El domingo se hace eterno.
No he recibido ningún mensaje de Gael.
Desde que nos despedimos el sábado no he tenido señales de él. Lo que me hace dudar de sus confesiones y sentimientos.
Sigo pensando que está jugando conmigo.
Tuve que escuchar el sermón de mamá al llegar media hora más tarde de lo pactado. Pero el saber que la película duraba tres horas, aplacó un poco su enojo y comprendió mi demora.
Las reuniones de la iglesia parecen pasar en cámara lenta.
En mis pensamientos solo puedo desear que sea lunes.
Jamás deseé tanto que llegara un lunes como en este momento. Aunque hay un cierto temor de cómo reaccionará Gael frente a toda la escuela.
No sé si será igual, o prefiere mantener nuestra amistad en secreto.
Al terminar la reunión Flavia y Vanesa se acercan para invitarme a una reunión de jóvenes en su casa.
Mamá me sonríe y se compromete a llevarme el próximo sábado.
No me siento convencida, pero tampoco tengo alternativa. Debo aceptar y sonreír para que no reciba otro sermón.
…
Por fin llegó el lunes.
Caminé aquellas cuadras con rapidez. Ya quería llegar a la puerta del colegio. Ya quería encontrarme frente a frente con Gael y mirarlo a los ojos, para saber si lo vivido el sábado había sido producto de mi imaginación o si era real.
Sentí que el corazón se iba a salir de mi pecho cuando crucé la puerta de entrada y la figura de Gael fue lo primero que apareció en mi campo de visión.
«¿Me estabas esperando?».
—Hola—dice con una amplia sonrisa.
—Hola—respondo mordiendo mi labio para impedir que la sonrisa ocupe todo mi rostro.
—¿Qué tal el fin de semana?
—Mmmm… Bueno…
—¿Solo bueno? —pregunta, y entiendo que habla de la salida del sábado.
—Sí… digamos que podría haber sido mejor…
—Ah, bueno… eres exigente—afirma y los dos reímos.
—La pase muy bien el sábado—agrego para dejar clara mi respuesta.
—Yo igual… no sabía si escribirte… no quiero que te sientas presionada… ni acosada…
Suelto una risa y lo miro incrédula.
«¿Acosada por Gael Serrano?».
—Entonces… ¿te molestaría que te escriba por WhatsApp?
—No, Gael. Me encantaría que me escribieras.
«Es tan tierno que no lo puedo creer».
—¿Te molesta si te acompaño hasta tu curso?
—Para nada. Será todo un honor ser escoltada por usted, señor Serrano.
Sus ojos celestes se iluminan.
Caminamos uno al lado del otro en silencio, cruzando una que otra mirada. Mi corazón amenaza con salir de mi pecho.
Llegamos hasta la puerta del curso y la felicidad se termina al ver a Cristal con su perfecta sonrisa contemplándonos.
—Hola, chicos. Muy buena la película, ¿verdad?—comenta. Gael y yo nos miramos, esperando el golpe que siempre la caracteriza—. Desaparecieron apenas terminó… ¿no se habrán portado mal ustedes dos? —pregunta con asombro—. No pensé que fueras tan fácil, Pulguienta—agrega con voz fuerte y noto que varios chicos del curso escuchan su comentario y voltean a mirarme.
Siento que la sangre se me congela. Desvío mi mirada a Gael.
«¿Qué van a pensar todos de mí? Ahora soy una chica fácil».
Mi felicidad siempre dura un suspiro dentro de las paredes de la escuela.
Cristal vuelve a ganar esta partida.
Estoy por avanzar hacia el curso, resignada y golpeada, cuando esa voz grave que tanto me gusta responde.
—No todas son tan fáciles como tú. Sé que estás celosa… por eso solo voy a decirte esto como una advertencia: Dejar de agredir a Sol, porque ahora ella tiene quien la defienda. No querrás tenerme de enemigo Cristal.
—¿Qué quieres decir? —cuestiona la rubia enfurecida.
—Creo que eres inteligente como para sacar tus propias conclusiones—exclama Gael con voz fuerte para que todos escuchen—; y quien se meta con ella, se mete conmigo.
Me mira a los ojos como tratando de descifrar mis pensamientos.
Estoy asustada por todo lo que acaba de pasar, porque no sé si entendí bien lo que significan sus palabras.
Gael me abraza y susurra a mi oído: —Hablaremos en el recreo.
