Todo estaba oscuro y no se podía ver nada, pero a lo lejos Ethan escuchó el sollozo de alguien.
Al parecer se estaba acercando lentamente al lugar de donde provenía el sonido, y entre más se acercaba la imagen se iba aclarando y el sonido se escuchaba más nítido. Al final pudo observar por completa la escena:
Era un joven de cabello blanco, estaba recostado sobre unas rocas en una playa, era de noche y su cabello cubría su rostro, por lo cual Ethan no pudo ver quién era, y sólo podía oír lo que decía:
«¿Por qué no vienes todavía?, ven rápido, por favor, te lo suplico... Ya no lo soporto más, sólo ven, no me importa quien seas, no me sigas dejando solo...aquí estoy, tú tampoco estarás solo»
Lloraba y con voz ronca de tanto sollozar seguía llamando a "alguien". Y bajo la luz de luna su cuerpo y sus manos temblaban sobre las rocas, iluminando sus dedos pálidos manchados de sangre por rasguñar las afiladas rocas.
El corazón de Ethan se hundió abruptamente y sus ojos se humedecieron, su desesperación penetró tanto dentro de él que podía sentirla en los huesos.
Y pensó:
"Ojalá yo fuera la persona que tanto quiere, para poder darle consuelo"
Pero ese pensamiento no se sentía como si fuera suyo.
Lleno de impotencia quiso hacer algo por él y trató de acercar su mano, pero no podía alcanzarlo y sentía que cada vez que quería acercarse se alejaba más...
"Sé que vendrás...pero...por favor...por favor..."
Seguía diciendo angustiado, muy despacio, casi imperceptible. Y un escalofrío helado recorrió todo su cuerpo al oír esas desesperantes palabras, por un instante creyó que era él al que llamaban.
El olor a agua salada invadió sus fosas nasales mientras se alejaba más y más...
«Estoy aquí...ya no quiero estar solo...»
Fue lo último que escuchó Ethan antes de despertar...
[...]
Ethan estaba acostado en la cama, la sabana se extendía sobre su cuerpo, el clima era cálido y los rayos del sol descendían desde la ventana ubicada a su derecha. Observó el cielo y al instante escuchó que tocaban la puerta:
—Mi amor, ya es hora de levantarse—dijo mientras entraba.
Se acercó, se sentó en la cama y acarició su cabello:
—El desayuno está casi listo, ve a lavarte la cara y los dientes, te esperaré.
—Quiero panqueques—dijo Ethan mientras se frotaba los párpados, sus ojos estaban húmedos, como si fuera a llorar.
—Claro, lo que quieras—sonrió con dulzura, luego miró su cabello y exclamó—siempre me ha gustado tu cabello, brilla con el sol...es muy hermoso—dijo mientras seguía tocando su cabeza.
—¿Mamá? —llamó Ethan mirándola a los ojos.
—¿Si?
—Tuve un sueño extraño.
—¿Qué soñaste Ethan?
—Soñé con un joven que lloraba, y creo que estaba llamando a alguien, decía que no quería estar solo.
—¿Otra vez soñaste lo mismo?, es muy extraño—dijo pensativa—últimamente estás soñando ese tipo de cosas.
—¿De verdad?, no lo recuerdo.
—Los sueños siempre se olvidan rápido, y a veces logras recordarlos después de algún tiempo, pero eso pasa sólo con los que son importantes—hizo una pausa y continuó:
—Ethan, si esa persona que lloraba existe y llegas a conocerla algún día, ve y acompáñalo, es triste cuando estás solo.
Ethan miró a la mujer sentada en su cama con una sonrisa, sus ojos estaban fijos en ella, quién tenía un porte elegante, sus ojos ámbar y cabello castaño, su tono era muy serio y dulce.
—Está bien, si lo encuentro le haré compañía, se veía muy triste, yo también me sentí triste cuando lo vi—sus ojos picaban y sintió un nudo en el pecho.
—Nadie debe estar solo, todos necesitamos amor...—dijo con melancolía mientras su voz se desvanecía y todo se volvió borroso.
[...]
Ethan sentía como si algo estuviera presionando su pecho, abrió los ojos y lo primero que vio fueron las copas de los árboles, que se mecían con la suave brisa, de un verde tan brillante, flores caían de ellos de vez en cuando y entre las hojas podía ver el cielo, de un celeste tierno pintado por suaves nubes que se movían lentamente con el viento.
Miró a la persona recostada sobre él, dormía tan plácidamente y sus pestañas largas caían como pétalos en sus mejillas, su cabello disperso sobre su espalda y hombros, y algunos mechones estaban desordenados sobre su camisa.
