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Al estilo peruano

🇪🇸Solary_20
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Synopsis

Chapter 1 - Andrei

Capítulo Uno: Un ruso en tierras incas(parte 1)

¿Alguna vez se han puesto a pensar qué es lo que están haciendo con su vida, o al menos en el rumbo que esta tomando?

Pues... yo no tengo ni la mas mínima idea de eso y un claro ejemplo es que ahora me encuentro sentado en la parte trasera de un taxi yendo a lo que pronto será mi trabajo, aquí, en un simple y patético país tercermundista. No me mal entiendan, Perú para ser un sitio turístico esta bien pero para trabajo lo dudo mucho.

Suspire y voltee a mirar a la ventana, estoy seguro que si me hubieran dicho de niño o siquiera de adolescente que llegaría a parar por aquí de seguro me mataría de risa y procedería a darle una inscripción al circo, porque bromas así no las encuentras en ningún lado. Lo peor de todo es que solo elegí este lugar porque mis padres me hicieron elegir entre esto y México; creo que opinó por todos cuando digo que ni siquiera me lo tuve que pensar dos veces para responder afirmativamente que escogía Perú.

Siendo sincero a veces me pregunto que habría sido de mi vida ahora si Agatha no se la hubiera estado pasando todo el día denunciándome por múltiples crímenes que eran totalmente falsos e inconcurrentes que hicieron que me despidieran de mi antiguo trabajo, gracias a Dios que Victor me debía un favor porque si no lo mas probable es que estuviera por algún parque de la plaza pidiendo monedas.

El auto se detuvo y saque de mi billetera diez soles para luego entregárselos al conductor y bajar, cuando recién ya estuve a fuera de donde se suponía que sería mi nuevo trabajo me detuve a observarlo y vaya que estaba en perfectas condiciones—algo que me sorprende de sobre manera—, entré y me di con la gran sorpresa que no había ascensor pero ya hablando en serio: ¿Cómo pueden ser uno de los países con mayor cantidad de gente con sobrepeso si ni tienen un sencillo y eficaz ascensor?

—Disculpe.

Me gire para me encontrarme con una señorita de cabellos rubios que por alguna extraña razón usaba unos lentes negros pero sin cristal—puf... y después los raros somos nosotros cuando no entendemos sus indirectas—, nos miramos por unos cuantos segundos y me señalo las escaleras, parpadee y me hice a un lado para dejarle el paso libre. Saco su celular y camino en dirección a las escaleras, subiéndolas como toda una profesional a pesar del tamaño de tacones que usaba.

Dejando de lado mi sorpresa me quite de la entrada y fui a la parte de al fondo, en donde estaba sentado un chico mirando su celular y lo que yo supuse que era el de recepción, me pare frente a él y ahí recién se dio cuenta de mi presencia el incompetente este.

—Buenos días. ¿Qué se le ofrece?

—Quiero comunicarme con el Sr. Ramírez Diego Castro Mendoza para ver lo de la oferta de trabajo.

—¿Usted debe ser el recomendado, verdad? —sonrió mientras se paraba del escritorio y guardaba su celular en el bolsillo de su pantalón—. No se preocupe que en un tristas el Sr. Ramírez ya esta aquí para atenderlo.

Se fue a lo que yo me quede un poco desconcertado por su codificado comentario: Un tris... ¿qué?. Me senté en una de las bancas que había al costado derecho y me puse a esperar pacientemente a que llegaran.

Espero que esto no sea tan malo.

No sé en que momento llegue a quedarme dormido aunque sinceramente no debería de extrañarme puesto a que me pase toda la noche desvelandome y pensando en si mis padres habían llegado bien a su hotel, ahí en Piura—literalmente me llamaron como a las cuatro de la mañana—, sin embargo al abrir mis ojos me di cuenta de la presencia del que yo creo que es el Sr. Ramírez y la de mi secretaria, los cuales me miraban como si fuera alguna clase de alienígena stripper pero con la única diferencia de que Momo tenia intenciones de matarme.

¿Cómo lo sé?, pues pasar tanto tiempo con mi ex, mi madre, mis antiguas compañeras de trabajo y con ella hicieron que en mi interior se desarrollaran pequeñas y extravagantes percepciones que antes no tenia la suerte de poseer.

—¿Cómo durmió? ¿Bien? —bromeo intentando relajar un poco el ambiente.

—Perdónelo pero es que se quedo hasta tarde pensando en cual seria la corbata usaría hoy —intervino—. Es un perfeccionista, ya sabe, un caso perdido.

Vaya manera de resguardar mi espalda, adiós a lo que podría haber sido mi empleo fijo.

—Parece que también sufres lo mismo que yo —sonrió—. Ahora que todo esta arreglado porque no vamos a mi oficina para arreglar algunos papeles y hacer unas cuantas preguntas.

Asentimos, me pare y empezamos a seguirlo, escalera tras escalera al igual que unas vacas cuando van al matadero. Mientras caminábamos por el segundo piso divise entre las personas que pasaban una hermosa máquina de batidos frutales, por lo que me detuve un rato para mirar si había de mi sabor favorito y grande fue mi sorpresa al ver que si.

Al fin un poco de alegría en mi vida.