Asiento sin decir palabra, y entro al curso ante la mirada atenta de todos mis compañeros.
Cristal me fulmina con la mirada y sé que la guerra está declarada.
…
Al tocar el timbre, camino con temor hacia el patio.
Busco con la mirada a Gael.
Necesitamos hablar. Necesito aclarar estas dudas y ansiedades que me han atacado durante toda la hora de clase.
Mientras cruzo el patio me encuentro con Gael.
Me señala la cantina y los dos nos vamos caminando en silencio.
—Hay demasiadas personas—le susurro cerca de su oído.
Me arrastra hacia atrás del mostrador.
—Hola, Mica, necesitamos hablar en un lugar tranquilo… ¿podemos pasar al depósito?
—¿Está todo bien? —pregunta Mica mirando mi cara de pánico quizás.
—Sí—le respondo—, necesitamos un lugar tranquilo.
—Gael—advierte Mica poniendo un dedo sobre el pecho del muchacho—, no juegues con ella.
—Jamás—dice muy seguro—, prometo que solo serán unos minutos.
Mica nos deja pasar y entramos en un cuarto silencioso donde hay un montón de cajas apiladas.
—¿Aquí traes a todas tus conquistas? —le pregunto cruzándome de brazos y paseando con la mirada por todo el lugar.
—No… y lamento que pienses así.
—¿Qué quieres que piense?—suelto de golpe—. La verdad no sé qué pensar, Gael… ¿Qué fue todo lo de la entrada? ¿Estás jugando conmigo?
—No, jamás te lastimaría—dice acercándose a mi lado—, solo quiero protegerte, no quiero que Cristal te lastime…
—¿Por qué? —pregunto desafiante.
«Quiero saber qué siente. Quiero que, si hay un "nosotros", me lo diga».
—Porque me gustas, Sol. Te lo dije el sábado. Y no logro sacarte de mi cabeza… eres importante para mí…
Lo miro asombrada.
«¿Acaso escuche bien? ¿Dijo que le gusto?»
—Sé que no eres como las otras chicas, por eso no sé cómo actuar contigo, no sé cómo decirte esto… ¿Quisieras ser mi novia?
«Guau, que alguien me pellizque, no puede ser cierto lo que acabo de escuchar».
Mi silencio lo desconcierta.
Me alejo unos pasos y pienso qué voy a decirle.
Claro que me gusta y quiero ser su novia. Es como un sueño hecho realidad. Pero yo nunca he estado de novia, jamás he besado a un chico…
«Oh, ¿Qué voy a hacer? Se que esto está mal, muy mal».
—¿Sol? —dice confundido ante mi reacción—. Pensé que sentías algo por mí…—agrega frustrado. Lleva sus manos a la cabeza y me da la espalda.
Siento que debo decir algo.
Que necesito que conozca lo que me está pasando.
—Gael…
Se voltea y me mira desconcertado, sus tiernos ojos celestes me suplican una aclaración.
—Yo… nunca he tenido novio… jamás he besado a nadie… no sé cómo funciona esto de las relaciones…
—¿Hablas en serio?
—Sí… tengo miedo de no ser lo que crees… lo que esperas… No sé cómo ser la novia de Gael Serrano… y tengo miedo de… que termines arrepintiéndote de lo que acabas de pedirme.
Avanza con un paso rápido y queda justo frente a mí. Con su mano sostiene mi barbilla y me obliga a mirarlo.
—Sol, eres todo lo que quiero de una chica. Jamás me voy a arrepentir de pedirte que seas mi novia. Eso es si aceptas… porque todavía no me has dicho que si.
—Está bien, Gael... seré tu novia.
Siento su mano apoyada en mi mejilla y con su pulgar delinea mi labio inferior.
«Aquí es la parte que viene el beso».
Estoy aterrada y creo que Gael lo nota.
—Dejaremos el primer beso para un lugar y ocasión más romántica—me susurra cerca del oído.
Escuchamos el timbre de finalización del recreo y debemos apurarnos para regresar a nuestras aulas.
—Entonces, ¿oficialmente eres mi novia? —me pregunta como dudando.
—Lo soy —afirmo con una sonrisa.
Salimos del depósito, Gael se despide hasta el próximo recreo y Mica me mira expectante.
��¿Qu�� pasó ahí dentro?
—Me pidió que fuera su novia—le digo sorprendida de mis propias palabras.
—¿¿Y??
—Le dije que sí.
