15 años después del suceso que solamente el Señor y la Señora Snowdrop tenían conocimiento.
Me aliste tan emocionada como todos los días para ir a esa prisión a la que llaman colegio.
—Abue, ¿de verdad tengo que ir al colegio?— Dije berrinchuda.
—Kayah, es necesario, tienes que graduarte al menos—
—Pero soy muy mala, no puedo hacer nada, mis manos no funcionan, no puedo manejar los elementos y los chicos del salón se burlan de mi. — Dije con tristeza. — ¿Por que no puedo ser como los demás?—
—Como eres, eres perfecta, nadie necesita ser un experto en eso, si no es lo que deseas, encontraras la manera de ser feliz haciendo lo que te guste—
Refunfuñe, cogí mi maleta y me fui a la puerta.
—Bueno esta bien, igual ya tengo que irme a la cárcel esa—
—Que te vaya muy bien mi niña— Gritó mi abuela
—Chao Abue ¡te amo!—
Mas tarde en el colegio, corrí hacia el salón, ya llevaba 3 minutos de tardanza y no quería que me regañaran de nuevo frente a todos, como ya era costumbre.
—No sé porque tengo que venir a este lugar, claramente es una perdedera de tiempo— Pensé mientras acomodaba mis cosas en el pupitre.
—Bueno bueno todos acomódense rápido, vamos a dar la bienvenida a un nuevo alumno— Dijo la profesora
—Que emoción, un nuevo buller— Pensé. Era un chico rubio, alto y fornido, de ojos verdes.
—Su nombre es Dominick y viene de la preparatoria en ciudad de las aves— Dijo la profesora
—Hola a todos— Saludó el muchacho. Tenía una voz suave.
—Umm ¿Ciudad de las aves? por que se vendría a vivir a un pueblo?—Pensé
—Bueno ve a sentarte, y el resto abran sus libros en la pagina 58, hoy vamos a ver como hacer objetos aerodinámicos por medio del nalet. — Dijo la profesora
Abrí el libro, se podían ver imágenes, de aviones, aves, mariposas, claramente yo no podía hacer nada esto, no nací con esas capacidades. Miré a mi alrededor, la chica mas lista del salón. Ya había creado 3 hermosas mariposas hechas con fuego, eran hermosas y revoloteaban. Siempre me pregunté porque yo no podía hacer eso. Nunca había conocido a alguien como yo, incapaz de usar el nalet hasta hace una semana y media, que conocí a una chiquilla de 11 años, le hacían bullying en el patio, porque al igual que yo, tampoco puede manipular la energía.
Trate de hacer algo de la lección, pero juntaba mis manos y no salían mas que chispas secas, era demasiado inútil siquiera para intentarlo, así que rápidamente me di por vencida.
—¿Nunca cambias no Kayah?— Me dijo la profesora mirándome desdeñosamente.
La mañana transcurrió muy lento, pero eso era costumbre. Por fin sonó el timbre y salimos al recreo, creo que era la parte que mas me gustaba del colegio, o bueno, la única que me gustaba, me encantaba comer.
Fui a la cafetería y por fin devoré mis onces, siempre muero de hambre. Cuando terminé me levante rápido para ir a buscar a Sophie, la pequeña niña que al igual que yo no podía usar los elementos. A esta hora usualmente los buller deciden atacar.
Fui por los pasillos de la escuela, pero no la encontraba por ninguna parte, seguí buscándola, hasta que por fin pude verla, me asomé lentamente, estaba en un pasillo, hablando con... ¿El chico nuevo?
Ambos se percataron de mi presencia. Sophie corrió a abrazarme. Era una pequeña delgada, de cabello negro corto y ojos negros un poco tristes.
—Hola Kayah— me dijo mientras me apretujaba. El chico me miró de reojo, —¿Cómo era que se llamaba?— Pensé.
El chico paso por mi lado y se fue rápidamente, en realidad eso no era extraño, todo el mundo lo hacía conmigo.
