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Prefacio

Recuerdo esa noche como si hubiese sido ayer. Esa en la que sentía que ya tenía todo, que estaba completo.

Ahí, parado en la mitad del escenario con los brazos abiertos a cada lado y una sonrisa enorme, me creía el rey del mundo.

Este es tu puto lugar Edrea, pensaba.

Estaba en el mejor momento de mi carrera... cerrando el último concierto de mi primera gira internacional nada más y nada menos que en el país que me cambió la vida.

No podía sentirme más orgulloso de todo mi esfuerzo en ese momento.

No podía estar más feliz.

—¡Muchas gracias! —recuerdo que grité a través del micrófono con lágrimas en los ojos. Recibí gritos y vítores como respuesta y más lágrimas cayeron. Mis fans lo eran todo para mi, no había nada en el mundo con lo que me pudiese sentir más feliz.

Me sentía poderoso.

—¡Nos vemos en la próxima, PR! ¡Te amo, carajo! ¡Mil gracias por hacerme la noche y cambiarme la vida! —grité con la voz entrecortada, saltando al ritmo de la música que estaba todavía tocando la banda.

Los gritos que recibí como respuesta me hicieron sonreír incluso más. Tanto que me dolían las mejillas.

Se sentía tan jodidamente bien y correcto.

Después de haber tenido una infancia tan jodida, de haber pasado tanto trabajo para llegar a donde estaba y después de haber recibido tantos golpes, pensaba que por fin había encontrado mi lugar en el mundo y que la respuesta a todo era: sí se puede.

Pensaba que había encontrado el sentido de mi vida después de haber tocado fondo y en ese momento estaba seguro que no cambiaría la manera en la que me estaba sintiendo por nada ni por nadie.

Pero estaba tan equivocado...

No sabía nada sobre la vida, sobre ser feliz… o sobre estar en el lugar indicado.

No sabía que estaba viviendo en una fantasía y que nada podría compararse a tenerte entre mis brazos.

No sabía que necesitaba a mi reina.

No sabía que la definición de perfección era poder tenerte desnuda en mi cama, enredada contra mi cuerpo.

No sabía que mi lugar seguro estaba entre tus brazos y sobre tu pecho.

No tenía idea de lo que era estar en casa hasta que tus ojos me devolvieron la mirada…