Naya y Bairon salieron del bar junto con sus amigos. El ambiente dentro de había vuelto pesado después de su intervención y preferían mejor irse a otra parte. – Naya, tu si que sabes como cambiar el estado de animo de las personas. – Comento Clifford con una pequeña risita; esto ocasiono que Naya suspira. – Cometí un error, pensé que siendo hombres de mar serian mas valientes, pero no son diferentes a esos nobles que se esconden en sus castillos. - Dijo ella chasqueando la lengua. La explicación de Naya ahogó las risas de Clifford logrando que su mirada fuera al suelo algo avergonzado.
Viendo la reacción de Clifford, Naya se sentía algo culpable, la frustración le había hecho olvidar la profesión de sus amigos. – No te preocupes por él, como has dicho, uno tiende a pensar que las personas que deciden surcar los mares son valientes por el hecho de ir hacia lo desconocido, pero no pueden estar más equivocados. – Contemplando que Klarise iba a darle una explicación, escuchó atentamente. – Todo se olvidan de un detalle importante, incluso tú, que eres la persona mas perspicaz que conozco. No son marineros, sino, mercaderes. – Advirtiendo la cara de iluminación súbita de Naya, Klarise siguió con la explicación. – No todo el que decide abordar un barco y surcar el ancho mar, lo hace por el deseo de aventura, también hay aquellos que lo hacen por codicia, curiosidad, miedo o por el simple deseo de escapar. –
Escuchando la conclusión de Klarise, Naya entendió cuál era el verdadero problema. – Así que, no me equivoque al proponerlo, si no donde hice dicha propuesta. – Viendo como Naya había obtenido la respuesta correcta, Klarise le devolvió una sonrisa de aprobación. Se había olvidado por completo que esto era la zona noble, un lugar donde los únicos pensamientos era el dinero y poder político. Obteniendo la respuesta, Naya sintió curiosidad por el grupo de amigos – Entonces... ¿Cuál es la razón que os mueve a vosotros? – La pregunta fue un cubo de agua fría para todos. Percibiendo el cambio en el ambiente, Naya volvió a chasquear la lengua; era una de sus manías que tenía, cuando cometía un error no podía evitar hacerlo.
Al ver que el ambiente se había estancado tanto, Bairon decidido intervenir. – Angus, ¿por qué tanto deseo de ir al festival? – Notando el intento de Bairon por mejor el humor de todos, Angus sonrió. – Porque es uno de los mayores festivales que hay en el continente. Antes de la caída de las demás ciudades, todo Oblivium disfrutaba de ellas; es una pena que fueran suspendidas debido a la guerra contra los barbaros... En ese entonces nadie estaba para celebrar nada... – Notando como Angus estaba a punto de volver más sombrío el ambiente, Bairon volvió a intervenir. – Eso fue hace mucho tiempo, además, el rey ha decretado la vuelta del festival. – Dijo el, esperando algún cambio en sus expresiones sin ningún resultado.
Esta vez fue Clifford el que no le fallo a Bairon en sus esfuerzos por mejorar el humor del grupo. – Es como dices Bairon. Aunque ahora mismo la atención este en las bestias, fuera de la zona noble la gente ha vuelto a sonreír debido al festival. – Dijo Clifford sintiéndose más emocionado con forme terminaba la frase. – Con que el festival de Oblivium... – Nayo puso todo su esfuerzo para intentar recordar como era. – No intentes rememorar, la suspensión del festival fue hace dos décadas, apenas podías hablar en ese entonces. – Dijo Klarise al ver como Naya se intentaba esforzar en recordar sobre el festival.