—¿Te extrañé mucho, que estabas haciendo?— Me dijo Sophie.
—Ya sabes que tengo muchas cosas que hacer, pero... estaba buscándote y no te encontraba, que haces aquí?, ¿Qué hablabas con ese chico?—
— Umm no sé, me dijo que quería saber mi nombre y de donde era — Eso me pareció muy extraño.
Pase el resto del descanso con Sophie, era una niña muy dulce, no podía entender como podían hacerle daño. Comimos unos cuantos dulces y finalmente sonó el timbre que nos separaría por el resto de la tarde.
—No te vayas— Me dijo dulcemente.
—Tengo que irme, tengo aburridísimas clases a las que asistir — le dije riendo.
Ella me hacía pucheros, tome su mano y la acompañé a su salón.
—Que te vaya muy bien— Le dije efusiva.
—A ti también— me dijo alegremente.
Dieron las 2 de la tarde, por fin acabaría ese día de colegio. Otro día menos de esa cárcel, ¿Cuántos me quedaban?
Empaqué mis cosas y me dirigí a la salida, usualmente esperaba a que los demás se fueran primero, sentía mas paz de esta manera, así que cuando salí, ya no había mucha gente.
Saliendo de la puerta principal, pude notar que el chico nuevo, estaba recostado en una de las vallas.
—¿De donde la conoces?— Me preguntó.
Me quede estupefacta, nadie, absolutamente nadie me dirigía la palabra nunca.
—¿Perdona?— Le respondí confundida.
—De donde conoces a "Sophie"— me dijo, remarcando su nombre entre comillas con una seña de dedos.
— Eso no es de tu incumbencia — Le dije. Ya me estaba dando miedo.
— Pude notar que son buenas amigas y cuando estuvimos hablando se le calló esto, sólo quería saber si sabías donde vivía para entregárselo. — Me dijo mientras me mostró un pequeño peluche de oso colgado de un llavero.
Y yo pensando lo peor. Me relajé un poco y le dije:
— Lo siento no lo se, pero si gustas se lo puedo entregar si la veo mas tarde o tal vez mañana — le dije ya con un tono amable.
—Esta bien— Me dijo mientras me daba el oso.
—¿Quieres que te acompañe a casa?— me dijo. Yo me ruboricé.
—Oh no, tranquilo, estaré bien, pero muchas gracias. — Le contesté mientras me iba rápidamente, con el fin de que no notara que me había ruborizado.
—Nos vemos mañana— Grite desde lejos mientras corría.
Llegué a mi casa en una pequeña caminata de 15 minutos, saludé a mi abuela, dejé el peluche en el comedor. Subí a mi cuarto y me recosté en la cama. Minutos después vino el pequeño Coco a saludarme. Era un gato blanco de ojos celestes. Empezó a ronronearme hasta que ambos nos quedamos dormidos.
—Aileen, estas en peligro— Decía una mujer de espeso cabello negro y lacio que me abrazaba.
—¿Dónde estoy?— Musité. mire a mi alrededor, había muchos cristales celestes, flores de cristal y árboles, también mariposas, mariposas hechas de cristal color celeste que destelleaban mientras volaban.
Pero de repente todo se empezó a tornar color ¿Sangre?.
Las mariposas empezaron a caer, rompiéndose en mil pedazos y los árboles, piedras y flores de cristal se tornaron color granate. El color venía hacia mi, que estaba en el centro.
—Aileen, no dejes que te encuentren— Me dijo la mujer. Entonces empecé a correr sin rumbo fijo, corría y corría pero finalmente me alcanzó, miré mis manos y se tornaron color granate.
Desperté de un tirón.
Me senté en la cama, tenía el pulso alto y estaba sudando frio. Rápidamente mire mis manos. No tenía nada. Coco entro al cuarto y me acarició las pantorrillas. Estaba oscuro. Tomé mi celular para ver la hora. eran las 2 de la mañana.
—Que horrible sueño— Pensé.
