(Inicio del Fin del Mundo)
Frente a la lava ardiente, en la ruta hacia abajo, siguiendo el pequeño rio de lava que se adentra en la montaña. Robert observaba funcionar su nueva creación…
Ya habían pasado seis meses desde que empezó a buscar entre la tierra, y ahora observaba su primer logro importante. Por supuesto, para llegar a esto, primero tuvo que solucionar el apremiante problema de la comida…
Su objetivo inicial era crear objetos útiles, que le ayudarán a sobrevivir en la superficie. Pero no podía simplemente inscribir circuitos sobre la tierra o las rocas, porque los circuitos requerían un flujo estable de energía, y en estos materiales era imposible, porque estaban compuestos por elementos dispersos, creando diferentes niveles de resistencia a la magia, interrumpiendo el flujo de mana; sin hablar de su durabilidad, que podría romperse con solo el flujo de mana.
Por ello quería encontrar metales y fundirlos en pequeños moldes que había tallado en la tierra. Pero no conocía nada de minería, no podía diferenciar qué rocas contenía metal y las que no. Así que solo las separó en colores similares, y probó con cada una de ellas.
Fundirlas fue aún más difícil. Aunque podía controlar muy bien el maná, y crear fuego no le causaba ninguna dificultad; terminaba siendo demasiado ineficiente, la energía no dejaba de dispersarse, y el calor no aumentaba lo suficiente para derretir los minerales. Paso horas y horas tratando de concentrar el calor en un espacio reducido, para alcanzar la temperatura adecuada. Fue una tarea muy extenuante, podía percatarse de lo útil que sería un hechizo de fuego, si lo tuviera, podría ahorrarse tantas horas de esfuerzo. Y en resultados, su propia habilidad para crear fuego, incluso había logrado derretir los metales, era una habilidad completamente inútil en batalla, en poco tiempo solo causaría leves quemaduras, solo serviría, como mucho, para asustar a los tontos.
Después de probar con muchas rocas, logró fundir algunas, no sabía que metales eran, pero todas eran de algún tono grisáceo y una textura áspera. No se necesitaba ser un experto para darse cuenta, las piezas de metal estaban llenas de impurezas, imperfecciones y grietas, era un resultado lamentable, pero también lo único que tenía a la mano.
Durante días fundió metales y entrenó la habilidad de inscripción de circuitos mágicos, sin siquiera necesitar la auto ejecución de la terminal, conocía muy bien esa habilidad.
Al décimo día de ese nuevo entrenamiento, el mensaje del sistema principal, le otorgó una opción diferente para sus planes.
[Logro Desbloqueado: Explorador Elemental (Tierra).]
[Sobrevivir durante seis meses sin pausas, en una capa elemental.]
[Obtener recursos y materiales por el valor de cien monedas.]
[Opcional: Mejorar el control sobre el elemento afín de la capa. (Incompleto)]
[Opcional: Abatir una criatura de tamaño pequeño. (Incompleto)]
[Opcional: Abatir una criatura de tamaño mediano. (Incompleto)]
[Opcional: Abatir una criatura de tamaño grande. (Incompleto)]
[Opcional: Explorar una superficie de mil kilómetros. (Incompleto)]
[Recompensa:
Capa Desbloqueada: Vida. (Abundante fauna y flora. Capa estable.)]
…
[Ayuda: Debe completar todos los requisitos no opcionales para desbloquear un logro.
Los requisitos opcionales otorgan una recompensa adicional.
Los requisitos opcionales incompletos, pueden completarse en cualquier momento.]
[Ayuda: Los logros son misiones ocultas. La información sobre estas misiones, queda a completa disposición del usuario.]
[El panel de logros ha sido agregado en la sección de información de la terminal.]
…
Para buscar comida, y también para darse un baño, había intentado ir al resto de capas elementales, fue allí donde se dio cuenta de la gran suerte que tuvo todo este tiempo. No pudo recorrer más que unos metros, antes de tener que regresar de vuelta apresurado, ya sea asustado por bestias o bajo la inclemencia de los desastres naturales, las capas elementales eran un infierno para la vida.