Mica me abraza feliz.
—¡¡Felicitaciones!! Hacen una hermosa pareja. Gael es un gran chico.
Camino hacia mi curso como en cámara lenta.
«¿Qué acabo de hacer?Está mal. Esta no es la forma correcta, ni la persona correcta, pero… ¿Por qué, si es incorrecto, se siente tan bien?¿Por qué Gael es tan tierno y bueno conmigo si no es el hombre correcto?».
Alejo estos pensamientos de mi cabeza, e instalo uno nuevo:
«Estoy de novia con Gael Serrano».
…
A la salida, como todos los lunes, tenemos entrenamiento.
Valeria nos hace correr y practicar nuevos ejercicios. Faltan pocas semanas para las olimpiadas de junio y debemos prepararnos lo mejor posible.
Gael me espera para acompañarme a casa.
Al terminar, me dijo al vestuario, y cuando entro, el equipo de hockey completo está allí.
Se callan al ver entrar.
Necesito sacar mi mochila y lavarme un poco. Quiero salir de allí lo más rápido posible.
—Les digo que Gael es excelente besando, el mejor que he besado hasta el momento ¿No lo crees, Sol?—dice Cristal para sacarme de mis casillas.
Decido no responder, hacer como que no he escuchado nada.
—Yo creía que eras una mosquita muerta—agrega caminando hacia donde me encuentro—, pero has jugado bien tus cartas, y debo admitir que no sé cómo lo hiciste, pero lo atrapaste en tus redes… Creo que eso es lo que le atrae de ti, lo inocente y simple que eres…
Sigo ignorando sus palabras. Termino de lavarme y estoy por salir cuando Cristal se interpone en mi camino.
—Eso es lo único que me consuela, que cuando se aburra de tu simpleza e inocencia, volverá a buscarme, porque yo puedo darle lo que necesita.
Nuestras miradas se encuentran y siento tanto odio por esta rubia como jamás en mi vida por otra persona.
—Necesito que te muevas—le digo con firmeza—. Gael me espera para acompañarme a casa.
La sonrisa se borra de su rostro y se hace a un lado.
—Disfruta esta pequeña victoria, Pulguienta, porque muy pronto voy a quitarte esa sonrisita del rostro, y solo tendrás lágrimas cuando Gael regrese a mi lado.
Avanzo con rapidez quiero salir de allí antes de que Cristal siga apuñalándome con sus palabras.
Me reprocho por no poder responder de la misma manera. Quisiera tener palabras agudas e hirientes para ella también.
«¿Qué me pasa?¿Desde cuándo pienso de esta manera? Yo no soy así».
Gael me acompaña caminando hasta casa. Vamos de la mano, a paso lento, conversando del entrenamiento, de las olimpiadas… llegamos a la esquina de casa y nos detenemos.
—Voy a extrañarte—me dice mientras besa el dorso de mi mano.
—Nos veremos mañana en la escuela—respondo.
—Lo sé…
—Bueno, entonces, hasta mañana.
Gael me retiene de la mano. Sé que quiere avanzar, un beso es algo simple y común para él, mientras que yo, siento que estoy a punto de cometer un error del cual voy a arrepentirme por el resto de mi vida.
Estoy a punto de entregarle mi primer beso.
«Es solo un beso», me digo mientras siento que Gael se acerca.
«Es mi novio, seguro que esto iba a pasar».
—Sol, no tengas miedo—me dice al notar el pánico en mi rostro—. Voy a esperar a que estés lista. No voy a obligarte a nada.
Doy un paso brusco y me abrazo a su cintura. Es lo más tierno que pudo decirme.
—Gracias—le digo apoyando mi rostro en su pecho.
Nos quedamos así unos segundos y luego me separo de él. Debo llegar a casa o mamá sospechará.
—Tengo que irme, se ha hecho tarde.
—Nos vemos mañana, Pulga.
—Nos vemos.
Y así nos despedimos en nuestro primer día de novios.
…
Falta una semana para las olimpiadas.
Valeria reúne al equipo y nos da algunas planillas con autorizaciones para que firmen nuestros padres. También informa sobre las posiciones y titularidades del equipo para los primeros partidos.
—He decidido que Sol sea la nueva capitana. Creo que todas estamos de acuerdo que su mirada de las jugadas y rivales es la más completa y todas la respetan, así que tenemos nueva capitana.
Todas las chicas aplauden. Me encuentro completamente sorprendida por la decisión de Vale.
