseñaron que debía pagar por tus actos, ya sean buenos o malos, pagar las consecuencias de todas tus acciones era lo adecuado.

—Hablas muy bien niño— exclamó de manera alegre— me agradas. Sabes, en mi negocio no suelo contratar personas que me desagradan, si no me caen bien las hecho y punto. También si no se llevan bien con los demás, si no pueden llevarse bien con los demás ¿cómo se llevará con los clientes?, sólo imagínalo, tener un problema con un noble por un mero empleado.

—¿Un noble? —interrogó Ethan con desconcierto.

—Oh, al parecer no te han explicado del todo la situación. Estás en uno de los tres únicos burdeles exclusivamente para nobles de la zona Este, "Melocotones con miel". Y no es por presumir, pero te aseguro que de los tres, el mío es el preferido de los nobles—dijo con una expresión de orgullo—Contamos con 183 empleados en total, y de esos 72 se encargan de atender clientes directamente.

—Comprendo...

—Así que ¿qué opinas? Puedo contratarte, y así no tendrás que buscar trabajo en otro lado. Podrás empezar con trabajos normales, como limpiar, servir y ayudar a los trabajadores cuando lo necesiten, en la cocina, algunos encargos etc... y luego si quieres podrás "atender clientes". Seré sincero, en toda mi vida jamás había visto a un niño con un rostro tan encantador como el tuyo, y te apuesto a que cuando crezcas todos harán fila por ti.

—Yo...

—No digas nada aún, piénsalo bien antes de tomar tu decisión.

—... ¿Y cuánto dinero le debo?

—Uuuuhhh, mucho, la medicina en estos tiempos no es muy fácil de conseguir, más el tiempo que invirtieron las personas en cuidarte, la comida, la habitación en la que te estas quedando es una de la zona VIP, para los que quieren tener más privacidad...

—Entiendo, pero no creo que deba pensarlo mucho, ya que usted ha sido tan amable en ofrecerme un trabajo lo normal sería aceptarlo, además no creo poder conseguir trabajo en otro lugar—dijo Ethan mirándolo a los ojos, este hombre le estaba ofreciendo un trabajo, no sabía que tan fácil las personas conseguían uno, pero si él le aseguraba uno debía aceptar.

—Estupendo, tomaste la decisión correcta...

—Pero, aunque crezca y pueda hacer el otro trabajo que sugirió lamento decirle que no podré aceptarlo. No me gustaría trabajar de eso, no menosprecio a las personas que lo hacen, pero creo que jamás podría hacer algo así...

—...Niño—dijo exhalando el humo del puro— si sólo trabajas como un empleado normal en mi negocio tardaras muchos años en pagarme.

—¿Cuantos años tendría que trabajar?

—Unos siete u ocho años como mínimo—dijo luego de un suspiro, lo miró con los ojos entrecerrados y con un tono de duda preguntó—por cierto ¿cuántos años tienes?

—...Once.

—Once...entones terminarías de pagar a los diecinueve o veinte más o menos, pero si te cambias de trabajo a los quince terminarías la deuda a los dieciséis seguramente. Además, escuché que eras un peleador, algunos de mis empleados son como tú, y en ambos trabajos resultan ser más eficientes debido a sus cuerpos más resistentes. Aunque estés envenenado aun sigues siendo un peleador.

—¿Envenenado? —interrogó Ethan con terror y su sangre se heló.

—La espada con la que fuiste herido tenía un veneno bastante potente que se utilizado para debilitar peleadores, es muy difícil de conseguir y tarda muchos años en salir del cuerpo, pero no te preocupes, como no fue ingerido directamente no te afectó mucho. No sé si la persona que te hirió sabía o no, pero si hubieras sido una persona normal hubieras muerto por el veneno hace mucho...

—...Entiendo, gracias por aclarar mis dudas, pero me temo que tendré que trabajar hasta los diecinueve—respondió Ethan bajando la mirada.

—Está bien, como gustes. Cuando te sientas en condiciones para trabajar sólo vuelve aquí y discutiremos más a fondo la situación, puedes venir cuando quieras.

—Muchas gracias Señor Dixon—dijo Ethan levantándose de la silla.

—Puedes decirme Corwin—dijo con una sonrisa— cuídate.

—Igualmente—se inclinó levemente, se dio la vuelta y salió de la habitación.

Regresó solo hasta su cuarto y se recostó en la cama, miró el techo por quien sabe cuánto tiempo, pensando...

"Supongo que tendré que vivir hasta que la deuda sea saldada. Al menos el jefe se ve como alguien justo..."

Sacó la brújula de su bolsillo y la hizo girar en sus manos.

"¿Hubiera sido mejor haber muerto? o ¿aún hay algo en este mundo por el cual deba vivir...? Si es así espero encontrarlo rápido, pero si nunca llego a descubrir el motivo que me mantiene vivo yo..."

Levantó la brújula y la observó con un rostro inexpresivo.

"Mi única motivación, justo ahora, es pagar el dinero que debo...nada más"

Pero mientras pensaba en....lo que pasaría si no encontraba un motivo vino a su mente la palabra "vive".

