Lenora es una joven escritora que ama lo que hace, pero cómo a todo buen escritor... Le está tocando pasar por un gran bloqueo.
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_ Me consta que es un trabajo en equipo, que no vas a hacer todo tú misma _ la miro enfadada _ Pero sinceramente... ¡Siento que estoy sola en esto! a veces quisiera que pusieras de tu parte también ¿sabes? ¿Acaso es tan difícil? _ Aparto mi vista resignada y un poco avergonzada de mí misma.
Le estoy hablando a una laptop.
Tallo mis ojos y camino pesadamente a mi redonda cama, sí, es redonda, cómo un círculo, un círculo vicioso, cómo en el que vivo. Y tiene sábanas negras, sí, negras, cómo mis esperanzas de que se me ocurra una buena idea para mi segunda historia.
Llevo meses en este enorme embrollo al que le llaman "bloqueo del escritor", luego del éxito de mi primer libro: "La ventana del orfanato".
La historia de mi vida... Mi desahogo.
En resumen... Soy huérfana.
Según sé, mi madre era soltera, falleció poco después de dar a luz, por complicaciones que no llegué a comprender a la corta edad de cuatro años, cuándo se me ocurrió preguntarle a mi cuidadora de dónde venía yo. En mi opinión, pudo haberme dicho que la cigüeña me trajo a su puerta, pero no era una mujer con mucho tacto.
Nadie jamás me quiso, nunca entendí el por qué, quizá no era la niña perfecta, quizá estaba de moda adoptar niñas de rizos dorados y zafiros azules y no de melenas negras y ojos verdes musgo, claro, nadie quiere al musgo de la historia... Tal vez fue mi personalidad tan peculiar. A lo mejor fue eso...
En fin, fuese la razón que fuese, todas eran adoptadas por familias adineradas, todas menos yo.
Yo sólo me sentaba en mi estrecha e insípida habitación... En lo más alto del edificio, y de allí observaba la felicidad ajena, desde la ventana del orfanato.
Los años pasaban, a medida que crecía tenía menos esperanza de ser adoptada. En la escuela, los afortunados hijos biológicos de padres que no fueron capaces de enseñarles a no burlarse de los demás, me molestaban, Lenorita la huérfanita, decían que era muy rara, fea, flaca y mal peinada para que alguien me quisiera.
Quizá dolió un tiempo, pero todo cambió cuando aprendí a romper narices. En secundaria ningún chico se metía conmigo. Lástima que esto aplicara tanto en el sentido de la burla cómo en el de las relaciones amorosas. Nadie quiere salir con la morena que puede partirte la nariz, por supuesto.
El salón de detención comenzó a ser un lugar frecuente para mí. Allí conocí a mi mejor, primera y única amiga, lo sé, que triste es mi vida.
Pero Hazel se convirtió en mi hermana del alma en el momento que la conocí, divertida historia por cierto, que por supuesto involucra a la típica señorita popular, presidenta de la clase, una auténtica Barbie malcriada de la alta sociedad... Missha Ferrell. Porque el arroz nunca falta (ría quien entienda).
Aquella vez, era mi primer día en una nueva escuela, porque me habían expulsado de la anterior... Pero no viene al caso.
Desde el momento en que me vio, Missha decidió que haría de mi vida un infierno.
Estaba guardando mis cosas en mi nuevo casillero, cuando se cerró de repente sobre mis dedos. Mi grito de dolor fue tan fuerte, que todo el alumnado que pasaba por ahí en ese momento, volteó a verme, la mayoría no se pudo contener y comenzaron a reírse de mí.
De inmediato me dirigí a la rubia oxigenada que me veía con una falsa, y muy bien ensayada, expresión arrepentida en su cara.
_ ¿¡POR QUÉ HICISTE ESO!?_ grité sobando mi mano, que comenzaba a hincharse.
_ ¡Ups! Lo siento mucho, en serio, yo solamente venía a darte la bienvenida y a...informarte cómo funcionan las cosas por aquí _ su expresión cambió en cuánto dijo esa última frase, su asquerosa y perfecta sonrisa se ensanchó cual gata de caricaturas, y su venenosa mirada me reveló sus verdaderas intenciones.
Miré a mi alrededor y de nuevo a ella, podría jurar que una petulante corona exageradamente rosa flotaba sobre su cabeza, un cliché. Pero yo no era un cliché, yo no era la nerd invisible de corazón puro, y no iba a bajar la cabeza y dejarme humillar por Miss Gucci mientras esperaba que mi bad boy llegara en su Harley Davidson a salvarme. No señor.
Convertí mi confundida expresión en sonrisa e hice un detallado recorrido desde sus exuberantes tacones a la punta de su rubio cabello de salón, y luego clavé mi mirada en la suya, acercándome de más.
