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Chapter 2 - Capítulo 2

- Menos mal dormilona, ​​que a este paso no llegas a la ceremonia, ¡vaya cara! - entró Edith, venía sola, ella era la única que sabía que yo me veía con él.

- ¡Dime que ayer llegué a la habitación con vosotras! ¡Dímelo, dímelo! - no pude contenerme, estaba histérica.

- ¡Claro que viniste con nosotras! - contestó con cara de asustada - ¿que te pasa Jessica? - su cara pasó del susto a la preocupación

- Cuéntame todo lo que pasó ayer, Edith, por favor, no me acuerdo de nada y creo que le conté a Sylvia, que estoy liada con él.

- ¿What? No, Jess, tranquila - intentó relajarme, se acercó a mí, me acompañó a sentarme en la cama - ayer bebiste demasiado - empezó a reírse, pero a mí no me hacía ninguna gracia - bueno todas bebimos demasiado y antes de bajar a la playa querías vomitar y Sylvia te acompañó ¿no te acuerdas del rato en la playa?

Empecé a hacer memoria, y era cierto, eso pasó antes de bajar a la playa.

- Recuerdo que intentabais sacarme información en el rato que estuvimos bañándonos, pero yo no os dije nada ¿o sí?

- ¡Que va !, a Sylvia le contaste en el baño que estabas muy enamorada de alguien, pero prometiste contárselo hoy con más calma, pero con lo nerviosa que está yo no le diría nada.

- ¡Ni loca! - grité, menos mal, Sylvia no sabía nada y suspiré aliviada por la situación.

- Jess, ha llegado parte de la familia, y en nada tendremos que empezar a prepararnos. Baja a desayunar, comer algo te sentará bien. - me animó Edith sin dejarme mucho tiempo para pensar, casi echándome de la habitación.

- ¿Que hora es? - no había pensado siquiera que iba a llegar tarde a la boda.

- Tranquila, todavía tienes tiempo - dijo Edith con cara de alivio.

La verdad es que lo necesario, el desayuno me sentó genial, y ver a Sylvia un rato antes de todos los preparativos me hizo entender que ella no sabía nada de mi secreto, pero le prometí contarle todo después de la boda, sin prisa y la verdad que tampoco era momento de explicar ciertas cosas. Todo eran sentimientos nuevos, emociones y mi reencuentro con él no hacía la situación más sencilla.

Todo había sido un sueño con él, como muchas otras veces antes. Los sueños con él eran extrañamente reales y aunque había sido increíble sentir sus manos en mi cuerpo otra vez, su aliento en mis labios, sentir como me miraba ..., era mejor que no hubiera pasado de verdad, no estaba preparada para que eso volviera a suceder, hubiera sido un gran error.

Volvió a sonar mi phone, era él otra vez, sabía que tenía que cogerlo, de no hacerlo llamaría a Sylvia, preocupado, para saber si me había pasado algo, y no quería acelerar más las cosas y levantar más sospechas.

- Dime - contesté un poco seca

- Joder, menos mal, Jess, ¡ya me estabas preocupando! ¿Donde estabas? ¿Por qué no me coges el teléfono? - dijo con tono de urgencia en su voz, pero yo no iba a contestar ahora a esa pregunta

- No tienes nada por lo que preocuparte, estoy bien - contesté con desdén, sabía que estaba preocupado, pero en ese momento me daba igual.

- ¿Porque no me has cogido el teléfono está mañana? - preguntó ignorando mi contestación

- No estaba en condiciones, apenas hemos dormido - no iba a dar más explicaciones.

- Jessica, por favor, tenemos que hablar antes de decírselo a Sylvia, no creo que hoy sea un buen momento - es cierto que no sabía si Sylvia se iba a enfadar, pero ella era muy comprensiva, seguro que entendía que había sido un error , que no iba a volver a pasar, y era mejor decírselo a que fuera ella quien lo averiguara. Mi silencio lo asustó.

