Todo lo que nace está destinado a morir.
Todo lo que valoramos, es lo que atesoraremos aun después de la muerte.
No importa que no puedas envolver una sonrisa que te acompañe a la otra vida.
El amor es capaz de unir universos y tiempos.
La era ha ido cambiando.
Aquél castillo majestuoso y temido, lleno de dragones con los que vivían los humanos, fue llevado al olvido al ser un testimonio solitario.
El amor de una amiga y una pequeña madre no perece.
PANDORA ha cuidado de TIFÓN durante mas tiempo del que pueda contar.
Todo lo que inicia vida, también perece.
En aquella torre, solitaria y sabia, quedó la pequeña madre que crió a los dragones hasta su extinción.
Nunca abandonó la torre.
Ella continuó con su trabajo perpetuo: cuidar el corazón de la magia.
El aislamiento, la soledad y el ansia de vivir se adormecieron.
Cubriendo aquella figura en el horizonte por el polvo de los años hasta transformarla en roca.
Siempre vigilante, siempre alerta.
En la imagen se ve que esta narración fue hecha por una maestra.
Hay un grupo de estudiantes que la rodean, todos miran a la estatua de la pequeña mujer.
Una de las estudiantes pregunta si ¿en verdad creen que dentro de la estatua vive PANDORA?
La maestra le dice que esa es la idea.
A la joven le parece muy cruel su destino.
La maestra confirma estar de acuerdo.
Sin duda un destino cruel para un ser humano.
En su opinión, el ser humano no fue hecho para estar solo.
Y el hecho de no poder morir... agrava su sentir.
Otra de las estudiantes pregunta, ¿cree en la reencarnación?
¿en segundas oportunidades?
Otra de las chicas se emociona: si, si ella fue la que pagó los platos rotos, ¿no debería tener la oportunidad de que en algún momento el dragón que ella amó reencarnara en un humano y por fin pudieran estar juntos?
La maestra contenta de que sean tan participativas, espera que sí.
En algunas culturas es posible.
Van a cambiar de sala.
Comienzan a caminar hacia otra sala.
Uno de los jóvenes se queda en el mismo lugar, observa maravillado los detalles de aquella estatua, se acerca poco a poco hasta tocar la mano de la estatua de PANDORA.
La maestra que ha notado su ausencia, mira que el joven toma de la mano a la estatua y con la otra mano, el rostro de la joven.
Casi se infarta, le pide que se aleje de la estatua, es demasiado vieja como para deshacerse por un pequeño tacto.
El joven algo nostálgico se deja llevar por la maestra.
Mientras se une al grupo.
Otra de las alumnas, pregunta si han encontrado la piedra del corazón de la magia.
La maestra niega este hecho.
Por alguna extraña razón.
Los salones debajo del salón del trono se mueven constantemente y no hay entrada alguna.
Muchos creen que es un espacio vacío.
Solo para hacer imponente el castillo sin haberse dado a la tarea de poner detalles.
El grupo se comienza a alejar.
La estatua de PANDORA, se comienza a cuartear.
La capa delgada que cubría su cuerpo se ha desprendido.
El aire ondea en las telas de su largo vestido, meciendo su larga cabellera rojiza.
El joven que va al último, se detiene un momento y voltea hacia la estatua.
No la ve.
Sólo está el espacio en aquella torre.
El joven se asustó un poco, pero, también se emocionó.
Al cabo de un rato, el grupo de estudiantes ha salido del castillo.
PANDORA divisa diversos grupos de humanos visitando el castillo, observando, desde aquella torre.