Prendí la luz y fui a ponerme el pijama. Baje a la cocina a comer algo, tenía mucha hambre. Saqué unas galletas y empecé a comerlas con un vaso de leche mientras coco me observaba maullando de lejos.
—Coco no hagas ruido, vas a despertarlos — le dije. Se quedó callado.
Fui a apagar la luz de la cocina y entonces escuché algo. Eran sollozos, como de un niño pequeño. Me asomé a la ventana de la cocina para observar.
—Kayah— Escuché decir entre sollozos muy lejanos. Era Sophie. Algo le había pasado.
Salí corriendo de la casa por la puerta de atrás, escuchaba como si proviniera del bosque de pinos.
Corrí rápidamente.
—Kayah— Ahí estaba. Llorando a cántaros.
—¿Qué pasó Sophie? ¿Qué haces aquí? ¿Tan tarde?
Corrí y la abracé.
—Kayah.. te quiero. te quiero mucho....
—Sophie...
—Te quiero muchísimo...— Me decía mientras me abrazaba muy fuertemente.
—Sophie..— Dije con dificultad... Entonces todo se empezó a nublar. y se volvió blanco. Estaba sola en un cuarto sin fin, era tan blanco.
—¿Qué esta pasando? ¿ Donde estoy?
Mire hacia todos lados, no había nada, empecé a correr y a gritar pero nadie me escuchaba. Entonces sentí un fuerte dolor en el pecho. Caí en mis piernas. Era insoportable. Me quemaba por dentro. En aquel momento una enorme oscuridad empezó a surgir de mi pecho y se estaba expandiendo. Todo temblaba.
Segundos después todo se calmó.
—¿Kayah? despierta, tienes que huir— Escuchaba la voz de un joven a lo lejos.
Volví a recuperar la vista, estaba sobre el césped, bocabajo, en el bosque de pinos. Delante de mi había un chico. Era el chico nuevo. Estaba invocando unas cadenas que emanaban pequeños rayos.
—¡Es mioo, es mioooo!— ¿Gritaba mas adelante quien sería Sophie?.
Tenía tentáculos, muchísimos tentáculos, y estaba recubierta de escamas. Su cara estaba desfigurada y tenía muchísimos dientes, enormes. Estaba siendo contenida por las cadenas relampagueantes del chico nuevo.
—¡¡Que es lo que quiere de ti!!— Gritaba el.
Yo estaba demasiado confundida para entender algo de lo que dijeran.
—Maldito, volverée, lo hareee— grito fuerte aquella cosa y entonces empezó a desvanecerse, se derritió entre el césped hasta no quedar nada.
—¿Quién demonios eres tu? — Me dijo.
—¿Cómo así? — dije finalmente.
Extendió su mano para ayudarme a levantar, lo cogí con mi mano derecha. Mi marca de nacimiento estaba brillando. Aterciopelada. El se quedó viéndola.
—Tu no eres de aquí … — Me dijo.
—¿De que hablas?— Murmuré confundida.
—¿Estas de encubierto?, ¿vienes tras del ente también cierto?
Quedé aún más confundida.
— Lo siento, no sé de que hablas, pero si quisiera que me explicaras que fue lo que pasó allí, ¿Qué le hiciste a Sophie? ¿Esa era ella? ¿Qué esta pasando?— le dije muy consternada.
Me miró pensativo.
—Que extraño—me dijo — Ella no era una niña, es un ente y esta aquí buscando algo, que tu tienes... Yo vine tras ella, desde la ciudad.
Lo miré sopesando lo que decía. ¿Cómo podía ser posible? ¿Qué Sophie, no era una niña? pero y todo lo que viví con ella... ¿y Por qué?
— Tenemos que irnos de aquí pronto, será mejor que vayas conmigo a la ciudad capital — Terminó de decir y me agarró del brazo para irnos.
—¿Que? Oye ¡No!, ¡¡suéltame!!— Le dije y quite mi brazo bruscamente.