- Dos décadas... Sin duda fueron peores tiempos que trajeron grandes cambios. – Dijo Bairon con un suspiro, en su mirada se pudo ver cierta nostalgia a aquellos tiempos. Al ver esto, Naya quería preguntar, pero sabía que Bairon era muy reservado con su pasado, así que no tuvo mas remedio que guardarse su curiosidad para otro momento. – Estamos cerca de la plaza, pero debido al barullo de gente que hay, es imposible aligerar el paso. – Angus se quejo frunciendo el ceño. – Esto es debido a las noticias sobre los cadáveres en la entrada del laberinto. – Le respondió Clifford confirmando lo que ya sabia Angus. – La entrada... – Dijo en voz baja Naya, pero lo suficientemente alta como para que Bairon la escuche. – Señorita, ni lo piense, ya se lo dije en el bar. – Dijo el con una voz más grave.
Recordando como su guardaespaldas casi había saltado de su silla cuando ella dijo que quería estar cerca de la entrada, Naya perdió todas las ganas de ir. No porque no pudiera esquivar a Bairon e ir por si sola, sino, porque las futuras consecuencias solo le darían dolor de cabeza, así que decidido dejar eso para otro momento también.
Tardaron varios minutos, pero por fin lograron llegar a la plaza. Bairon se dirigió a donde había dejado el carruaje mientras Naya hablaba con el grupo de tres. – A sido agradable hablar con ustedes chicos. – Dijo ella, sonriendo. – Lo mismo decimos, dentro de dos días zarparemos otra vez, volveremos unos días antes del festival. Los esperaremos a los dos. – Respondió Clifford por los tres. – Entonces nos veremos en ese momento. – Añadió Naya mientras se montaba dentro del carruaje que Bairon había acercado hacia ellos. – Me despido chico, nos vemos en el festival. – Dijo ella ondeando la mano por la ventana del carruaje mientras este se movía hacia el castillo del duque.
Dentro del carruaje Naya se encontraba mirando el camino que iba dejando atrás, había sido un día largo y muchas cosas sucedieron, entre ellas el ataque de las bestias, un acontecimiento que revoluciono a todos, y sin duda los nobles estarán muy ansiosos. Mientras el carruaje se seguía moviendo, se le ocurrió hablar con su amargado guardaespaldas. – Bairon, ¿cómo era la vida hace dos décadas? – Le pregunto Naya abriendo la ventana del carruaje, y aunque este generaba ruido debido al movimiento, su voz estaba lo suficientemente alta como para que el la pueda escuchar. – ¿A que se debe esa pregunta, señorita? – Dijo Bairon, devolviendo la pregunta. – Es simple y llana curiosidad. – respondió ella.
Sabiendo que había hecho una pregunta estúpida, el solo suspiro. – Era un infierno... – Dijo Bairon al poco rato. Sin que ella pudiera decir nada, el continuo. – Los barbaros habían desembarcado en nuestras costas, la ciudad de Vilthur era la más próxima a ellos, el padre del actual rey no dudo en mandar tropas para salvaguardar las vidas de su pueblo, pero fue en vano... Muy pocos logramos salir con vida de ahí. – Con un tono de pesar, Bairon no pudo evitar recordar esos días. – ¿Logramos...? – Preguntó ella, dándose cuenta del punto importante de la frase. – Si... Yo estuve ahí, junto con Lord Deret. – Esto no la sorprendió tanto, sabia que Deret había luchado con los barbaros en ese entonces, pero no pensaba que se unió en la primera batalla. – Fue la primera campaña, muchos jóvenes impulsivos no dudaron y se alistaron como parte del batallón, entre ellos, estaba Lord Deret, aunque el no lo hizo por impulsivo, sino, por supervivencia. – Explicó Bairon mientras su pecho se inflaba con orgullo.