Pero ir a la superficie, donde debería haber una competencia feroz, daba una fuerte sensación de incertidumbre. Por eso se estaba preparando. Pero, la descripción de esta nueva capa, era completamente diferente a las anteriores, incluso parecía animarle, y por esa pequeña posibilidad, debía probar su suerte.
Esa nueva capa era deslumbrante, de vividos y múltiples colores, sin explosiones constantes, ni tormentas, ni meteoritos cayendo sobre tu cabeza, ya con solo eso, era una gran mejora, pero ese mundo incluso parecía respirar, como si estuviese verdaderamente vivo.
Se encontraba en un valle, con un río poco profundo, completamente cristalino y tranquilo, rodeado por un bosque que se hacía más espeso en la lejanía, y un suave viento que hacía susurrar a los árboles.
Luego de tomar una profunda respiración de aire fresco, sonriente se lanzó al río, donde sus harapos que eran prácticamente mugre, se disolvieron, obligándole a un nuevo estilo de vida: "al natural", libre, como vino al mundo.
Pero ese estilo no duró mucho, empezó a taparse con algunas hojas anchas que crecían cerca al río, ya que después de un tiempo con el viento soplando en sus zonas oscuras, la incomodidad producida era insoportable.
Empezó a buscar alimento. Babeando imaginaba los animales que iba a cazar, y lo jugosa que sería su carne, pero la realidad lo despertó rápidamente. cuando después de una larga búsqueda, los animales más pequeños eran una especie de roedores, un poco más grandes que un gato, de un color mostaza muy claro, con la excepción del pelaje de las orejas y la cabeza, que era de un tono más oscuro, pero, sobre todo, poseían una larga cola, capaz de cortar perfectamente una ancha roca a más de cinco metros de distancia.
Se agrupaban entre cinco a quince roedores, golpeando un ancho árbol con su cola, comiendo los pedazos de madera que caía. Eran pacíficos casi siempre, a menos que te acercaras demasiado, y aunque no parecían tan peligrosos por su tamaño, podían descuartizar bestias mucho más grandes, cuando estaban en grupo.
Robert no tenía la fuerza para poder derrotarlos, ni siquiera individualmente. Debía renunciar a la carne. Pensó en el pescado, pero, aunque había peces en el río, eran demasiado veloces, no importó cuanto o como lo intentara, no pudo golpear ni siquiera sus sombras.
(#suspiro agotado#)
La naturaleza le obligó a buscar frutas en los árboles como un mono, luego de una larga búsqueda entre rama y rama, encontró una especie de naranja completamente esférica de un color rojo opaco, y rápidamente aprendió la obvia lección de no comerse cualquier cosa que encuentre en el bosque. El dolor estomacal le duró dos días, donde arrepentido pensó cómo evitar comer algo venenoso, que podría haber sido el peor resultado, dada su estupidez.
Creó un pequeño tazón de metal, con toda su superficie cubierta de circuitos mágicos, donde vertía su sangre junto con la comida que iba a analizar. Dejaba que su mana fluyera hasta controlar por completo su sangre, concentrándose en los más diminutos cambios que surgían entre contacto con los diversos elementos que probó, después de muchos días de prueba, había logrado aprobar uno cuantos productos comestibles.
Pero Robert se había olvidado de la biología, no recordaba que la estructura de la comida debe ser destruida, para que la sangre pueda absorber; que, dependiendo de diferentes reacciones químicas, los resultados podrían estar errados.
Aun así, había encontrado comida que no lo enviara a su tumba. Porque y a pesar de las quejas de muchos, no obtendría mágicamente la información, de cada cosa que recoge o se traga.
Aunque su idea tenía graves errores, por lo menos serviría para descartar los venenos obvios. Pero ciertamente había una solución mejor, y no parecía que Robert fuera a notarlo.
