Chereads / La Caja / Chapter 4 - Capítulo 4

Chapter 4 - Capítulo 4

Zoe había logrado limpiar una parte de la planta baja y estaba rendida durmiendo sonoramente en el mismo suelo, tome una manta medianamente limpia y la cubrí, dejando la planta subí las chirriantes escaleras hasta mi hogar.

¿Parece que Evelyn está trabajando hoy…? Un pequeño cartel se encontraba fuera de su puerta, la silueta de una mujer con cuernos y alas de murciélago, súcubo. Encogiéndome de hombros continúe mi camino.

Los papeles llenos de anotaciones seguían por todo el lugar, la misteriosa caja seguía intacta, sacándome la ropa y zapatos me senté frente a la caja, observando los arboles del conocimiento con detenimiento.

--¿Debería abrirla?

Extendí mis manos hacia los lados de la tapa y… las aleje.

¿Por qué estoy temblando? ¿Miedo? ¿Temor? ¿Duda? Una serie de interrogantes asaltaron mi mente mientras mis manos temblaban. Camine tambaleante al baño y mire mi rostro en el espejo.

Ms rostro mostraba un pálido enfermizo y mis ojos estaban inyectados de sangre, al punto que algunos vasos ya avían explotado y la sangre empezaba a rezumar, ligeras lágrimas de sangre se formaban. Un terrible dolor de cabeza empezó de repente mientras mi visión se tornaba roja. Maldiciendo mi mala suerte, lave mi rostro con agua fría y me regrese a tientas a la sala.

¿Envenenado? ¿Maldito? ¿Solo rechace amablemente a una mujer? ¿Es un pecado? ¡Carajo duele! ¡Maldición!

--¡Argh!

Gruñendo caí en el sofá, sosteniendo mi cabeza continúe repartiendo maldiciones, retorciéndome esperando que el dolor pasara.

***

--¿Qué hora es?

Me levante aturdido y mareado, la sangre se había secado y el dolor había secado. Revisando el reloj había pasado un día y medio. Lavando mi demacrado rostro y dándome una ducha helada, me recuperé lo suficiente como para cocinar, comer y volver a dormir.

*TOC*TOC*TOC*

Antes de que pudiera acostarme en mi medianamente te cómoda cama, una serie de golpes llamarón a la puerta.

--¿Evelyn nunca toca...Zoe?

Poniéndome una camisa salí a recibir a la inoportuna visita.

Frente a mí en el marco de la puerta se encontraba Merrybell con el rostro lloroso, llena de pena y dolor, podía imaginar varias razones por las cuales se llegaría a este evento… ninguna de las cuales es buena para mi salud mental o física.

--¿Buenos días? ¿Qué te trae por aquí Mel…?

--Lo siento…

Mel gimió y un par de lágrimas corrieron de sus ojos enrojecidos.

--¿Fui despedido?

La llorosa mujer asintió en silencio.

--Lo suponía… al menos no moriré~ pasa te serviré algo de té.

Arrastrando a la llorosa fémina a mi apartamento. Herví una tetera y observe a la que sería mi ex compañera de labores.

--Lo siento… es mi culpa…

--No te disculpes, era algo que iba a pasar de todos modos… así que no te disculpes.

Otra ronda de silencio inundo la cocina. Un, dos, tres, cuatro, cinco minutos eternos fueron interrumpidos por el silbido de la tetera.

*SILBIDO*

--El té está listo…

Sirviendo dos tasas y poniéndolas en la mesa ambos nos sentamos frente al otro.

--Albert lo lamento, yo no sabía lo que hacia mi tío… nunca lo supe, hasta ahora.

--¿Sabes lo del tipo de logística…?

--Sí, mi tío lo liquido…

Mel lloro un poco con esas palabras, el dolor y la culpa de una muerte humana, es un peso que solo se hace menos leve con el tiempo o aumentando la cantidad de la carga.

--Ve el lado positivo, sigo vivo… (¿Al menos por ahora?)

Girando los ojos di un trago al fragante té de jengibre y limonero. Mel me miraba con duda y remordimiento.

--¿Cómo puedes estar tan tranquilo? ¿Cómo puedes consolarme? ¡¿Cuándo te hice perder tu empleo y puede que hasta…hasta puede que te maten por mi culpa?!

Mel estallo en llanto y gritos, llorando profusamente entero su rostro entre sus manos, negándose a aceptar la realidad, la culpa y sus remordimientos. Camine hacia ella y acaricie su espalda, hablando con calma, solo pude confórtala con medias mentiras y medias verdades.

--Mel, no es tu culpa… no tienes la culpa de nada, si he de morir, solo moriré al igual que todos los demás, nada es eterno, todo es finito… además mi vida no están maravillosa como para querer seguir con ella… Vivir o morir es ya indiferente para mi…*Suspiro*

Di un suspiro mientras recordaba mi pasado, mi hogar, mi familia y mi antigua ciudad, carrera y nación, continué hablando con algo de melancolía.