Aris subía y bajaba con su respiración, Ethan sentía la nariz irritada y sus ojos dejaron caer dos líneas que se deslizaron por su rostro.
"No este triste, estoy aquí ahora" susurró.
Ya no estás solo...
Cerró los ojos otra vez y reflexionó:
"Tuve un sueño dentro de un sueño. ¿Cómo pude olvidar algo así? ¿En realidad soñé eso cuando era niño?, creo que tenía como siete años, eso quiere decir que soñaba desde niño con Aris. He oído hablar de eso, pero pensé que eran tonterías...me equivoqué"
Si se puede soñar esa clase de cosas.
Ethan siempre ha sentido una astilla en su corazón, siempre dolía, pero ahora ya no estaba y el agujero que dejó se desvaneció, todo estaba completo.
Su alma se sintió más liviana y volvió a quedarse dormido.
[...]
~~Oyeeee...despiertaa~~
Oía desde lejos...
~~Despierta dormilón~~
Algo suave cayó en su rostro, era cálido y húmedo, en sus mejillas, frente, nariz y labios... eran cómo ¿besos?
—Sí que tienes el sueño pesado—exclamó riendo.
Aún medio dormido Ethan extendió sus brazos y lo atrajo hacia él, lo abrazó y su boca quedó cerca de su oído.
—Déjame un rato más...quédate así.... unos minutos más— dijo con voz ronca y somnolienta, y el aire caliente soplaba en la oreja de Aris.
—Como quieras— susurró en su oído.
Aris besó su lóbulo, luego el cuello...sus manos estaban apoyadas sobre su pecho, sus dedos se introducían por debajo de la camisa y acariciaba su piel.
—Mm...—Ethan se quejó mientras se despertaba.
Aun en sus brazos Aris seguía besándolo, Ethan tomó su rostro y lo besó con pereza. Sus labios se tocaron tan repentinamente que Aris se sorprendió, sonrió y chupo despacio su labio inferior, deslizó sus pálidos dedos por su mentón y abrió su boca.
El beso se profundizó y sin darse cuenta sus lenguas se tocaron, húmedas y calientes se deslizaban en sus bocas, era una sensación tibia y gratificante. Ethan agarró el ritmo del beso y se estremeció un poco temeroso, no estaba seguro de que hacer con su lengua, enterró sus dedos en su largo cabello blanco y sintió la suave piel de su cuello. Siguió besándolo muy despacio, y Aris enrolló su lengua en la suya quedándose sin aliento y el aire caliente quemaba sus bocas...
Ethan dejó de besarlo lentamente y separó sus labios junto con un hilo de saliva.
Ethan lo miró, su rostro estaba pintado de un rosa suave y habían algunos mechones ondulados en su frente, su cabello caía en cascada desde sus hombros, sus dedos aún tocaban su piel, sus labios brillaban con un tono rosado por el beso y su respiración era agitada.
—¿Te gusto? —preguntó Aris, su corazón latía como loco, y sus labios se sentían calientes y adormecidos.
Mirándolo Ethan dijo en voz baja:
—Sí...eres bueno besando—lo abrazó y se sentó— gracias por despertarme, también eres bueno en eso.
Aris bajó su mirada, sonrió dulcemente y las puntas de sus orejas se sonrojaron.
—Me dieron ganas de comerme alguna fruta, ¿sabes dónde podría encontrar una?
—¿Por qué dices eso tan de repente?—interrogó riendo.
—No lo sé, simplemente dijo lo que pensaba, y justo ahora me dieron ganas de comer fruta. Deberías intentarlo también, si piensas en algo o quieres algo sólo dilo, has lo que quieras hacer—le dijo a Aris muy animado, aunque su personalidad prácticamente era esa.
—Está bien, lo intentaré—respondió asintiendo—no muy lejos de aquí hay un campo lleno con toda clase de fruta.
—Entonces vamos— se levantó y le ofreció su mano para ayudarle. Aris estiró su mano y la tomó, pero cuando lo hizo su camisa se levantó un poco, al instante Ethan evadió esa zona y pensó afligido:
"¡Maldición! ¡Si estamos casi desnudos!"
"¿¡Cómo pude olvidar algo así?! deberíamos ir por los pantalones"
Ethan miró a su alrededor, estaba fresco y podía oler el agua marina que traía el viento, eran las cuatro o cinco de la tarde más o menos, caminaron de regreso para buscar su ropa, que ya debería estar seca.
—¿Qué te parece si regresamos al barco luego de ir por la fruta?
—Está bien, ¿pero, para qué quieres ir al barco?
