Era un aburrido viernes en la preparatoria Bonnard.
Los alumnos de la clase de literatura estaban escuchando al maestro contar historias sobre caballeros con gran interés, o al menos la mayoría de ellos lo hacia.
William, un joven de dieciséis años que se encontraba sentado al fondo del salón estaba dibujando un castillo custodiado por un dragón, inspirado por él cuento que su maestro contaba. El joven sonreía con gran alegría al ver su obra casi terminada.
—¡William! —la voz del maestro lo tomó por sorpresa, pero no lo hizo saltar ni mostrar temor.
—Ah... ¿Si profesor? —dijo de manera tranquila.
—Dame tu cuaderno —le pidió chasqueando los dedos para que el joven se apurara.
—No escribí nada —le avisó.
—No te pregunté eso, te dije que me lo des —le ordenó.
Will, sintiendo que no tenia otra opción tomó su cuaderno, se puso de pie y fue al frente con el maestro para dárselo, haciendo que el maestro se sorprendiera al ver el tan detallado dibujo.
—Ah... acompáñame afuera —le pidió.
El maestro cerró la puerta del salón detrás de el para tener privacidad en el pasillo con Will, quien ya comenzaba a sentirse un poco incomodo, pues no entendía porqué estaba ahí en realidad.
—Esto —dijo enseñándole su dibujo —Es hermoso —dijo haciendo que el joven sonriera levemente —Pero estamos resolviendo una guía de estudio para un examen, deberías tomar nota de lo que digo. Tus compañeros estuvieron semanas pidiendo una clase así y tú la desperdicias así.
—No era mi intensión —se defendió —Es que... así memorizo las cosas. Yo lo escuchó, dibujo lo que dice y así lo recuerdo cada que veo el dibujo —intentó explicarse sin parecer irrespetuoso.
El maestro sacó un suspiro al escuchar —Bien, no voy a sacarte de esta clase, pero más vale que apruebes el examen o reprobaras el año.
—Lo aprobaré —aseguró, aunque en realidad no estaba del todo convencido de sus palabras.
El maestro, aunque no estaba muy convencido lo dejo pasar nuevamente a la clase.
Horas después.
En la hora de descanso.
Will se encontraba comiendo papas en la cafetería de su escuela en compañía de sus dos amigos, Benny y Charlie, ambos fanáticos de los videojuegos y los superheroes igual que él.
—Ay, ya cállate, idiota. No voy a reprobar—dijo Benny intentando callar a Benny, pues al parecer lo había ofendido.
—Que sensible —se burló Charlie antes de poner su atención en Will, que aprecia tener la mirada en una hermosa chica de cabellos castaños con camiseta de un zombie que estaba comprando algo.
—¿Cuándo invitarás a Eliza a salir? —preguntó Charlie.
—Hoy —presumió Will.
—Oh ¿Enserio? —dijo Benny sonriendo
—Sí, lo planeé durante una semana, todo saldrá bien, soy el mejor– dijo sin vergüenza.
Sus amigos volvieron a mirarse muy sonrientes entre ellos.
—¿Por qué me miran así? —quiso saber Will, pues comenzaban a ponerlo nervioso.
—Recordamos un buen chiste —mintió Benny.
—¿Ok? —dijo Trejo.
—Oye, hazme un favor, ¿Puedes ir tirar esto? —le pidió Charlie dándole la bolsa de papas.
—Sí, está bien —Will se levantó de la mesa, dio la vuelta y ahí chocó con Eliza, haciendo que la chica tirara su sándwich.
—Oh, lo siento —dijo Will algo apenado mientras sus amigos comenzaban a reírse.
—Que buena forma de llamar mi atención —dijo Eliza sonriendo.
—Ah, en realidad quería hacerlo de otra forma, pero esto también funciona, supongo —le devolvió la sonrisa.
—Yo... venía a invitarte al cine —dijo Eliza —Y ahora vengo a cobrarte un sándwich.
Will volvió a sonreír por el comentario y tomó la bolsa de papas que estaban en la mesa —¿Quieres?
Eliza aceptó y se comió una frente al joven como si estuviera intentando coquetearle de esa manera alzando una ceja —Entonces ¿Vienes al cine conmigo ? —le preguntó la chica
—Claro —dijo Will de manera casi orgullosa.
Eliza se fue para presumirle a sus amigas lo que había pasado al instante.
—Oh, maldito suertudo —dijo Benny cruzando los brazos.
—Les dije que sería fácil —volvió a presumir.
Sus amigos se decepcionaron, pues esperaban que fuera rechazado.
...
La hora de salida llego con rapidez después de eso.
Los alumnos se apresuran salir de la escuela lo más rápido posible, vaciando el lugar minutos después del timbre de salida. Dejando el lugar casi desierto.
Los únicos que quedaban en el lugar eran Eliza y Will, quien en realidad se había quedado para ver a la chica.
—Hola —saludó Will al verla tan sola en la banqueta.
—Ah, hola —dijo ella —¿Esperas a tu padre? —quiso saber.
—No, yo... espero a "alguien más" —dijo Will —¿Tú a quién esperas?
—A mi madre, pero creo que no llegará, ya es algo tarde —dijo Eliza mirando su teléfono para ver la hora.
—Que pena —dijo Will antes de mirar al frente y sonreír —Oh, llegaron por mi —avisó haciendo que la chica pusiera atención al frente, encontrándose con un majestuosos caballo blanco que se acercaba trotando hasta el lugar, dejándola boquiabierta.