— Yo se que no lo entiendes pero esto es de vida o muerte — Me dijo con voz grave.
—No, no lo entiendo y aun si lo entendiera, tengo una familia y no los voy a dejar así como así. Además ni siquiera te conozco en absoluto, ¿Por qué debería confiar en ti?
Me volteé y me fui caminando rápidamente hacia mi casa. El vino corriendo detrás mío.
— No lo entiendes, tu familia también corre peligro — me decía gritando.
Entré de un empujón a la casa, y mis abuelos estaban levantados con cara de preocupación.
— Kayah, donde te habías metido, ¡¡nos tenías muy preocupados!! — Me dijo mi abuelo
— Abuelo lo siento —
Entonces entro de golpe el chico de mi salón.
—¿Quién es él?— Me preguntaron.
— Ammm un.. el... ¿Cómo es que se llama?, bueno, es el chico nuevo de mi salón—
— Me llamo Dominick — Dijo el con voz carraspeando y mirándome mal.
Mis abuelos se quedaron viéndome, entonces me observé, tenía la pijama empapada y llena de barro, así que subí a cambiarme. Mientras subía la escalera, le escuche decir a Dominick que debíamos irnos a la ciudad, a lo que claramente mis abuelos dijeron que no. Y era obvio que esa seria su respuesta, después de todo mis padres, murieron allá.
Me cambié y bajé rápidamente, estaban discutiendo.
— ¿Qué es lo que pasa? — Grite
— ¡Tienen que decirle la verdad! — Dijo Dominick.
— ¿Qué verdad? — Pregunté confundida.
Mis abuelos no decían nada.
— Si no lo hacen ustedes lo haré yo — Musitó Dominick.
— No, Kayah no creas nada de lo que dice, ¡¡no es cierto!! — Decía mi abuelo casi chillando.
Ya me estaban asustando. Mi abuela empezó a llorar.
— Ok pues lo haré yo, Kayah, tu no eres de acá, esta ni siquiera es tu familia, ellos no son tus abuelos, es mas ese ni siquiera debe ser tu nombre, tienes que ir conmigo a la capital de Cameron, es allí a donde perteneces.
Me quedé estupefacta. Mis abuelos ni siquiera me miraban, ¿Acaso era verdad lo que este sujeto decía?
— Que estas diciendo, mis padres murieron en esa ciudad y mis abuelos me cuidan desde entonces...
—Entonces explícame porque la marca que tienes en el brazo no la tienen ellos, es una marca familiar de Cameron...
Ni siquiera sabía eso. Entonces un enorme sentimiento de tristeza, frustración y engaño se apoderó de mi. Si era verdad... ¿Por qué no me lo dijeron?
— ¿Es verdad lo que el dice? — Les dije mientras los liquidaba con la mirada.
— Es cierto mi niña — Me dijo mi "Abuela" mientras se acercaba a mi para abrazarme.
— No, aléjate de mi... — Rápidamente aparte sus manos. Ella se quedo tiesa.
— ¿Cómo pudieron engañarme todo este tiempo? ¿Por qué?? Tengo una madre y un padre y ustedes me lo negaron todo este tiempo? ¿ Como fueron capaces de hacerme esto?!!— Dije mientras caían lágrimas sobre mi rostro.
— Kayah yo...— Alcancé a escuchar a mi "abuela".
Entonces un enorme estruendo retumbó en mis oídos y la casa se vino encima de nosotros.
Me levanté de entre los escombros con las pocas fuerzas que me quedaban, estaba adolorida. Mire hacia mi alrededor, mi casa estaba hecha pedazos. Y no quedaba ni rastro de Dominick, ni de mis abuelos.
Empecé a escarbar, quite piedra por piedra pero no los encontraba.
—¡Abue!— Empecé a gritar con poco aliento.
—¡¡Abuee!!— Nadie contestaba.
