[•••] Sábado por la tarde.
—Así que tu madre… Es gracias al ambiente familiar que viniste aquí, buscando escapar de todo, encontrar paz— preguntó el hombre de color, bien vestido sentado detrás del gran escritorio. William asintió. —Yo también tuve una familia disfuncional. Pero gracias a que tuve el valor de tomar mis propias decisiones estoy aquí, director general de una de las mejores empresas de todo San Fransokio.— Volvió a mirar el currículum de William. —Tu experiencia es impresionante, sobre todo si dices que te pusieron muchos obstáculos para poder crecer en la antigua empresa donde trabsjabas.— lo miró a él ahora. —Seré sincero contigo, recibo muchos currículums a diario, pero ninguno como el tuyo. Creo que tienes una gran oportunidad aquí. El salario es bastante bueno para estar todo el día sentado frente a un escritorio, los bonos son aún mejores. 10 logos en una semana durante dos meses me dirán de que estas hecho dependiendo si pasas esa prueba te promoveré de puesto. Por el momento tienes el puesto básico. —decía mientras sacaba un pequeño papel de uno de los cajones del escritorio. Comenzó a escribir en él.
—¿Eso quiere decir que me contratará?—
—No suelo trabajar los domingos, pero si tú me traes éstos documentos…— le entregó la pequeña hoja de papel, en ella venían algunos documentos que William debía presentar. —Antes de las 3 de la tarde, mañana yo mismo te subiré en el sistema de la empresa. ¿Qué dices?— William quedó sorprendido, de donde venía las empresas de tardaban más en contratar a los empleados. Vio con detalle los documentos que le pedían, sonrió.
—De hecho, señor creo que debería subirme al sistema ahora…— el hombre lo miró confundido. William buscaba en su mochila. Segundos después sacó una carpeta con documentos, los puso sobre la mesa y se los deslizó al hombre. —Por qué todo lo que me pide, ya está ahí— el hombre se sorprendió, abrió la carpeta y vio que efectivamente, todo estaba ahí, asintió y comenzó a reír.
—Personas como tú, necesitamos aquí, bienvenido a la empresa— dijo para después extender la mano, William la estrechó con alegría.
[•••]
Deslizaba y deslizaba por la pantalla, esperando encontrar algún vídeo que le diera risa. Hasta que vio un vídeo de un hombre fornido levantado pesas en el gimnasio con una canción motivadora de fondo, pensó por un segundo lo bien que se sentiría de ser abrazada por unos brazos así. Como se sentiría si esas manos con venas resaltadas apretaran su trasero. Lentamente, Cass comenzó a sentir su cuerpo un tanto más caliente.
—No, no lo hagas…— se dijo a si misma dejando de imaginar todas esas cosas. Miró a todos lados mientras estaba recostada en su cama, hacia ya bastante rato que el café había cerrado. Pensó por un momento y se tapó la cara con ambas manos, dejando de lado su celular. Una de sus manos se alejó de su cara para después dirigirse lentamente hacia su entrepierna, al recorrer sus pechos y abdomen una sensación que para ella era deliciosa se hizo presente. Por encima de su pants comenzó a hacer algo de presión con su mano, justo ahí, en su parte íntima. —No debería… no.— se dijo a si misma, pero pareciese que no controlara su mano, la cual hizo más presión y lentamente comenzó a frotar con lentitud. —No, carajo. ¡No!— se gritó a si misma para después levantarse y meterse a la ducha. Con todo y ropa, abrió la regadera y el agua fría cayó por todo su cuerpo, sintiendo como la temperatura de su cuerpo disminuía. Abrió los ojos mientras miraba el suelo del baño. —Carajo… ¿Por qué me siento así?— se preguntó a si misma, un maullido de Mochi llamó su atención, la miraba desde la puerta del baño, había olvidado cerrarla. El pequeño gato solo la miraba, causando cierta incomodidad en Cass. —No me veas así, sabes que me siento sola. Todos tenemos necesidades, lo sabes perfectamente…— recordó algo. —Olvídalo, no lo sabes, estas esterilizado.— dijo para después sonreír.
Después de darse su baño, procedió a hacer su cena, mientras algunas cosas en la estufa se cocinaban encendió la televisión y puso algo de música, esta muchas veces tenia subtítulos. Reprodujo lo primero que le apareció. Send me an angel '89 de Real Life. Con una copa e vino en mano haciendo la cena y al ritmo de la música comenzó a bailar, esa canción le gustó, era atrapante, el ritmo la invitaba a bailar y el coro hacía que se sintiera como un ángel. Se sirvió rápidamente otra copa de vino sin dejar de bailar, derramó un poco, pero no le importó, se sentía bien con el alcohol y esa canción. La canción terminó y Cass se disponía a cenar, es increíble lo bien que se sentía, ¿Cómo es posible que con casi 4 minutos de una canción de sintiera mejor? Ese era el poder de la música.
Una ves que terminó de cenar, de acostó nuevamente en su cama, dispuesta a dormir, revisó su celular, a ver si por algún motivo tenía algún mensaje de Hiro, nada. Parece que sigue ocupado, unas palabras llegaron a su mente, las de Hannah, para ser más exactos. Hiro tiene su vida y por más feo que suene no estará contigo todo el tiempo. Tal vez era hora de hacer algo para ella, por ella misma. Era lo que tenía que hacer, encendió la televisión de su habitación y vio en los últimos videos reproducidos la canción con la que bailó. Le dio play una vez más, esta vez, prestando más atención a la traducción, ¿Por qué le había gustado tanto?
♪Nunca fui afortunado en el amor♪
♪Es difícil ser afortunado en el amor♪
♪Estas buscando el amor, suplicándole al cielo…♪
♪Envíame un Ángel♪
♪Envíame un Ángel♪
♪Ahora mismo♪
Tal vez Cass no era creyente de las señales del universo, que una canción pueda aparecer en el momento perfecto para describir una situación, pero si era creyente de su fuerza interior y de que lograría salir de esto. Ella sola, saldría de ese agujero en el que estaba, no necesitaba de un hombre, ella misma se buscaría la felicidad y la encontraría.
[•••] Domingo por la mañana.
—Soy William…—
—Un placer conocerte William, espero verte por aquí— dijo Cass manteniendo una sonrisa.
—Claro que me veras, este se acaba de convertir en mi café favorito.— dijo William mientras caminaba hacia atrás lentamente. —Nos vemos después.— la mujer se despidió con la mano derecha y el chico salió del café, caminando con una sonrisa.
—Cass, quién era ese chico?— preguntó el cliente al ver cómo Cass soltó un suspiro. Pensando en… Bueno, señales del universo. —¿Te pagó el café?— preguntó una vez más. La sonrisa de la mujer desapareció y una mueca de molestia se hizo presente. Carajo, los ojos de ese chico la habían hipnotizado que ni siquiera se dio cuenta de que no le pagó el café.
—No, no lo hizo.— respondió con expresión de molestia. Pero dio un pequeño salto cuando en las bocinas del café comenzó a sonar la canción que no podía sacar de su mente. Miro la laptop que estaba conectada a las bocinas y al ver la parte traducida que estaba pasando en ese momento sólo le recalcó más las cosas. —♪Send me an angell♪— cantó en voz baja.
Bueno, parece que es hora de empezar a creer en esas cosas del destino.