—Hola, amigo —dijo Will cuando su caballo se acercó.
—¿Es tuyo? —le preguntó con gran sorpresa.
—Si —dijo Will —Eliza, te presento a Blan —el caballo relinchó como respuesta, dejando a al joven mucho más sorprendida. —¿Quieres que te lleve a casa? —preguntó Will como si no fuera la gran cosa.
Eliza rio al escucharlo —¿Quieres llevarme a mi casa en un caballo?
—Sí, ¿Qué tiene?
—Es que es... inusual —dijo Eliza.
—Así es más divertido ¿No? —mencionó Will antes de darle a su gran amigo unas palmadas en el lomo —¿Qué dices amigo? ¿Quieres llevar a Eliza a su casa?
Blan, cuidadosamente se acostó para que Eliza pudiera montarse en él sin que ella tuviera que hacer tanto esfuerzo.
Eliza estaba muy sorprendida con la extraña escena, pero aun así se acomodó en Blan para montarlo, haciendo sonreír a Will.
Blan se puso de pie, Eliza se sujetó fuerte para no caer mientras que Will se sabia al caballo con gran agilidad.
—Ok, vamos —dijo Will haciendo que el caballo obedeciera y comenzará a trotar, para rápidamente salir del pueblo y adentrarse en el pequeño bosque.
—Parece que realmente te entiende —dijo Eliza.
—Si.
—¿Cómo conseguiste a "Blan"? —quiso saber Eliza —No recuerdo que en tu granja tuvieran caballos.
—Esa es una muy buena pregunta —dijo Will como si buscara presumir —Fue hace casi un año. Yo iba regresando de la escuela, pero sentí que estaba tardando mucho así que tomé un atajo por el bosque. Todo era normal hasta que lo vi. Estaba acostado como si nada en medio del pasto, se veía muy bien cuidado para ser salvaje, creí que había escapado de algún establo.
Me acerqué para poder verlo mejor, él se levantó de golpe cuando me vio, creí que me patearía, pero no lo hizo, me dejó acariciarlo, le di una manzana que traía y me siguió a casa. Y desde ahí me sigue a todas partes casi todo el tiempo —Explicó Will
—¿Lo encontraste en medio del bosque? —dijo Eliza.
—Sip.
—¿No te parece extraño? —dijo Eliza.
—Sí, pero gané un nuevo amigo, así que no me importa —dijo Will.
—¿Y por qué "Blan"?— dijo Eliza curioseando.
—Es diminutivo de Blanquito —susurró Will como si fuera un secreto
—¿Qué?
—Si, es como decir "White" en español —le explicó haciendo que la chica riera un poco.
—Oh, espera —Le pidió Will a Blan al ver una pequeña encrucijada. El caballo se detuvo de inmediato —¿Hacia dónde? —se dirigió a Eliza.
—Oh, claro, a la izquierda —dijo Eliza mirando a su alrededor.
—Ok —dijo Will.
Blan giró a la izquierda, siguió derecho hasta salir del bosque y llegar al terreno de una gran casa.
—Llegamos —dijo Will provocando que Blan se detuviera.
Will bajo para ayudar a Eliza a bajar. Los rostros de ambos se encontraron.
Eliza sonrío algo apenado y se alejó —Gracias por traerme —dijo aun con algo de pena —Te veré mañana en el cine.
—Seguro —dijo Will.
Eliza aun con nervios se acercó al joven y le dio un tierno beso en la mejilla, haciéndolo sonreír. La joven, sin dejarlo reaccionar bien, entró a su casa de inmediato
—Vamos amigo —dijo Will caminado de vuelta al bosque provocando que el caballo blanco lo siguiera.
Los dos caminaron por el bosque un rato más, pues el camino a casa en realidad si era largo.
—Wow, por un momento creí que mi plan estaba arruinado, que bueno que no lo arruinaste —dijo de manera presumida. Blan, al escucharlo lo empujó con su rostro. Will río —Estoy bromeando, amigo, te luciste, gracias —le agradeció, provocando que el caballo lo mirara fijamente, como si quisiera sonreírle, pero no pudiera hacerlo.
Después de unos minutos de silencio, lograron llegar a la casa.
Era un lugar lindo, con dos pisos y pintada de blanco, al lado estaba la granja que su abuelo les había dejado al morir.
Will suspiró al ver el granero y recordar a su abuelo pues eran muy cercanos.
—Te veré después, Blan — le dijo Will antes de entrar a su hogar y sorprenderse con la curiosa escena que había frente a él.
—Mamá ¿Qué haces? —le preguntó con algo de desconcierto antes de acercarse.
La madre de William estaba en la sala cargando una escopeta con apuro —Desaparecieron cinco gallinas y tu padre vio huellas de zorro cerca del granero, hay que eliminarlo —dijo su madre dirigiéndose a la salida.
—Wow, Wow, wow —se puso en medio de ella y la puerta para evitar que saliera —Tranquila, suelta la escopeta, no puedes matar ningún animal en esta zona ¿Recuerdas?
La mujer suspiró con molestia —Es verdad —bufó mientras dejaba la escopeta a un lado y se dirigía al sillón de la sala —Ay, mejor ve a ver qué hace tu padre en el granero, lleva ahí todo el día —la mujer parecía exhausta, pero su hijo no supo si era cansancio físico o mental.
—Claro —aceptó el joven de inmediato.