De entre los escombros empezaron a emerger tentáculos hechos de agua. Eran muchos tentáculos y cada vez se hacían más grandes. Miré hacia arriba, su cara, era Sophie, o lo que sea que fuera esa cosa. Me sonreía demoniacamente.
—Ahora si, por fin te tendré— Me dijo con su asquerosa voz rechinante.
Yo me sentía tan enojada, desconsolada, acababa de perder a mi familia y ni siquiera entendía por qué.
Uno de los tentáculos me agarró la mano derecha, seguido de otro que agarró mi otra mano.
La odiaba, había destruido todo lo que yo más quería y en cuestión de segundos.
— ¡¡Ya déjame en paz!! ¿Qué quieres de mi? ¿Por que me engañaste? — le grité y jalé sus malditos tentáculos, que se deshicieron al tocarlos.
— ¡Maldita! ¿Qué haces? —Me dijo esa cosa, mientras me miraba confundida.
No sé por que pero tenía el presentimiento de que podía contra eso.
La criatura se me abalanzó abriendo su boca y mostrando la infinidad de dientes enormes que tenía. Me agarró con sus tentáculos y me elevó.
Yo empecé a tocar su cara y taparle los ojos en aquel momento se empezó a quemar por donde yo le tocara. Yo podía quemarla... Rápidamente me soltó y se alejo de mi
—Maldita, no vales nada, no tienes nada, nadie te quiere, ¿Por qué crees que resultaste en este pueblo?, nadie te quería, nadie te quiso nunca, pero eso sólo hizo más fácil el acercarse a ti, bajo la máscara de una niña estúpida e indefensa, sin valor... Grrrr— Gritaba el demonio.
Sus palabras retumbaron en mis oídos pero me hicieron caer en cuenta que si tenia algo, a mis abuelos, ellos eran mi familia. Me sentí muy enojada, demasiado. Entonces empezó a emanar de mi una ventisca helada, levanté mis manos y habían muchas partículas de hielo flotando sobre ellas. Cerré mis manos y desaparecieron. Entonces lo comprendí. Sí que podía controlar los elementos. Sólo que este no era cualquier elemento.
—Kayah, vamos hazlo ahora— Escuche gritar a Dominick. Rápidamente volteé a verlo, estaba detrás del demonio y mas atrás, había una especie de tigre gigante blanco, que estaba con ¡Mis abuelos! Acaso era ¿Coco?¿Pero como era posible?
— Grrr Serás míaaaa — Dijo de nuevo el demonio extendiendo aun mas tentáculos. Tenía que acabar con esto y creo que sabía como.
Con mis manos empecé a formar una especie de daga, o algo que me ayudara, luego la tomé y me abalancé encima de la criatura. Dominick la agarró con sus cadenas relampagueantes y entonces pude acertar en su pecho. La clavé muy fuerte.
El ente empezó a chillar muy agudo, insoportable, me alejé por el ruido. Luego volteé a verlo, se estaba desmoronando.
— ¡¡Kayah ten!! — Me dijo Dominick que me lanzó un papiro.
No se porque pero sabía lo que tenía que hacer. Extendí el papiro en el suelo y con el poder que emanaba de mis manos la obligué a entrar dentro de el, de mi emergían vientos helados que la aprisionaron y la obligaron a entrar al papiro. La encerré dentro y luego la sellé con la "daga".
Y así acabo todo. 15 años de no saber ni quien era yo misma y lo descubrí en un día. Le entregué el papiro a Dominick, quien me miraba pensativo.
— ¿Estas bien? — me dijo preocupado.
— Lo estoy —
Debía ser ya de madrugada, por que los pájaros empezaron a cantar y se vislumbraban rayos de sol a la lejanía. Miré hacia donde estaban Coco y mis abuelos, Corrí desesperadamente hacía ellos y los abracé.
En un segundo pude perderlo todo, pero la vida me daba una nueva oportunidad de hacer las cosas mejor. De ser mejor.
— Lo siento —Les dije entre sollozos — Ustedes son mi familia y nada en el mundo podrá cambiar eso.