- ¿No se lo habrás dicho ya? Dime que no Jessica, por favor - me suplicó, un poco más nervioso que de costumbre, al otro lado del teléfono. Para él, toda la relación era mucho más tensa que para mí, por su relación con Sylvia, excepto cuando estábamos juntos, su tensión y sus dudas desaparecían.

- No, no se lo he dicho, pero sabe algo, ella no es tonta, la conoces bien. Además quizás tampoco hay nada que contarle - dije quitarle importancia a algo, que llevaba muchos días sin dejarme dormir. Él la conocía mejor que nadie, y Sylvia, no conocía su nombre pero sabía que yo había estado viéndome con alguien. Si no estaba preocupada por la boda no tardaría en atar cabos o hacer más preguntas.

- Necesito verte, cariño - hizo una pausa disfrutando de esa última palabra en su boca, le gustaba ponerme nerviosa y ese "cariño" tenía doble intención. Él sabía lo que provocaba en mí con esas palabras, y esa palabra me atravesó los huesos. Me conocía bien, ese tipo de palabras en sus labios me desarmaban y en este momento lo usaba en mi contra, para que cediera. Esa vez no lo iba a conseguir, esa vez no iba a ceder. - ¿Porque no hablamos un momento antes de la boda? - me dijo poniendo la voz más dulce que sabía para intentar convencerme.

- ¡No! -quizás ese "no" había sido demasiado brusco - ya lo sabes ...- dije intentando suavizar mi respuesta -no vamos a vernos antes, y durante la boda contrólate por favor, no queremos llamar la atención, ya hablamos mañana. Tengo que dejar las chicas llegarán enseguida y tendré que dar demasiadas explicaciones. - tardó unos segundos más de la cuenta en contestar.

- Joder, mmm ... está bien.- cedió murmurando como si fuera un niño que no le compran lo que quiere- Nos vemos luego. - Y me lanzó un beso justo antes de colgar el teléfono.

Justo antes de empezar la ceremonia, Sylvia estaba acabando de vestirse, estaba preciosa, con un recogido en la nuca, unos mechones sueltos hacían el recogido menos formal, pero desprendía felicidad y elegancia por todos los poros de su piel, Alicia se había encargado de maquillar a la novia ya nosotras y había hecho un trabajo increíble, discreto pero brillante. El vestido de la novia era precioso, no era la típica princesa, ni tampoco era excesivamente provocativo, era con el escote en palabra de honor, con el corte recto limitado por sus caderas y una pequeña cola que lo hacía mucho más elegante. El fotógrafo ya llevaba un rato inmortalizando a la novia con la familia, y nosotras habíamos aprovechado para acabar de vestirnos en nuestra habitación. La madre de la novia vino a pedirnos que fuéramos con Sylvia, para hacernos algunas fotos las cuatro juntas antes de que la emoción estropeara el maquillaje. Después de las fotos pertinentes, pidió al fotógrafo que nos dejara un momento las cuatro solas.

- Se que es un día especial para mi, pero también quiero que lo sea para vosotras, sois mis amigas, la familia que yo he elegido para compartir este día y mil más. Durante la boda habrá sorpresas, pero no todas tenéis la misma, así que ya os las iré dando cuando toque - nos dijo divertida y dejándonos sin palabras por la emoción.

- Es tu turno Alicia - continuando diciendo con una risa boba, ilusionada y acercándose a la puerta.

Abrió la puerta, dio alguna indicación a alguien, y se apartó para dejar pasar a Mario, iba vestido muy elegante un traje gris oscuro, una camisa de color gris muy suave y con la corbata rosa, a conjunto con el vestido de Alicia. Él era la sorpresa de Alicia.

La felicidad de Alicia fue indescriptible, y su sonrisa, la de una mujer enamorada. Jamás se hubiera imaginado que Mario iba a compartir ese momento con ella. La emoción comenzó a llevarnos a todas a un mundo de lágrimas del que no saldríamos hasta varias horas más tarde. Sylvia es muy detallista y nos quiere mucho a todas, sabía lo que Mario significa para Alicia, aunque solo hiciera unos meses que se conocen, podía ver y sentir el amor que Alicia sintió por él, y quizás no fuera para siempre, pero por ahora se conformaba con verla casi tan feliz como lo estaba ella.