--Soy extranjero, viví en un lugar muy hermoso, grandes praderas, campos fértiles, montañas frondosas, playas y ríos limpios llenos de peces, un verdadero paraíso, lástima que eso solo duro hasta la generación de mis padres… la política es algo muy curioso en verdad, el pueblo eligió a una persona como su líder y esta se apropió del poder, destruyo y desmonto todas las instituciones, paralizo y quebró todo los sistemas, contaminó y talo todos los bosques, playas y ríos solo para mantener su lucha ideológica contra el mundo…*exhalar* Convirtió un paraíso en un infierno, en menos de una década, obviamente se formó una revuelta y una lucha civil, desde los 16 años hasta los 25 vi como muchos de mis amigos, amantes y novias murieron o desaparecieron del mapa huyendo a mejores lugares, antes de eso también vi mucha muerte y miseria mientras crecía, eventualmente perdí el miedo y la aversión a la oscuridad del mundo, por mucho tiempo la muerte fue una escapatoria para mí, una salvación de ese infierno, al final termine abandonando ese lugar y llegando a Grey City… ¿Cuándo era niño quería ser Antropólogo o Arqueólogo? Vivir mi vida con una pala a la espalda, un revolver en la cintura y un libro de historia en la mano, descubrir los secretos de la historia y esas cosas… ¿Tonto no lo crees? Pero me aferre a ese sueño por más de la mitad de mi vida, ese sueño me mantuvo fuera del cálido abrazo del suicidio, pero al final… los sueños son solo eso… sueños.

Tome un trago del té refrescando mi garganta Mel se encontraba mirándome con ojos llenos de pena y remordimiento.

--Mis padres quienes nunca quisieron abandonar el país murieron, al igual que el resto de mis conocidos y amigos, sin nada restante opte por vagar indiferentemente por el mundo… acompañado únicamente por la misma soledad y el olor de la muerte. No le temo a la muerte, eh vivido con ella por demasiado tiempo…

Mel termino abrazándome y llorando sin palabras, solo pude palmear y acariciar su espalda y cabello tratando de calmarla, sin éxito. Dos horas después, Merrybell logro calmarse y se marchó en silencio tras disculparse una última vez.

Cansado y molesto por los recuerdos de ese maldito lugar, me recosté en el sofá y acaricie las tallas de la misteriosa Caja.

--¿Puedes darle consuelo a este cansado viajero?

Murmure, cerrando los ojos tratando de olvidar, tratando de restarle importancia a todos esos recuerdos, llenos de frustración, ira, odio, desesperación, cansancio, renuncia y muerte.

--*Exhalar* Pensé que la había olvidado…Natasha…

El nombre de mi primer amor, un amor tonto e inocente de un adolecente estúpido y esperanzado, su cabello negro y piel oliva, ojos grises con largas pestañas, labios pequeños pero intrínsecamente encantadores, un bella joven, una flor silvestre que encanta a todos a su paso, ni especial, ni exótica, solo una pequeña flor blanca que florece en medio del páramo ardiente.

Fue una relación corta y fugaz pero ella fue la única que podía darme paz en el tiempo cuando el infierno se desato, en sus brazos todas mis preocupaciones se esfumaban, ambos nos engañamos, refugiándonos el uno en el otro escapando de la realidad, un cálido y fugas sueño. Un día simplemente desapareció, con el tiempo descubrí que se había comprometido con un extranjero y huyo del país como muchos otros.

Después de eso, tuve muchas aventuras y amantes todas las cuales terminaron de igual o peor manera, algunas huyeron con sus familias, otras con sus amantes y sugar dady`s, otras lucharon, enfermaron y simplemente murieron.

--Natasha, Sara, Elisa, Amelia, Carla, Sofía, Ozwilll, Willow, Devora, Maria, Livia… ¿No recuerdo a las demás?

Riéndome un poco de mi propia inmoralidad y promiscuidad, sacudí un poco la pesadez en mi pecho y mente. Acariciando las múltiples runas y glifos de la caja me decidí a abrirla.

--Desempleado y posiblemente asesinado en las próximas horas ¿Por qué temer a la magia negra? ¡Abuelo esta va por la casa!

Con humor y cinismo arranque la tapa grabada con los arboles del conocimiento.

***

Oscuridad, un espacio negro aparentemente infinito se hallaba frente a mis ojos, pero ¿realmente está frente a mis ojos? ¿Están abiertos o cerrados? ¿Es arriba o abajo? ¿Izquierda o derecha? No podía sentir, no podía habla, no podía oler, solo sentir un vacío flotante e ingrávido de esta oscuridad infinita.

El tiempo se volvió indiferente, la ingravidez desapareció en algún momento pero ya no es importante, ya nada es importante, siendo envuelto en la oscuridad, nada es importante y todo es secundario e insignificante.

¿Cuánto tiempo ha pasado? ¿Quién soy? ¿Por qué estoy aquí? ¿Se supone que debía hacer algo? ¿Qué es esta oscuridad? ¿Debería sentir algo? ¡No lo sé!

¿Movimiento o quietud? ¿Silencio o sonido? No hay nada más que la oscuridad a mí alrededor… ¿Qué era? ¿Quién? ¿Dónde? ¿Cuándo? ¿Cómo? ¿Por qué?... solo hay oscuridad.

Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad. Oscuridad.

Rodeado por la infinita y oscura nada, abrace mi propio cuerpo, si es que aun tenía alguno en este abismo, tratando de recordar algo olvidado, o algo que tenía que recordad, solo moviendo insistentemente mi mente en perturbador vacío.

***

--¿La caja?

En medio del vacío, o lo que suponía que era el medio esas palabra salieron de mi boca…"La Caja", la caja que mi difunto y casi desconocido abuelo me envió como herencia, una caja de aspecto siniestro y misterioso, grabada con múltiples tallas, runas y glifos de magia negra y blanca, sellos y otras maldiciones, yo… yo abrí esa caja y…

--¿Termine en este lugar?

Varios recuerdos empezaron a aflorar en mi mente, aclarando la situación, el cómo y el por qué se volvieron claros pero aún queda una interrogante.

--¿Cómo salgo de aquí? ¿Si es que aún estoy vivo?

Suspirando con desanimo, solo pude retomar y aferrarme a eso recuerdos buscando en el laberinto de mis recuerdos y en el abismo oscuro a mi alrededor por una respuesta.

***