Durante la noche anterior, dos sombras se movían entre los árboles. Su objetivo, un nido de aves parecidas a las gallinas.
Observando a los pequeños polluelos que moraban en el nido, las sombras avanzaron con precaución por si aparecían los padres de los pequeños.
Sintiendo el peligro, los polluelos se asustaron y empezaron a correr buscando cualquier abertura donde esconderse.
Una de las sombras tomó valor y se lanzó a máxima velocidad, devorando a un polluelo de un solo bocado.
Las pequeñas aves pudieron ver al asesino de su hermano, un lobo oscuro de más de cuatro metros de largo. Escuchando el crujido de los huesos de su hermano, el terror invadió sus pensamientos y empezaron a piar llamando a sus padres.
La otra sombra, al ver que no llegaban sus padres se lanzó sobre los polluelos y comenzó su festín junto a su hermano.
Aunque las aves tenían pocos días de nacidas, median casi un metro de alto, dejando bastante satisfechos a los lobos.
Terminando de tragarse a uno de los polluelos, el lobo azul encontró dos flores brillantes detrás del nido. La energía emitida por las flores era incluso más fuerte que la de la carne del cuervo que habían conseguido antes de su evolución.
Olvidando a los polluelos, cada lobo tomó una flor en su boca y se las tragaron sin dudarlo.
En menos de un segundo el bosque quedó en silencio, incluso los polluelos olvidaron el miedo a los lobos y solo miraban el lugar donde las flores habían sido arrancadas.
A más de diez kilómetros de distancia, dos aves alzaron vuelo y se dirigieron a su nido. Cada vez que batían sus alas una corriente de aire cortaban las copas de los árboles que impactaban.
Sintiendo un escalofrío, ambos lobos mataron a los polluelos restantes y escaparon del lugar.
Sabían que habían sido descubiertos, y solo si se mantenían alejados del lugar podrían evitar el peligro.
Sin miedo a la lluvia con parasitos que afectaba al bosque, los lobos corrieron sin mirar atrás.
Los parasitos al ver a las criaturas tan descuidadas se lanzaron contra ellos frenéticamente, pero se vieron asombradas unos segundos antes de morir.
El pelaje de los lobos estaba cubierto por dos auras diferentes, cada vez que un parásito tocaba a un lobo era electrificado hasta la muerte o corroído hasta quedar nada más que líquidos grotescos en el suelo.
Las aves, al llegar a su nido, pudieron ver los cadáveres de sus polluelos. Los padres sintieron que algo se rompía en si interior, pero cuando notaron la falta de dos flores perdieron el control de sus fuerzas y casi se estrellaban contra el suelo.
La pérdida de los polluelo, aunque triste, era recuperable para los padres, pero las flores representaban la acumulación de años de energía que serían necesarios para criar a la nueva descendencia.
Revisando el lugar, la madre pudo encontrar el aroma de los ladrones. Sin esperar al padre, la madre extendió sus alas de más de seis metros de envergadura y voló en dirección de los lobos.
El padre al sentir la resolución de su pareja, mirando los cuerpos de sus crías, exalo un aliento de fuego reduciendo a cenizas sus restos.
Siguiendo a su pareja, el ave cubrió su cuerpo con una capa de fuego, aumentando su velocidad con la que alcanzó a su pareja.
Los lobos en el suelo, sintieron que los escalofríos no se detenían y solo aumentaban en intensidad.
Controlando el impulso de mirar hacia atrás, ambos lobos aumentaron su velocidad tratando de llegar a su guarida.
Sin sentir la llegada de sus perseguidores, los lobos vieron caer una masa de fuego entre ellos provocando que se detuvieran.
El ave tenía cabeza y patas de gallo, junto a un cuerpo y alas de dragón cubiertos por una fina capa de fuego.
Los lobos le temían a esta ave colosal, ellos habían visto como la cocatriz de fuego trataba con sus enemigos.
Sin dudarlo, ambos lobos fingieron atacar al ave para luego retroceder, pero no tomaron en cuenta el odio de la cocatriz que enfrentó el ataque con su cuerpo mientras extendía sus garras contra ellos.
Al intentar retroceder, la pareja de la cocatriz bloqueó el camino de los lobos dejándolos con la única opción de pelear.
Sin poder defenderse, el lobo oscuro fue tomado por una de las cocatrices y lanzado hacia el cielo. Instintivamente, el lobo liberó todo el miasma alrededor de su cuerpo y miró a sus atacantes.
Su hermano, al ver el peligro en el que estaba, abrió sus fauces y empezó a acumular su aliento eléctrico, pero no fue suficiente para detener a los padres enfurecidos.
Con cada segundo que pasaba, nuevas heridas aparecían en el lobo oscuro. Las garras de las cocatrices dividían su piel como si fuese mantequilla.
Al ver como jugaban con su hermano, el lobo azul terminó de acumular su aliento y lo arrojó sobre las aves.
