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Chapter 162 - Intriga (2)

La gente en el interior del recinto comenzó a aplaudir, mientras la dama del instrumento de cuerdas sonreía, acomodó su sombrerillo al darle las gracias a su público, para luego observar la barra del tabernero, en busca de la bella mujer que había pedido la historia, pero su expresión se llenó de confusión al notar que solo había dos hombres aplaudiendo, sintiendo su orgullo herido.

--¿Feliz? --Preguntó con un tono poco amable.

--Ni un poco --Dijo--, pero no he venido a divertirme, así que, joven misterioso ¿Me haría el honor de seguirme? --Se levantó, observando con complejidad al individuo de la capucha.

Herz exhaló, no estaba muy a gusto con la compañía de Irtar y, menos después de haber sufrido la emboscada de su próxima Kreeda, pero al entender que era en beneficio del reino, dejó sus emociones de lado, asintiendo. <> sonrió, haciendo un movimiento rápido con su mano, que provocó la fractura de la cúpula insonora que los rodeaba, para acontinuación caminar hacía a la escalinata de madera que tenía como destino el piso superior del edificio. El tabernero le lanzó una mirada de muchos significados, para después continuar con su tarea de limpiar los vasos de madera con un trapo de orígenes desconocidos.

Herz siguió al delgado hombre al piso superior, observando con detenimiento cada detalle del lugar, percibiendo que al enfocarse en una de las perillas, su brazalete de detección mágica vibraba, entendiendo que ese lugar era su destino y, no se equivocó, pues momentos después llegaron ante la puerta de madera, común como las otras, pero con la particularidad de que ni un gigante podría abrirla por la fuerza.

--Es lo que intuyes, pero es más complejo de lo que piensas. --Dijo con una mirada tranquila. Giró la perilla, empujando la puerta sin esfuerzo.

El segundo príncipe frunció el ceño ¿Saber lo que pensaba? Que osado estaba siendo, pensó, pero no discutió, conocía las facultades del individuo y, aunque a veces le disgustaba, no estaba dispuesto a hacerlo su enemigo, pues ese hombre no solo controlaba las vidas de cientos de aventureros poderosos, sino que también poseía otros títulos de los que la gente común nunca se imaginaría.

--No me malinterprete, segundo príncipe --Volteó para observarlo, cubriendo con su cuerpo la entrada y, haciéndole imposible al hombre de capucha lograr vislumbrar con claridad el interior de la habitación--, mi familia ha servido al rey desde las sombras desde la época antigua, por lo que permitirle estar aquí sin el título adecuado, no significa que lo apoye para la toma del trono, es solo porque...

--Necesitas mi ayuda.

Irtar asintió, sintiéndose satisfecho por hablar con alguien que comprendía rápido. El segundo príncipe entendía que había secretos de los que ni él estaba enterado, sintiendo ligera expectación por conocer lo que el administrador estaba por revelarle.

--Adelante. --Dijo sin emoción.

Herz se adentró, perdiendo el aliento al observar el interior del lugar, no porque fuera exactamente hermoso, ni deslumbrante, era más bien por lo misterioso e imponente. La sala solo estaba decorada con algunas marcas pintadas en las paredes, así como de seis puertas repartidas en cada rincón de la sala, sin contar por la que había entrado, acompañadas de antorchas mágicas que iluminaban tenuemente el interior. En medio, se encontraba una mesa redonda, con cinco individuos encapuchados y de presencias asfixiantes sentados en su contorno. Cada uno de ellos guardó silencio al percatarse de la presencia del joven hombre, mirándole sin emoción.

Irtar cerró la puerta, acercándose al segundo príncipe.

--Toma asiento. --Más que una sugerencia, fue una orden.

Había dos sillas disponibles, una de tallados exquisitos color ámbar y, otra más común, similar al resto. Herz tomó asiento en la silla de color ámbar, prácticamente lo hizo de manera involuntaria, pues por las enseñanzas de su nodriza, sabía que siempre debía actuar como la realeza, para así no deshonrar a su familia.

--Tiene bien duro los huevos, lo admito. --Dijo una de las siluetas con un tono frío.

Herz le lanzó una mirada amenazante, pero solo recibió una risita gélida.

--Solo hay dos asientos, no hagan de esto un problema --Intervino al sentarse, observando a los presentes con una expresión calmada y solemne--. Omitiré las presentaciones por ahora, si tienes alguna duda sobre quienes somos, solo debes entender una cosa, nuestro principal trabajo es velar por la seguridad del reino, a como de lugar.

--Puedo comprender el excéntrico misterio, lo hago, pero solo quiero advertirles una cosa, si se atreven a jugar conmigo, estarán invocando a los servidores de Carnatk ustedes mismos. --Sus ojos no dudaron al observar a cada uno de los presentes, aun cuando algunos de ellos desprendían una asfixiante aura de muerte.

--Niño real --Dijo una dama con un tono coqueto, pero siniestro--, los juegos están allá afuera, como las tácticas de recuperar el apoyo de la casa Marhs con la ayuda de la niña Isei. Pero, aquí, eso no nos importa.

Herz tragó saliva, se vanagloriaba por ser una persona lista e intuitiva, entendiendo el profundo significado de las palabras de la mujer.

--Basta. No sirve de nada perder el tiempo y, menos en estos momentos, así que vayamos a lo importante. --Volvió a intervenir.

Uno de los individuos sacó de ninguna parte una piedra roja-amarillenta, soltándola en la gran mesa circular.

--No posee propiedades mágicas, pero sirve de enlace con los antiguos vínculos. Habían muchas de ellas en lo profundo de la cueva, pero mi agente no consiguió información sobre porque las recolecta la bestia, o de donde las saca.

--¿Antiguos vínculos? Las has probado ¿No es así? --Preguntó la dama a su lado de una forma hostil.

