Transcurrió la semana, bastante trabajo como suele haber, reuniones y juntas, nada del otro mundo. Elizabeth estaba cansada, aun había días en que se preguntaba que estaba haciendo con su vida, ¿era eso para lo que nació?, ¿Eso le hacía feliz?, ¿había tomado decisiones correctas o equivocadas?
Era hora del almuerzo, decidió que quería algo distinto, así que salió a almorzar con Caroline a un Restorant, escogió un lugar mas bien sencillo, algo sublime, con toques naturales; flores y plantas decoraban los alrededores del lugar y la mayoría de la iluminación era natural, escogieron una mesa hacia la esquina, con vistas a los enormes edificios que decoraban la ciudad, se sentó y tomó la carta.
Mientras sopesaba que comer sentía que la observaban, lo cual era normal, pero esta vez, lo sentía con mas intensidad, así que levantó la mirada y la dirigió hacia su misterioso observador, sentado en el bar se encontraba aquel hombre con el que hace una semana se divirtió tanto en una noche de negocios cualquiera...
- Lizzy!! Ese muchacho te está observando de más - Dijo Caroline entre risas - Y vaya que esta guapo, Oh Dios, si pones todo servidito a ella y ella ni se fija... que ironía. -
Elizabeth chocó su mirada con aquel hombre y rápidamente volteó a ver hacia otro lado, no pudo evitar ruborizarse.
- ¿Lizzy? - Caroline abrió los ojos como platos y se quedó viéndole, jamás había visto que a Elizabeth le sonrojase absolutamente nada, menos un hombre, quedó perpleja.
- Que hace él aquí... No, no quiero verle... - Se dijo Elizabeth para sí - Dios que situación tan incomoda.
Poco después se acercó el mesero a tomar la orden, Caroline pidió una Ensalada árabe y Elizabeth anonadada, sólo pidió un postre pequeño y una copa de vino.
Caroline podía sentir que Elizabeth estaba tensa, así que no mencionó nada mas sobre el tema, en realidad, no salió mas palabra de su boca, también se encontraba incomoda, agradeció que Elizabeth hubiera pedido sólo un postre, así podían salir de allí lo más pronto posible.
El mesero llegó a la mesa con los pedidos, acomodó la ensalada, y seguido el postre y una rosa con un papel entreabierto, luego el vino.
Elizabeth quedó sin habla.
- Lo envía aquel hombre - Señaló al hombre del bar y se fue.
Elizabeth tomó la carta que decía:
"Lamento importunarte en tan grato momento, pero no lamento haberte encontrado de nuevo, espero aún no sea otro desdeñoso ser humano más sobre la faz de la tierra".
Atte.: Jake
Lizzy se rio con picardía, levanto la mirada y le observó sonriendo, a lo que el contestó con otra sonrisa.
Caroline pasó absolutamente a un segundo plano. Pero ya se había dado cuenta de la situación, almorzó rápido y dejó a Lizzy con la excusa de que precisamente ahora había surgido algo de suma importancia en la oficina, por lo cual debía volver. No pasaron más de dos minutos para que aquel hombre misterioso dejara la barra y se sentara junto a Elizabeth.
- Y ¿Qué tal el postre? - Le dijo a Elizabeth
- No tan bueno como la entrada - le dijo refiriéndose a la carta.
Él esbozó una media sonrisa.
- Creí que jamás te volvería a ver, pero parece que este mundo es muy pequeño - Le dijo a Elizabeth
- La vida a veces es curiosa - le dijo sonriendo. Estaba nerviosa, se sentía como en una exposición de aquellas como cuando estaba en la preparatoria, cuando aún era muy inmadura e inocente.
- Ahora que lo pienso, jamás pregunté tu nombre, ¿me concederías el gusto? -
Lizzy lo miró fijamente - Me llamo Elizabeth Castillo... - Respondió ella.
- Es un gusto conocerte Elizabeth, mi nombre es Jacob Collins.