Notando el ataque entrante, el padre bloqueó con sus alas el aliento eléctrico, reduciendo el daño que pudo haber inflingido.
Mirando fríamente al lobo en el suelo, las cocatrices decidieron terminar con el lobo entre sus garras y continuar su venganza.
Al ver que las cocatrices querían darle un golpe final, el lobo oscuro usó la mayor cantidad de su fuerza para no recibir la mayor cantidad de daño.
Extendiendo sus garras, las cocatrices decidieron dividir por la mitad al lobo.
Sintiendo que era el momento preciso, el lobo oscuro liberó un aliento oscuro en dirección al cielo provocando que recibiera un pequeño impulso contra el suelo.
Gracias a este pequeño movimiento, las garras de las cocatrices solo desgarraron parte de sus pulmones y los músculos de la espalda.
Mirando al lobo moribundo en el suelo, las cocatrices centraron su atención en el lobo azul.
Sin dudarlo, el lobo azul se alejó un poco de donde dormitaba su hermano y lanzó un segundo aliento eléctrico contra las aves para luego correr.
Las aves en el cielo notaron las intenciones del lobo azul, aún así, no le dieron importancia a sus trucos y lo siguieron para desgarrar su piel.
Sintiendo el sacrificio de su hermano, el lobo oscuro aprovechó esta oportunidad que le daba la vida y se levantó en dirección a su refugio.
En la distancia, las aves se empezaban a aburrir de su presa. Aunque el lobo azul era más rápido que su hermano, no se podía comparar con la velocidad de las cocatrices.
En un movimiento preciso, una de las cocatrices impacto con el cuerpo del lobo, tragando parte de su carne expuesta.
Sin perder el tiempo, la segunda cocatriz tomó con sus garras el cuerpo del lobo y lo arrojó contra un grupo de rocas.
Con una fuerte explosión, cientos de rocas volaron en todas direcciones, creando un cráter profundo en el lugar.
Después que la nube de polvo se asentó, las cocatrices se empezaron a preocupar. En el lugar donde debería estar el lobo, solo habia una mancha de sangre.
En el cráter, luego de la explosión, una pequeña abertura se abrió en el suelo dando hacia un río subterráneo.
Gracias a que el cuerpo inconsciente del lobo azul era arrastrado por las aguas, las cocatrices no pudieron seguirle el rastro.
En su ira, ambas aves lanzaron su aliento de fuego derritiendo todo el cráter en piedra fundida.
Recordando al otro lobo, ambas cocatrices alzaron vuelo en su dirección, pero una voz profunda resonó en sus oídos.
—Amigos, podemos hablar un momento—
Aunque las palabras no eran agresivas, las cocatrices notaron el tono amenazante del dragón que apareció frente a ellos.
En otro lado del bosque, el lobo azul recuperó la consciencia mientras se arrastraba por la orilla del río.
Sintiendo el dolor de su cuerpo, el lobo solo pudo mantenerse vivo gracias a la energía que le suministraba las flores que habían robado.
Levantando su cuerpo, el lobo percibió el aroma de la carne fresca.
Caminando solo guiado por el olor, el lobo llegó a un lugar extraño. Sintiendo que la comida estaba detrás del muro que bloqueaba su camino, el lobo extendió su garras y destruyó la puerta frente a él.
Al ver el interior del lugar, el lobo pensó que era un buen lugar para refugiarse mientras recuperaba su cuerpo.
Después de devorar todo lo que pudo, el lobo encontró un lugar cálido al fondo del refugio y decidió dormir ahí.
Varias horas habían pasado, cuando el lobo sintió que un intruso había ingresado al refugio.
El lobo estaba preocupado por si lo había encontrado algún depredador como él, pero escuchando la respiración y el sonido de los pasos del intruso, pensó que no era lo suficientemente fuerte para representar una amenaza.
Cuando pudo ver la forma del intruso, el lobo se sorprendió porque no había visto a una criatura humana desde que tenía memoria.
Al ver que la criatura se retiraba volvió a dormir, solo pensando que si esa criatura se atrevía a entrar lo despedazaria en la primera oportunidad.
Sven no era consciente de que el lobo había detectado su presencia y solo siguió con su plan.
Tomando una antorcha, prendió fuego a tres montículos de plantas creando varias nubes de humo en el refugio.
En solo unos minutos todo el lugar quedó con una visibilidad nula, además que la nariz del lobo se irritó provocando que la visión del lobo disminuyera más de lo normal.
Cuando Sven sintió que el lobo saldría del refugio, se retiro al exterior dejando activas las trampas aéreas.
Con un movimiento errático, el lobo llego a la entrada y se preparó para despedazar al molesto invasor, pero distinto a sus pensamientos una sensación de peligro apareció frente a él.
Cuando el lobo llego al marco de la entrada, cinco lanzas cayeron hacia la cabeza del lobo, donde una de ellas atravesó su ojo derecho, provocando un fuerte aullido de dolor.
Sin confiarse, Sven con el rostro cubierto, ingresó al refugio en busca del reciclador de aire.