Luego de hacer sus análisis, descubrió que la fruta esférica de color rojo opaco, no era dañina, simplemente aún estaba inmadura, podría comerse cuando su color se tornara negro y su cáscara casi se desprendiera por si sola, deja un suave sabor a helado. Junto con una especie de pera dorada y unas zarzamoras azules, de un sabor muy dulce y ácido respectivamente, eran todas las frutas que no lo matarían. Pero no quería alimentarse de solo frutas, realmente estaba ansioso por la carne, tanto que estaba dispuesto a comer insectos.
Busco entre las raíces de los árboles, aparte de unas arañas que parecían muy venenosas, y unas hormigas agresivas que lo picaron por todo el cuerpo, encontró un escarabajo escondido bajo tierra. Luego de horas golpeando el escarabajo con todos sus movimientos, sin lograr abrir ni una pequeña grieta, lleno de ira, arrojó lejos el inmóvil escarabajo. Mientras resoplaba enojado, observó unos pequeños sacos blandos en las raíces del árbol.
Robert: -- Si no puedo comerte a ti, me comeré tu descendencia (#risa malévola#) -- rio como un villano, mientras miraba hacia el cielo.
(#risa malévola#)
Después de reír como loco durante un tiempo, cocinó los huevos del escarabajo, e hizo su prueba de sangre, luego de estar un poco más tranquilo, lo comió… se sentía refrescante y lleno de energía, aunque tenía una textura pastosa y un sabor un poco amargo, los beneficios eran muy dulces.
Pero aun deseaba carne, planeaba seriamente enfrentarse a esos roedores de cola cortante. En una pequeña parte de su subconsciente se preguntaba: desde cuando era tan quisquilloso con la comida, en el paso había comido lo mismo durante meses, sin importarle demasiado, y ahora estaba a punto de arriesgar su vida, solo por una mordida.
Aunque tenía muchas dudas, aun así, quiso intentarlo. Fue cuando descubrió que este nuevo mundo era un juego por turnos, lo que le tomó por sorpresa, casi haciéndole perder la cabeza de un corte.
Asustado y con unos rasguños, regresó raudo a su cueva. Lleno de cólera empezó a despotricar contra el "genio" que tuvo la brillante (tonta) idea de hacer el mundo mucho más confuso.
SFX: Caída.
Con un estruendoso sonido, su cueva se derrumbó, como si fuese el castigo divino de aquel que decidió las reglas, su poderoso martillo golpeó la tierra, para castigar a quienes blasfeman contra sus decisiones, o, tan solo fue el desgaste causado por cavar tantos agujeros.
Después de limpiar su cueva estaba bastante enojado, algo distraído, gritándole a las paredes. Pero sin importar que no obtuviese carne, por lo menos ahora, ya no moriría de hambre.
Aparte de buscar comida, gastó todo su tiempo en descubrir los secretos de la inscripción de circuitos mágicos (obviamente, también dormía e iba al baño).
La inscripción de circuitos mágicos era muy simple en su base. Al igual que los circuitos mágicos dentro del cuerpo, solo eran canales por donde fluye el maná, solo que una aplicación más directa, sin preocuparse del daño. La inscripción de circuitos mágicos, en resumen, solo era guiar la energía mágica a sus diferentes componentes, según el propósito del inscriptor; pero si solo fuese tan simple, no sería llamado un arte. igual que en una pintura existían infinitas formas y posibilidades de expresar la voluntad del pintor, el inscriptor de circuitos mágicos podía crear desde pequeñas estructuras mágicas con funciones simples, hasta alcanzar la complejidad suficiente para alterar la realidad. De otra forma Robert jamás se hubiese emocionado tanto.
Con solo los tres diseños de circuitos mágicos que poseía: absorción, emisión y transformación, podría crear un sinfín de dispositivos mágicos.
Los circuitos de absorción capturaban el maná, que era guiado a través de los canales hasta llegar al circuito de emisión, que expulsaba el maná en conjunto con el circuito de transformación, que cambiaba el maná a algún elemento.
Sin muchas complicaciones, se podría crear un encendedor o un lanzallamas.