- Vosotras tendréis que esperar un poco más. - nos dijo a Edith ya mí con una sonrisa mientras se secaba las últimas lágrimas - Y ahora dejar que acabe de arreglarme que no puedo bajar antes que el novio. Ya sabéis que no le gusta que le hagan esperar. - La conversación había conseguido ponerme más nerviosa, me gustaban las sorpresas, pero no controlar la situación cuando tenía ese secreto con Sylvia, me hizome incómoda.

Bajamos los cuatro, contando a Mario, hasta el jardín donde ya estaba toda la familia de los novios, después de los saludos pertinentes con la familia de Sylvia, me separé un poco de la aglomeración de gente, Necesito aire, todavía no había coincidido con él, pero sabía que ese momento iba a llegar y cada vez estaba más y más nerviosa.

- ¿Quieres uno ?, te veo un poco nerviosa, ¿Todo bien? - me dijo un camarero con una sonrisa más conquistadora de la cuenta, ofreciéndome un cigarro

- Pues no te voy a decir que no, ¿tienes fuego? - le dije con una sonrisa, respiré hondo, tenía que intentar relajarme. Solo fumo ocasionalmente, pero en ese preciso momento lo necesario.

Estaba encendiendo el cigarro, con el camarero más cerca de mi cuerpo de lo que debería, cuando al levantar la mirada lo ví. Nuestras miradas se cruzaron, a través de todos los invitados y atravesó el jardín para acercarse a mí, mientras mi pulso se aceleraba.

Mi mirada recorrió todo su cuerpo mientras se acercaba igual que él estaba haciendo conmigo. Lo hice despacio, estaba guapísimo, mi cuerpo empezaba a reaccionar a su presencia. Él no había elegido el traje al azar, él vestía ... dios, estaba increíble. Mi respiración se inició a acelerar, no iba a ser fácil fingir normalidad teniéndolo tan cerca de mí.

- Si querías un cigarro me lo podías haber pedido a mi.- dijo con una media sonrisa para que no sonara tan mal.

- Me lo ha ofrecido él, debo tener cara de necesitada - contesté tratando de sonar despreocupada, algunos familiares se acercaban a fumar donde nosotros estábamos.

- Tienes cara de haber dormido poco pero aún así estás preciosa - dijo dirigiendo una mirada desde mi peinado, hasta mis sandalias, deteniéndose más tiempo del debido cuando sus ojos verdes pasaron por el escote de mi vestido.

- Lo siento me llaman, dije alejándome - buscando como salir de la situación y no quise volverme, porque sabía que esa maniobra de distracción no le había hecho mucha gracia, pero su mirada me quemaba en mi espalda descubierta.

Conseguía alterarme tan solo con su mirada, con su seguridad, con el movimiento de su cuerpo. Él siempre sabía lo que quería y cómo, eso me hacía sentirme segura pero a la vez le hacía muy poderoso y ese poder sobre mí no me dejaba ser objetiva con nuestra relación, o lo que fuera que había entre nosotros.

La ceremonia fue preciosa, con los nervios a flor de piel, con la novia más radiante que he visto nunca, la familia y los novios disfrutaron de cada gesto, de cada segundo.

Desde que entré en la ceremonia y me senté en las primeras filas, sintió su mirada en mi espalda, recorriendo el tatuaje, al llevar el vestido anudado al cuello, se veía el tatuaje completamente y podía notar su mirada recorriendo cada centímetro de tinta, mientras él, recorría el pasillo central del brazo de su madre. Ese tatuaje que él me había acompañado a hacerme hace relativamente poco tiempo, cuando nos volvimos locos, después de pasar el día y la noche juntos y nos hicimos un tatuaje doble, dos mitades para solo un tatuaje, como lo somos nosotros, dos mitades de una misma locura.