_ Ah, ya veo, mensaje recibido Barbie, pero elegiste el lenguaje incorrecto dulzura _ dije exagerando un puchero _ Y lo vas a pagar maldita zor..._
Toda mi rabia e impulso de romper su irritante cara de porcelana se vio frustrado por el sonido de la puerta metálica del casillero que nos separaba estrellándose contra la cara de Missha. Al parecer alguien me ganó esta vez.
Miré muy sorprendida a la castaña de rizos y ojos negros que había abierto el casillero a propósito, ella me sonrió y guiñó, sacó una botella de agua y volvió a cerrar la puerta, dejando ver la ensangrentada y enfurecida cara de Barbie.
Mi nueva persona favorita se colocó a mi lado, pasó un brazo sobre mis hombros y bebió tranquilamente de su botella.
_ Te presento a Missha, reina autoproclamada del pasillo. Ella cree que manda aquí, pero no vayas a decirle que todo es producto de su imaginación, no queremos que se ponga a llorar, es aún más irritante.
El grito de la rubia reventó los tímpanos de todos en el pasillo.
Y por supuesto... Lenora y Hazel a detención. Allí comenzó nuestra sólida y complementaria amistad.
Lo que yo no sabía... Es que tiempo después también nos convertiríamos en hermanas.
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Le conté mi vida a Hazel, le confié todo lo que tenía, ella siempre escuchó atenta y me trató cómo su igual.
Al poco tiempo, en mi cumpleaños diecisiete, me llevó a su casa, dónde ella y sus bondadosos padres habían preparado una sorpresa para mí, mi primera fiesta, con un pastel decorado, velas, globos y regalos.
Algo que jamás había tenido. No pude evitar que un par de lágrimas corrieran por mis mejillas.
Pero no terminaba allí, a la hora de abrir los regalos, Hazel me dió una pequeña caja verde, sí, verde musgo. Al abrirla encontré una delicada cadena de plata con un dije en forma de medio corazón junto con una gema del mismo verde de la caja. Talladas estaban muestras iniciales "H & L".
Miré a mi amiga con una sonrisa y ella me enseñó una joya igual, pero con una gema negra, colgando de su cuello.
_ Ya te puse un collar con placa, eres mía para siempre _ dijo mostrando todos sus dientes a la vez que entrecerraba los ojos en mi dirección, haciéndome reír.
_ Hazel, es precioso, me encanta _ dije con sinceridad mientras me ponía el colgante en el cuello.
_ Es nuestro turno _ dijo la madre de mi amiga. La señora Minerva me extendió un sobre verde musgo para luego abrazar a su esposo, el señor Diógenes, quién también sonreía expectante.
Bajo la mirada de todos, abrí con cuidado el sobre, había un papel doblado y comencé a leerlo.
A medida que iba leyendo lo que decía, mi sonrisa fue sustituía por una cara de total asombro, no podía creer lo que estaba leyendo.
_ Es un certificado de adopción... _ dije despacio y sin despegar la vista de la hoja. Luego miré hacia los padres de Hazel, y al parecer ahora míos también _ ¿Es en serio?_ las palabras salieron de mi boca cómo un balbuceo.
_ Por supuesto querida _ dijo Minerva con lágrimas en sus ojos _ Ahora eres Lenora Edevane, bienvenida hija _ añadió Diógenes con una sonrisa.
Me giré para ver a Hazel., quien tenía una enorme sonrisa y parecía estar conteniendo su emoción. Dicho y hecho, mi nueva hermana gritó emocionada haciéndonos saltar asustados en nuestro lugar.
_ ¡¡¡TE DIJE QUE ERAS MÍA PARA SIEMPRE!!! _ chilló mientras se abalanzaba sobre mí, provocando que termináramos ambas en el suelo.
Mi nuevos padres parecían un poco preocupados por la efusividad de su hija, pero yo no podía estar más feliz. La bondad que Hazel y sus padres me mostraron rebasaba todo límite que mi desesperanzado corazón pudiese haber imaginado, y definitivamente me esforzaría por ser la hija más agradecida del planeta.
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Han pasado siete años desde ese día, el mejor día de mi vida hasta ahora.
Me gradúe junto a Hazel y tuve dos padres orgullosos de mí ese día, ella comenzó a estudiar actuación y yo letras, y también nos graduamos exitosamente.
Hoy en día, mi hermana es una exitosa actriz en ascenso, yo convertí la historia de mi vida en un libro que emocionó a todos mis lectores.
Cualquiera diría que eso suena a final feliz, pero la vida se divide en etapas, y esta etapa tuvo un final más que feliz.
Pero se me tuvo que ocurrir escribir otro libro.