Mientras el dragón se aleja con sus hijas Augusto se deprime y sus cuatro males se despiertan.
Depresión.
Soledad.
Baja autoestima.
Tristeza.
Lo había vuelto a perder todo.
Se había quedado solo en un mundo que apenas conocía.
Sentía que ya no tenía nada, aun no se recuperaba de lo que le dijeron las niñas, piensa que es verdad. Después de un año la realidad lo despierta, ellas no eran sus hijas, solo cumplía con una promesa.
- ¿Dime Tera que debo hacer?
- ¿Entonces se dio cuenta maestro?
La lluvia seguía y Augusto estaba cubierto de barro, sus ropas estaban destruidas. Tera se agacha y le dice
- Eso depende de usted.
El humano conocido como Augusto se cierra nuevamente al mundo, por ahora solo cuenta con el mismo (o eso piensa)
Mientras parado en lo que una vez fue la entrada de su casa esta Astrea, quien se había quedado, ella saca una sombrilla e intenta acercarse, pero es detenida por Tera.
- Déjala, Tera, ya no importa, acabo de perderlo todo.
- ¿Está seguro de eso maestro?
- Si, después de todo ¿Qué otro daño puede hacer?
- Lo siento dice ella- luego se acerca y le entrega un documento sellado, -si mi ama sabe lo que hice me matara, pero creo que es lo correcto.
Augusto lo recibe desanimado.
- Por favor ábralo- ella se agacha y lo cubre con la sombrilla, la joven bruja cuyas emociones son un misterio muestra una pequeña mueca.
Augusto lo abre y lo lee.
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