--Lo hice, pero no sirvió de nada, mi vínculo con los antiguos solo fue un remanente del artefacto de Dios, no es algo natural y por ello creo que no funcionó bien.

--Entonces ¿Cómo sabes que funciona para ello?

--No nos desviemos --Interrumpió Irtar, quién parecía el mediador de la mesa--. Sabemos para que funciona, pero no para qué las quiere y, eso es un inicio. Además de que debo agregar que no es la única cosa que encontramos en esa cueva --Extrajo de un bolsillo de su atuendo una roca opaca color azul, haciéndola deslizar por la mesa--. Está si tiene propiedades mágicas, pero el funcionamiento de activación aún está en investigación.

--Me gustaría saber una cosa --Dijo el segundo príncipe. Todos inmediatamente callaron, brindándole la oportunidad de hablar--. Esto no es solo por la bestia ¿Verdad?

Silencio y solo silencio fue lo que recibió, todos los presentes se quedaron observándolo, hasta Irtar estaba ligeramente sorprendido por sus palabras.

--Eres agudo, niño real... --Dijo la dama, desbloqueando de su dedo un pequeño anillo plateado, con el símbolo de una bestia alada tallada en el mismo.

--¿Qué haces? --Preguntó el hombre a su lado con un tono de pocos amigos.

--Quiero mostrarle al niño real un poco de realidad --Dijo, luego regresó la mirada al segundo príncipe, arrojando el anillo por la mesa--. Póntelo.

--¿Estás de acuerdo con esto? --Le preguntó la dama frente a él.

Irtar se encogió de hombros, suspirando, conocía la personalidad de la mujer de tono coqueto y siniestro, por lo que entendía que no había forma de hacerla retroceder cuando se decidía a hacer algo.

--No, pero será interesante lo que va a ocurrir.

Herz aceptó el anillo, observándolo por un momento, su brazalete no dejó de vibrar al enfocarse en la extraña pieza de metal, encontrando en su corazón una fuerte indecisión. Levantó la mirada en busca de más información, pero todo lo que encontró fueron individuos encapuchados que se mantenían al margen, al igual que Irtar, quién solo lo observaba.

--¿No te lo pondrás? --Preguntó la dama que le había entregado el anillo, sonriendo con frialdad, una expresión que por supuesto no podía apreciarse.

Herz endureció aún más su semblante, jugó a las muecas y, al no querer parecer un cobarde se decidió por colocarse el anillo en su dedo índice, perdiendo por un momento la conciencia. El espacio-tiempo comenzó a fracturarse, pasando siglos en efímeros segundos y, aunque no logró apreciar con claridad las cosas que sucedían a su alrededor, notó la construcción de ciudades, el derrumbamiento de las mismas, batallas colosales, criaturas nunca antes vistas, de todo, pero justo cuando sentía que podía entender un poco las cosas, se detuvo justo enfrente de una criatura negra humanoide, enorme y, de brazos largos y fuertes, no logró apreciar su rostro porque se encontraba de espaldas, pero la sola presencia de ella había provocado que casi meara sus pantalones reales. Sus manos temblaron, extrayendo de su dedo el anillo plateado con rapidez, regresando de inmediato a la sala tenuemente iluminada.

--¿Qué viste? --Preguntó Irtar un poco sorprendido.

Herz estaba pálido, temblando de miedo, sudoroso y, con su respiración hecha un desastre. Al no aguantar más vómito.

--¿Qué viste niño? --Preguntó la dama un poco alarmada.

--¡Hijos de las promiscuas más baratas de los burdeles! --Vociferó con sumo enojo, casi escupiendo sangre-- Puede que sea un ingenuo en la magia, pero atreverse a crear esa criatura para asustarme, sí que es ir demasiado lejos.

--¿Qué criatura, Herz? --Preguntó con rapidez el administrador.

--¿Cómo que cuál? Esa maldita cosa enorme de piel color ébano...

--¿De cabeza plana?

--Solo vi su nuca, pero sí. Así qué... --Volvió a vomitar, limpiándose un momento después con su antebrazo.

--Oh, mierda --Dijo la dama, haciendo suyo nuevamente el anillo con la ayuda de la energía--. Lo juro que no pensé que podría infiltrarse. --Ella misma también estaba pálida, mientras dibujaba con suma rapidez decenas de sellos alrededor del anillo.

Los cuatro individuos hicieron lo mismo con sus anillos propios, mostrando un fervor increíble en la tarea que realizaban.

--¿Qué está pasando? --Preguntó Herz confundido, él pensaba que ahora iba a recibir una disculpa y un mejor tratamiento, pero en lugar de ello se encontró con que nadie le estaba prestando atención.

--Segundo príncipe, lo lamento --Dijo con un tono de disculpa--, pero ahora más que nunca, debe olvidar lo que ha pasado.

En un solo movimiento colocó una tiara de rosas sin espinas sobre la cabeza de Herz, activando con sus dedos el hechizo guardado en el objeto, un segundo después de activarse, el segundo príncipe cayó al suelo, inconsciente.

--Creía que necesitábamos su ayuda. --Dijo la dama al terminar, respirando con dificultad y guardando nuevamente el anillo, pero no poniéndoselo.

--No, él solo es el enlace con <>, ya buscaré la forma para hacer que ocupe ese hechizo.

--¿Confías en verdad que pueda matarla? --Preguntó el hombre a su derecha.

--Se enfrentó a una portadora de la piedra de poder y, ganó, ahora en él radica nuestra esperanza. --Dijo con frialdad.

--¿Y cómo lo convencerás para ayudarnos? --Preguntó el mismo hombre.

Irtar sonrió, mostrando una expresión astuta y confiada.

--Déjenme eso a mí.