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Chapter 155 - Malas intenciones

Levantó el torso con lentitud, se sentía adormecido de todo su cuerpo, sus piernas apenas si respondían, su hombro estaba vendado, al igual que su antebrazo derecho, observó sus alrededores, notando que se encontraba en su habitación. Se dispuso a levantarse de la cama, pero tan pronto como iba a sentarse en la orilla de la misma, la puerta se abrió, dejando entrar una hermosa dama de tez oscura y sonrisa tierna.

--¡Herz! --Dijo alarmada-- ¡Estás despierto! ¡¿Por qué no llamaste?!

--Acabó de hacerlo --Dijo con un tono bajo, se sentía mareado--. Por cierto ¿Cuál es el estado del rey?

--Preocúpate por ti primero y, luego por los demás. --Dijo con el semblante ligeramente endurecido.

--Es raro escucharte decir esas palabras --Abrió un par de veces los ojos, intentando despertar por completo--, recuerdo que cuando éramos niños...

--Sé lo que vas a decir --Lo interrumpió, acercándose y tomando asiento cerca de su hermano-- y, sí, sigo pensándolo, pero tú eres mi querido hermano y, solo quiero que estés bien.

--Lo estoy --Sonrió con sinceridad-- y, siempre lo estaré.

--Prometelo.

--Lo prometo.

Prisilla sonrió con dulzura, mirando la brillante flor roja arriba del estante de madera al lado de la cama de Herz, para ella, no había acto más cálido que saber que su hermano apreciaba su regalo.

∆∆∆

La lluvia era continúa, el dolor persistente y la visión poco clara.

Entre la espesura del bosque, una pareja de dos hombres caminaba a pasos rápidos, en el regazo del más alto se encontraba descansando un pequeño lobo de pelaje claro, brillando por momentos de rojo y negro.

--¿Dónde están? --Preguntó Ollin.

--No deben estar lejos --Miró a ambos lados--, la conexión que le dejé a mi compañera se ha hecho más fuerte.

--Bien, sigamos entonces. --Gustavo asintió.

Desenvainó su sable y cortó a un pequeño insecto de seis patas, cubriendo con su cuerpo al hombre alto y al amigo en sus brazos. Observó sus alrededores, agudizando su oído para captar el más leve indicio de peligro, pero todo lo que escuchó fue el irregular goteo de la lluvia al caer en las hojas de los árboles. Enfundó, regresando a caminar con la compañía del alto hombre.

La noche llegó y, con ella la densa oscuridad, la sensación de ser observado no le quitó el sabor a la comida que estaban degustando debajo de un gran tronco caído. Hicieron guardia para dormir, saliendo del lugar a la primera hora de la mañana.

La lluvia persistía, no había dejado de llover desde que comenzó hace seis días y, aunque ya estaban un poco cansados de ello, no disminuyeron su marcha. Los combates con las bestias fueron mínimos, parecía que los residentes del bosque estaban demasiado perezosos como para salir a buscar presas que llevarse a la boca o jugar con ellas por pura diversión.

--Espera. --Dijo, deteniéndose.

--¿Qué sucede? --Preguntó Ollin.

--Acabo de perder la conexión con mi compañera.

--¿Murió?

Gustavo se quedó momentáneamente perdido, no sabía que era lo que estaba sucediendo, así que, para tranquilizarse tomó una gran bocanada de aire, respirando profundo.

--No lo creo. No son tan débiles.

--¿Qué es lo que quieres hacer? El pequeño lobo puede aguantar otro par de días sin mi piedra de energía, así que, tú decides.

--Iremos al último lugar donde la sentí, talvez pueda encontrar ahí la respuesta.

Comenzaron a correr, cruzando terrenos rocosos, llanuras de pasto fértil y, paramos muertos donde lo único vivo eran ellos, no tardaron más de siete de días en llegar a la zona donde los había sentido, buscando por todo el lugar por casi medio día un rastro de los tres individuos, pero por más que buscó, no encontró nada.

--Maldita sea, no las encuentro. Si han muerto, la cosa que las haya matado no dejó ni un solo rastro de ellas --Dijo, sentándose en el suelo con el dolor en su corazón, apreciaba a sus compañeras, ya tenía preparada su disculpa para cuándo las viera por su egoísta acción, pero parecía que sería en la otra vida--. Lo siento mucho...

--Aún no es momento para darse por vencido --Dijo con un tono suave, Gustavo quiso replicar aquellas palabras, pero al ver qué su mirada en realidad no lo observaba a él, esperó a que terminara de hablar--, creo que sé porque perdiste la conexión con tu compañera.

--¿Por qué? --Preguntó de inmediato.

--Agudiza tus sentidos al máximo y, explora en busca de energía mágica. --Aconsejó.

Gustavo cerró los ojos, calmó su respiración y, comenzó a observar sus alrededores con sus sentidos, inspeccionando cada rincón de lugar en busca de energía mágica, pero lo extraño fue que toda la zona estaba repleta de esa energía, sutil y continúa, sin embargo, había un lugar a unos treinta pasos de él, donde no podía sentir ni el más mínimo rastro de ella, encontrando la respuesta que Ollin le había dado con palabras ambiguas.

--Vamos.

Sin pensarlo dos veces se apresuraron al lugar, pero al llegar se encontraron con que no había nada extraño en el suelo, solo era un terreno pastoso, sin cambios. Gustavo tenía la certeza de que estaba de pie en el lugar indicado, ya que, le era imposible por más que tratara de atravesar su energía y observar más abajo del sitio.

--Hay cinco sellos de bloqueo, ilusión y refuerzo. --Dijo Ollin al notar la confusión en el rostro del joven.

--¿Cómo los destruyó? --Preguntó.

--Será mejor no hacerlo, si tus compañeros se encuentran debajo, podríamos matarlos. Es mejor buscar el activador que abre este lugar.

--Claro --Asintió--. Me podrías decir ¿Cómo es el activador? Por favor.

--Está justo aquí. --Pisó dos centímetros a la derecha de su pie izquierdo.

El mecanismo de la trampa se activó, abriendo un gran agujero en el suelo y, forzando a qué los dos individuos cayeran, deslizándose por la inclinada superficie. Gustavo fue el más afectado, ya que no se había esperado aquel desenlace, mientras que Ollin no sufrió ni un solo rasguño, logrando equilibrar su cuerpo en el deslizamiento.

--Podrías haberme avisado. --Le dijo, mientras palmeaba su atuendo, tratando de quitarle la tierra.

--Necesitas estar más despierto. --Fue lo único que dijo.

Al cerrarse el agujero lo único que quedó frente a ellos fue una eterna oscuridad, no encontrando ni el más mínimo rastro del sendero al que debían dirigirse, Gustavo prendió en llamas su brazo, alumbrando unos cuantos pasos de distancia, pero para su sorpresa, todo lo que pudo observar fueron cadáveres y una estructura antigua, similar a la que había visto cuando conoció al Dios del Tiempo, solo que le faltaba esa atmósfera de majestuosidad.

--¿Dónde estamos? --Preguntó Gustavo.

--No lo sé.