Intenté evitar el contacto visual con él, pero me buscaba, igual que yo a él, necesita saber qué sentía o con quien estaba en cada momento, dónde estaba durante el aperitivo, durante las fotos con los novios ... Por la cantidad de invitados que asistían a la boda, no fue difícil mantenerme alejada de él, pero los dos éramos conscientes de que íbamos a compartir mesa en el banquete.

Durante todo el banquete fue un continuo de miradas, y es verdad que aproveché que uno de los camareros me prestaba más atención, el mismo que me había ofrecido el cigarro antes de la ceremonia, para tontear con él. En el fondo, él no se merecía que estaba tan pendiente, pero se notaba que estaba esperando el momento para acercarse más a mí, no iba a esperar a mañana para las explicaciones que necesitan, y yo solo esperaba paciente a que ese momento llegara.

Durante la celebración hubo millones de fotos y momentos inolvidables como cuando los novios resbalaron y cayeron juntos al suelo, cuando iban a hacer entrega de algunos de los regalos, todo quedó en anécdotas muy divertidas que recordaremos durante muchos años, los vídeos que proyectaron fueron muy emotivos, sobre todo por la gente ausente. Nuestro vídeo, el de los amigos, no tenía desperdicio, millones de fotos, risas y lágrimas que nos unieron si cabe un poco más.

Justo antes de la tarta nupcial, llegó nuestro momento, la sorpresa que nosotras le habíamos preparado a la novia, un momento único para nosotras, la cara de sorpresa de Sylvia, en el momento en que sonaba la canción de "Move to Miami de Enrique Iglesias ", no tuvo precio. Ella sabía lo que significaba esa canción para nosotras y en cuanto comenzó a sonar, comenzó a reírse, negando con la cabeza, al que era ya su marido, que estaba compinchado con nosotras y lo sabía todo.

Desde una puerta muy cerca a la mesa de los novios salimos nosotras tres, insistiendo en que nos acompañara a la pista de baile, cada una con el vestido de un color, tal y como Sylvia lo había decidido.

Alicia con su vestido estrecho y bastante corto, palabra de honor, color rosa fucsia, marcando bien su cintura con pedrería, y que en su momento tuvimos nuestras dudas de que fuera capaz de bailar con eso, pero los ensayos en mi casa nos demostraron que Alicia, puede hacerlo todo, con ese vestido, y Mario seguro que puede corroborarlo.

Edith con un mono amarillo, de tirantes anchos y pantalón largo, con un cinturón negro, y unos taconazos que solo ella sabe moverse en esa.

Y yo con mi vestido azul eléctrico, atado al cuello, con la espalda al aire, más corto de la parte de delante y un poco más largo de atrás, nos acercamos a ella, nos dimos un abrazo y haciéndole un gesto al dj para que la canción volviera a empezar, ya no nos hicieron falta ni palabras, nos echamos las 4 a correr al centro de la pista, sabíamos perfectamente lo que teníamos que hacer ... y cogiendo posiciones, bailamos la coreografía que llevábamos ensayando meses en el gimnasio , en la clase de todos los miércoles, y que disfrutábamos juntas, cada una con su color, cada una con su estilo y cada una, ausente a su vez, sin poder quitar esa sonrisa de felicidad y emoción y sin despegar nuestras miradas de esos cuatro hombres que se quedaron embobados mirando el baile, y que nosotras ya sabíamos que eran el amor de nuestra vida.

Llegó la sorpresa de Edith, después de la tarta nupcial, Sylvia le entregó el ramo de la novia, cuando se lo dió fue un momento mágico para las dos, y más cuando sin estar preparado, ninguna de nosotras lo sabía, Pablo se arrodilló delante de ella y le pidió ahí mismo que se casara con él. Fue un momento precioso para Edith y nosotras nos sentimos muy afortunadas de haber vivido esa experiencia con ella, será un recuerdo maravilloso.

El primer baile también fue precioso, a los novios se les veía tan felices ..., un par de lágrimas resbalaron por mis mejillas al ver como se miraban, mientras se escuchaba "Have you ever really loves a woman? De Bryan Adams", esa complicidad, ese amor tan puro y tan grande, con el que yo llevaba años soñando y ahora que por fin, lo sentía por alguien que no parecía ser correspondida. Al apartar mi mirada de los recién casados, una mirada y una mano, esperaban mi respuesta.

