Bajo la luz de la luna llena un grupo de barcos gigantescos con antorchas colocadas ordenadamente cada 2 metros avanzaba silenciosamente por el gigantesco mar azul, sus imponentes proas partían el agua como agujas silenciosas y el sonido de la bandera roja que se agitaba lentamente en el mástil hacia que pareciera una escena mágica.
La bandera gigantesca en el barco líder que tenia cientos de metros tenía el logo de un águila dorada alzándose a los cielos orgullosamente y en su cabeza llevaba un corona de laureles, los bordados de la bandera eran hechos con finos detalles de oro haciendo que brille intensamente en la noche.
"¿Príncipe, está seguro de su decisión?"
Un hombre de mediana edad con barba rubia equipado con una armadura de cadenas y hombreras de acero brillantes le preguntaba cautelosamente al joven que se paraba en la parte delantera del barco, observando con calma la belleza del mar.
El rostro del joven era ligeramente hermoso pero la calma en sus ojos dorados serian fatales para cualquier mujer común, tenía el cabello rubio corto que se balanceaba con la brisa del mar, estaba equipado con una armadura dorada con finos detalles y con hombreras negras con bordados dorados y finalmente en su espalda una capa negra que llegaba hasta sus tobillos lo hacían desprender un aura de majestuosa e imponente.
"Argos, sabes que a mi padre le incomoda mi presencia y mis hermanos esperan ansiosamente mi cabeza como buitres carroñeros…"
El joven no aparto en ningún momento la mirada hacia el océano como si esas palabras no le afectaron en lo absoluto, pero Argos que escucho todo esto al principio se sorprendió pero luego se formó una sonrisa amarga en su rostro, todo lo que dice el príncipe es verdad.
Aunque no entiende porque Su Majestad detesta al Príncipe Arthanis, pero todavía sigue con dudas con la decisión del príncipe de abandonar la capital e iniciar una expendición en tierras desconocidas.
"¿Argos, sabes alguna noticia sobre la Princesa Eris del Reino de Midgard?
Argos fue despertado de sus pensamientos por la pregunta que lo dejo algo confundido pero no se retrasó y respondió con total seriedad porque estos eran temas políticos y su deber era saberlos de antemano.
"Su Alteza, la Princesa Eris anuncio su compromiso recientemente con el Príncipe Heredero Áyax del Reino de Asturias, la boda se celebrara dentro de 3 meses, ¿Alguna pregunta más, Su Alteza?"
Pero nadie respondió y se formó un largo silencio haciendo que Argos se ponga nervioso pensando que hizo algo mal y ofendió al Príncipe Arthanis, de inmediato levantó la vista pero quedo confundido al notar al príncipe mirando el mar mientras en sus manos apretaba con fuerzas un collar común.
"Argos, puedes retírate y ordena a los cocineros que hoy no cenare."
"Entendido, Su Alteza"
Argos se fue confundido, dejando solo a Arthanis que apretaba con fuerza el collar en su mano, la fuerte presión hizo que se abrieran heridas en su palma pero no le importo y seguía mirando el mar con pensamientos profundos.
"Parece que elegiste tu camino mi amada Eris… así que solo me queda olvidarte y desearte lo mejor"
Arthanis luego de terminar de hablar sintió que se le iban todas las fuerzas pero por el exterior seguía firme como una montaña mientras que en sus ojos las pupilas doradas eran envueltas por un intenso dolor.
"Parece que era cierto aquella frase…el amor es una espada de doble filo, puede traerte una inmensa felicidad o un dolor que se quedará grabado en tu alma por toda la eternidad…"
Arthanis bajo su mirada hacia el collar en sus manos y sin que él se diera cuenta una sonrisa gentil apareció en su rostro pero luego fue remplazada nuevamente por el dolor.
"Eris, fuiste la primera mujer que ame en esta vida y en la anterior, y cumpliré con mi votos que me hice a mí mismo…"
Arthanis apretó con más fuerza el collar haciendo que gotas de sangre cayeran al suelo pero luego de algunos segundos el collar quedo pulverizado y la brisa del mar se lo llevo lentamente bajo la mirada firme de Arthanis.
"Yo ahora elegiré mi propio camino"
Arthanis se dio la vuelta mientras su capa negra se agitaba con el viento dejando una espalda solitaria pero también decidida.
Bajo la luz las decenas de barcos con miles de personas avanzaban sin ningún temor hacia un nuevo mundo que nunca fue explorado, algunos sintieron miedo mientras que otros estaban emocionados por la expedición llamada Génesis iniciada por el séptimo Príncipe Arthanis y financiada por el Reino de Astherot.
Los soldados afilaban sus espadas silenciosamente en sus habitaciones intentando calmar sus nervios para no quedar mal frente al príncipe y si tienen suerte ser nombrados en el futuro ser caballeros, la mayoría de los soldados se inscribieron voluntariamente luego de enterarse de que el Príncipe Arthanis repartirá tierras a todos los soldados en base a sus méritos en esta expedición.
Algunos seguían practicando su puntería con la ballesta imaginando enfrentarse a esos monstruos de los cuentos que contaban los bardos acerca de ese mundo inexplorado y recordando ocasionalmente la más famosa historia que fue acerca de la desaparición de la gran flota de Cortes, decenas de miles de soldados junto con el antiguo emperador Apolus desparecieron luego de iniciar una expedición hacia el nuevo mundo, lugar al donde ahora ellos juntos con el valiente Príncipe Arthanis se dirigen.
Algunos niños corrían por el barco emocionados observando a los delfines que ocasionalmente pasaban junto a los barcos, la mayoría de los soldados trajeron a sus familias para buscar una mejor vida en ese nuevo mundo.