"Pero, ¿por qué debo vivir? Ojalá el tiempo me devuelva las ganas de vivir...."

Bajó la brújula y exhaló con pesadez.

"Mejor no pienso más sobre eso, justo ahora no quisiera seguir viviendo, pero tal vez más adelante logró encontrar algo"

Aris se sintió tan culpable y triste al verlo así.

«Nunca quise que fuera así, si de esta manera me convertí en su motivo no lo quiero, no quiero que sea así, es demasiado cruel...e injusto»

Paso la mañana y Ethan se sentía cada vez más decaído, fueron a dejarle el almuerzo, pero apenas lo tocó, y aunque el dolor ya era poco aún seguía sintiéndose mal. Las medicinas le ayudaban, pero había una herida que le dolía más que las otras, era la más grande y atravesaba toda su espalda, si no tuviera el cuerpo de un peleador seguramente hubiera muerto por ella...

[...]

Eran las dos de la tarde y Ethan estaba acostado en la cama viendo hacia el techo cuando escuchó que tocaban la puerta.

—Hola, ¿puedo pasar? —preguntó Verónica del otro lado de la puerta.

—Adelante...

Verónica entró y vio a Ethan sentado en la cama con la mirada vacía.

—Es tiempo de que cambie tus vendajes— dijo con tono suave sentándose a su lado.

En ese momento Ethan no sabía cómo expresar lo que sintió cuando escuchó que tenían que cambiar sus vendas.

—Prometo que no te dolerá...— dijo de manera tranquilizadora y trató de tomar la mano de Ethan, quien rápidamente retrocedió.

—Espera...— musitó asustado, sus manos sudaban y temblaban sin razón mientras su respiración se volvía agitada...

—No tengas miedo...

—No quiero que me toques, no puedo...yo...—dijo entre dientes con el rostro pálido, su sangre se heló y un escalofrío recorrió todo su cuerpo.

—Pero si no te curo tus heridas pueden doler y las cicatrices se verán muy mal...

—No me importa, dejas las cosas aquí, puedo hacerlo solo— dijo mirándola a los ojos de manera decidida.

—...De acuerdo— respondió Verónica con impotencia.

—Lo siento, no es que no quiera que me toques, es sólo que no puedo dejar de temblar cuando te acercas. No es que te menosprecie o algo parecido, lo lamento mucho si te hice sentir mal, no es mi intención.

—Está bien, comprendo. Espero que te recuperes pronto, pasa un buen día—dijo Verónica y despidiéndose de Ethan se fue cerrando la puerta detrás de ella.

Ethan vio las cosas que había dejado, las tomó y fue al baño. Cerró la puerta con llave y se quitó la camisa, observó los vendajes con miedo y los desenvolvió con lentitud, primero los de los brazos y luego los de la espalda, apretó los dientes cuando la venda se despegó de la herida que aún le dolía, trató tanto tiempo en quitarla que ya le dolían los brazos.

Terminó de desvestirse y se bañó lo más rápido que pudo, el jabón y el agua hacía que sus heridas ardieran un poco, pero lo soportó y las limpió lo mejor que pudo.

Tomó la medicina y con dificultad comenzó a aplicarla, pero cada vez que doblaba el brazo para tratar de alcanzar las heridas la piel se estiraba y sentía como si volvieran a abrirse. Apretó los dientes y su frente se cubrió de pequeñas gotas de sudor frío.

Finamente terminó de atender las heridas y las volvió a vendar con cuidado, se vistió y salió del baño. Al salir vio que habían dejado un plato de comida con un vaso de agua, se acercó y lo miró sin apetito, pero aun así lo tomó y trató de comerlo todo.

"Tengo que recuperarme lo más pronto posible para comenzar a trabajar..."

Pensó con decisión mientras intentaba no sentir la comida en su boca, tomó todo el vaso con agua de una vez y se acostó para tratar de dormir.

Aris lo miraba con el corazón hecho trizas, ya no quería que Ethan sintiera dolor, tristeza, soledad...y aun le faltaban nueve años que vivir a su lado, viendo el sufrimiento de cada día...

[...]

Esa noche Ethan se despertó por una pesadilla, alguien lo pateaba mientras lo herían con una espada, el sueño fue tan real que parecías más un recuerdo. Sudaba y su cuerpo temblaba sin control, fue al baño a lavarse la cara, trató de no pensar en eso, pero le fue imposible, y no pudo volver a dormir hasta la madrugada del día siguiente.

Y así pasaron los días, encerrado en la habitación, comiendo, viendo hacia el techo, y cuando iba a dormir casi todas las noches tenía pesadillas, hubo veces en que creía que se volvería loco, el estar encerrado sólo lo hacía pensar en su situación, y en la noche ni siquiera tenía descanso.

[...]

Pasaron dos semanas y Ethan ya no necesitaba las vendas, su condición había mejorado mucho y sus heridas sólo dolían un poco. Aun sin haber dormido casi nada se levantó de la cama y se alisto.

Había llegado el día en que tendría que ir a ver al Señor Corwin, hoy sería el primer día de trabajo...