Los diseños cumplían fielmente las funciones que sus nombres indican; pero, no eran componentes inmutables o restrictivos, sino, un patrón de diseño, que podría modificarse en gran medida, aumentando en un sin número las posibilidades existentes:
El patrón de absorción se podía tallar de una manera dispersa, cuando se busca absorber el maná del ambiente, tallando pequeños puntos que absorban poco mana, pero en área más amplia. Si se desea obtener mana desde una fuente de almacenamiento, el patrón debe ser una figura cerrada con conexiones directas. O, si la fuente de energía mágica es el mismo usuario, el patrón del circuito debe cubrir la superficie de contacto, con amplias líneas abiertas.
En una espada mágica, tendría los circuitos de absorción en el mango, cuando va a ser activada por el usuario, o rodeando una ranura para usar piedras de maná, o en la hoja (Superficie más amplia) para absorber el maná del ambiente.
En el patrón de emisión, los cambios no eran apreciables a simple vista, pero sus usos y variaciones, no se podían contar. Al hacer pequeños cambios en su estructura, se podía controlar con precisión los diferentes aspectos del maná, densidad, flujo, cantidad, velocidad… Según el fin que se busque, podría requerir el maná en una configuración específica.
El patrón de transformación, transformaba el maná, en magia, dándole un objetivo. Transformándolo en uno de los cinco elementos naturales (fuego, agua, tierra, viento, rayo), o en un circuito de transformación vacío, que permitía grabar hechizos. Al igual que se podía usar para transformar la energía de los elementos, podría invertirse y transformar los elementos en maná puro (neutro, sin voluntad). Que es el único tipo de mana que puede circular a través de los circuitos mágicos inscritos, cualquier modificación de la energía, daría como resultado un fallo interno; destruyendo el circuito en el proceso.
A diferencia de los circuitos de transformación elemental, que son altamente restrictivos, los circuitos de transformación vacíos, permiten una mayor gama de usos: podría inscribirse hechizos, para copiar la estructura de la magia y poder utilizarla desde dispositivos mágicos. O se podría inscribir la voluntad misma, como comodín para tareas complejas; pero como se dijo en el sueño, usar la magia de esa manera, tiene un costo inimaginable, y es completamente ineficiente.
Podría inscribirse cualquier tipo de deseo por más absurdo que sea, pero la cantidad de mana necesario y el límite de resistencia de los circuitos, haría que ese dispositivo jamás se activará.
Hay una forma correcta de inscribir directamente la voluntad, pero Robert aún no lo descubría.
La última forma de utilizar el circuito de transformación vacío, era copiando el resultado directamente, es decir, exponer el circuito a los estímulos para copiar sus atributos. Cuanto y que es capaz de copiar, depende de las habilidades del inscriptor.
…
Luego de meses de entrenamiento, logró mejorar la proficiencia sobre el 40%, pero últimamente su avance no aumentaba en lo absoluto, junto a la gran tasa de fallos por los materiales defectuosos. Robert decidió que su primer dispositivo debería ser un horno de fundición.
Pero el mundo tenía leyes complejas, no se podía esperar que un novato con solo meses de práctica, logrará crear dispositivos que asombran a todos. Lo que podría cambiar esos resultados, es el ingenio y la suerte. En el caso de Robert, su terquedad.
Robert usaba el método más torpe y lento, probando un infinito número de veces, cambiando las variables y detalles, hasta encontrar el resultado que busca. Aunque su método es sumamente tedioso, la inmensa acumulación de datos, traería resultados impresionantes en el futuro.
…
Ya que necesitaba una fuente de energía para su horno de fundición, bien podría aprovechar la energía del río de lava. Tallo las inscripciones para absorber energía, en una barra larga de metal con forma de "L", hundiendo el lado corto en la lava.
SFX: Arder.
El fallo fue inevitable. No solo el metal se derritió, también los circuitos mágicos superaron la cantidad de energía que podían soportar y se quemaron (destruidos).
Que lamentable no ser un protagonista de una novela, pensó, donde tu talento que desafía los cielos, solucionaría fácilmente este problema.