—Te dije que podías dormir tranquilos, porque pasaríamos despiertos hasta que nos diera sueño— exclamó Ethan de muy buen humor, y sin poder resistirse pellizcó su mejilla izquierda—no creo que sea cómodo pasar la noche dentro de la isla, así que pensé que podríamos ir al barco.
Sus ojos brillaban y se dibujó una radiante sonrisa en su boca, tomó su mano y dijo:
—¡Qué bien!, ¿Qué estamos esperando?—exclamó dando un saltito y jaló de él, corrieron y al llegar a la cascada tomaron rápidamente sus pantalones y Aris lo llevó hacia el lugar que había menciono.
Era un campo lleno de todo tipo de plantas de frutas, una vid se enrolló en un árbol de naranjas, y al lado había uno de limones, debajo sandías, a la derecha fresas, en frente un árbol de manzana...
"¡¿Cómo es posible?!"
Hay muchos tipos de frutas que crecen en distintos climas y estaciones, también el tipo de suelo...
—Bien aquí estamos, bonito ¿verdad?
—¿Por qué hay tantos tipos de frutas todas juntas?
—¿A qué te refieres, no es normal que sea así?
—No, para nada.
—Mm, esta isla no es normal—declaró pensativo.
—Es un buen punto—dijo riendo.
—¿Cómo nos las llevamos?
—Mm, tengo una idea— tomó los pantalones que aún no se habían puesto y les hizo un nudo al final de los ruedos.
—Oh, que buena idea.
—Gracias, toma el tuyo y llénalo con las que más te gusten.
Aris tomó su mano y le mostró las que habían:
—Mira, aquí hay un árbol de manzanas, ¿te gustan?
—Sí, mucho.
—Cortemos unas entonces—diciendo esto se dirigió al árbol.
¿Acaso iba a escalarlo, solo usando una camisa? Ethan no podría ver eso, así que en cuestión de segundos lo atrapó por la espalda.
—¿Qué estás haciendo?—interrogó riendo.
—Quieres cortar las manzanas, pero no alcanzas, así que yo seré tu brazo— le di la vuelta, se agachó, lo abrazó por las piernas y lo levantó. Cuando Aris sintió que era levantado se agarró de su cabeza y pegó un pequeño grito.
Se rio y lo sujetó de los hombros mientras exclamaba:
—De esta manera me gusta más, sólo sostenme fuerte y no me sueltes—lo miró hacia abajo, su cabello se deslizaba desde su espalda hacia adelante, su agarre era fuerte y Aris podía sentir los fuertes brazos de Ethan que apretaban sus piernas y glúteos al sostenerlo.
—Jamás te soltaría...¿estás cómodo?
—Sí, estoy bien—soltó una mano y con la otra empezó a cortarlas y luego las arrojaba al suelo.
—Listo, creo que con estas es suficiente— miró hacia abajo luego de cortar varias—ya puedes soltarme.
Ethan se agachó un poco y deslizó sus manos para bajarlo, pudo tocar levemente sus piernas y glúteos, sus músculos parecían esculpidos en mármol, firmes y blancos, eran tan suaves, justo como los había imaginado.
Sus pálidos brazos se posaron en sus hombros y dijo con tono suave:
—Ahora hay que ir por las naranjas—deslizó la mano derecha hasta llegar a su mano izquierda y la jaló.
Repitieron lo mismo, levantarlo, cortar las naranjas, deslizarlo y bajarlo muy lento. A Ethan le encanta pasar el rato con él, hace mucho que no sentía paz, ser amado y amar es algo irreemplazable. Como quisiera que las cosas buenas duraran para siempre.
—Mm, ¿Qué tal unas uvas?, son mi fruta favorita—comentó Aris señalándolas.
—Está bien, llevemos tantas como podamos.
—¿Cuál es tu fruta favorita?—preguntó luego de tomar cuántas pudo.
—Las fresas.
Justo cuando Ethan dijo eso Aris felizmente se dirigió hacia dónde estaban, corto muchas y las metió en el pantalón. Ethan sonrió con ese gesto tan lindo, se acercó y le ayudó, veía como sus dedos finos y blanco contrastaban con el rojo intenso de las fresas.
Luego de recogerlas y llenar los pantalones se fueron con cuidado. Y de camino ambos iban charlando de las cosas peculiares del mundo humano.
—Las frutas son caras y difíciles de conseguir, si las personas no tienen dinero simplemente las roban. Y debo admitir que también robe comida—comentó riendo—pero hace mucho que dejé de hacerlo—miró todas las frutas y continuó con una sonrisa— estas se ven tan jugosas, jamás había visto unas tan apetitosas.