Fue inevitable el contacto con él, no le podía decir que no en ese momento, allí plantado delante de mí, para que bailara con él, llevaba un traje azul eléctrico, de un tono similar al de mi vestido, sabía que Sylvia era la que había elegido mi traje y buscó la manera de ir perfecto para la ocasión, su físico hacía que cualquier traje que se pusiera acentuara su porte, era la envidia de muchos de los hombres invitados a la boda. Solo a él le podía quedar tan bien los tirantes en ese traje llamativo y extravagante que solo él sabía llevar.

La camisa blanca marcaba su torso y los pantalones eran más cortos de lo normal, por encima de los tobillos, cosa que a la mayor parte de la familia no hizo demasiada gracia. Se notaba que había querido llamar la atención, especialmente la mía y lo consiguió con creces, estaba guapísimo.

Mucha gente de la boda que nos conocía, creía que éramos pareja, y nos estan preguntado al uno por el otro, lo que había hecho que la situación fuera un poco más tensa todavía, pero los dos éramos conscientes de que después de esa boda, nuestra vida ya estaría unida para siempre, y no solo por el tatuaje.

Fue notar el contacto de sus dedos en mi espalda, recorriendo el tatuaje y mi mirada cambió, empecé a relajarme y dimos lo mejor de nosotros mismos, disfrutamos del baile en silencio, disfrutamos el momento, de los roces de nuestros cuerpos, entre risas, sin preguntas ni explicaciones, mirándonos como hacía tiempo que no hacíamos. Como si el tiempo se hubiera detenido en ese momento, entre nosotros dos todo eran sensaciones, todo era especial, pero extrañamente complicado, o nosotros sólo sabíamos hacerlo así.

Sylvia nos pidió al acabar la canción, unas fotos de nosotros dos juntos y él no desaprovechó la oportunidad para hacerme reír, para acercarse, acariciarme y para demostrar esa conexión que existía entre nosotros. Esas fueron las primeras de muchas más fotos, con los novios, de las cuatro juntas, con amigos, algunas de ellas bastante comprometidas y que esperemos que no salgan a la luz durante algunos años.

Después de esas miradas, esos roces y esas risas con él, Sylvia, me apartó a un lado y enseñándome una foto que había hecho con el móvil, en la que salíamos él y yo mientras bailábamos, mirándonos y apunto de besarnos, me dijo:

- Está es tu sorpresa Jess, no sé si el regalo es para mí o para tí, pero me haces muy feliz, hacía mucho tiempo que no te veía así, ¿era él, de quien me hablabas anoche? - me dijo, sorprendiéndome si podía más todavía

- Sí - le dije con una enorme sonrisa - ¿lo has sabido todo el tiempo? que mala.- le dije dándole un pequeño empujón bromeando y se alejó de mí, sin decir nada más.

Es cierto que hacía mucho tiempo que Sylvia no me veía así, pero no dijo nada más, solo me sonrió, una de esas sonrisas que parecen sencillas pero no lo son, que parecen fáciles y tampoco lo son, que no dicen nada pero que nosotras que lo dicen todo, y ahí en ese momento me dí cuenta, que toda la preocupación que yo tenía no tenía fundamento, que mi relación con él, que ella solita había averiguado, no le parecía mal, sino que por el contrario, la había hecho muy feliz.

Su hermano Oliver y su amiga Jessica eran un deseo para ella, un deseo de hacía muchos años. En esas fotos durante la boda, estábamos dos, juntos, disfrutando, felices y queriéndonos como quizás no habíamos sabido hacerlo hasta entonces, sin filtros, con esas imágenes se hacía realidad algo que nunca había querido admitir, algo que solo pensarlo me hacía entrar en pánico, esas fotos me decían que él nunca saldría de mí, que aunque lo nuestro tenía fecha de caducidad, debería que vivir sabiendo que él viviría dentro de mí para siempre.