Arthanis que estaba dentro de su habitación la cual era muy lujosa y cómoda, bebía tranquilamente una taza de té mientras leía un libro de historia que fue desgastado por el paso de los años haciendo que las hojas estén a punto de convertirse en polvo, por lo cual Arthanis pasaba las hojas delicadamente mientras prestaba atención a cada palabra, luego de algunos minutos cerro el libro dejando al descubierto el nombre del autor que estaba en la parte inferior silenciosamente de la portada del libro.
[Apolus]
Los ojos de Arthanis estuvieron pensativos mientras miraba al libro que encontró en la biblioteca en el palacio, recuerda ese día cuando encontró este libro que es el diario del emperador Apolus, pero desafortunadamente hay poca información útil para la expedición, lo único que lo hizo preocupar fue esos humanos hermosos con orejas puntiagudas y cabello verde que describe el diario de Apolus en la última página que decía lo siguiente:
[Día 110 de la Expedición Anurias]
[Yo Apolus Emperador de Cortes, llamado por algunos El Imparable, expandí mi territorio de costa a costa, de montaña a montaña, todo lo que alcanzo a ver me pertenece, arrase con mi poderosa caballería las tribus bárbaras del norte que eran conocidas por ser imposible de penetrar, pero yo lo logre, fui aclamado héroe por mi gente y a la vez carnicero por mis enemigos, arrebate a la hermosa reina amazona del reino escondido del sur, su belleza seductora me cautivo cuando la vi, lleve a cientos de miles de soldados a destruir ese reino y arrebatar a esa fascinante mujer.
Los reyes se arrodillan ante mí, los arrogantes magos bajaran la cabeza cuando me vean, el papa del templo de la Luz temblara frente a mí.
Arrebaté a toda mujer que me gustara no me importo si eran plebeyas, jóvenes damas, santas, reinas al final todas estuvieron en mi habitación gimiendo de placer.
Fui aclamado invencible luego de conquistar todo el continente de Amadis, mis soldados eran los mejores entre los mejores, dispuestos a dar la vida por mí en cualquier momento, fui aclamado Santo Emperador por el Templo de Luz, mis estatuas en todas las ciudades son adoradas por millones.
Pero…sentí que no era suficiente y mi edad de 150 años me empezaba a incomodar, busque una solución con el Gran Mago Merlín, ambos descubrimos unas ruinas en una caverna subterránea, Merlín utilizo su inmenso poder mágico para descifrar aquel mensaje que brillaba esa noche en aquella pared de oro blanco.
Luego de 10 años Merlín me conto sus descubrimientos.
Existe un nuevo mundo…
Donde hay esos seres que solo existen en los cuentos de niños que cualquier padre contaba para asustar a sus pequeños hijos.
Mi cuerpo envejecía, necesitaba una solución.
Inicie la Expedición Anurias con el objetivo de buscar a esos seres con orejas puntiagudas que pueden vivir miles de años y obligarlos a que extiendan mi vida, todavía no cumplí con mi sueño de conquistar todo este mundo.
Enfrentamos monstruos que nunca creí ver, cada día mis amados soldados cian bajo las fauces y garras de esos monstruos, pensé en cancelar la expedición por un momento, pero al sentir el frio en mis huesos sabía que el tiempo se me acababa….
Luego de casi 3 meses vimos una playa a lo lejos, ordene que desembarquemos aunque tenía un mal presentimiento, mi cuerpo ya no podía ponerse de pie…..Si algo me sucede este diario será enviado a un lugar aleatorio del continente, espero que la persona que lee esto informe a mi querido hijo Adonis que le dejo mi trono y a mis demás hijos que no me extrañen….]
Arthanis ignoro naturalmente las últimas palabras porque según la historia el Gran Imperio de Cortes se vio envuelto en guerras civiles, príncipes contra príncipes al final el imperio se disolvió y se convirtió en polvo por el paso del tiempo.
Bajo la luz de la luna que entraba por una de las ventanas silenciosamente, Arthanis se acostó en su cómoda cama y cerró los ojos lentamente, sabía que era inútil estar preocupado ahora.
Los barcos gigantescos seguían avanzado sin detenerse, los niños ya fueron a sus camas mientras que las mujeres abrazaban con fuerza a sus parejas, todavía seguían nerviosas por este nuevo mundo.
Los hombres consolaron a sus mujeres con palabras arrogantes o tranquilas.
Pero nadie se dio cuenta que había una persona encapuchada escondida en las sombras y observaba con los ojos indecisos y nerviosos la habitación de Arthanis a lo lejos que era protegida por decenas de guardias completamente armados.
La sombra se retiró silenciosamente y luego de verificar que no había nadie, saco un papel de sus brazos y empezó a escribir con nerviosismo, luego de terminar dio un suspiro de alivio y ato el papel a una pequeña paloma que había preparado anteriormente y le dio algunos granos para el viaje.
La paloma luego de comer agito sus alas y salió por una de las ventanas con calma.
La persona se quedó observando a la paloma a lo lejos y de sus mangas oscuras salió un brazo blanco y delicado que se dirigió hacia su capucha.
Con sus delicados dedos la capucha fue retirada dejando a la vista un hermoso rostro que haría que varios hombres común griten de la emoción, pero la mirada culpable en sus hermosos ojos morados harían que cualquier persona sintiera lastima y de inmediato ofrecería ayuda.
Su largo cabello morado se agitaba con las brisas del mar haciendo que ella cruzara los brazos intentando mantener el calor en su pequeño cuerpo, bajo la luz de la luna esa hermosa mujer se quedó dormida mientras se apoyaba en una de las paredes del almacén del barco.
Pero antes de que durmiera, no se olvidó de revisar aquel pequeño frasco que colgaba en su cintura con miedo de perderlo, luego de verificar que sigue en su lugar cerro los ojos con cansancio.