Era una noche serena, el ruido de las hojas de los sauces se movian fluidamente con el viento y causaban un sonido de fondo perfecto para descansar. Se anunciaba un clima ventoso y tormentoso para los próximos dos días. Zenda adoraba los días de lluvia, pero eso significaría que no podría continuar con su plan de recorrer mayor parte de los alrededores del pueblo y el pantano, algo que le emocionaba por la belleza y misteriosidad del lugar.
Había pasado una hora desde que Mirtha le diera las buenas noches a Zenda, pero lo que no sabía Zenda es de la segunda sorpresa además de la cena que le guardaba su madre, se trataba de un libro, pero no cualquier libro, sinó uno de Julio Verne, un escritor del que Zenda había escuchado antes y que la atraía mucho la atención.
El nombre del libro le atraía más aún, nunca lo había visto pero parecía como si lo hubiese escuchado alguna vez, su nombre era "Viaje al centro de la tierra" y sin dudarlo, comenzó a leerlo esa misma noche.
Todo parecía tranquilo, el libro estaba cada vez más interesante, al igual que el clima afuera. Una nubes oscuras como la misma noche y densas como si en cualquier momento reventaran en una lluvia fuerte. Moviéndose con total rapidez haciendo notorio el viento forzudo que se iba levantando.
Cada vez se iba armando más la tormenta, ya se empezaban a presentar los relámpagos que iluminaban todo por meros segundos, seguidos por los truenos, algunos tan fuertes que daban miedo por como hacían temblar todo. Zenda, apesar del tumulto de afuera, seguía leyendo como si nada, pensando en que tan increíble era ese momento, un simple libro y el sonido de las pequeñas gotas que poco a poco iban golpeando la ventana no eran más que pura calma para ella, hasta que pronto algo la interrumpería.
De repente un relámpago se hace presente y notoriamente ilumina más que los anteriores, al poco tiempo de esto un fuerte ruido se hace presente haciendo temblar la habitación, y como cereza del pastel, se corta toda la luz. Zenda en este más que en los anteriores si se asustó, la agarró completamente desprevenida, y cuando la luz se apagó de escondió rápidamente debajo de sus colchas. No obstante, estuvo unos minutos debajo esperando a que se prendiera la luz pero no ocurría nada, la tormenta seguía pero la electricidad no, ni tampoco el oxígeno que le quedaba de tanto estar bajo ese acolchado de lana gruesa que le cubría por lo que se destapó y se quedó tumbada en la cama por un rato.
Pensó en si levantarse a pedirle a su madre que prenda la luz, en el orfanato cuando habían tormentas eléctricas y se cortaba la luz se tenía que subir la llave de la electricidad, pero Zenda no solo que no sabía en donde estaba la llave de la luz en esa casa ni si siquiera habían, sinó que también no tenía ni idea como subirla , pensaba que que podría darle una descarga eléctrica, así que mejor era que lo intente un adulto antes de que lo hiciera ella y terminase electrocutandose como en los dibujos animados, al menos así se lo imaginaba.
La tormenta no se calmaba, por momentos empeoraba, a puntos que resultaban preocupantes, por lo que Zenda, más que emocionada, se quedó esperando acostada sobre su almohada con un poco de susto hasta que todo se relajara.
De repente, se oye un sonido extraño, no era otro trueno ni nada que le sonará haber escuchado antes. Por momentos pensó que podía ser el crujir de un árbol, peor luego aquel sonido fue tomando mayor prominencia y ya no sonaba como un árbol, sinó como un animal, pero no reconocía cual. En ese momento decide pararse con valor y asomarse por la ventana haber si lograba ver algo, pero no ve nada, sin embargo el sonido seguía, y ahora lograba reconocer que se trataba de una ave, algo extraño con el tiempo que había afuera pero pensaba que podía tratarse de un ave que había perdido su nido o simplemente no tenía donde dormir sin mojarse.
Luego de unos segundos mirando de lado a lado aparece un relámpago y Zenda logra ver algo, en un árbol que se encontraba no muy lejos de la ventana aunque tampoco muy cerca. Al principio no logra identificar que es, aunque le impresionó ya que parecía un ave bastante grande y robusta, algo que quizás no había visto nunca antes y que quizás el echo de que podía ser un animal esclusivo de pantano añadiera a porque no lo conocía. Por lo que decidió quedarse viendo al mismo lugar hasta que un relámpago volviese.
En eso, otro relámpago aparece y deja ver a esta silueta aún más clara, en ese momento Zenda se dio cuenta de que se trataba, era nada más y nada menos que una lechuza posada sobre la rama de un árbol, nada anormal. Hasta que de repente Zenda empieza a notar algo raro en la misma, los ojos del ave se empezaron a iluminar de manera extraña, parecían dos focos azules que causaban desconcierto en Zenda, nunca había visto un animal desprender tanto brillo de sus ojos.
Misteriosamente, los ojos de la lechuza empiezan a iluminarse cada vez más, tanto que parecían dos linternas que apuntaban justo a Zenda, pero, de la nada se empiezan a apagar de manera que resultaba muy extraña, un relámpago vuelve a iluminar todo repentinamente, solo que esta vez y en un lapso de 3 segundos, la lechuza desaparece. Zenda desorientada de donde estaba aquella lechuza empieza a ver para todos lados, hasta que de repente cae un rayo sobre el árbol provocando que este se quebrante y se prenda fuego.
Zenda no podía creer lo que había logrado ver, todo había ocurrido muy rápido y apenas luego de ver aquel rayo, un sonido muy fuerte provocó que todo temblará de manera brusca, Zenda se agachó y grito inconcientemente ante tal suceso, tapándose los oídos y sentada en el suelo esperando a que termianra todo ese escándalo.
Rápidamente Mirtha se levanta y va a al cuarto de Zenda dado a que el rayo y aquel grito la despertaron. Para cuándo estaba entrando, Zenda ya estaba en la cama completamente tapada de pies a cabeza y bien aferrada a su almohada. Mirtha logro calmarla rápidamente, se había asustado mucho y no sabía cómo, si ella amaba los días de tormenta, Zenda le dijo casi tartamudeando a su madre que el árbol de en frente de estaba quemando porque le había caído un rayo, pero para cuándo Mirtha se asomó no había nada, aquel árbol estaba intacto solo que con una rama rota colgando y las ojas todas mojadas. Zenda no lo creía, así que se levantó en seguida de la cama y se pegó a la ventana, y con total claridad vio como aquel árbol se encontraba en buen estado, simplemente tenía una rama quebrantada, pero Zenda, impactada notó algo raro en todo esto, esa rama era en la que reposaba aquella lechuza extraña.
A todo esto, Mirta sube la llave de la luz y le da otra vez las buenas noches a Zenda, pero esta vez decidió no quedarse leyendo, ya quería irse a dormir pensando en todo lo que había pasado y tratando de no caer en que este se trataba de otro sueño que parecía real, se miró las manos y se tocó la cara, todo resultaba en que no había sido un sueño más, sinó el principio de una serie de sucesos que dejarían a Zenda con muchas dudas al respecto.