—Gracias por darme este privilegio. Espero poder cumplir mi rol y llevar a este equipo a la final de las olimpiadas y si es posible, entrar al campeonato nacional.
Todas gritaron y aplaudieron.
Así terminó el entrenamiento del viernes.
Gael se acerca y besa mi frente mientras me abraza.
—Oh, ¡que melosos!—gritan las chicas casi a coro—. ¡Vayan a besuquearse a otra parte!!
Valeria se acerca con la cinta de capitán y me la entrega.
—Te la ganaste—dice orgullosa.
—¿De qué me perdí? —cuestiona Gael
—Tu novia es la nueva capitana del equipo—dice Dana.
—¡Son la pareja perfecta! ¡El capitán y la capitana de los equipos de fútbol juntos! ¡Es de novela! ���exclama Vicky.
—Felicitaciones, Pulga—me dice Gael con una sonrisa tan linda. Algo que desconozco se apodera de mí, porque estoy a punto de cometer una locura.
Me pongo de puntillas y lo sorprendo uniendo nuestros labios en un corto beso ante las miradas de todas las chicas del equipo.
Se sorprende ante mi reacción, pero no tarda en responder y abrazarme con más fuerzas.
—¡Qué asco! —gritan nuevamente las chicas—. ¡Consigan un lugar solitario!
Cuando nos separamos Gael está sorprendido y confundido a la vez.
Salimos tomados de la mano hasta la vereda, acompañados de todo el equipo. Ya en la vereda nos despedimos y al comenzar a caminar, se frena de golpe y sin que lo espere, se acerca plantando un beso nuevamente en mis labios.
—He deseado tanto ese beso—susurra con su frente pegada a la mía—, de verdad no quería apurarte…
—Bueno, yo… simplemente me dejé llevar… ¿te molestó que te besara?
—¡Me encantó que me besaras! Quiero que me beses todos los días de mi vida—dijo con voz fuerte, haciendo que las personas voltearan a vernos.
—Estás loco…
—Sí, estoy loco por vos.
Y volvió a besarme, allí en medio de la calle.
«Mi primer beso. Así tan fácil se lo había entregado a Gael Serrano».
…
El sábado no pude ver a Gael en todo el día. Por la noche, mamá me llevó a la casa de Flavia donde sería la reunión de jóvenes.
Éramos ocho en total. Cinco chicos y tres chicas.
Comimos pizza, jugamos a las cartas, y luego Raúl nos compartió un pensamiento de la Biblia.
Los mensajes de Gael no paraban de llegar a mi celular.
Fui al baño varias veces, solo para responderle.
Ya quería que fuera lunes nuevamente.
Aquellos chicos y chicas no eran malos, pero simplemente no estaba conectada a ellos. No los conocía, y tampoco estaba dispuesta a poner de mi parte para hacerlos mis amigos.
Lo mejor de la noche fue cuando mamá llegó a buscarme a eso de las once, después de que le había enviado varios mensajes.
—¿Qué tal la reunión? —preguntó entusiasmada.
—Bien—respondí evitando dar detalles.
—¿Solo bien?
—Comimos, jugamos a las cartas, dieron un mensaje… nada del otro mundo…
Me miró extrañada de mi respuesta. Luego de una pausa preguntó:
—¿Estás bien, hija?
—Sí, mamá.
—Te noto un poco fría y distante. ¿Pasó algo de lo que quieras hablar?
—No pasó nada importante—mentí—. Estoy bien.
«Nada está bien».
Sabía que mentirle a mi madre no era lo correcto, sabía que tener una mala actitud con los chicos de esta nueva iglesia no era lo correcto, y que ser novia de Gael Serrano tampoco.
Algo me carcomía en mi corazón al pensar en estas cosas, quizás era remordimiento. Alejaba lo más posible este tipo de pensamientos justificando a mi propia conciencia de que no era tan grave, que no le hacía daño a nadie y que, al fin y al cabo, era mi vida y podía ser libre de elegir lo que quería.
Dios me había dado esa libertad y me sentía tan feliz al lado de Gael.
«¿Cómo algo que me hace tan feliz puede ser malo?».
De solo pensar en perder a Gael, mi pecho se estremecía.
Recorrimos las calles sin hablar mucho más. Mamá hacía algunos comentarios, intentaba sacar tema de conversación, pero yo permanecía inundada en mis propios remordimientos.