– Para evitar el derrumbe de la casa Borled... – Dijo Naya, alentando a Bairon a seguir contando sobre el pasado. – Así es, ascender en la cadena de mando del ejecito del reino le proporciono poder a Lord Deret, un poder que utilizo para resucitar a su familia. – Viendo como Bairon se había detenido, Naya se puso algo ansiosa, muy pocas veces lograba que este hombre soltara prenda de algo, así que presiono un poco más. – ¿Cómo era Deret en ese entonces? – Pregunto ella, esperando un resultado satisfactorio. Notando las ansias de Naya, Bairon solo pudo sonreír; ya que aun quedaba camino para llegar, no se negó a la pregunta. – Él era como cualquier adolescente de ese entonces, solo que, con una pesada carga a sus espaldas, esto hizo que cometiera muchas imprudencias que casi le costaron la vida... Pero también, gracias a esas imprudencias, logro destacarse como guerrero. – Respondió Bairon, siempre se había sentido orgulloso de su señor y lo demostraba cada vez que hablaba de él.
Naya no creía que aquel hombre con una cara seria pudiera ser alguien imprudente. – Sabe... Me recuerda mucho a usted... Sobre todo, esa parte en la que hacéis imprudencias – Se rio Bairon. – Siempre tienes una razón de peso detrás de tus decisiones, aunque usas tu instinto, no eres inconsciente con lo que te rodea. – Dijo girando la cabeza, para ver de reojo los ojos de sorpresa que tenía Naya. – Esa parte de usted puede traerle grandes problemas, pero también darle grandes recompensas, así que señorita, no dude nunca del camino que vaya a elegir. –
El resto del camino estuvo silencioso, Naya se había quedado pensando en las palabras de Bairon. – "El camino que vaya a elegir..." – Se repitió a si misma en su mente durante mucho tiempo, aunque lo único que consiguió de esto es un fuerte dolor de cabeza. Tomó un tiempo llegar hasta el castillo, una vez llegaron, Naya se despidió de Bairon, este vivía en el sector del servicio y tomaban caminos diferentes.
Una vez dentro del castillo, decidido ir a ver a su madre. Últimamente el embarazo le estaba afectando y esto le preocupaba. El castillo se dividía en varios sectores, el sector del servicio, donde las criadas y los guardias como Bairon vivían, el sector medio, donde se encontraban la cocina y el salón y por ultimo el sector principal, alejado de estos dos, aquí estaban las habitaciones de la familia y el estudio de Deret. No era tarde, así que su madre se encontraría en este lugar embelesada con alguna nueva historia, debido a que era donde se encontraba la biblioteca con una ingente cantidad de libros que Deret había coleccionado. Así que a paso ligero se dirigió hacia allí.
Una vez allí, intento tocar la puerta, pero se detuvo a mitad de camino al escuchar la voz de Deret. Parece que había regresado, imaginando que estaría con su madre bien acaramelados, decidido dejar su visita para otro momento, pero cuando estaba a punto de marcharse, escucho un fuerte grito. – ¡No podemos permitirle hacer eso! – Resonando por toda la habitación y el pasillo, causo que Naya se sorprendiera. Nunca había oído gritar a Deret y mas de tal forma, no sabia de lo que se trataba, pero la curiosidad se apodero de ella, se acerco mas a la puerta para intentar escuchar mejor. – Si logra mandar las tropas hacia fuera de los muros... Habrá una masacre. – Esta declaración dejo estupefacta a Naya. – "Una masacre..." – Se quedo con la última palabra.
La única gente que podía masacrar fuera de los muros, era a los habitantes que rodeaban a la misma, gente cual fue despojada de su tierra debido a una guerra que ellos no causaron, son residuos del que una vez fue el gran pueblo de Oblivium, lleno de eruditos en todas las artes. Ahora lo único que poseen, es el muro delante de ellos y la esperanza de entrar en este y no tener que preocuparse por proteger sus espaldas.
– Es momento de hacerlo, Deret – La otra persona con la que hablaba el duque al fin hizo acto de presencia. Su voz era bastante ronca y grave, no era una voz que se escuche muy a menudo. – Si... Tenemos... Convencer... – Naya no pudo escuchar la frase, se habían alejado de la puerta y su voz ya no se escapaba a través de ella. Toda la conversación que había escuchado la dejo pensativa y muy confusa, no sabia que paso seguir a hora. Con un suspiro se alejó de ahí y se dirigió hacia su propia habitación.