(#risa auto despectiva#)
Pero no era el momento de rendirse, no cuando después de tantas explicaciones, por fin se pondría emocionante.
Solucionar los problemas de uno en uno, era la mejor opción a seguir:
Para que los circuitos mágicos no exploten, deberían ser mejorados, pero los atributos dependen del inscriptor, y esos circuitos eran el máximo esfuerzo de Robert, mejorarlos en un corto tiempo, sería simplemente imposible.
Pero si no se puede mejorar, solo debes aumentar la cantidad de circuitos, distribuyendo la energía en partes más pequeñas. Creó una barra más gruesa, con diferentes circuitos de absorción y conexiones separadas. Para completar su trabajo, creo circuitos de salida, para desfogar la energía sobrante; pero Robert carecía de componentes de control que pudiese analizar cuánta energía sobrepasa el límite de resistencia, por lo que tuvo que calcular manualmente, aumentando o disminuyendo la energía expulsada, hasta que los circuitos se mantuvieran estables.
Ignorando el feo metal con grumos, la simple pieza del dispositivo dejaba una impresión emocionante.
Pero, aún se derretía en la lava. Después de varias pruebas, colocó una capa de maná, similar al fortalecimiento mágico, cubriendo el metal con una barrera que la protegiera de ser derretida.
Inicialmente funcionó, pero una vez que la barrera empezaba a funcionar, también aislaba los circuitos de absorción, haciendo que se quede sin energía, desactivando la barrera, dejando que se llene de energía una vez más, para volver activar la barrera. Haciendo que la barra de metal se derrita paso a paso.
(#resoplido molesto#)
Después de intentarlo muchas veces, llego a la realización de una idea, que le sería extremadamente útil.
Utilizó los circuitos de transformación vacíos, para inscribir dentro de ellos los circuitos de absorción, y proyectarlos usando mana condensado. Era una idea muy útil en diversas circunstancias, pero, cada centímetro de separación entre la proyección y la inscripción original, tenía un aumento exponencial en el coste de energía, llegando a un límite de cinco centímetros de separación. Después de todo, los circuitos mágicos no eran simples dibujos hechos con maná, sino estructuras de leyes de voluntad. Intentar que una máquina sin alma proyecte la voluntad por sí sola, lleva un costo muy pesado, intentar forzar eso, solo lo destruirá.
Cinco centímetros son más que suficientes, proyectando los circuitos de absorción sobre la barrera de maná, haciéndolo funcional. Completó la fuente de energía.
El resto fue más sencillo, para el horno de fundición, utilizó una copia de la lava, inscrito en un circuito de transformación vacío, para volver a transformar el maná puro en calor. Encapsulados en el aire por barreras de maná, que contenía los materiales y encerraba el calor.
Para el molde donde depositar el metal fundido, en un momento de inspiración, creo mil componentes que creaban barreras de mana, para poder modificar el molde a su gusto, evitando el molesto trabajo de cavar moldes en la tierra.
Lo llamó: horno de fundición elevado. Y lo primero que creo, fue un horno nuevo, con los materiales mejorados.
Los materiales aún tenían muchas imperfecciones, pero un aficionado no se daría cuenta. Aun así, la diferencia al inscribir circuitos mágicos era enorme.
Robert estaba inmóvil, emocionado admirando su obra:
Tres barras en forma de "L" obtenían energía del río de lava.
Una placa de metal a un metro y medio del suelo, escupía fuego para aumentar el calor.
Dos barras paralelas a su costado, contenían los dispositivos de barrera, donde fundir el metal.
Una ancha placa en el suelo, permitía crear el molde, para el resultado final.
Robert estaba realmente emocionado, había creado algo desde cero por sí mismo, obviamente, si un experto lo revisara, enumeraría un sinfín de errores. Pero, aun así, era un gran logro, redujo los días de tiempo de trabajo manual, a unas horas con esa máquina.
Robert estaba muy emocionado. Por fin crearía las armas necesarias para cazar a esos roedores de cola cortante. Y al fin comer carne.