—Me alegra, espero que te gusten. Y no tienes que volver a robar una fruta jamás, sólo toma las quieras.
—Mm...sé que me gustaran. Hay muchas maneras de comerlas, pero mi favorita es comerlas con azúcar o miel.
—¿Qué es azúcar?
—Supuse que la conocías, pero hoy probarás muchas cosas que jamás sabías que existían. El azúcar es como...—hizo una pausa—Ah!, el azúcar se ve como la arena.
—¿Se ve como la arena, y se puede comer?
—Sí, es blanca y muy dulce, me gusta comer fresas con azúcar, también puedes probarlas, son muy buenas.
—Ya quiero probarlas—sonrió, los rayos del sol del atardecer bañaban su rostro, y sus ojos brillaban.
Llegaron a la playa, y en el camino Ethan le comentó que las frutas se podían comer en postres, y que cuando salieran de la isla lo llevaría a comer algunos.
El barco ya estaba al alcance de su vista, estaba anclado de punta en la bahía de la isla, la arena no estaba tan inclinada, de hecho era bastante plano y el agua era tranquila, así que el barco estaba bastante derecho y no se mecía. El agua cristalina les cubría apenas los tobillos mientras se acercaban a la rampa.
—Te enseñaré el barco, ven, vamos a la cocina—Ethan caminó adelante para guiarlo—la parte delantera del barco se llama proa y la trasera popa, hay dos niveles, en el primero están los dormitorios y la cocina, en el último esta todo el cargamento, provisiones, ropa y cosas así.
En la parte de la popa esta mi oficina y mi cuarto, aquí ya habías entrado. En la proa, está la bodega donde se guarda lo que se necesite de inmediato, sogas, lonas, trapeadores...
Ambos caminaron por la cubierta, y en medio del piso se encontraba una rejilla de madera que se utilizaba como puerta, Ethan la abrió y se visualizó una escalera que conducía hacia abajo.
—Bajaré yo primero—indicó y bajó las escaleras con cuidado, no quería que se cayera la fruta. Llegó al final y las dejó en el suelo, subió de nuevo y le dijo a Aris—te ayudaré a bajarlo.
A media escalera Aris asintió y le dio el pantalón, su camisa se levantó ligeramente cuando extendió sus manos para dárselo, tanto que Ethan casi pudo verlo.
"Debo buscarle algo más largo si sigue sin querer usar pantalones"
—Otro rato podemos seguir viendo, aunque ya es bastante tarde—comentó Ethan mientras ambos subían y cerraban la rejilla.
—Entonces mañana sigamos.
—Bien, por ahora deberíamos cambiarnos de ropa.
"No quiero seguir así, es un poco incómodo, y si los demás me vieran así...que vergüenza"
—Mm, ¿tienes ropa más cómoda?
—Sí, creo que tengo algo que te gustará, vamos—y justo cuando Ethan avanzó Aris tomó su brazo y se enrolló en el abrazándolo.
Algo aturdido por su gesto ambos entraron, Ethan encendió las lámparas de aceite para iluminar la habitación, ya estaba oscuro y el atardecer pintaba el cielo de dorado.
— Siéntate en la cama, iré a buscar la ropa al armario.
Después de unos segundos Ethan sacó un camisón blanco y se lo entregó.
—¿Qué es esto?—preguntó curioso y lo extendió.
—Se llama camisón y normalmente se utiliza para dormir, es muy cómodo.
—Oh, que bonito, es suave— dijo tocando la tela, se quitó la camisa y se lo puso.
Mientras tanto Ethan se puso un pantalón de algodón color café que veces utilizaba para dormir.
—¿Qué tal me quedó?
Era tan larga que le llegaba hasta los pies, pero no tanto como para arrastrarlo, tenía bordados muy finos en las mangas, en el ruedo y en el cuello, el escote ancho redondeado tenía seis orificios donde se entrelazaba un cordón plateado, dejando ver su clavícula.
Las mangas largas eran grandes e infladas y se ajustaban al llegar a la muñeca y le cubrían hasta la mitad de la palma.
—Hermoso—Ethan se acercó, tomó su mano y la besó—todo lo que te pongas se verá precioso en ti.
—Gracias...—dijo con voz suave y sonrió con timidez, bajó mirada y se sonrojó ligeramente.
—Tengo pensado algo para esta noche.
—¿Qué es?
—Ven—Ethan sostuvo su mano y lo guio afuera, caminaron hasta la rejilla, levantó su mano y dijo:
—Baja conmigo, te diré lo que tengo en mente.